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Ultima voluntad - por Fernando Caporal

Web: http://ojosdelalibertad.blogspot.com.ar/

Alunizamos en el aeropuerto estelar Neil Armstrong luego de doce horas de viaje por el espacio. Después de salir de la estratósfera, Silvia y yo no pudimos dejar de mirar por la escotilla del transbordador supersónico; las estrellas brillaban tanto que iluminaban los sujetadores microelectrónicos de las butacas ergonómicas, y en los pasillos ingrávidos, los chicos que viajaban junto a sus familias jugaban a volar, moviéndose en todas direcciones y describiendo formas con los brazos y las piernas. El transbordador en que viajábamos, el Apolo 111, hacía su vuelo inaugural, y en todo el mundo la noticia fue primera plana en todos los medios; su primer viaje alunizaría el mismo día en que lo hizo el primer hombre doscientos años antes, pero ahora en una versión más avanzada que aquella vieja y primitiva nave del siglo XX.

—Sabes, el tiempo en la Luna se mide de manera distinta —le dije a Silvia—, si tenemos en cuenta que el año lunar se compone de veintisiete días, siete horas y cuarenta y tres minutos, nuestro año terrestre, convertido a tiempo lunar, nos lleva a alunizar en el año 29073, contando desde el comienzo de la era cristiana
—Parece que viajamos en el tiempo —me dijo Silvia sonriendo

Llegamos el 20 de Julio de 2169 antes del mediodía, hora de la Tierra, tal como estaba previsto. El vuelo fue tan apacible que nos pareció que viajamos por una autopista, y sin embargo, habíamos pasado la barrera del sonido antes de salir de la atmósfera terrestre. Las azafatas espaciales nos informaron que debíamos colocarnos los trajes antiregolitos y las miniescafandras biocristalinas antes de descomprimir la cabina, ya que además se le quitaría la totalidad del oxígeno. Las otras familias tuvieron que lidiar con la exitación de los chicos, que estaban ansiosos por descender y correr por la Luna, y por eso les costó trabajo hacer que se quedaran quietos para colocarles los trajes; varios de los pasajeros, deseosos de bajar de la nave, los miraron impacientes. Finalmente la cabina se despresurizó y el oxígeno fue eliminado, entonces las escotillas se abrieron. La gente se agolpó en la puerta, y las azafatas espaciales intentaron ordenar a la muchedumbre, con poca suerte.

Al descender de la nave, lo primero que vimos fue una inmensa bola celeste y blanca sobre nuestras cabezas; la Tierra se veía tan grande que parecía como si estuviera proyectada en la pantalla de un planetario, y el color negro del espacio contrastado con la enorme cantidad de estrellas, nos regaló un paisaje único, que no habíamos visto jamás desde nuestro planeta.

Las botas fibromagnéticas hacían que resultara complicado caminar; tanto para Silvia como para mí nos fue un poco difícil acostumbrarnos a la nueva gravedad, casi nula. Después de descender del Apolo 111, las azafatas nos guiaron hasta el vehículo que nos transportaría al refugio lunar “Buzz Aldrin”, llevándonos por la orilla del Mar de la Tranquilidad hasta el sino “Iridium”, cerca del polo norte, donde la luz del sol incide de manera continua, sin noches ni días.

Luego de acomodarnos en el cubículo de descanso, salimos del refugio para cumplir la vieja promesa. Abordamos un transporte, cruzamos el sino en dirección al mar “Frigoris” y veinte minutos más tarde llegamos al borde del cráter Herschel. Ayudé a Silvia sosteniéndole la mochila; la abrió y sacó la negra capa brillante con las iniciales bordadas “RA”, el mantel rojo y el sombrero de copa. Sobre la orilla del cráter, varios mástiles, según una vieja costumbre, estaban clavados sosteniendo banderas, placas recordatorias y todo tipo de souvenirs de quienes llevaron homenajes de sus familiares y recuerdos a la Luna.

Silvia sujetó el viejo sombrero de copa en uno de los mástiles, con la soga del cuello de la capa, que quedó flotando ingrávida, al igual que el mantel rojo. El viejo Raúl Argañaraz, abuelo de Silvia y mago de oficio, que tantas palomas y conejos supo sacar de ese viejo sombrero de copas, había soñado durante los últimos meses de su vida, volar por el cielo como un ave en libertad. Silvia se quedó parada junto al mástil; de repente la capa se movió, y con el efecto de la luz del sol reflejada en la enorme Tierra, nos regaló una sombra que pareció un ave moviendo las alas; —ahora podré mirar al cielo y saber que estás allí— dijo con ternura, mientras las lágrimas le mojaron las cejas, en vez de rodarle por las mejillas.

