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La rosa seca - por Amanda Quintana

Al entrar en la casa de mi madre, sentí un aluvión de emociones, como si una tormenta se desatara sin piedad en mi corazón, azotándolo con trueno y relámpagos tenebrosos. Pasaron veinte años desde que me fui a vivir a Buenos Aires, y desde entonces, solo volví a visitarla en cada cumpleaños, en navidad, y la noche en que murió mi padre. El viaje fue largo, pero los chicos no parecían estar cansados, al contrario, estaban ansiosos por llegar y ver a la abuela. Mi marido había manejado más de doce horas, pero a pesar del cansancio, al ver a mi madre postrada en la cama, se quedó junto a mí, esperando mi reacción, sabiendo que no tardaría en romper en llanto.

Mi madre era una especie de reloj de arena; en ella, el tiempo pasaba inexorable, sin prisa pero sin pausa. Las arrugas de la cara le cubrían los resabios de una época ya olvidada de risas fingidas, de lágrimas naturales brotadas por cientos de emociones encontradas, de dolor y de felicidad, más de lo primero que de lo segundo. A mi modo de verla, las dos tuvimos vidas similares; si bien yo me había casado con un médico, tal como mi padre lo quiso, ella y yo sabíamos que al corazón no se lo puede obligar a amar a alguien, y que ni ella ni yo estábamos enamoradas del padre de nuestros hijos.

Al verme entrar, me miró desde lo profundo de sus pequeños ojos entreabiertos. Apenas pude verlos, pero advertí la chispa de alegría al mirarme de nuevo, parada a su lado. La enfermera salió del cuarto y se quedó conversando afuera con mi marido; me senté al lado de ella, en la cama, le tomé la mano flaca, casi sin carne, y apenas pudo sentir la mía, pero no obstante me dedicó una sonrisa.

—Finalmente viniste
—Así es mamá, no iba a dejarte sola
—Hija, quiero decirte tantas cosas
—No hables ahora, descansa

Acaricié su cabello mientras sostuve su mano fría con la mía. Sus ojos miraron al techo, pero en realidad, buscaban mirar al cielo. Sabía que en esa mirada había una plegaria, en silencio, tal como el que mantuvo durante años al lado de mi padre. Ahora, en su lecho de muerte, finalmente decidió romper ese silencio que la perturbó desde antes de que me casara.

—Siento mucho lo que pasó aquella noche, hija mía
—Ya está mamá, ya pasó, fue hace más de veinte años, estoy casada, tengo dos hijos maravillosos, y dicho sea de paso, solo pude convencerlos con la promesa de que a su regreso les compraría un loro como mascota

Ambas reímos, quise que al menos pudiera hacerlo una vez más. Nuevamente me miró con intensidad.

—Tu padre era un buen hombre, no lo juzgues
—Nunca lo hice mamá, al fin y al cabo él quería que yo me casara con un hombre que me asegurara un futuro, tal como él aseguró el tuyo

Mantuvimos silencio un rato largo, y supe que ya no tenía fuerzas para seguir hablando. Con la otra mano, apenas pudo hacer una seña, indicándome el cajón de la mesita de luz. Al abrirlo, encontré un sobre, y dentro de él, una rosa seca. La sostuve en la mano sin poder contener el llanto. Era una rosa que me regaló mi primer novio el día que cumplimos un año, justo antes de que mi padre lo echara de casa a empujones, prohibiéndole que vuelva a verme jamás. Fue el único hombre del que me enamoré en toda mi vida.

—Quise enviártela, pero el cartero nunca te la hubiera entregado en buen estado, se hubiera roto en el viaje —me dijo con un hilo de voz

Ya no le quedaban fuerzas para llorar, sin embargo, pude ver que las lágrimas rodaron por sus mejillas. Trató de decirme algo más, pero no tuvo fuerzas. La dejé dormir. Su respiración era lenta, y su corazón aún luchaba por seguir latiendo.

Volví al living, ese lugar que parecía un museo, lleno de recuerdos familiares. Miré cada retrato. Recordé tiempos de mi niñez y mi adolescencia. Observé una foto y noté que estaba descentrada del marco. La quise arreglar, y al sacarle la tapa, encontré que detrás había otra foto. Era de mi primer novio conmigo. Estaba vieja y amarillenta, había estado allí siempre, inclusive cuando mi padre vivía. La tomé, la apreté en mi pecho, y otra vez lloré. Lloré por mí, y también lloré por mi madre.

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9 comentarios

  1. 1. Wiccan dice:

    Buenas Amanda,

    Una historia contada de forma preciosa y muy tierna, me ha gustado a pesar de ese sabor agridulce que te deja tras leerla. Creo que se representa muy bien el paralelismo de las dos mujeres con vidas “impuestas” y esa comprensión muda que tienen la una con la otra. La historia queda perfectamente explicada con lo que a nivel contenido creo que está muy bien.
    A nivel formal también creo que lo llevas bastante bien, los diálogos son concisos pero muy correctos, utilizados en su justa medida, así como la explicación de los sentimientos de la hija al ir y al encontrar el cuadro al final. Te comentaría algunas cosillas que se podrían mejorar:
    – Lo más visual, ese símbolo extraño de los diálogos, supongo que fue por traspasar del editor al formulario.
    – Reduciría comas, eliminándolas o cambiándolas por puntos, por ejemplo en el primer párrafo eliminaría “largo, pero” o “junto a mí, esperando”. En general la sensación es que en vez de pausar la historia para darle más fuerza la hacen muy lenta.
    – la palabra trueno debería ir en plural.
    – Faltan los puntos finales en todos los diálogos.
    – Eliminaría “en toda mi vida” cuando se dice que “fue el único hombre del que me enamoré”, no aporta nada porque ya se dice que fue el único.
    En general creo que está muy bien escrito y es una historia muy tierna aunque triste, te felicito. Gracias por compartirla.
    Un saludo!!!

