Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El relojero - por claudio

El relojero

Hace mucho tiempo que no veía un aparato tan antiguo, tan propio del pasado, de su pasado; el viejo reloj estaba destartalado, cubierto de polvo y moribundo. Como yo, pensó el relojero.
Se estremeció cuando una brisa pasajera se coló por la pequeña ventanilla de chapa descolorida. Contempló la ruidosa ciudad que cobraba vida manifestándose en bocinazos, el ir y venir de cientos, no, miles de personas que se empujan, balbucean y gritan insultos inentendibles que se distorsionan en el aire de una mañana en ciudad capital. Con sus ochenta y cinco años y el reloj en su mano se estremece al ser abofeteado por la irónica sonrisa del tiempo.
Era relojero de oficio. Su padre le había enseñado esa profesión que se vale más de la práctica que de la teoría. Aún era un jovencito cuando reparó su primer reloj. Era de bolsillo, circular y estaba cubierto por una placa de oro. Si no hubiera sido por que esa mañana de septiembre de 1939 cuando los alemanes invadieron Polonia y un disparo de metralla atravesó el corazón enfermo de su padre, aquel hubiera sido un gran día. Setenta años después vuelve a tener en sus manos aquel aparato que marca la vida del hombre. La vida en tiempos de guerra es un terrón de arena, solía decir su padre mientras fumaba su pipa de madera de cedro.
A pesar de su senilidad, de los dolores de huesos producto por una avanzada artrosis y sus frecuentes taquicardias está lo suficientemente lucido como para saber que no es el mismo reloj. Eso es imposible, piensa mientras con la precisión y delicadeza de un cirujano comienza a abrir el interior del aparato. Vuelve a sobrecogerse, pero esta vez no hay brisa helada. No percibió la presencia del niño tal vez por su sordera, o simplemente por estar inmerso en su trabajo. Un vástago de la calle, piensa con tristeza. Cuantos había conocido y cuantos murieron en épocas de la pos guerra. Tal vez tantos como los furiosos transeúntes que continuaban apareciendo en la limitada visión de su ventana.
– ¿Esto es un museo?, pregunta el niño, observando con curiosidad los viejos trastos del anciano.
Para su sorpresa la voz del niño suena encantadora, nada vulgar como los tipejos que piden limosnas en las iglesias o en los semáforos. No tiene modales, eso seguro- reflexiona el relojero- pero al menos no será necesario sacar su Winchester.
– Lo es, responde con voz gruesa. Y el parecido a su Yo joven le perturba.
No muy lejos, unas grotescas nubes grises se ensanchan por el oeste. Los lejanos relámpagos anuncian la proximidad de una tormenta.
Estupefacto, apoya el reloj de bolsillo en su viejo banco de carpintero. Sus ojos celestes y legañosos se ensanchan ante lo increíble, absurdo y onírico. Las oxidadas agujas cobran vida. La pequeña está fijada a las cuatro, la grande entre el cinco y el seis, mientras el segundero gira con la intensidad de los transeúntes que en el exterior caminan apresurados para no ser alcanzados por la monstruosa lluvia que se avecina. El hombre se tambalea, golpea una mesa de plástico azulada y varios jarrones se hacen añicos en el piso. El niño ha desaparecido. El corazón del relojero palpita velozmente y en su mirada se refleja el horror de lo desconocido. Has venido a llevarme, dice con voz temblorosa mientras el eco de sus palabras se repite una y otra vez como si un loro caprichoso se estuviera burlando de su exigua suerte. El hombre cae pesadamente al suelo con la gracia de un viejo roble que se derrumba en el bosque. Afuera no hay transeúntes. La lluvia fina y tímida en un principio no tarda en convertirse en un diluvio terrorífico con sus rayos azules y amenazantes. El relojero yace sin vida. El viejo reloj de bolsillo vuelve a andar con normalidad. Algo desde la penumbra contempla el cuerpo con indiferencia.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

8 comentarios

  1. 1. Marcelo Kisi dice:

    Hola Claudio!
    Soy tu vecino dos relatos más arriba, así que me toca comentar el tuyo.
    Me ha gustado tu estilo original, y el relato algo perturbador, que habría que leer varias veces para detectar simbolismos sinuosos. Hay profundidad en tu prosa. Sin embargo, es todavía como un diamante en bruto. A veces da la sensación como si necesitaras recargar los sustantivos con adjetivos para que parezca que se está escribiendo bien. La lluvia ha sido ya monstruosa y terrorífica. Recorré el relato, y tratá de quitar la mitad de los adjetivos, que le quitan naturalidad al relato.
    Te recomiendo también trabajar los guiones de diálogo, que no están del todo bien utilizados. En el sitio de Literautas tenés un buen material sobre cómo se usan bien. A mí me ha servido.
    En cuanto al contenido, entiendo que hay una historia terrible detrás, con un viejo cuyo padre ha muerto en la guerra y que se enfrenta ahora a su propia muerte, el simbolismo del tiempo, el chico que se le parece. Suena bien, y sin embargo, parece como si faltara un pegamento entre los diversos aspectos, partes o historias. No se alcanza a percibir, por ejemplo, bien por qué es importante saber de su padre y de la invasión nazi a Polonia en el momento en que él mismo está por morir. No estoy diciendo que no lo es, sino que falta algo -no logro dilucidar bien qué es- para que el lector sienta que hay ahí un continuo -el padre, la guerra, su oficio, su muerte- que debería impactar nuestra sensibilidad, y por alguna razón se queda a mitad de camino.
    Yo creo que tenés mucho talento, escribís con mucha sensibilidad, y te animo a seguir escribiendo, quizás recomendándote simplificar, decir más sencillamente lo que estás intentando decir.
    Ojalá esto te sirva. Adelante!

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 13:49
  2. 2. Caritobel dice:

    Hola, Claudio. Soy vecina tuya, y vengo a realizar mi comentario de rigor.

    Es la primera vez que te leo. Así que sólo puedo analizarte desde éste texto, y no tu trabajo en general.

    En cuanto a lo formal, veamos:

    “Hace mucho tiempo que no veía un aparato tan antiguo, tan propio del pasado, de su pasado”. En mi opinión, «de su pasado» debería ir entre « — », o sea, en un inciso.

    “el viejo reloj estaba destartalado”. Hablas en presente en todo el relato, por lo que el «estaba» va en presente, seria «está». Es diferente en los momentos que son recuerdos, entonces si hablás en pasado.

    “Como yo, pensó el relojero”. Lo que va antes de la coma, va entre comillas, porque es un pensamiento del personaje.

    “el ir y venir de cientos, no, miles de personas que se empujan”. Creo innecesaria poner cientos y después miles. Tenés 750 palabras. No las gastes en esto.

    Usas muchas «y», algunas son necesarias, otras bien las podés cambiar o suprimir.

    ” la vida en tiempos de guerra es un terrón de arena, solía decir su padre mientras fumaba su pipa de madera de cedro”. Todo lo que está antes de la coma va entre comillas, porque es un diálogo, eneste caso, en forma de pensamiento. En varios pensamientos del personaje te pasa lo mismo.

    “– ¿Esto es un museo?, pregunta el niño, observando con curiosidad los viejos trastos del anciano”. Lo correcto sería: “—¿Esto es un museo? —pregunta el niño, observado con curiosidad (…)”. Va el guión largo al inicio, sin separarse de la oración, y como luego es una intervención, otra vez escribís guión largo, esta vez dejando un espacio a la oración que procede, y sin dejar espacio entre la oración que precede. Así con cada diálogo. Si la intervención que prosigue tiene un verbo que va a remarcar una acción del habla —como pregunta,dice, aclara— por más que le pongas punto a la oración anterior va con minúscula. Si por el contrario, el verbo que se utiliza denota otra acción que no tiene que ver con el habla, va con mayúscula, también depende si usas punto o no. Como dijo Marcelo, en Literautas hay un artículo que habla al respecto, sino, podés también fijarte en los ejemplos que da la RAE.

