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En el museo - por lidiacastro79

Web: https://genereialtreshistories.wordpress.com/2016/05/04/en-el-museo/

Robert estaba haciendo su ronda por el museo. Como de costumbre, intentaba no estarse quieto en el lateral de una sala o sentado en un rincón de una de las galerías. Recorría todo el museo durante su larga jornada. Se conocía cada pieza expuesta, cada cuadro colgado… El museo era su segunda casa.

Por circunstancias de la vida, él no había tenido la posibilidad de estudiar más allá de la educación básica obligatoria, aunque era una persona inquieta y con ganas de aprender. Por suerte, el destino le brindó la oportunidad de trabajar rodeado de cultura y eso satisfacía sus ansias de conocimiento.

Le gustaba escuchar las explicaciones de los guías que acompañaban a los grupos de turistas o escolares. Y, cuando su tiempo libre se lo permitía, leía acerca de las obras y los autores que más le llamaban la atención.

Lo que más ilusión le hacía era cuando llegaba al museo una exposición itinerante, ya que así ampliaba su horizonte cultural. Y hoy estaba especialmente excitado pues se iba a inaugurar una nueva exhibición temporal de la temática que más le atraía: el antiguo Egipto. Se trataba de una muestra sobre el mundo de la muerte y estaba compuesta por sarcófagos finamente decorados, ricas y diversas piezas de ajuar y momias (¡momias de verdad, con sus vendas y todo!). Nunca antes había tenido la oportunidad de ver momias de tan cerca, así que su exaltación era justificada.

Antes de la apertura de las puertas al público, quiso recorrer el espacio, aún vacío de visitantes, y contemplar con tranquilidad todos los objetos exquisitamente dispuestos en las vitrinas. Cada pieza iba acompañada de un cartelito explicativo con su procedencia, antigüedad, uso… Estaba admirando unos ungüentarios de alabastro muy atentamente, cuando notó que sus pies pisaban algo poco habitual en el suelo de mármol del museo. Arena. Su mirada se trasladó al suelo y extrañado pudo ver que una fina capa de arena dorada cubría el pavimento. Instintivamente llevó su mano hasta la arena, que parecía proceder del desierto, y en cuanto las yemas de sus dedos entraron en contacto con ella, todo se desvaneció.

Cuando intentó abrir los ojos, quedó cegado por la intensidad de la luz del mediodía. Se encontraba tumbado en un suelo arenoso y se sentía aturdido. ¿Acaso se había desmayado? El ambiente que se respiraba era seco y extremadamente cálido. Soplaba un fuerte viento que presagiaba una tormenta de arena.

Con un gran esfuerzo se incorporó y, cuando sus pupilas se acostumbraron a la claridad, empezó a percibir lo que le rodeaba: solo podía ver montones de arena dorada y un inmenso cielo azul presidido por un imponente sol.

¿Dónde estaba? Una idea cruzó su mente como un rayo. ¡No podía ser! Se levantó y pudo ver la entrada a lo que parecía un túmulo. Quiso resguardarse del abrasador sol y del molesto viento, así que descendió por la rampa que daba acceso a una antecámara de paredes de piedra, repletas de inscripciones muy coloridas, como si estuvieran recién hechas. No tenía ninguna duda, los relieves no eran sino, jeroglíficos, y el lugar donde se encontraba, tenía que ser una tumba aún sin usar.

Escuchó ruido de pasos y el pánico se apoderó de él. Se escondió en la cámara anexa, donde un gran sarcófago de piedra ocupaba gran parte del espacio. La tapa del sepulcro reposaba en el suelo y el interior estaba vacío. Desde donde estaba, vio cómo un grupo de hombres, vestidos con taparrabos blancos, y completamente rapados, transportaban objetos de uso cotidiano y los iban depositando en la antesala. Debían ser piezas de un ajuar mortuorio. A Robert le sobrevino un pavor incontrolable y empezó a temblar. ¡Estaba en el antiguo Egipto! Se agachó en una esquina y se quedó paralizado, sin saber qué hacer. Entonces, al posar sus manos sobre el suelo, sin esperarlo, todo se volvió a desvanecer.

Mike, el cartero del museo, lo hizo volver en sí dándole unas palmaditas en la cara.

– ¡Despierta tío! Te has desmayado… – dijo con su particular voz de loro. Su habla se asemejaba a la de un loro de esos que aprenden a hablar. Muy gutural y chillona.

Robert estaba tumbado en el frío suelo del museo. Por suerte, no se encontraba en el antiguo Egipto, pero… ¿había estado realmente allí?

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6 comentarios

  1. 1. CARMELILLA dice:

    Hola Lidia:
    has utilizado un lenguaje sencillo. Descripciones acertadas han ayudado para que el ritmo del relato nos haya, poco a poco, adentrando en la trama del mismo. Ha sido un pequeño paréntesis para mostrarnos un momento fugaz del ritual de enterramiento en el Antiguo Egipto.
    Bien cumplido el reto, por un momento pensé que te habías dejado al cartero y al loro en el olvido.
    ¡Bien logrado y buen trabajo!
    Saluditos y seguimos participando.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 19:53
  2. 2. Lídia dice:

    Muchas Gracias por tu comentario Carmelilla. Sí, me dejé al cartero y al loro para el final del todo… no sabía se sería buena idea, pero me pareció gracioso.

    Un saludo

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 10:09
  3. 3. Elvi dice:

    Me parece un relato bien escrito y que se lee con facilidad. Solo le encuentro pequeños detalles que se pueden corregir:
    -En el principio de la narración repites tres veces museo, cuando con una hubiera sido suficiente.
    -”Y, cuando le permitía”. Para mi esa “y” sobra.
    -”Sus pies pisaban algo poco habitual en en museo. Arena.
    No entiendo el punto en vez de los dos puntos.
    Quizás me equivoque, no lo se. De todas formas escribes muy bien.
    Saludos.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 19:49
  4. 4. charola dice:

    Hola Lidia! Me toco comentarte y estoy muy contenta de haber leido tu relato. Me gusto, aunque el recurso del desmayo o sueno no sea tan de mi agrado, pero eso es secundario. Tu relato esta bien escrito y estoy de acuerdo con la observacion de Elvi. Felicitaciones!
    El mio esta en el 136, te invito a comentarlo.
    Disculpa por favor la carencia de tildes, estoy usando un teclado americano y este carece de acentos.

    Escrito el 20 mayo 2016 a las 23:41
  5. 5. Lídia dice:

    Muchas gracias por vuestras aportaciones. Son muy útiles.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 07:33
  6. 6. Luis dice:

    Hola lidiacastro. Soy Luis(90) . Tu relato es original y lleva un buen ritmo, me gustó. Saludos.

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 20:14

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