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Descenso de un rey - por Sayrz

Web: http://relatosqueviajan.blogspot.com.es/

Su dedo se ensañó con el botón. Odiaba los viajes inútiles.
-Los huevos. Los huevos. –El joven miraba el panel de botones a través de sus gafas. Resbalaban por su nariz, siempre que el cabello se le empapaba sucedía lo mismo.
Pero el ascensor ya llegaba a su planta, la catorce. La misma que había elegido en el panel de botones, y a la que se dirigía. Eso, antes de acordarse de que hoy vendría Ivet y que quería hacerle spagetti carbonara. Los huevos.
Perfecto, ahora hasta arriba y a volver a bajar. Seguía apretando el cero, más por frustración que por otra cosa. Y después sube otra vez a casa y ponte a cocinar. Tampoco quedaba mucho tiempo hasta que ella llegue. Y quería preparar unas velas o algo así romántico. De estas cosas que maquillan una cena bastante cutre, en un piso alquilado, con comida barata, y con un vino que no pasa de los cinco euros.
Ya iba por la planta trece.
Una vez más, su cerebro cometió la traición. Acababa de sonar el timbre del mircoondas, no era la primera vez que lo oía. Porque el ascenso, hacía una perfecta imitación cada vez que llegaba a la planta donde se tenía que detener. Pensó en palomitas recién hechas.
Pero todo esto es lo de menos. Es un pensamiento fugaz que murió rápidamente, porque el otro hecho que sucedió al llegar a la planta catorce eclipsó a las palomitas, al instante; y no era para menos. El pasillo no estaba vacío. Buscó una cara conocida, pero no la encontró. Ni siquiera encontró una cara. Sino un torso.
Aquel hombre era enorme.
-Bue-nas noches. –El chico le saludó mientras el otro entraba. El extraño lo miró con unos ojos tan azules como vacilantes. Dio un paso, y quedó entre las dos puertas. Después dio dos más, y las puertas se cerraron.
-Buena jornada le deseo. –Sí, el hombre enorme saludó de forma muy extraña. Pero ojalá fuera eso lo más raro. Había algo tan inusual y estrafalario, que el joven pasó por alto lo que dijo, que ya era suficientemente extravagante. Ni siquiera se entretuvo con la típica especulación de qué haría ahí ese hombre. Si tal vez venía de visita o a llevar algún paquete, o plantas o flores a domicilio, esta última opción quizá encajara un poco. Ahora entenderéis por que.
No, la pregunta que se estaba haciendo no la pensó, casi estalla en su cerebro ¿De dónde se habrá escapado este tío?
El hombre mediría al menos dos metros, ancho de hombros y cabello y barbas rubias. Dejadas crecer, peinada lo justo para que no se desmelenara. Parecía uno de esos rockeros de los videoclips de heavy metal. Sí, habría encajado a la perfección. Si no fuera porque vestía con una sudadera ancha, gris simple y monocormática, de las de deporte de toda la vida. Nada de florescentes. Y pantalones a juego, claro; estrechos, verde hoja y con muchos bolsillos. De esos que llevan los jardineros de parques y jardines.
Y unos igualmente conjuntados mocasines.
El ascensor se detuvo. Planta doce, pero no había nadie.
-Alguien habrá picado. –El chicó rió. -¿Por qué no esperarán?
El extraño estrafalario salió. Pero eso fue lo único que hizo, porque después se quedó quieto en medio del pasillo.
-¿Qué vas a la planta baja?
El extraño se giró de golpe.
-A la calle.
Las cejas pobladas y rubias del hombre se enfurruñaron. Un profundo sí, y volvió a entrar en el ascensor. Quizá solo era muy raro. O tal vez solo necesitase un diccionario.
-¿Es usted extranjero? –Era un acento que no le resultaba familiar.
-Sí.
-¡Oh. Vaya! Yo soy de España. Un español en Nueva York. Aquí acabaremos todos, creame. –Volvió a reír; je,je,je. No quedaba muy natural, igual que esta risa escrita. -¿De dónde es usted?
Los ojos azules volvieron a mirar al chico, desde el techo del ascensor, casi.
-De este mundo, por obvio es.
El chico se quedó en silencio, pero pronto lo entendió. Empezó a reír. Aunque lo cierto es que no lo había entendido del todo, porque el hombre no lo acompañó en la broma. Seguía serio y mirándolo fijamente.
-Niëmers. –Añadió el extraño enorme.
-Me suena… de qué país? Porque no debe de ser Estados Unidos, ¿Cierto?
-Estados Unidos no. Reinos Unidos.
-¡Ah! Inglaterra.
-Eh… -Los ojos azules miraron hacia abajo y cuando se toparon con los del chico contestó con un robusto sí.
Pero para nada un sí convincente.

