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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Theia II - por Vicente Ruiz

Ocho años han corrido en la computadora central de la estación Sel-1, dentro el subsuelo de la luna. Más de un lustro ha sobrevivido esa hija infértil sin su padre, la inmemorial satélite finalmente encontró la libertad que tanto buscó.
Los dormitorios del ala sur siguen cerrados, aún queda una hora de sueño para sus habitantes. Dentro de uno de los cuartos se encuentra, dormido, un joven de cabello tiznado, de ojos y piel marrones; su nombre, Jacobo.
De 17, ha vivido aquí desde que impactó el asteroide en la tierra, hogar de su hermano Benjamín y suyo. Jacobo sueña con salir, ver con sus propios ojos el sol y su antiguo hogar. Hoy es el día.
Las luces encienden, es el turno del ala sur de trabajar. Jacobo se levanta y se coloca sus botas imantadas, tiene que ser rápido si desea desayunar antes de presentarse en el hangar para su misión.
Sale corriendo, esquivando a la gente. Pero es inútil, el comedor está repleto. Jacobo comienza a frotar su mejilla con la mano buscando una solución. Entonces una voz le llama.
– ¡Jacobo! –exclama Sofía, una amiga de Jacobo, quien estaba sentada.
Sofía era una teniente de veinticinco años, alta, de tez blanca, ojos y cabello oscuros. Fue la primera en salir cuando inició la segunda fase del proyecto Theia II.
–Hola Sofía –dice Jacobo sentándose.
– ¿Tu misión no es hoy?
–Sí –contesta, volviendo a frotarse.
–Toma –Ella cede su plato–. Tú lo necesitarás más.
–Gracias –Sonriendo comienza a comer.
–Es la única vez, tendrás que aprender a despertarte temprano.
–Anotado teniente –Hace un saludo militar– ¿Saldrás mañana?
–No, falta combustible. Pero en tres días terminaremos de traer la península ibérica –Él se desanima.
–Y… ¿Ya encontraron algo de México? –Ella recuerda y deja de sonreír.
–Hemos podido identificar una parte de lo que fue Tamaulipas –Él se encorva en silencio.
–Pero eso no era parte del área –dice ella, intentando animarlo; pero él solo aprieta los labios.
Pasan veinte minutos, Jacobo llega al hangar donde Daniel y Laura, sus compañeros, ya tienen puestos sus trajes; ninguno se conoce, son de distintas alas. Su misión, recuperar todo objeto funcional posible; su nave, un transbordador semejante a un submarino; su anhelo, ver nuevamente la Tierra.
Un todo en orden desde la cabina, la expectativa agonizando; los propulsores encendidos, el hangar abierto; el impulso de la inercia, bajo él, los ojos cerrados.
Dos segundos, el cuerpo sin peso: Una invitación de sus parpados, el trio atiende. Tras el cristal una vista majestuosa, así como perturbadora, para todo terrestre de memoria: El coloso teñido de sangre, demacrado, atravesado aún por su asesino; rodeado por los suspiros de su antigua vida, impactándolo en dolo y chocando fúricos entre sí.
Sus miradas se opacan mientras que su brillo escapa flotando. No hay palabras, pero sí trabajo que hacer y los tres lo saben. Dirigen la nave hacia un gran fragmento inerte, comienzan por su faz oscura. Pasan horas y con el almacenaje a tope, entre objetos congelados y cápsulas de protección, avisan a control y regresan.
Las puertas cierran detrás de ellos y el aire retorna. Una vez juntos los integrantes de la misión, las toneladas salen de la nave. Mientras que abren las cápsulas, Sofía llega para ver el botín: Fotos, discos; un sinfín de recuerdos, todos de fantasmas.
Daniel encuentra un sombrero de copa, poniéndoselo.
– ¿Quién puede darme un poco azúcar?, quiero dar intrepidez a mi té… ¡Jaime! tráeme mi escopeta, de hoy no pasan estas chiches.
Todos disfrutan escuchando sus tonterías, pero Jacobo teme al verlo.
– ¿De cuál capsula sacaste eso? –pregunta Jacobo, Daniel le indica.
Jacobo se encorva y un escalofrío lo recorre al ver el lugar impreso.
– ¡Dame ese sombrero! –dice casi gritando, Daniel lo entrega.
Jacobo mete la mano en la costura rota, derrumbándose; queda en rodillas observando la foto del sombrero. Sofía se acerca.
– ¿Qué te pasa? –Jacobo suelta la fotografía.
– Benjamín está muerto –Ella cubre su boca mirando la imagen.
Hace ocho años la humanidad se separó. Benjamín cedió su lugar en Theia II a su hermano menor, Jacobo, quedándose en la tierra. Jacobo le dio ese sombrero a Benjamín y él juró que siempre lo conservaría.
Sofía lo abraza, ayudándolo a ponerse de pie.
–Escuchen todos –dice ella–, hoy se confirma. El proyecto Theia III fracasó.
Benjamín se unió hace ocho años a aquel proyecto. Ahora, a través de esa chistera, la esperanza espira su último aliento hacía Benjamín, hacia la tercera Theia.

