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Moneda de cambio - por Helena Sauras

Web: https://rodoreda.wordpress.com

Diluyéndome como el vino en la arena. Tendida sobre ella, con un disparo en un costado, caigo. No es mortal, pero a borbotones sale la sangre que mancha y penetra en ella. La playa absorbe cada momento de mí. No sé qué hago aquí. Creo que me han drogado, pues no recuerdo nada de cómo he llegado a ella. La cena de ayer, con mis vecinos de toda la vida, rodeada de amistad. Después, el espesor de una laguna de memoria, y el disparo de esa sombra negra. No le he visto la cara, pero sus pies dibujaban pisadas enormes sobre la arena. Más grandes que los míos, y eso que uso un cuarenta y dos.

Desde donde estoy, puedo ver los acantilados, que se alzan tocando casi el cielo, que brilla con una luz diferente, adormecida. El color que predomina es el amarillo de un sol traicionero. Me veo tan indefensa…. No me han robado. Toco mis bolsillos y palpo mi cartera. La saco y observo cómo está íntegra. No falta nada: unos cuantos billetes que rebosan para pagar mi alquiler. El dolor es intenso. Palpo en mi otro bolsillo el smartphone, e intento marcar el número de urgencias. Enseguida me atienden, y gracias a la geolocalización, cosa de las nuevas tecnologías, envían una ambulancia a buscarme.

Solo veo arena, mar, cielo, acantilados, y ese sol traicionero, que no ha visto nada de mi agresión, porque la sombra negra, seguro que era amiga de la luna llena. No sé por qué me han disparado, por qué han querido arrancar mi vida. Hago memoria y recuerdo mis últimos días.

Desde que me jubilé en el museo en el que trabajaba, que he querido viajar. Recorrer otras ciudades y conocer otras culturas. El cartero me trajo unos folletos muy interesantes de publicidad el otro día. Quería empaparme de historia, y ahora estoy igual que en una isla desierta. Solo me hace falta un loro, que repita todo lo que digo, para que no se me olvide mi lenguaje. Creo que estoy perdiendo el sentido. La sangre continua brotando de mí.

Oigo la sirena de la ambulancia a lo lejos. Se acerca a mí, y de ella salen dos chicos jóvenes. Me suben a una camilla y nos disponemos a irnos deprisa. Me siento acompañada y sé que voy a luchar por salir de ésta. Por el camino, ese sol traicionero se ha cubierto por nubes que descargan una tormenta eléctrica. El conductor de la ambulancia tiene que aminorar la marcha, pero intento estar tranquila, porque la hemorragia, gracias a la cura provisional que me han hecho los enfermeros, parece que se ha parado.

Llegamos al hospital. Me tienen que operar de urgencia, para sacarme la bala, incrustada, en mi costado derecho. El tiempo avanza como una lluvia intermitente y copiosa. No sé que voy a decirles a los policías cuando vengan a interrogarme. Ellos no creen en las sombras negras, ni en la magia de la luna llena. Yo, si os soy sincera, tampoco.

Solo sé que he sido como una piedrecita en el zapato estrecho de un constructor despiadado. Les he puesto trabas, porque querían levantar edificios en zonas donde habían aparecido restos arqueológicos romanos. Los políticos lo han intentado tapar, porque se llevaban una tajada descomunal de dinero corrupto. Si han pensado que con mi muerte, todo se olvidaba, están equivocados. Resisto en quirófano como una campeona. Me he jubilado, pero no por ello voy a dejar de hacer lo que me parece justo.

Una cosa, que nunca he olvidado de mis clases de latín, es el respeto por toda la cultura que nos dejaron nuestros antepasados. Sonrío con nostalgia al recordar a mis profesores, ellos me enseñaron a amar mis orígenes. De ellos, no renuncio, ni a cambio de monedas, ni sobornos. Llegaré hasta el final y donde haga falta.

