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El cohete rojo - por El Sr. Pimienta
Web: http://www.misterpiperis.com
Mi padre nació el 20 de julio de 1969. Largo tiempo transitado y abundantes éxitos acontecidos por el hombre desde entonces.
Mi padre era un soñador; un tipo distraído y soñador. Vivió en una época de transición. Una pequeña revolución tecnológica creció con él en sus años de pubertad, hasta resultar exponencial cambiando los hábitos y gozos de millones de personas en un pestañeo de sus ojos sorprendidos. Misteriosos y modernos insólitos placeres intimidaban la sencillez con las que creció; le amedrentaban como la noche al día, como un depredador a su compungida víctima.
Crecí escuchando atolondrado en noches estrelladas sus asombrosas historias mitológicas desde el porche de nuestra casa en lo alto de la espigada montaña, mientras la Luna irradiaba blanca y destellante en mis fascinados ojos atendientes. Siempre mirábamos la Luna en su incesante caída desde el cielo. Las noches encapotadas la echábamos de menos, pero los cuentos no la esperaban.
Me contaba cómo abrazó los inexplicables avances y beneficios que proporcionaba el conocimiento y también como era la vida antes de que fuesen realidad. No eran, sin embargo, los beneficios cotidianos de la revolución el objeto de nuestras cavilaciones; eran los avances de la humanidad en cuanto al espacio y sus estrellas, los viajes más lejanos a distancias imposibles y velocidad inabarcable, la maravillosa sincronía de las naves más punteras y los planetas más lejanos, el solitario equilibrio de la Luna observando la implacable expansión de nuestra utópica imaginación.
No se le terminaban nunca las historias, fluían de su corazón como las canciones de cuna de mi madre; fábulas creadas por los soñadores más ancestros y palabras y relatos engendrados para despertar en mí esperanzados pensamientos. Su vigoroso ingenio era inquebrantable; le acompañaba con vehemencia como las arrugas en la frente.
Sus historias espaciales devenían realidad al mismo tiempo que los míos.
Por eso estoy aquí, por mi padre. No fue por la Luna observándome en el cielo, pero sí el motivo de que allí estuviera. No fueron tampoco las estrellas ni planetas, tan lejanos como desconocidos y tan ancianos o fantasmas, sino el modo de llegar a ellos.
Me interrogaba cada día por los sentimientos encontrados y los descubrimientos vividos. Me preguntaba cómo se veían las estrellas desde allí, si más grandes y luminosas o más viejas y apagadas.
Y lo hacía las noches estrelladas desde el porche de la casa en las espigadas montañas, con el gastado sombrero de copa con el dibujo del cohete rojo que le pinté, sujeto por una goma a su barbilla para que no se le desprendiera al mirar al cielo.
¿Qué tal, Sr. Pimienta?
El texto empieza bien, porque se introduce un personaje al que se define con pocas palabras y sobre el que dan ganas de saber más.
Sin embargo, luego continúa la descripción y se enlentece el ritmo (en el tercer párrafo solo hay un punto, lo que hace difícil leer con fluidez).
En general, falta un conflicto, un cambio y concreción.
¿Sabes lo que me hubiera gustado? Que, después de decir que era un tipo distraído y soñador, contaras un episodio concreto con principio y final. Y que a través de ese “cachito”, viéramos la influencia o el cambio que se produce en quien narra la historia (porque intuyo que algo así querías contar).
Un saludo y hasta pronto.
Hola Diana, ¡gracias por pasarte!
Puede ser, sí, que el ritmo se vea afectado con demasiadas descripciones. Quería contar una historia y luego me salió otra muy distinta, que creo que no está muy clara.
Luego me pasaré por tu cuento,
Un abrazo :)!
P.S. Decir también, que hay una errata en el penúltimo párrafo: Donde dice “Me preguntaba cómo se veían las estrellas desde allí”, debería decir: “Me preguntaba cómo se veían las estrellas desde aquí”. Me di cuenta justo al enviarlo.
Sr. Pimienta, un placer acompañarlo en este taller.
La verdad he de decir que me cautiva la manera en la que sabe describir situaciones, lugares y personajes, el vocabulario que utiliza y la manera en la que plantea las palabras es sorprendente. Podría jurar al principio del texto, me recordaba a cuando estaba leyendo a García Márquez. Enhorabuena.
