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La devoción de un padre - por Charles Di Varelli

Momentos antes de ser ejecutado, don Aníbal Osorio se sintió perplejo al verse rodeado de tanta gente vestida de saco y corbata en el pequeño espacio de un ascensor. Se limitó a observarlos atentamente, intentaba figurarse cuanto podría costar aquel traje con la capacidad de convertir en empresario de alto rango, al más humilde de los hombres.

La finura de los modales de aquellos citadinos dibujaba una sonrisa en el rostro de don Aníbal, que inmediatamente imaginaba a su hijo, Julio, vestido con tan magníficas ropas, tratando asuntos de suma importancia para el pueblo el día que acabara sus estudios de derecho, ese lejano día que don Aníbal ya no presenciaría.

La tierra le había dado todo a don Aníbal, la había labrado desde que tenía memoria y conocía mejor que nadie los más íntimos secretos para sacar el mayor provecho del ancestral trabajo, era la única vida que conocía y todos los días elevaba su mirada al cielo infinito dando gracias al Señor por todo lo que tenía, por la vida que había llevado, pero su innato amor de padre devoto le obligaba a querer para su hijo Julio una vida con más comodidades, sin que tuviera que partirse el lomo de sol a sol para poder tener algo que comer.

—Julito—le decía a su hijo—cuando crezcas vas a ser un gran abogado, vas a ir a la escuela y vas a estudiar mucho, porque quiero que vivas vestido de traje, trabajando en un escritorio con las manos limpias, no como yo que siempre las mantengo llenas de tierra.

No podía decirse que mientras se encontraba en el ascensor el sentimiento que invadía a don Aníbal fuese el miedo, era un hombre recio con el temple y la serenidad característicos de aquellos que han enfrentando los embates de la vida con la plena convicción de su responsabilidad incuestionable, sin embargo no era inmune a la nostalgia que invadía su cuerpo al pensar que ya no vería a Julio vestido con aquellas ropas.

La inmensa soledad que embargaba a don Aníbal en aquel cuarto cúbico de escasos dos metros cuadrados, lo llevó a rememorar los días en que instruía a su hijo en la importancia de leer la Biblia y el diccionario, las sagradas escrituras para entender los asuntos del reino de los cielos y el diccionario para comprender el mundo de los hombres. En su mente había quedado grabado el recuerdo de cuando su hijo fue a buscar el significado de la palabra abono, para poder ayudar a su padre en la granja y en la misma página, unas cuantas palabras más arriba, dio con la palabra que determinaría el destino de la familia: abogado.

— ¿Papá ser abogado es muy difícil?
— Mijo, recuerde siempre que cosas difíciles va a encontrar muchas en la vida, pero nada es imposible si uno se propone a lograrlo.
— ¿Ósea que si me esfuerzo por ser abogado, puedo lograrlo?
—Claro que si mijo y su papá va a ayudarle, para que vea que cuando se quiere, se puede.

Y así, había decidido don Aníbal ahorrar todo el dinero que le fuese posible para establecer un fondo que sirviera a Julio para sus estudios de derecho. Con lo que nunca contó, fue con que en el mundo no solo habitan los corazones puros y de buenas intenciones, también está plagado de corrupción y envidia, la misma que llevó a su criado Apolinar, a robar los ahorros de don Aníbal y huir de la granja.

Don Aníbal al darse cuenta del robo, se colgó su escopeta de doble cañón para cazar tigres en el monte y se dirigió al pueblo dispuesto a dar con el ladrón y tal y como supuso, lo encontró bebiéndose el futuro de su hijo en la cantina del pueblo.

—Te di techo, comida y trabajo y con traición me pagas.

Apolinar no tuvo tiempo de formular una respuesta, pues apenas don Aníbal terminó de hablar, la sangre de la cabeza de su criado pintó la pared de la cantina.

Y mientras las puertas del ascensor se abrían para mostrarle a don Aníbal su último destino, vio el rostro de su hijo Julio en la cara de sus acompañantes de elegantes trajes, mientras una solitaria lágrima se atrevió a surcar su tez morena, hecho que duró escasos segundos, pero para don Aníbal fue toda una vida, si es esta frase aplicable a aquél que se encuentra a escasos minutos de descifrar el eterno misterio del más allá.

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4 comentarios

  1. 1. Mauro dice:

    Me parece un muy buen escrito, creo que de un extensión más larga y con muchos más detalles se puede establecer una idea más clara, pues el final es algo confuso, teniendo en cuenta que no se entiende porque el hijo usa la misma vestimenta, si aun no comenzaba a estudiar abogacía.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 03:25
  2. 2. lamarsalada dice:

    Como Mauro dice el final es un poco confuso, pero es una buena historia.
    Felicidades

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 10:11
  3. 3. Charles Di Varelli dice:

    Un saludo a Mauro y lamarsalada, muchas gracias por comentar, respecto al final cuando el protagonista ve la cara de su hijo en la de la gente que iba en el ascensor, es algo metafórico, se refiere a sus sentimientos, pues su gran anhelo fue ver algún día verlo vestido así; al estar al borde la muerte, pues fue una especie de visión, por supuesto no era su hijo real quien estaba ahí, pues ni tenía que estar en el ascensor ni había terminado sus estudios, no se si me explique bien jejeje.

    Muchas gracias de nuevo por comentar, lo aprecio mucho.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 16:53
  4. 4. Ariel Byron dice:

    Muy interesante la forma de contar la historia, vincula los tiempos para desarrollarla y los sueños como fin.

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 00:43

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