***

Meses después, ya recuperada, compruebo como la obras de delante del museo donde trabajaba, están paradas. Un cartel anuncia que hay restos de una ciudad romana. Mi corazón late al compás del corazón de la loba que amamantó a Rómulo y Remo. Así siento el aire que respiro esta mañana, en el que el sol amistoso me tiende la mano.

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5 comentarios

  1. 1. Paco Gijón dice:

    Hola Helena. Tu relato me parece interesante en cuanto al fondo, el valor de la cultura y sus vestigios, la honradez frente a las corruptelas, las referencias a la cultura milenaria… El texto contiene mucha introspección y un cierto halo poético, pero echo en falta algo más de concreción, la sombra negra asesina es un elemento demasiado vago, poco creíble. Es mi modesta opinión.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 20:55
  2. 2. drow_jack dice:

    Hola, Helena.
    He de reconocer que el contenido no ha sido del todo de mi agrado, aunque me parece perfecto abolir la corrupción y más para defender objetivos culturales; pero la forma de exponerlo me ha parecido de lo más peliculera. Encima, es un narrador en primera persona un tanto flipado y engreído en su ser, y eso me lo ha transmitido la manera en que está narrada la historia. Hay un desorden intencionado en las frases, con cortes de coma para enfatizar algunas palabras. Es un estilo muy pretencioso, y en grandes cantidades podría llegar a irritar.
    Espero que no te lo tomes a mal, porque veo talento, pero quizás tendría que enfocarse de otra manera.
    En cuanto al reto, bien superado. Me ha hecho especial gracia la escena figurada de tener un loro en una isla desierta como herramienta para no olvidar hablar.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 04:46
  3. 3. Pepa dice:

    Helena muchas gracias por tus comentarios. Llevas razón en lo que me dices, lo tendré en cuenta para los próximos escritos.
    Saludos.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 10:38
  4. 4. María Kersimon dice:

    Hola Helena,
    He leído tu texto dos veces para poder darte una opinión un poco fundada. Primero, al inicio de la lectura, uno se deja llevar por una cierta poesía en el vocabulario y las descripciones del primer párrafo son impactantes. Las primeras frases enganchan y uno quiere saber más. Pero luego este más se dilata, se diluye la escena en pormenores sanitarios, comprobaciones pecuniarias, y parece que la trama se ha estancado, no alcanzamos a ver más que a esa sombra fantasmal hasta que sentencias que han querido quitar a la persona de en medio. No vas dando pistas a medida, dejándole indicios, para que el lector tenga la sensación de ir descubriendo por sí mismo. “Solo sé que he sido como una piedrecita en el zapato estrecho de un constructor despiadado”. ¿ Cómo lo sabes?, ¿Cual ha sido la trama de esta conspiración? Privas al lector de la médula del asunto, y creas un narrador ávido de afirmar a bombos y platillos su honradez, su honestidad, sus valores, etcétera, que resulta un tanto plomo, aunque la honradez sea en verdad una gran cualidad. Quizás debería ser el lector quien juzgue por sí mismo una vez le hayan contado los hechos.
    Hay un gran exceso de comillas que van troceando las frases en sitios no muy oportunos y evitan que fluyan. Donde van conjunciones como “y”, “o”, “ni”… no van comas.
    El vocabulario es apropiado y variado. El principio es ágil y engancha. Este mismo tema, con más intriga, picando la curiosidad, dejando adivinar, dando indicios que conduzcan al lector a arriesgar conclusiones, puede resultar más atractivo. Sigamos aprendiendo todos. Felicidades por tu trabajo.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 18:52
  5. 5. Pepa dice:

    Hola Helena.
    Me ha gustado mucho tu relato. Sobre todo algunas frases como: «La playa absorbe cada momento de mí» me parece muy poético y te hace ver la playa y a la protagonista. Después la voz de la protagonista me parece que cambia y se hace más fría, se aleja de la calidez del principio. Pero es solo una opinión. Saludos

    Escrito el 27 mayo 2016 a las 09:12

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