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El guardián de las estrellas. - por L. Mor Arcadia

El autor/a de este texto es menor de edad

Las estrellas hermosas y brillantes irritaban sus ojos acostumbrados a la fría oscuridad del espacio. Sus pasos eran lentos y arrastrados, estaba muy exhausto. La superficie lunar estaba cubierta por una fina arena plateada, así que en un intento de descansar se quitó las botas y caminó con los pies desnudos. Su traje estaba roto, su sombrero de copa sucio y su piel era como mármol blanco manchado por hollín, pero el polvo que levantaban sus pasos se adhirió a su traje y de su piel fueron cubiertas las imperfecciones. Su apariencia era celestial, ya no era un pordiosero, era un ángel. Su trabajo era estar en tierra supervisando parte del obrar humano; tomaba diferentes formas para dar milagros a los benévolos o pequeños castigos a los injustos. Sin embargo a los pocos años se volvió un trabajo aburrido, pues no podía tener amigos… hasta que conoció a un pequeño ser, una criatura diferente a los humanos, tenía cuatro patas, era peludo y tenía colmillos pero era realmente amistoso y parecía deseoso de compañía.

El animal lo veía como el único ser del mundo para amar, y por su parte el ángel encontró en aquella criatura la delicia de llamar su nombre a los cuatro vientos y gozar de compañía. Esto conmovió tanto a Dios que prometió jamás mandar a tomar el alma del animal. No obstante pese aquella promesa en una tarde de Febrero el ángel vio como los ojos del perro se apagaban y su cuerpo endurecía, apareciendo así una nueva estrella en el crepúsculo. Pensó que todo se trataba de un error del guardián de las estrellas y fue así como el ángel partió a la luna.

De pronto una estrella brilló con más intensidad en el firmamento, despertando en él un turbulento regocijo. La estrella comenzó a caer rápidamente hacia la sombra de la luna, justo enfrente del ángel.

—No acostumbro a recibir visitas, —una voz lisonjera surgió de la sombra— ni mucho menos de un ángel terrenal.

—Señor guardián, ha cometido un error. Ha tomado el alma de mi amigo. Devuélvame la estrella que sé que tiene en las manos y no tendrá que lidiar con mi presencia.

—Lo siento, tengo prohibido liberar las almas

Los ojos del ángel se llenaron de lágrimas mientras protestaba.

—¡Dios prometió que jamás mandaría a tomar el alma de mi amigo!

—Entonces Dios ha sido injusto con usted, porque él mismo me dio la orden.

—¡Mentiroso!, admita que ha cometido el error y deme la estrella. ¿Qué no ve que la pobre brilla de agonía por estar con usted?

En efecto, la estrella se miraba parpadear con extraña tristeza en la obscuridad.

—Hagamos un trato,— propuso la voz— yo romperé mi regla: te volveré la estrella, la llevarás a la tierra y volverá a ser tu animal, pero tú debes reconocer la injusticia de Dios…
Lo que el guardián le pedía era que blasfemara. Tenía que encontrar la manera de huir con la estrella pero el miedo se apoderó de su cuerpo y salió en silencioso llanto. Abrazó sus rodillas y ocultó su rostro mientras escuchaba que la voz se aproximaba. No hacía nada más que llorar hasta que al quedar empapado se dio cuenta que el polvo de luna que había cubierto su cuerpo se había transformado en plata al entrar en contacto con las lágrimas. Sin perder el tiempo golpeó al guardián con la armadura, le arrebató la estrella y emprendió el vuelo, pero éste le lanzó una bola de fuego que al instante quemó sus alas asiéndolo caer hacia la tierra.

Con desesperación mientras caía aprisionó la estrella al pecho con esperanza que al alejarse del cielo ésta se transformara, pero en cambio se volvía cada vez más fría y perdía su luz. Dios, enterado de la traición del guardián y la lealtad del ángel, mandó a toda bandada de aves a detener su caída.

