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Museo extrasensorial de las artes areniscas - por Euterpe

Web: http://unaatalaya.blogspot.com.es/

Mi madre me llevó a un museo que habían abierto recientemente en la ciudad. Era, por lo que había escuchado, único e innovador. La verdad era que ignoraba el hecho, pero mi madre, que se dejaba influenciar por los anuncios, me llevó casi a rastras.

Por mucho que hubiese intentado rechazar la oferta, mi madre seguía igual de obstinada. A pesar de querer seguir leyendo, no tuve opción. El arte de los últimos años se había vuelto exagerado, no tenía pies ni cabeza. Desde del simbolismo, la cosa se les había ido de las manos. Preferiría relajarme y sumergirme en una lectura de las de mi padre, historias polvorientas que merecían la pena –no como ahora–, en vez de ir a un museo donde todo se consideraba arte, incluso la mierda de los lavabos públicos –que, hace falta decir, huele muy mal.

El supuesto edificio se llamaba Museo extrasensorial de las artes areniscas. Era, simplemente, un museo ambientado en arena. Y, además, le añadían el adjetivo “extrasensorial” para hacer la exposición más artística y original. Bah, técnicas de propaganda.

Durante el viaje mi madre me dio una larga charla sobre la importancia de la arena en nuestra sociedad. Que gracias a ella el vidrio no existiría y mucho menos las playas. Oh, ¡menudo descubrimiento!

En parte me alegré al bajar del coche, ya que mi madre estaba a punto de explicar la diferencia entre la arena blanca y negra. Corrí hacia el museo, cosa que mi madre interpretó como un interés hacia la exposición. Qué equivocada estaba. Suspiré.

Procuré mantener una cierta distancia entre mi madre y yo para evitar más palabras de las necesarias. Cada vez que abría la boca, intentaba ocultarme entre el gentío. Me daba pena reconocer que el museo estaba repleto de visitantes, pero lo peor venía por delante.

Vimos una exposición científica sobre el origen de la arena: el río, las rocas, la erosión… En verdad no estaba mal, un grupo de dibujos acompañaban la explicación a la vez que varios vídeos presentaban documentales sobre el proceso. Era sólo eso, una exposición meramente científica.

El súmmum del museo fue la Exposición de artes plásticas areniscas y rocallosas. No dejé de llevarme las manos a la cabeza, literalmente. Eran supuestas obras de arte relacionadas con, qué iba a ser si no, arena. Para ser honesto, yo no veía la interpretación del equilibrio del mundo: el cuerpo, la mente y el alma en tres granos de arena. Sentía que me estaban tomando el pelo. Otra obra, por ejemplo, era un castillo de arena medio deshecho que representaba la inocencia.

Asqueado, decidí sentarme en el banco central y esperar a que mi madre acabara de ver la exposición. Eché una última ojeada a las “obras de arte” que no me llenaban nada. No entendía el concepto de arte que intentaban transmitir. Una obra de arte, para mí, iba más allá del significado de la obra, y si estaba “bien” o “mal” realizada. Lo más imprescindible para ver una obra de arte como tal era ver el cuantioso esfuerzo del artista. Porque, desgraciadamente, no veía el trabajo duro en tres míseros granos de arena.

A lo lejos vi a mi madre, que hacía un gesto con la cabeza indicando que ya había tenido bastante y que nos marcháramos. Y así lo hicimos.

–¿A que ha sido interesante? –le dije a mi madre. No pensaba eso en absoluto.

Mi madre seguía con los ojos fijos en la carretera.

–Decepcionante.

–Oh –dije, irónicamente–. ¿Y eso por qué?

–¿Viste el cuadro de arena? Era demasiado complejo, no iba con el estilo de la exposición. Qué mal.

Sí, lo recordaba. Era el dibujo de una playa sobre una fina capa de arena. Era la única obra que podía considerar arte, personalmente. Y, en cierto modo, original. La pintura no dejaba ni un hueco en blanco. No era capaz de decidir si cada grano de arena había sido pintado a mano o no.

Suspiré.

Esto se nos estaba yendo de las manos.

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4 comentarios

  1. 1. KMarce dice:

    Saludos Euterpe:
    Estas dentro de mis lecturas obligatorias, y tal como pide el taller, hay que analizar un poco más a profundidad, segun lo que sigue:
    Forma: No encontré errores de ortografía, pero creo que hay algo de cambios en los tiempos verbales. Te confieso que yo misma tengo esa manía, y lo sigo corrigiendo; pero sí pienso que los has tenido. Porque a veces sentía que estaba en “el momento” pero luego no. Veo que no participastes en el reto, y lo veo bien, no es algo obligatorio, usaste las palabras que eran requeridas y le diste a las dos un nivel de peso, aunque creo que arena fue otro “personaje”.

    Contenido: A las escenas deben contener, introducción, nudo y descenlace, y creo que los dos primeros estan, más marcado el primero que el segundo, ya que podría decir que el conflicto es el tedio o rechazo del joven por esa exposición, pero el final, o desenlace es muy ligero, ya que no hubo un cambio en el nudo, sino que parece que hasta la madre se contagió de aquello.
    La historia me pareció bien marcada, en cuanto al desinterés y la apatía ante la experiencia, quizá esperé otro final y por ello me sentí vacía con un final que no me dejó ninguna lección, reflexión, sino solo qué pareciera que al final ambos sentían que no valió la pena.