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 20:44
  2. 2. El Graffo dice:

    Hola Amanda!

    Es una historia muy bien contada. Es cierto que hay errores en la puntuación y una que otra corrección gramatical por hacer, pero considero que esas cosas se afinan muy rápido.

    De la estructura me gusta ese dato escondido sobre el padre que solo se revela a mitad del relato. Considero que es la estructura ideal para la historia que querías contar.

    Por otro lado, creo que es muy sencilla con una carga dramática mínima. Esto es una observación, no significa que tengas que hacerla más pesada.

    Mi relato es el número 38 por si quieres pasar a leerlo: https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-35/5743

    Saludos!

    Escrito el 20 mayo 2016 a las 21:14
  3. 3. Yoli dice:

    Hola Amanda
    Tu relato ha transmitido bien la tristeza de la madre y la hija y el cariño que tienen entre ellas. Muy bueno.
    Si quieres leer el mio es el 156

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 13:41
  4. 4. Echos dice:

    Excelente relato e encanta como transmite emociones y logra hacernos retroceder en el tiempo igual que en mi relato siempre hay un olvidad amor y un antiguo dolor que ni el tiempo logra borrar, la gran pregunta es ¿por qué engañarnos de esa forma sino amas a la persna que te acompañará hasta la vejez?, me gusto mucho

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 14:52
  5. 5. Amanda Quintana dice:

    Hola a todos los comentaristas, muchas gracias por sus amables opiniones, debo decir que si bien he leído otras escenas anteriores, esta es la primera en la que participo, finalmente me he animado a enviar algo propio.

    He pasado por los relatos de algunos de ustedes, y he dejado también mi comentario, todos los que leí me gustaron mucho. En los días siguientes leeré hacia abajo, y Yoli, pasaré por el tuyo también, promesa.

    Gracias una vez más.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 17:45
  6. 6. Carlos Carrasquero dice:

    Hola Amanda Quintana! Soy tu vecino de abajo, subí a leer tu relato, encontrándolo HERMOSO, tierno y elocuente; me removió las fibras sensibles. Una historia que debiera seguir desarrollandola, vale la pena, saber ciertos detalles…Con respecto a la forma, la veo bien, mi premisa, es que si se lee y se entiende bien, la forma esta bien….

    Gracias por compartir tu historia….Saludos…éxitos!

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 18:45
  7. 7. juanjohigadillo dice:

    Buenos días, Amanda. Me ha encantado tu relato, pese al sabor agridulce que me provoca el hecho de que todavía la gente se siga casando por intereses creados,en vez de por amor. Los anteriores comentaristas ya te han hecho sugerencias de cómo mejorar el relato en el aspecto formal, y no tengo nada que añadir al respecto, salvo que en vez de “prohibiéndole que vuelva a verme” yo hubiese escrito “prohibiéndole que volviera a verme”.
    Felicidades por un relato tan tierno.
    Saludos desde Pucela.

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 08:15
  8. 8. Luna Pintacielos dice:

    Hola, Amanda:

    Felidades por tu texto. Me ha gustado mucho. Está plagado de sentimiento y retrata muy bien el sufrimiento de dos mujeres ocasionado por una sociedad impositiva, además es una realidad que lamentablemente hoy en día sigue aconteciendo.

    En cuanto a la forma: Me pareció muy bien narrada, Hay claridad en la estructura y en las palabras.

    Lo único que me hizo regresarme para reeler algunas veces fueron las comas, pero basta con que elimines algunas o las reacomodes.

    En las siguientes líneas: “Sabía que en esa mirada había una plegaria, en silencio, tal como el que mantuvo durante años al lado de mi padre. Ahora, en su lecho de muerte, finalmente decidió romper ese silencio” sustituiría uno de los dos “silencios” por otra palabra, o bien, eliminaría “en silencio” después de plegaria.

    Gracias por compartir y nos leemos.

    Escrito el 26 mayo 2016 a las 10:44
  9. 9. Cryssta (Madrid- España) dice:

    Hola Amanda, perdona que me haya retrasado tanto en devolverte la visita, tengo demasiado trabajo.

    Tu relato me ha gustado mucho, me ha parecido que destilaba mucha ternura y creo que transmite mucho.

    En cuanto a los mejorables:

    – “tenebroso” es sinónimo de “oscuro”, “sombrío”… eso no casa bien con un relámpago que es “luz”, yo quitaría la palabra del texto

    – “Navidad” se escribe con mayúscula

    – “prohibiéndole que volviera a verme” sobra el “jamás”

    Si has tenido más fallos aparte de los que ya te han dicho yo no me he dado cuenta porque has conseguido que me metiera en la historia. Felicidades.

    Escrito el 27 mayo 2016 a las 13:04

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