Entonces entre revoleteo y canto se escuchó:

«Lo del cielo en el cielo debe estar. La almas de los animales iluminan el cielo nocturno para que mi gran creación no tema, pero has demostrado lo triste que es separarlos. Te encomiendo cuidar de mis estrellas, las personas que alguna vez en vida amaron a un animal irán contigo, tú les darás su estrella, y al final de los tiempos prometo devolverles sus amigos.»

La promesa siempre estará vigente, nuestros amigos son cuidados por el guardián de las estrellas y su fiel canino

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6 comentarios

  1. 1. gaia dice:

    Muy bueno! Estoy en el 17!

    Escrito el 18 abril 2016 a las 03:34
  2. 2. GAIA dice:

    Te digo L que los cuentos me gustan sí o no. Como quieres comentario te digo que me da esperanza saber que eres muy joven y que tu escritura es diáfana y clara, además hay animales en tu cuento. Hay alago de EL Principito en ti. Te exhorto a que sigas escribiendo!

    Escrito el 19 abril 2016 a las 12:05
  3. 3. GAIA dice:

    Quiero decir algo no alago (oops)

    Escrito el 19 abril 2016 a las 12:06
  4. 4. Tucci dice:

    Muy buen regalo!

    Me encanta como has elegido contarlo, similar a una leyenda o un cuento.

    Realmente me parece muy bueno.

    Escrito el 20 abril 2016 a las 02:03
  5. 5. Dante Tenet dice:

    Buenísimo, es una historia tierna, muy bien contada.

    Me encanto, te buscare, para seguir leyendo tus relatos.

    Escrito el 23 abril 2016 a las 12:56
  6. 6. Frida dice:

    Hola L Mor Arcadia. De entrada te diré que me horripilan las historias que mezclan la divinidad de Dios con la ciencia. La una me parece incompatible con la otra. Y aún así, a pesar de mi adversidad cuando leo palabras como Dios o blasfemia en un relato que se supone de ciencia ficción, no puedo menos que aplaudirte. Pues has sabido hilvanar magistralmente una historia de ángeles y crear un cuento que inspira a soñar y creer. Si en mi infancia alguien me hubiese contado una historia tan sentida, creo que hubiese llevado mejor la muerte de mis mascotas, pero en mi casa eran todos muy devotos y beatos, cuando un animalito se moría me decían una y otra vez que los animales no tenían alma y no podían ir al cielo. Me gustó la ternura con la que tratas el cielo de los animales y, por otra parte, me agrada el hecho de que hayas decidido aventurarte a hablar de nuestras mascotas.

    Y si en cuanto a argumento me ha gustado, en lo que se refiere al apartado técnico he de subrayarte unas cosillas que creo podrían mejorarse.

    1.tierra/luna. Mencionas la Tierra y la Luna a lo largo del relato, pero ambas se escriben con mayúscula.

    2. En el primer párrafo repites tres veces el verbo estar, creo que podrías reducirlo si al menos una de las veces lo sustituyeses por ejemplo, por el verbo hallar.

    3.”sus alas asiéndolo”, asiéndolo es del verbo asir, pero por la frase, deduzco que querías decir haciéndolo del verbo hacer. Con esta palabra, doy por hecho que eres hispanoamericana y, que sueles sesear, ten cuidado con el seseo a la hora de escribir, pues a veces, el subconsciente puede jugarte malas pasadas.

    4.”mandó a toda bandada de aves a detener su caída.”, creo que aquí te faltó la palabra una para en vez de toda, para darle más sentido a la frase: “mandó a una bandada de aves a detener su caída”.

    5.”«Lo del cielo en el cielo debe estar. La almas de los animales iluminan el cielo nocturno”.Si te fijas, aquí dices tres veces la palabra cielo. Creo que las dos primeras deben quedarse como están, pues la frase así tiene fuerza, pero el tercer cielo podría sustituirse por ejemplo por: “Las almas de los animales iluminan la bóveda nocturna”.

    Escrito el 23 abril 2016 a las 18:26

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