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Polvo Lunar - por Tucci

El autor/a de este texto es menor de edad

Podía verle todas las mañanas a través de mi ventana.

Caminando apresurado entre la multitud, levantando polvo a su paso. Las personas comunes y corrientes siempre renegaban, con sus voces ásperas y sus ojos bien llenos.

Las alarmas de los relojes sonaban, más individuos despertaban y salían a trabajar. Un rejunte de cuerpos soñolientos chocando entre sí, murmullos, barullo y mucho polvo.

Los hombres tapaban sus rostros con pañuelos, bufandas, barbijos, buzos o sus propias manos. Desesperados por no respirar aquel aire lunar, desesperados por ignorar la noche a su alrededor y desesperadamente pretendiendo que sus vidas permanecían apacibles.

El reloj mantenía control absoluto de su rutina vital. Él decidía el día y la noche.

Todos los humanos juntos y apelotonados, atrapados en la rutina;  en esa melancolía lunar y confinados a vidas aburridas, en una luna de color blanco pálido que nunca cambiaba, obligados a fingir hasta el final.

A veces, hombres vestidos de gala, con sombreros de copa, y hermosas mujeres pálidas, con largos vestidos y rojos labios nos visitaban. Llegaban cuando el reloj marcaba las doce y bailaban burlando al hechizo. Por una vez en el día, nada era plateado, todo dorado, y los hombres reían bebiendo champaña, mientras que la luz anaranjada de los candelabros pintaba sus rostros. Pretendían que alguna vez habían tocado la luz del sol.

Pero yo solo tenía ojos para él. Siempre en las mañanas corría entre los hombres reales, como un verdadero fantasma pálido que huye de la verdad.

Recordaba los días que nos visitaba, mamá reía encantada de sus chistes y todas mis hermanas se juntaban frente a sus pies. La casa es enorme, pero donde estaba él el mundo entero se reunía. El me sonreía y fingía perfectamente. En la soledad de nuestro reino veía la verdadera luz plateada de sus ojos azules pálidos, la mentira más hermosa y mejor guardada de la luna.
Y un día simplemente me dijo "¿y si huimos a la tierra?".

Allí los hombres son dorados, blancos, marrones y brillan. Ellos ven el sol, el agua, los ríos, las montañas, el mar y la planicie, los valles, los bosques, los arroyos, el cielo, las nubes, los zorros, los lobos, el amanecer, el atardecer, el musgo, los hongos, las flores, los arbustos, las rocas, las cascadas, los barrancos, las sierras, la nieve, la lluvia, las abejas, las mariposas, los jazmines, las rosas, las hormigas, el humo, el vapor, las ballenas, los delfines, los corales, las algas, las medusas, los arrecifes, las islas, las selvas, los pinos, las araucarias, las frutas, los osos, las liebres, las truchas, los salmones, los pingüinos, los búhos, las tortugas, los sapos, los lagartos, los cocodrilos, los nenúfares, los azulejos, los cisnes, las libélulas, las nutrias, las ardillas, los murciélagos, los ratones, los caballos, los jabalíes, las culebras, los caracoles, las langostas, los cangrejos, los tucanes, los remolinos, los tornados, la noche, el día, la luna, las estrellas, ah. Ellos ven la vida.

Nunca había corrido tan rápido. Mis pies volaban sobre la superficie lunar, intentando no deslizarme, levantando más polvo del que un pelotón entero de aburridos hombres falsos levantarían en su vida. En su espalda veía agitarse su bufanda celeste, aquella que yo le había regalado, y sentía fuerzas para seguir volando.

Llegaríamos a la tierra, la verdadera, no aquella mentira de que está podrida. La tierra verde, en la que los hombres caminan con flores blancas entre los pies.

Cruzaríamos las estrellas, la eterna noche, para ver el amanecer. Esa vez fue la primera vez que vi el amanecer.

A el lo tiraron de un balazo, porque era un hijo de nadie, un rebelde perdido, un cuerpo más para quemar en la pila. A mí me cortaron las alas. Y a su bufanda celeste se la llevó el viento.

Los días que el polvo se acumula y cae, como una falsa nieve nostálgica, él corre endemoniado, gritando salvaje. Corre más rápido que nunca, huyendo de su más grande temor.

Y a veces yo escucho la canción de los hombres, aquellos que aún viven en la tierra verde. Cantas distintas voces, alto y bajo, cantan a las estrellas y a la luna que creen hermosa.

