AVENTURA EN LA LUNA - por Lucrecia Gordillo

AVENTURA EN LA LUNA

“Si vienes, por ejemplo a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres.” Con esta frase que el zorro le dice al Principito de Antoine de Saint-Exupery, me quedé dormida. El libro quedó abierto en esa página y la frase resaltada con marcador amarillo para no olvidarla. Eso es lo que yo siento cuando vas a venir y conforme se acerca tu llegada, mi felicidad va creciendo hasta el momento en que estás junto a mí.
De pronto me encontré con el Principito. Me contó que había venido a la Luna para conocer el lugar pero sobre todo para investigar si su flor podría vivir ahí.
¿Cómo? Le dije
¿Estamos en la Luna? ¿Tú y yo?
Sorprendente, agregué. Yo vivo en la Tierra y estaba leyendo el libro que sobre ti escribió un conde francés. Habla de ti, de tu flor, de tu amor por ella, y de tu viaje por todos los planetas, pero nunca creí que iba a llegar a conocerte y a charlar contigo.
Sabes, me encanta cómo cuidas de ella, cómo la proteges del viento y de todo lo que puede dañarla. Así quisiera yo que me cuidara el hombre que amo. La vida lo llevó lejos de mí, cuando aún éramos muy jóvenes, y sufro mucho por eso. A veces creo que lo veo, siento que me besa, que sus manos recorren mi cuerpo, pero no sé si estoy soñando porque es muy corto el tiempo que está conmigo y luego desaparece.
Tú dices que estamos en la Luna, no sé cómo vine aquí pero no puedo quedarme. Tengo que regresar porque no podría vivir sin él y si un día llega a buscarme y no me encuentra, pensará que he muerto y se irá para no volver.
¿Has comido? Le pregunté
─No, aquí no hay nada qué comer─
─Pero a mí me habían dicho que la Luna es de queso. Podemos quitarle un pedacito y no se notará. ¡Tiene tantos hoyos! Uno más no hará diferencia, ya verás.
Salí de nuestro pequeño refugio a buscar alimento lamentando no haber sido lo suficientemente precavida y haber venido de la Tierra sin un baguette grande, grande, donde cupiera un pedazo de la Luna.
─No creo que puedas cortarlo, me dijo el Principito
¿Por qué?
─Porque no podrás pararte en la superficie. La fuerza de gravedad es menor que en la Tierra y flotarás.
Recordé a los astronautas de Apolo 11. Mi viaje había sido más rápido y menos complicado que el de ellos pero los tres habían caminado en la superficie lunar. Yo no pude.
Al regresar con las manos vacías, me encontré al Principito listo para partir, se había puesto su abrigo y un sombrero de copa.
─Yo también me voy, le dije. Espero volver a verte. Si un día llegas a la Tierra, me encontrarás con facilidad, pues siempre tengo encendida la luz del amor y brilla tanto que parece una estrella.
El Principito sonrió y nos despedimos, sentí que mi cuerpo no pesaba nada y al abrir los ojos seguí leyendo su libro. Había luna llena y su luz iluminaba todo mi cuarto.