    Opinión personal: Creo que hay algo más entre líneas, y espero que mis demás compañeros puedan desvelarlo; porque de verdad lo creo. Nunca te había leído antes, y creo que dominas algunas técnicas. La lectura no me resultó pesada, pese al tedio del protagonista.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 06:22
  2. 2. ortzaize dice:

    hola creo que repites mucho , las palabras museo, arena,etc
    que cambiando las frases quizas podias haber llegado al reto en su totalidad.
    Es curioso como los chicos siempre van obligados a lo que los padres mandan siempre el NO por delante, y luego estan contentos y disfrutan de el museo, o cualquier cosa donde ya se ha protestado antes.
    gracias.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 11:29
  3. 3. Eduardo Tapia dice:

    Hola Euterpe, aquí te dejo un comentario lo más completo que he podido para tu relato.

    Cosas que me han gustado:
    -Conflicto generacional: aunque quizás hayas invertido los papeles, ya que la madre es a quien le gusta lo moderno y al hijo lo clásico, me gusta el detalle de que representas ese conflicto entre generaciones, gente que se ha educado de diferente manera ve el mundo y el arte de diferente manera.
    -Puntos de vista contrapuestos: Aunque la voz cantante la lleva claramente el hijo, que es quien narra la historia, has dado suficiente voz a la madre y su opinión para que vislumbremos una visión alternativa del museo. No dar una visión univoca en algo tan sujeto a la interpretación como es el arte me parece importante.
    También me agrada que pese a todo el desdén del protagonista por el museo, se molesta en explicar (o nunca mejor dicho, desgranar) de que va el museo y muchas de sus obras de arte, aunque siempre barra hacia su opinión personal son cosas de ser en primera persona.

    -Bien expresado: Me ha parecido sencillo y claro en lenguaje, con los puntos y las comas en su sitio. Quizás hay algún párrafo que podría haberse mantenido unido a lo anterior, pero en esto me parece mejor que sobre a que falte.

    -redondo: No es fácil dar un principio, desarrollo y final que no parezca pedir un “continuará” en los cortos relatos del taller, tú lo has conseguido con este texto, felicidades.

    Cosas que se podrían mejorar:
    -Es muy redundante: En tu texto, que son 680 palabras, repites 11 veces “arte/s”, otras 11 “arena”, y 8 más “museo”. Eso es muchísimo, a mí me han llegado a reñir por repetir 3 veces una palabra y tu lo haces 11 veces con varias, eso solo tiene cabida si tratas de crear un efecto poético de onomatopeya al leerlo, sino, estás repitiéndote un montón, y al tener las palabras ajustadas en el taller, te estás quedando sin espacio para contarnos más cosas en tu historia.

    -No hay una desembocadura: creo que una buena historia debe contar con que algo cambie entre el principio y el final, dejar la sensación de que a salido algo en limpio. Aquí, el protagonista ha empezado diciendo que iba a ser una basura, mientras a estado continuó diciendo que no le gustaba y al irse se reafirmó sin macula alguna en su tesis inicial de que era una mierda.

    Cuando la madre coincidió con él en que no le gustó pensé que era un buen giro para ponerle el broche a la historia, en plan: “pese a las diferencias de generación, de sexo, de gustos estéticos, aún siguen siendo madre e hijo y terminan coincidiendo” Pero luego te aseguraste de que lo único que no le gustó a la madre fuera lo único que le gustó al hijo, y remataste el texto diciendo una de las frases iniciales, dejando claro que la brecha sigue ahí ¡no sea que algo hubiera evolucionado!

    No pretendo en absoluto decir que para que esté bien les tenga que gustar el museo, pero si no hay un aprendizaje, un giro, un cambio en el desarrollo de la historia, sumado al tono en que parece que el narrador sea el escritor que te está contando algo real, como lector me quedo con la duda de si no ha sido todo una simple queja de niño pequeño porque no quería ir al museo, ya un buen escritor sabe que hasta de lo que odiamos se aprenden cosas.

    -Aunque como ya dije en general te has expresado bien, creo que la frase “Que gracias a ella el vidrio no existiría y mucho menos las playas.“ está mal construida, ¿no?, más bien sería que “sin ella”, no gracias a ella. Choca bastante.

    Una visión global:
    Da un poco la sensación de que lo que pretendías es criticar el arte moderno con esta historia de madre e hijo, pero dado que el arte es algo sujeto a ser interpretado, la historia más bien parece que trata de que duro es ser un adolescente cabezota. En cualquier caso, es agradable de leer, se le puede sacar punta si la miras con lupa, como todo, pero es lo bastante liviano como para leerlo y quedarte con buen sabor de boca.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 12:52
  4. 4. Luis Ponce dice:

    Hola Euterpe:
    Coincido con Eduardo Tapia en la redundancia de los términos, es más agregaría las once veces que has usado la palabra “madre”.
    Me imagino que la molestia del protagonista se mantiene, por el uso indiscriminado de ciertas palabras que demuestran claramente la molestia del tema central del relato, aunque subconscientemente nos deja ver un cuadro psicológico típico de la adolescencia.
    Aún así me parece que está formalmente bien escrito, aunque la estructura carezca de un final concreto.
    Saludos.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 18:26

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