Y yo cantaba con ellos, a la hermosa luna plateada, misteriosa y seductora.

Cantaba desde mi ventana, gritando con toda la voz que tenía.

Esperando, que él me escuche, deje de correr para voltear a verme, y vuelta a dedicarme aquella sonrisa falsa y dorada, sólo para mi.

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5 comentarios

  1. 1. Paracelsus dice:

    Hola Tucci:
    Te felicito por tu relato. Creo que logra crear una atmósfera de hastío, hipocresía y desesperanza.
    Algunos comentarios:
    En el fondo.
    -Creo que hay demasiados temas pugnando por ser el principal. El cual es el amor. Si es así, debería enfatizarse más.
    -Respecto a los protagonistas, ayudaría definirlos mejor (nombre, características…)
    -Cuando te refieres a las virtudes de la tierra. Utilizas demasiadas características. Tal vez, quedaría mejor con una o dos, pero poderosas y relacionadas con el tema central.

    Felicitaciones. Si quieres puedes leer mi relato: el 120

    Escrito el 17 abril 2016 a las 17:40
  2. 2. gaia dice:

    Tucci muy bueno quizás nrcesita mas fuerza en el desarrollo de la historia, lee el 17

    Escrito el 19 abril 2016 a las 22:56
  3. 3. Tucci dice:

    Gracias por los comentarios!

    La verdad es que me gusta “dejar las cosas al aire”, en los relatos, pero soy novata y tengo que acostumbrarme a encontrar un límite.

    Escrito el 20 abril 2016 a las 01:33
  4. Gracias por acercarte a mi desolado y casi extinguido lugar. Te comento, me ha parecido un ejercicio interesante, tu composición lunar en el que la ilusión termina vencida por la desesperanza. Pero como te dice gaia te falta algo de garra para engancharte y que no te puedas soltar. Por ejemplo en el larguísimo párrafo en el que enumeras todas las bellezas de la Tierra: “Allí los hombres son dorados, blancos, marrones y brillan. Ellos ven el sol, el agua, los ríos, las montañas, el mar y la planicie, los valles, los bosques, los arroyos, el cielo, las nubes, los zorros, los lobos, el amanecer, el atardecer, el musgo, los hongos, las flores, los arbustos, las rocas, las cascadas, los barrancos, las sierras, la nieve, la lluvia, las abejas, las mariposas, los jazmines, las rosas, las hormigas, el humo, el vapor, las ballenas, los delfines, los corales, las algas, las medusa…” Y te propongo un ejercicio en el que desarrolles cada uno de los elementos, y no solo enumeres, así quedaría algo como: “Ellos ven el agua clara de los ríos, dibujando cascadas por montes y valles; correteando por las planicies como zorros y lobos hasta llegar al mar; el agua que deja caer la nube y su lluvia clara humedeciendo las rosas para alimento de abejas y mariposas…” La escritura debe ser lo más bella posible, y cada palabra que elijas debe ocupar su lugar.
    Ha sido un placer acercarme a tu rincón lunar. Abrazos.

    Escrito el 20 abril 2016 a las 17:31
  5. 5. Frida dice:

    Hola Tucci. Una propuesta original y arriesgada, coincido con los compañeros en que le falta un poco más de enganche, aunque la escena en sí me gusta, la veo como un pedacito de algo mucho más largo. La propuesta que te hace Pepe Illarguia sobre el párrafo de la enumeración, es muy buena, aunque la verdad, cuando leí este párrafo en concreto, a mí personalmente me recordó mucho a Saramago, que gusta de escribir párrafos enormes enumerando cosas. Evidentemente él tiene todo un libro por delante para explayarse, tú tan solo 750 palabras a las que hay que sacar el máximo jugo posible.

    En cuanto a la parte técnica, he visto unas cosillas que podrían mejorarse.

    1.La Tierra va con mayúsculas.

    2″El me sonreía”, sería “Él”.

    3.”Cruzaríamos las estrellas, la eterna noche, para ver el amanecer. Esa vez fue la primera vez que vi el amanecer.” Repites dos veces la palabra amanecer y otras dos la palabra vez. Creo que podrías dejar así la frase para no reiterar tanto: “Cruzaríamos las estrellas, la eterna noche, para poder ver por primera vez el amanecer”.

    4.”A el lo tiraron de un balazo”. Aquí volvió a escapársete él sin tilde.

    5.”Cantas distintas voces”, creo que aquí querías escribir “cantan” y no “cantas”.

    Escrito el 27 abril 2016 a las 19:40

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