    “Has venido a llevarme, dice con voz temblorosa mientras el eco de sus palabras se repite una y otra vez como si un loro caprichoso se estuviera burlando de su exigua suerte”. Esto sería: “—Has venido a llevarme —dice con voz temblorosa, mientras el eco de sus palabras se repite una y otra vez (…)”. Así con cada diálogo.

    Contenido:

    Me parece que la historia esta bien planteada, incluso, tiene cierto aire siniestro, o sobrenatural. Eso me gusta, sin embargo, coincido en que hay algunas frases que sobran, y que no aportan nada. Que se mencione al padre del relojero, no carece de relevancia, porque entiendo que es un juego de emociones el que lo trae a la escena, tal vez resulte de más la aclaración de las circunstancias en las que muere. Eso si que no aporta nada.

    Marcelo está en pie de guerra con los adjetivos —a mí me reta por lo mismo—, pero yo pienso que en vez de eliminarlos por completo, deberías dosificarlos un poco más para evitar la sobrecarga.
    No encuentro la palabra “cartero”, que era parte del reto. Y tu texto está señalado como que cumple con el reto. Capaz se me pasó y no me di cuenta. Pero leí varias veces…

    Opinión personal:

    Me gusta en general tu historia. Supiste llevar bien el hilo del relato. Cierto que hay pequeñas cosas escondidas que te hacen pensar que no todo esta realmente dicho, pero es parte de un simbolismo que el lector debe descubrir sólo, y juega mucho con la interpretación.
    Hay talento y se nota, sólo es cuestión de pulir.

    Felicitaciones por el trabajo logrado. Si querés leerme, estoy en el relato de arriba.

    Saludos.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 04:10
  3. 3. Beatriz dice:

    Que interesante tu historia. Me gusta la preponderancia que le das a ese objeto inanimado (reloj).
    Felicidades
    Namasté

    Escrito el 20 mayo 2016 a las 05:48
  4. 4. Diego Manresa Bilbao dice:

    Claudio,
    Me ha gustado tu historia, un tanto confusa pero muy bonita, esa especie de Retrato de Dorian Gray con reloj.
    Nos leemos!

    Escrito el 21 mayo 2016 a las 12:51
  5. 5. MOT dice:

    Hola Claudio.

    Es la primera vez que te leo, y de veras te digo que tu historia me ha gustado, me ha llegado hondo, la he leído con ganas. Humildemente, opino que deberías tomar algunas notas de los comentarios que ya te han hecho (o al menos eso hago yo en cada MUE que participo, para aprender de los que saben más). Particularmente creo mejorable el uso de los tiempos verbales, el tema de los diálogos y pensamientos, y repasar algunos signos de puntuación que varían el ritmo de la narración.

    Buena historia, tierna, profunda … ¡Buen trabajo!

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 16:46
  6. 6. Claudio dice:

    Muchas gracias a todos por comentar. Soy nuevo en esto y voy aprendiendo de a poco. Gracias por los consejos. Muy pronto me pasare por sus relatos para leerlos y comentarlos. Saludos!!

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 18:59
  7. 7. Jesús Lacupett dice:

    Claudio:
    Me gustó tu relato, es emotivo y la sensibilidad del protagonista, al revivir en su interior los horrores de la guerra, los recuerdos de su padre en ese reloj y ese niño que lo siente como su yo pasado, la muerte lo viene a buscar…
    Trabaja los consejos que has recibido y serás muy buen escritor. ¡Suerte! Hasta el próxima desafío.
    Te saluda desde el “189” una novata
    Viña del Mar, Chile

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 02:32
  8. 8. Juana María Fernández Llobera dice:

    Hola Claudio, me gusta mucho el desarrollo de la narración y como mantienes la tensión a lo largo del relato. Yo soy nueva aquí, es la primera vez que escribo en esta página. Mi relato es el 139.

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 10:49

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.