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6 comentarios

  1. 1. Otilia dice:

    Hola Fernando Caporal,
    Me ha gustado tu historia. Se ve que dominas el tema: nombres de astronautas, trajes antiregolitos, botas fibromagneticas, nombres de mares, etc.
    Toda esta información puede dificultar la lectura de la historia. Solo es mi opinión. Bien escrito.
    Saludos

    Escrito el 18 abril 2016 a las 18:52
  2. 2. María Esther dice:

    Hola Fernando,tu relato es un viaje al futuro, con el que sueñan muchos.Está bien contado.Se nota que tienes información.
    Solo que debiste aprovecharla más, como participando en alguna actividad “lunática”,o mostrando algo del “diario vivir”.
    Bueno,es una opinión.
    Me gustó el relato.Saludos.
    Maritel del 115

    Escrito el 19 abril 2016 a las 04:36
  3. 3. ortzaize dice:

    un final sorprendente.
    la historia se enreda un poco al principio que podrias arreglar, luego va solucionando un poco el tema y el final muy interesante, saluditos.

    Escrito el 19 abril 2016 a las 13:21
  4. 4. Vespasiano dice:

    Hola Fernando:
    Es la primera vez que te leo y por cuestión de colocación en el que han sido publicados los relatos de este mes, me ha tocado comentarte.
    Tu relato me ha parecido muy trabajado, dándonos a conocer algunos de los cráteres y mares de la Luna. Así como el reconocimiento que haces al astronauta Buzz Aldrin. También elogiarte por la cantidad de materiales empleados en calzados e indumentarias necesarias para poder pasear por el satélite.
    Muy interesante el homenaje que haces a los magos en la persona de Raúl Argañaraz, que intuyo haya sido un prestigioso mago. Aunque confieso que con la intención de conocer la biografía de dicho personaje, no he encontrado ninguna información al respecto en Internet.
    Como cosa a mejorar he visto “exitación” escrito malamente, debe ser: “excitación”.
    El final del relato no me queda claro cuándo dices: —ahora podré mirar al cielo y saber que estás allí—. Si ella está en la luna y dice ”allí”, ¿será porque ella y su acompañante se quedarán para siempre en la Luna? O está pensando que cuando vuelva a la Tierra, y mire a la Luna, sabrá que el espíritu de su abuelo está presente en su capa y su sombrero.
    Por lo demás me ha parecido un relato imaginativo; y el reto me parece bien introducido.
    Felicidades.

    Escrito el 20 abril 2016 a las 15:40
  5. Hola a todos, gracias por los comentarios, estare pasando por los suyos a dejar el mio.
    El relato quiza lo tenia en mente, y por eso no describi cosas que se resolvieron en mi cabeza, olvide escribirlas 😛
    La idea es que el viaje de la pareja es ida y vuelta, y cuando la mujer dice que mirará al cielo, lo dice mirando desde la Tierra al volver, pero ese detalle no lo conté, lo olvidé… El mago es un personaje ficticio, no creo que exista el mago en realidad, más bien lo inventé como mago amateur, algo más íntimo de la familia. Quizá poner demasiada info es bueno para textos más largos, gracias por los comentarios, los tendré en cuenta para próximos relatos. Y trataré de no olvidar poner nada que quede solo en mi cabeza 😀

    Escrito el 22 abril 2016 a las 00:00
  6. 6. Victor Hugo Montenegro dice:

    ¡Hola Fernando!

    El primer párrafo te alcanza a enganchar porque hay claridad en las ideas. En el cuarto párrafo la descripción que haces cuando llegan de la nave me pareció muy trabajada, realmente te da esa sensación de estar viendo el paisaje que se describe. De pronto lo que si me pareció que faltó fue un poco mas de giros porque hay momentos que la historia no sale de su línea y se puede volver un poco monótono en algunos momentos.

    Por lo demás vi una muy buena narrativa, se cuenta una historia sin caer en pesadas descripciones que la dificultan, y eso para mí es fundamental.

    ¡Muy buen trabajo!

    ¡Un abrazo!

    Escrito el 22 abril 2016 a las 17:43

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