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Crónica de una espera interminable - por Fernando Caporal

Web: http://ojosdelalibertad.blogspot.com.ar/

La tormenta cae con furia, como si su enojo quisiera consolarme, hacerme sentir que no estoy solo. Miro por la ventana con melancolía, no creo que ningún cartero trabaje con este diluvio, no creo que pueda recibir la carta esta tarde; sin embargo, la duda me mantiene alerta. Mis ojos están un poco húmedos, no quiero ceder al llanto, sería aceptar que esa carta nunca va a llegar. No quiero admitirlo, me niego a pensar en que eso puede suceder. Mi respiración es lenta, mi cuerpo está pesado, flojo, como si moverme implicara un esfuerzo extra que no me deja manejar mis brazos con soltura.

El abatimiento de la espera me está matando. Sé que podría haber sido distinta nuestra despedida, y reconozco parte de mi culpa, pero no puedo evitar sentirme terrible. Para completar la tragedia de una espera incierta, ni siquiera sé si habrá podido llegar bien, no sé si habrá logrado atravesar la vasta extensión de arena del desierto sin problemas, tampoco hay señal para que pueda recibir la docena de mensajes de texto que le envié. Al menos me consuela que sabe cómo curarse si llegara a sucederle algo, y las medicinas que lleva en su maletín pueden ayudarla.

Sobre la repisa, junto a la puerta, una de las fotos me recuerda que en una época fuimos felices, y mi corazón se ilusiona pensando que la distancia pueda cambiar las cosas; ella, con una sonrisa blanca, junto a mí en las costas africanas del Sahara occidental, tan solo tres años atrás, antes de que ocurriera aquel lamentable suceso que cambió mi vida para siempre. Ninguno de los dos podíamos imaginar lo que nos esperaba; ambos estábamos ilusionados, teníamos la esperanza utópica de poder ayudar a gente en lugares remotos, inalcanzables, llenos de peligros. Sin embargo, nuestro espíritu de aventura y la pasión por nuestra carrera, nos impulsaba a cometer las imprudencias típicas de un par de jóvenes que sueñan con un mundo mejor. Otra época. Otro tiempo, la inexperiencia y la impaciencia por no esperar a los nativos que nos llevarían a la tribu, hizo que nos arrojáramos a una travesía desconocida, como así también a las dificultades con las que nos encontraríamos.

Y de repente la locura. El camello alzando su cuello, los quejidos, el susto del animal que hace que me tire al suelo, y la caída de él sobre mí. El tremendo dolor en la cintura, alcanzo a ver a la víbora que se escurre veloz entre la arena, escapándose de su víctima, y escucho la voz de ella, gritando desesperada, en un eco que cada vez se me hace más lejano, entre lomas de arena cada vez más distantes, todo se hace borroso, difícil de distinguir, la luz del sol ya no es tan clara, su rostro lleno de lágrimas y su gesto desesperado, mis piernas me duelen, siento la arena caliente que me quema, pero no puedo moverme, y luego nada, el vacío, el silencio. Abro los ojos, veo una tienda de campaña alejarse, ella a mi lado en el vehículo con los ojos aún llenos de lágrimas, siento sus manos tomando las mías, pero no siento las piernas. Nunca más volví a sentirlas.

Ya no puedo viajar con ella, acompañarla, ahora debe ir sola, aunque yo mismo me oponga a que corra esos riesgos. Sé que no puedo detenerla; es el amor a su profesión y a la gente la que la lleva una y otra vez a ese sitio, a riesgo de pagar inclusive precios caros como el que pagué yo. Sé que ésta vez intenté detenerla, inclusive con un discusión tan fuerte que el portazo que dio al irse, furiosa, lastimada por mi enojo, hizo que dude si regresará algún día. No es la primera vez que discutimos en estos últimos tres años, debo reconocerlo, es que el miedo hace que me vuelva loco y pierda el control y la razón, pero más que el miedo, la frustración de no poder ir con ella, como en el pasado.

Miro hacia la cocina. El loro que trajimos del Amazonas, parado sobre el palo de su jaula, me mira sin emitir sonido. Sé que él tampoco está de acuerdo con esta locura, y siento culpa también por él. Afuera la lluvia continúa cayendo, la espera sigue inexorable, y en esa repisa, como un museo de fotografías, me hundo en los recuerdos de viajes y momentos de alegría, que ya no volverán.

