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LA VACANTE - por MOT

LA VACANTE

Amancay era un tipo alto, rubio, que a sus treinta y cuatro años vivía solo, en un pequeño apartamento de 40m² en el centro de El Cencerro, la ciudad más importante de un diminuto país en el mar Caribe. No tenía familia — era hijo único y sus padres hacía ya largo tiempo que habían fallecido— y nunca tuvo constancia alguna de primos o tíos. Sin pareja y sin amigos, su única compañía era un loro de plumaje verde fosforescente, al que había llamado Tepui, y al que adoptó cuando apareció, misteriosamente, siendo él todavía un niño. Nadie supo nunca de la procedencia del ave, y Amancay pensaba que el animalito tenía algo de siniestro. Pero ambos se adoraban, se entendían a la perfección, iban juntos a todas partes, y aunque Tepui no pronunciaba palabra alguna, habían llegado a tal grado de mutuo entendimiento que ya lo hubieran querido para sí muchas parejas.

Casi todos los días iban al Museo de Aves Exóticas, situado en las afueras de El Cencerro, en una loma tras las dunas de arena del acantilado. Grandísimo aficionado a la ornitología, rodeado de tantas y tan variadas aves, Amancay se sentía feliz en el museo. Entusiasmado, mientras se recreaba ante tanta belleza, hablaba con Tepui de lo mucho que le gustaría trabajar en ese museo; le contaba que era el trabajo de su vida, que no quería ser como su padre, que odió hasta el último día su ocupación de cartero.

Sabía tanto del mundo de las aves, que le dejaban entrar gratis, y algunas veces hacía de guía para algún grupo de turistas, que le obsequiaban con suculentas propinas; al estar sin trabajo, cualquier peculio era muy bien recibido, pues el alquiler y el hambre no perdonaban. Cuando el museo cerraba, a las seis de la tarde, los dos amigos solían echar una carrera para ver quien llegaba antes, uno corriendo y el otro volando; lo normal era que Amancay encontrara a Tepui esperando en el alféizar de la ventana del minúsculo salón, y cuando, jadeante por el esfuerzo físico, le abría para que entrara, el loro lo miraba, ausente, como poseído, durante unos segundos, con unos ojos extraños, cómplices; parecía que tramase algo. Luego entraba al salón y su mirada volvía a ser la de un loro normal.

Un soleado jueves, tras una nueva visita al museo, Amancay no encontró a Tepui esperándole en casa. Abrió la ventana y se asomó a ambos lados, pero el loro no estaba. Decidió ducharse para quitarse el sudor, mientras disfrutaba de la sensación de aparente victoria; había corrido como nunca. Salió del baño un cuarto de hora después y su amigo seguía sin aparecer. Vio que amenazaba tormenta, el cielo plomizo de la mano de un viento frío, y cerró la ventana.

Su mente divagaba melancólica. Sentado frente a la cristalera, cabizbajo, le invadía la tristeza; cabía la posibilidad de que Tepui no regresara, temía que algo malo le hubiera ocurrido. Así transcurrieron diez, veinte, quizá treinta minutos, y un ruido de golpecitos hizo que levantara la cabeza. Ahí estaba, Tepui había vuelto. Le abrió la ventana. La mirada que recibió le provocó un escalofrío, un atisbo de terror, y aunque duró solo unos segundos, la sensación de angustia acompañó a Amancay varias horas.

A los dos días, sabiendo de la llegada de unos grupos de turistas y de las correspondientes propinas, Amancay llegó más pronto al museo, Tepui sobre el hombro, y cuál fue su sorpresa al leer un cartel que habían pegado en la entrada. Se podía leer, en letras grandes y mayúsculas: SE NECESITA PERSONAL. Miró a Tepui, que erguido en su clavícula jugaba con el zarcillo de la oreja derecha, le guiñó un ojo y, emocionado y agitado, pidió explicaciones al respecto. Le hablaron de una vacante de conserje, y después de una intensa entrevista con el director, que estaba muy al corriente de su afición y de sus pinitos como guía, y que además sabía de su ansia por trabajar en el museo, el puesto quedó ocupado; Amancay iba a empezar al día siguiente. Cuando salió del despacho, feliz como una perdiz, se fijó en cómo lo miraba Tepui; complicidad y suspicacia fue lo que vio en sus ojos, unos ojos de depredador.