Sin embargo, creo que debido a tan detallada descripción, se me iba entorpeciendo el camino que debía seguir.
Qué seudónimo tan pintoresco, por cierto, me agrada. 😀
¡Hasta pronto!
Hola, Sr Pimienta:
Me ha gustado la historia, pero me deja con un abandono del personaje principal. De ser así, me hubiera gustado saber más de él.
Fue entretenido leerlo, pero sinceramente, creó que faltó una historia con un final mas concreto.
Hola Luis Oliveira, ¿Cómo estás?.
Antes que nada, darte las gracias por pasarte por mi relato. Si me permites, prefiero que no me trates de usted :P. Si no te molesta, yo tampoco lo haré, más que nada porque no estoy acostumbrado a hacerlo al escribir, pero gustosamente lo haría si me lo pidieras.
En segundo lugar: ¡Vaya!, muchas gracias por tus palabras, no me habían nunca dicho algo semejante. Me siento halagado :)!
En el próximo intentaré ir más directo al grano, a ver si continuas pensando lo mismo jeje.
Mañana me pasaré por el tuyo. Ahora no estoy demasiado concentrado y no te mereces, para nada, que no preste a tus palabras toda mi atención.
¡Un saludo amigo!
Hola Rodrigo,
¡Gracias por pasarte!. He pecado de novato y es cierto que el final es como triste. Intentaré corregir este error en el próximo relato que presente.
Muchas gracias por tus comentarios, Rodrigo.
Te digo lo mismo que al compañero Luis, mañana me pasaré por tu relato.
¡Un saludo!
Hola Sr. Pimienta. Me gusta la forma que tienes de narrar, tan descriptiva y poética, pero esta forma de escribir exige un gran esfuerzo por parte del lector, el cual puedes tener suerte y ser este su segundo relato o el tercero en el que se adentra, con lo cual estará con su mente completamente despejada, o la mala suerte de que, el compañero que nos lee, venga de ocuparse de otros muchos textos, con lo cual, por más que lo quiera, tanto adjetivo puede llegar a saturarlo y hacer que se pierda. Recuerda que tan solo tenemos 750 palabras, en las cuales debemos representar un conflicto y darle un desenlace, para ello es mejor intercalar sencillez con complejidad. En otro orden de cosas, reitero que me gusta lo que describes, pero al fin y al cabo, no haces otra cosa que una exposición de una reflexión interior de un astronáuta, muy bellamente contado eso sí, pero no deja de ser una introspección, en la que no se nos presenta ningún conflicto a desarrollar. Existen muchos libros que rondan a lo mejor durante alguno de sus capítulos alrededor de una idea o pensamiento, en los que nada sucede. Uno se deleita con ellos, pero no olvidemos que son libros, que no suceda nada durante un capítulo no nos importa porque estamos adentrándonos en el interior del personaje, pero en 750 palabras, el lector espera una trama. Por otra parte, recalco, que este mes el reto creaba demasiada complejidad, y al que más y al que menos nos costó escribirlo. A mí me sucedió también que comencé escribiendo una cosa y acabé con algo completamente diferente de lo que había previsto. Cosas de la Luna.
Es la primera vez que te leo y, me gusta lo que he visto, así que esperaré a ver con qué nos deleitas en el próximo mes.
Muchas gracias por pasarte, Frida 😀
Es la primera vez que participo en el taller, me ha costado unos meses decidirme, pero al final, ¡estoy muy contento de haberlo hecho!
Me ha gustado mucho tu manera de contar como enfocar el desarrollo de un relato. Me va a ir muy bien para el próximo reto, lo he entendido a la perfección con tus palabras. Solo espero estar a la altura e ir mejorando poco a poco.
¡Muchas gracias!
Un saludo!
Hola Sr. Pimienta: Soy nueva en esto, pero intentaré analizar tu relato.
Me pareció muy bueno, escribes bien, con poesía, pero encontré párrafos muy largos, faltas de comas, y un final débil.
Pero, en todo caso, se nota que tienes mucho más oficio que yo.
Felicitaciones