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8 comentarios

  1. Hola Fernando!!

    Tremenda historia, muy melancólica y algo triste…

    Poco veo a comentar. El relato está muy bien estructurado, con las descripciones justas y concisas, el sentimiento del protagonista y la angustia que siente se transmite al lector, el flashback…

    Solo veo una duda. Es esta frase: “No quiero admitirlo, me niego a pensar en que eso puede suceder”, creo que es ‘pueda’ suceder.

    Muy buen trabajo, espero seguir leyéndote.

    Te invito a visitar mi blog: reflexioneswc.wordpress. Esta vez por un olvido, mi texto no fue publicado.

    Un saludo!!

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 11:34
  2. 2. Yoli dice:

    Hola Fernando.
    Tu relato está bien escrito y muy bueno. Has trasmitido muy bien la tristeza del personaje y has encajado bien las palabras del reto. El mio es el #156

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 12:35
  3. 3. Lucas Trevisiol dice:

    Hola Fernando, soy tu vecino de abajo xD; me gusta la sensacion que se transmite en el relato. Lo unico que cambiaria son algunas comas y evitaria un poco más la letra “y”.
    Te invito a que pases por el mio, esta debajo del tuyo 🙂 Un saludo

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 23:12
  4. 4. Jose Caudeli dice:

    La estructura esta bien planteada. Las frases deberían ser un poco mas cortas, como si fuera un flujo de conciencia. El tono esta bien al transmitir esa depresión anímica del personaje.
    Veo mucho pesar en este hombre y no se cual es su esperanza que aun lo mantiene vivo. La espera que es angustia, que es recuerdo, que es incomprensión, debería explotar por algun lado.
    Cuando vas al pasado, yo decribiría un poco más el desierto, el calor, el sol mortal y después caería con el camello.
    Al final en lo referente a la discusión, si el mismo dice que intentó detenerla es porque creía que la podía hacer recapacitar y en ese punto no tendría que tener dudas internas.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 23:31
  5. 5. Henar Tejero dice:

    Hola Fernando,narras una historia que por su contenido podría suceder cualquier día en la vida real. Tiene un tono triste mostrando la melancolía y el dolor del protagonista y el afán de superación de su compañera. Está bien narrado, pero (como ya te ha indicado Jose) yo haría frases un poco más cortas y usaría algunos puntos. Eso daría más dinamismo a la acción. Algo que no me parece adecuado es `sentirme terrible`, creo que ese adjetivo no encaja bien ahí.
    Por lo demás lo veo bien, nos sabes situar en el lugar de la escena al describir los hechos. Enhorabuena !!!
    Espero que nos sigamos leyendo.

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 08:23
  6. 6. Juana María Fernández Llobera dice:

    Hola Fernando. Tu narración me ha cautivado. Me gusta mucho.¡Enhorabuena!Espero poder seguir leyendo tus relatos.

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 11:08
  7. 7. María Esther dice:

    Hola Fernando,siempre leo tus relatos porque me gusta tu manera de escribir; cómo estructuras los relatos; cómo armas los personajes y les das vida.
    Esta vez hay mucha tensión y sufrimiento en ellos.lo que los hace muy humanos;pero la situación planteada es difícil de resolver.
    Creo que el final de la historia se desprende desde la pelea y luego de las últimas palabras del protagonista.Ya no es posible seguir adelante.
    Acá también muestras los sentimientos de ambos personajes:ella, su pasión por el trabajo en bien de los demás;él,su amor por ella,con la certeza que no volverá a compartirlo.
    Es una historia conmovedora.
    Nos leemos.Saludos.Saludos.Maritel 65

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 23:52
  8. Hola a todos, muchas gracias por sus comentarios y sugerencias, los tendré en cuenta, siempre es buena la crítica, porque ayuda a crecer.
    He pasado por los relatos de cada uno y les he dejado el mío, todos han sido trabajos geniales. El tuyo, Carolina, lo he leído en el blog, no pude comentarlo, por eso te cuento acá, me gustó mucho, me pareció muy emotivo, la historia del hombre que se retira con todo el cariño de su gente, y sobre todo la característica de la sorpresa en el trastero, me gustó mucho.
    Gracias a todos, espero encontrarnos en la próxima escena.
    ¡Exitos y gracias!

    Escrito el 1 junio 2016 a las 00:44

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