Amancay nunca supo que la vacante del museo se había producido tras la repentina muerte del anterior conserje, ni que junto al cuerpo, al que habían desgarrado la garganta, la policía había hallado dos plumas verdes fosforescentes.

FIN

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11 comentarios

  1. 1. Ines dice:

    Muy buen cuento. escrito claro, con el debido suspenso y un final estremecedor. La intelegencia animal esta aqui claramente descripta.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 20:58
  2. Hola MOT, mi nombre es Juan Carlos.
    Tu relato me ha dado que pensar, y eso es bueno.
    ¿Por qué Amancay no supo cómo se había producido la vacante? ¿Y si llegara a intuirlo? ¿Amancay estaría de acuerdo con esa forma de proceder? A partir de ese día la relación no será la misma porque… ¿de qué manera cobrará Tepui este favor?
    Saludos.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 17:27
  3. 3. beba dice:

    Hola, MOT:
    Me gusta el estilo del cuento, con su brusco y casi impredecible final; sólo la mirada que aterroriza a Amancay preanuncia la personalidad del loro.
    Para que se sintiera más firme la trama, me parece que debieras de insistir en el interés por trabajar allí; está dicho, pero pasa casi desapercibido.
    Muy buen manejo gramatical; buena construcción.
    Saludos.
    Mi cuento es el 187

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 17:38
  4. 4. merchylam dice:

    Buen relato Mot,
    Aunque opino como Beba, te has precipitado al final pero se lee bastante bien y has conseguido la intriga.
    Si lo repasas y lo pules un poco para restar introducción te puede quedar más margen para cerrar mejor el final.
    Alguna expresión puede ponerse de otra manera, como “A los dos días” o como cuando citas los minutos que esperó a que viniera el loro.
    Aún así ha sido un placer leerte. Enhorabuena.

    Escrito el 21 mayo 2016 a las 02:29
  5. 5. Beatriz dice:

    Un poco violento…solo un poco…
    La censura lo castigó…espero te visiten mas …
    Namasté

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 02:08
  6. 6. MOT dice:

    Hola a todos.

    Gracias por haberos pasado por mi relato, y de muy buen gusto tomo nota de sugerencias y consejos. Saludos

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 16:58
  7. 7. Caritobel dice:

    Hola ,MOT.Aquí llegué para comentarte. Gracias por haberme leído y tus observaciones. Qué bueno encontrarnos otra vez.

    Lo primero que puedo observar, en comparación con el texto del mes pasado, es que esta vez se notas mucho el cuidado que le diste a la parte formal. El último no estaba mal, claro, pero siento que este relato está más formalmente trabajado en cuando a comas, puntos, etc. Tal vez, y es una cosa que se me ocurre, lo dejaste reposar un poco más.

    Sólo te señalo algunas cosas:

    Usas unas 23 veces la “y”. ¿Por qué señalo tanto esto a cada uno que leo? Porque a veces están ahí y sólo ocupan lugar, pueden ser sustituibles o directamente suprimidas.

    Usas 9 veces el nombre de Amancay, y 8 veces el de Tepui. Son sólo dos personajes los protagonistas de este relato, nombrarlos todo el tiempo me parece repetitivo. Optaría por sustitución: joven, muchacho, hombre, etc. Y al loro, bueno, no son muchas las opciones, ave, animal, plumífero, etc. Con la distancia necesaria dentro del texto para no caer tampoco en la repetición.

