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El Sombrero mellado - por Mellar

En apenas unos años Martin había pasado de ser un prometedor ingeniero espacial a poco menos que un perito en lunas. Seleccionado para formar parte de la agencia espacial más importante del mundo, en el proyecto con el que se pretendía habitar el espacio. Pero algo en esa prometedora carrera se truncó. Ahora pasaba sus días asignado al proyecto Luna, o más conocido entre los trabajadores de la agencia como el “Limbo. Un proyecto utópico en el que por medio de la observación continua del satélite, se buscaba encontrar la manera de colonizarlo. Ciencia-ficción de los 60 para encontrar acomodo a todos los “rebeldes”, que no interesaba trabajasen para el enemigo: ocio y un buen salario para matar la rebeldía. Turnos de 5 horas, 4 días a la semana, con la única misión de mirar la luna: la utopía de cualquier soñador, y la muerte de cualquier investigador con aspiraciones. La rutina lunar había encontrado acomodo en la vida de Martín. El ambicioso y prometedor especulador espacial, que salió de la universidad, había dejado, previo paso por el “limbo”, a un hombre más feliz consigo mismo.
Una mañana cualquiera de domingo, en el turno matinal, algo cambió. Quizá estuviese allí al llegar , el caso es que sólo se fijó pasada una hora. Su compañero no anotó nada significativo en el parte de incidencias, como casi siempre. En medio de la llanura lunar, que el monitor reflejaba como gris, había un punto negro, apenas visible. Sólo aumentando la imagen empezó a tomar forma. Lo que podría parecer una formación rocosa de color negro, empezó a parecer un sombrero de un tamaño descomunal. Algo que nadie había visto antes, y que parecía un enorme sombrero de copa. Según acercaba la imagen más forma tomaba. La primera reacción fue la de llamar a algún compañero, de los pocos que había por allí, para que compartir con alguien su extraño avistamiento. Pero los del “limbo” eran poco menos que unos “lunáticos” a ojos del resto de los departamentos, y no quería alimentar más la fama que tenían. Además ese sombrero de copa, a cada toque de zoom, más le recordaba al sombrero mellado del abuelo Luis.
Desde su más tierna infancia Martín recordaba haber visto el retrato de Don Luis Martín, presidiendo el salón de la casa familiar. Don Luis había emigrado a América a finales del siglo XIX, donde hizo algo de dinero sin hacerse rico. Dinero con el que monto el taller que había sido el negocio familiar. Negocio que su abuelo y padre convirtieron en prospero, y que Don Luis apenas fundó y casi arruina por su afición al ocio y a pasar el día en la observación de la luna; afición que trajo de Cuba.
Don Luis era lo que se dice un soñador. Un hombre que nada más volver, con sus pocos ahorros, lo primero que hizo fue comprarse un traje y un sombrero de copa y hacerse pintar por un pintor local, que supuso gran parte de su capital. La otra parte fue al taller, un negocio ruinoso, que su abuelo fue capaz de convertir en algo prospero con mucho trabajo y dedicación. Don Luis aparece en el retrato risueño, con el sombrero mermado, porque según cuenta el perro de retratista lo tomó por comestible.
Martín no conoció a su bisabuelo, la noche anterior a su nacimiento había muerto. Hasta sus últimos días no dejó de practicar sus dos rutinas preferidas: salir a pasear con su sombrero y mirar cada noche la luna.
Su abuelo, ese trabador incansable, siempre dijo que el pequeño Martín era igual a Don Luis, más interesado en mirar la luna que en el esfuerzo y el trabajo. Así que antes que la cuarta generación arruinase la empresa, su abuelo y su padre decidieron administrar al pequeño disciplina y matar así su rebeldía. Rebeldía que sólo salió a la luz cuando decidió estudiar ingeniera espacial y no la industrial para perpetuar el negocio familiar.
La disciplina hizo de Martín un prometedor y ambicioso ingeniero espacial, aunque la vida le había colocado de parte de la observación lunar, aquella que simbolizaba ese sombrero de copa.

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4 comentarios

  1. 1. gaia dice:

    Bien!

    Escrito el 18 abril 2016 a las 03:38
  2. manejas muy bien , los tiempo, la línea de tiempo, vas y vienes como quieres, eso me parece dificil, pero se te da bien. Historia interesante. el mio es el 138 por si quieres leerme.

    Escrito el 18 abril 2016 a las 04:34
  3. 3. Lau dice:

    Me gusta!

    Escrito el 19 abril 2016 a las 06:03
  4. 4. Laura dice:

    Mellar
    Me encantó la historia del sombrero de copa mellado. Maravilloso personaje debió haber sido ese bisabuelo de Martín, ideal para una novela.
    Creo que te faltó cerrar las comillas en “Limbo” porque a la primera leída creí que todo era parte del nombre del proyecto. Pero suele pasar un olvido de esta clase.
    ¿No era que las acciones, o la mayor parte debían transcurrir en la Luna? En tu relato creo que todo transcurre en la Tierra, con la observación de la Luna y detección de la figura con forma de monumental sombrero de copa.
    ¿Qué hizo con su descubrimiento?
    Seguimos escribiendo.
    Si lo deseas,puedes pasar por mi relato, el número 9.

    Escrito el 24 abril 2016 a las 12:35

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