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6 comentarios

  1. 1. Yoli dice:

    Hola Vicente Ruiz.
    Me ha gustado tu historía, muy bien escrita. Me ha gustado el final, un poco triste.
    Que yo haya visto has tenido dos fallos sin importancia; la frase De 17; supongo que querrías decir Desde los 17 y la otra es impactándolo en dolo y chocando fúricos entre si, se te ha olvidado la r de dolor. Mi duda es el fúrico, no se si te has equivocado al escribirlo o es una palabra que yo no conozco.

    Escrito el 19 abril 2016 a las 13:02
  2. 2. MM Ariel dice:

    Hola Vincent:

    Es una historia interesante pero muy difícil de leer, debido a los continuos errores en la puntuación y las frases demasiado cortas en todos los párrafos. Normalmente cuando se quiere imprimir acción a un párrafo, se usan frases cortas unidas por puntos seguidos, pero en este caso, la lectura es muy confusa.
    Encontré otros errores como:
    -“dentro el subsuelo”, es “dentro del”.
    -“Un todo en orden desde la cabina”, no entiendo. Tal vez quisiste decir: “Todo en orden dentro de la cabina”.
    -Después de dos puntos, la letra siguiente es minúscula, a menos que vayan comillas.
    Creo que puedes trabajar mas la idea, afinándola para lograr un buen relato.
    Pero ánimo, a corregir, a avanzar y a seguir adelante!

    Escrito el 20 abril 2016 a las 00:20
  3. 3. beba dice:

    Hola, Vicente:
    Me gustó la carga emotiva de tu historia. ¿La idea es rehacer la Tierra, en la Luna? Un germen original. Y también reencontrarse con cosas ligadas a momentos felices, como los discos, las fotos; muy triste el contraste de todo esto con la palabra “fantasmas”. El desenlace, que debería de ser el “súmmun de lo triste” resulta muy corto y brusco, tal vez por exceso en el diálogo inicial de Sofía y Jacobo. Si lograras compensarlo sería de buen efecto lo abrupto que te señalé: el choque final con el sombrero y el hermano muerto.
    En realidad, más que errores de puntuación, lo que noté es que la historia está ideada, pero no revisada y acabada para que las partes armonicen y suelden.
    Adelante.
    Mi cuento es el 164

    Escrito el 20 abril 2016 a las 15:13
  4. 4. Vicente Ruiz dice:

    Gracias por sus comentarios.

    Hola Yoli, que bueno que te gustó. En la frase “De 17”, me refería a que él tenía 17 en el presente, le daré otro chequeo más adelante.

    MM Ariel, voy a revisar bien lo que me dices, creo que por comerme comas puse muchos puntos. Y en esa frase me faltó poner comillas: un ‘todo en orden’ desde la cabina.

    Hola, beba. En realidad falta que mejore varias cosas de la historia, se me escaparon muchas cosas al resumirla a 750. Buscaré una forma de mejorar el final, aunque quizá termine siendo más larga.

    Escrito el 22 abril 2016 a las 22:38
  5. 5. Sandra Adrian dice:

    Hola Vicente, coincido con los comentarios de los compañeros y añadiría que me perdí en la historia, llegando al final, cuando de pronto dice que Benjamín ha muerto. Creo que no he llegado a entender el relato.

    La idea que se ve de fondo está muy bien, pero debiste dejarlo reposar unos días y leerlo de nuevo.

    Sigamos trabajando, saludos.

    Escrito el 23 abril 2016 a las 08:58
  6. 6. Cándida Fuentes Arroyo dice:

    Hola, Vicente:
    Decirte que coincido con los compañeros en que la historia es buena pero está escrita de una forma que me han hecho no comprenderla bien. Deberías revisar la puntuación para que las frases y expresiones signifiquen lo que quieres y no den lugar a equívocos o confusiones, aunque siempre el escritor tiene sus propias licencias para escribirlo como quiera.
    Los vocativos van separados por coma: Anotado, teniente (supongo que lo que quieres decir es que el que habla le dice al teniente que anota algo).
    De 17… igual, crea confusión.
    Si lo revisas te quedará una buena historia.

    Un saludo.

    Escrito el 24 abril 2016 a las 16:39

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