    Usas 6 veces la palabra «museo», cuatro de ellas muy seguidas. Fíjate el segundo párrafo y el que le sigue, ahí te das cuenta.

    “— era hijo único y sus padres hacía ya largo tiempo que habían fallecido—”. Se te escapó un espacio entre la raya y «era». Seguro error de tipeo.

    “Nadie supo nunca de la procedencia del ave”. Nadie, ¿quién? Si Amancay esta más solo el pobrecito. En todo caso “nunca supo de la procedencia…”

    “hubieran querido para sí muchas parejas”. ¿Qué parejas?

    “hablaba con Tepui”. Aquí voy a dar una opinión, yo creo que debería ser «a» y no «con», porque el loro no hablaba, no podía responderle.

    Creo que lo que decía el cartel va entre comillas.

    Ahora en cuanto al contenido y observaciones personales:

    Yo quitaría la primera oración del primer párrafo. Nos das una información que no afecta el desarrollo de la historia. Sí está bien que nos relatés que Amancay es un muchacho que vive sólo y que solo cuenta con la compañía de un loro.

    Centraría un poco más la atención en el nudo, crearía algo más de tensión allí, pasa un poco rápido, y el final se precipita del todo. Se lo del recorte de las 750 palabras, pero debemos ajustarnos al limite y lograr darle espacio a cada cosa igual. Haría la espera porla llegada del loro un poco más angustiosa, sobre todo si es la primera vez que tarda tanto, y siendo la única compañía de nuestro protagonista.

    Lo mismo que pondría énfasis en lo mucho que Amancay deseaba ese trabajo. Vos señalás que lo quiere, pero nunca presentas un conflicto por el cual no pueda tenerlo, o la lucha que él realiza para obtenerlo, pero en vano. Algo que le de pie al accionar de nuestro amigo plumífero, y que nos convenza más a nosotros para justificar su actitud.

    Desde un principio podemos percatarnos de que ese loro no es normal, y que algo va a hacer, lo que es bueno, porque indica que desarrollas bien la “psicología” del personaje. El final,aunque precipitado, como ya dije, me gusta. Es un giro inesperado que termina bien el relato, al menos le da cierre a las sospechas que vas creando en torno a la figura del animal.

    Te felicito por los avances, por el esfuerzo, por seguir mejorando.

    Te mando saludos, nos leemos la próxima.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 05:37
  8. 8. LUZ ORTEGA dice:

    Hola Mot,
    Muy buen cuento, con un final inesperado.
    La lectura es clara y muy amena.
    Felicidades

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 20:48
  9. 9. Juana María FERNÁNDEZ LLOBERA dice:

    ¡Hola Mot! : Me gusta mucho tu relato porque es fresco, se lee con facilidad y tiene un final inesperado. ¡Enhorabuena!

    Escrito el 26 mayo 2016 a las 17:16
  10. 10. Claudio dice:

    Hola Mot! Perdón por comentar tan tarde! Mis estudios me tenían ocupado. Me gusto el relato, aunque como lo notaste en algunos comentarios que ya te hicieron, el final se me hizo muy predecible. Ya sabia que ese loro picarito iba a hacer de las suyas jaja. Tal vez era la intencion del relato, pero siento que el final queda un poco evidente, apresurado y que no aporta mucho al desarrollo del cuento. La historia en si es atrapante, y te felicito por el buen trabajo. Saludos!

    Escrito el 1 junio 2016 a las 15:47
  11. 11. Marcelo Kisi dice:

    HOLa MOT!
    Mil graciasp por tu comentario a mi relato, y perdón por la tardanza en llegar al tuyo.
    Muy buen cuento, buen trabajo en la creación del ambiente y los detalles para llegar al desenlace. Para darle solidez a todo, comparto los comentarios, en especial el de Caritobel.
    Por mi parte lo disfruté, felicitaciones!

    Escrito el 10 junio 2016 a las 01:24

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