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5 comentarios

  1. 1. Seruji-Lerel dice:

    ¡Buenas!

    He leído tu relato y me gustaría comentarte que he notado un uso un poco indebido de las comas y puntos, o por lo menos eso me ha parecido. Con eso quiero decir que algunas veces me hubiera sonado mejor que hubieras escrito frases sin cortarlas, o tal vez sin pausarlas con comas. Eso es un pequeño detalle que tiene arreglo fácil, así que leyendo y revisando la lectura en voz alta puedes darte cuenta de esto. Aún así debo decirte que han habido expresiones que me han gustado mucho, tienes bastante mano con eso 😀

    Los personajes me han gustado aunque con 750 palabras no hay mucho margen para desarrollarlos. La situación del encuentro con el enorme señor ha estado entretenida, ha sido bastante cómica :L

    Yo cuando leí el principio pensaba que leería la cena con Ivet, pero el relato ha tomado un camino que no esperaba y eso me ha gustado.

    Ha sido un buen relato para el taller. Siempre trato de empatizar con el protagonista y esta vez me he encontrado con una situación incómoda ante mí jajaja.

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 19:12
  2. 2. Sayrz dice:

    Gracias por tu aportación! Ha arrojado luz sobre un tema sobre el que he de trabajar. Seguiré ru consejo!

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 19:59
  3. 3. Manoli VF dice:

    Hola Sayrz. Con este ya va muchas historias en las que el ascensor se detiene en la planta catorce ¿sincronismo? ¿casualidad? psicología? no se porque se ha tendido a usar esta planta pero es un dato curioso que lo mismo indica algún tipo de patrón, jaja, lo que me ha faltado en tu relato es un final claro, ¿Quién era el chico y qué pintaba?
    Por otra parte las descripciones las he encontrado muy adecuadas.

    Un saludo.

    Escrito el 19 marzo 2016 a las 18:47
  4. 4. Oliver Sierra dice:

    Hola Saryz.

    Coincido con la cuestión de los signos de puntuación. Hay frases que me suenan mejor si fuesen más breves, quizás simplificándolas un tanto.

    Las frases con las que interactúas con el lector me parecen un recurso acertado, pero al ser un relato tan breve, me dejan la duda de si son diegéticas o no y me confunden.

    A parte del tema literario, solo un detalle que aportar. Cuando escribes: <> 5€ es bastante para un vino, no es nada difícil encontrar grandes vinos por 3€. Lo digo porque desentona con la frase y como amante del vino me ha dolido jajaja.

    Un abrazo

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 17:28
  5. 5. Crysstac dice:

    Hola Sayrz, tu relato me ha despitado un poco porque lo titulas “Descenso de un rey” ¿el rey es el extranjero?

    Te diré lo que yo veo mejorable:

    – revisa los tiempos verbales para que haya coherencia

    – “spaghetti”

    – no queda muy claro si habla en narrador o el protagonista

    – “Si tal vez venía de visita o a traer algún paquete” para mí sobra lo de las plantas y las flores. Cuando dices que la última opción quizá encajara un poco y añades “Ahora entenderéis por qué” (ese “qué” lleva tilde) tengo que decirte que yo no he entendido por qué

    – “ancho de hombros, cabello rubio y barba de mismo color, dejada crecer y peinada lo justo”

    – “monocromática”

    – “fluorescentes”

    – repites “extraño”

    – cuando dices “¿Qué vas a la planta baja?” si es el extraño quien habla deberías decirlo, si es el ascensorista está mal expresado

    – las cejas no se enfurruñan

    – “créame”

    – ¿de qué país?

    – sobra la coma tras Estados Unidos

    – Falta un final en el relato

    Espero haberte ayudado. Un abrazo.

    Escrito el 24 marzo 2016 a las 22:10

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