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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Refugio - por Oliver Sierra

Quise amar. Quise sentir el olor del placer. Pero no me dejaron.

Cadenas y más cadenas que anclaban mi mente y mi corazón a un pozo oscuro y frío como una vida sin ternura ni amor. Nadie en su existencia debería crecer como yo lo hice. Sin embargo, la mente humana encontrará un refugio. Lo aterrador llega cuando descubres cual es el que te ampara a ti.

Yo supe desde bien temprano que el mío era el dolor. Una vez comprendí que no iban a dejar de privarme de aquello que yo anhelaba, me tocó elegir. Pero no una elección voluntaria y controlada, sopesada tras una larga reflexión apoyada en experiencias y gustos. Nada más lejos de la realidad. Mi elección se basó solo en lo que yo conocía y eso, no era más que dolor. ¿Por qué habría de darle al mundo algo que no podía ni siquiera expresar? El tacto de un beso, el sabor de una caricia. Anular a una persona es más fácil cuando no tiene sensaciones ni recuerdos de ellas porque, sencillamente, nunca los experimentó.

«Si los sentimientos son el motor del alma, ¿cómo funcionaba la mía?»

Me fascinaba la tortura. Había llegado a sentir tal devoción por ella que se convirtió en mi religión, mi cultura, mi razón de ser. Para un corazón envenenado de odio la tortura se entiende como un arte. Así lo veía yo. Y tú, vas a ser mi obra maestra.

Me regocijaba con las miradas. Nunca puedes saber cómo es la tuya cuando miras a la persona que tienes enfrente. Pero sí sabes lo que transmite al observar sus ojos. No creo que exista una sola persona sobre este mundo que pueda engañar con la mirada. Solo hace falta saber qué buscar en ella.

Toda tortura comienza con un acercamiento, una presentación. Así pues, presentémonos.

―Hola, mi joven cartero― saludé.

Él se presentó escupiendo. Una respuesta válida, pero absurda. ¿Por qué ser descortés cuando enfrentas a la muerte, si esta va a ser tu última compañera?

―Vistos sus modales, pasaré a exponerle los míos ―dije mientras me aproximaba a la mesa donde reposaban pacientes mis instrumentos―, como puede ver, soy un tipo directo; por lo que mi arte no podía ser de otra manera. Sólo empleo acero, arena y sal.

Es entonces cuando las miradas cobran protagonismo. Miró hacia la mesa y sus ojos transmitían desconcierto. Mis manos se paseaban por ella hasta que se detuvieron en las garras. Un artilugio que mandé forjar a un herrero. Mientras me las enfundaba en sendas manos, observaba a mi diamante en bruto. Sus ojos bullían de un lado para otro, nerviosos, ansiosos de encontrar una respuesta. Recorrían la estancia y a cada elemento del collage que descubrían tras de mí, el pánico se apoderaba de ellos.

―Le escogí a usted por sus bellos tatuajes.―Me aproximaba a él mientras hablaba, qué sensación―. Como puede apreciar en aquella pared, albergo mi particular museo del arte sobre la piel. Espero comprenda que no puedo permitir que tal belleza se vea profanada. Por ello, si le parece, comenzaremos extrayéndoselos.

Ahora le miraba fijamente. Sin parpadear, con mis grandes ojos azules abiertos al máximo. Creo que me conferían un aspecto de verdadero genio. Los suyos por contra, le daban una pobre imagen de anonadada cobardía. Incapaz de articular palabra, sólo esperaba que no me privara de deleitarme con la melodía que su garganta produciría al interpretar la partitura.

Comencé a desgarrar la piel entorno a su nuca. La sangre brotaba y recorría el cuerpo todo estirado y desnudo. Una preciosa escultura al dolor y a la pasión. Ahora sus ojos se abrían casi tanto como los míos. Pareciera que competían por expresarse. Unos, fascinación; otros, agonía. Su boca se retorcía produciendo una amalgama de alaridos que contrastaba con el suave precipitar de los copos de nieve que comenzaban a cubrir las ventanas del sótano.

Extraje un generoso trozo de piel que albergaba un precioso loro extendiendo sus coloridas alas.

«Nada más bello que el vuelo de un ave».

Mis manos comenzaron a empaparse de caluroso rojo. La gente no comprendía cuando les hablaba de colores en estos términos. Una psicóloga pelirroja me sugirió que podía ser sinestesia. Comprobó cómo no era necesaria una explicación tan extraordinaria.

Cuando me disponía a retirarle el siguiente decorativo motivo de su costado, se desmayó. Tan musculado era que me hizo suponer que podría ejecutar mi obra de corrida.

«Qué decepción».

Por fortuna, iba a poder contemplar la tormenta de nieve.

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10 comentarios

  1. 1. Emyl Bohin dice:

    Hola Oliver Sierra:

    Soy tu vecino de arriba y me toca comentar el texto, nada personal.

    En el aspecto formal, nada que corregir, el texto muy bien escrito me ha llevado a esa situación que has creado, que por un momento he pensado no comentar nada no vaya a ser que la calidad de lo escrito se deba a un auténtico conocimiento del arte que practica tu personaje.
    Lo único en la frase: “¿Por qué ser descortés cuando enfrentas a la muerte, si esta va a ser tu última compañera?” es posible que se haya caído un “te” ya que es más habitual el intransitivo pronominal, o si por el contrario prefieres usar el transitivo quizá quedaría mejor “cuando enfrentas la muerte”, sin la “a”.

    En cuanto al contenido siempre me ha quedado la duda de si conviene administrar algún compuesto de morfina, que aunque puede reducir la intensidad del dolor, si logra evitar el desmayo hace el dolor más duradero.

    Un saludo.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 19:36
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola Oliver.

    He leído tu texto con atención. La historia espeluznante que cuentas (más aún sin morfina, como sugiere Emyl) se me ha cruzado un poco con el uso cambiante de los pronombres personales “tú” “el”:
    “TÚ vas a ser mi obra maestra.” “Vistos SUS modales, pasaré a exponerle los míos” “le escogí a USTED por sus bellos tatuajes.”
    También los saltos de tiempo: “Él se presentó escupiendo” “Ahora le miraba fijamente” me han distraído en la narración, creo que le ha faltado uniformidad en la forma de narrar.

    Por lo demás, la idea es morbosa y el lector -aún manchándose de sangre- no deja de leer.

    Un saludo.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 01:14
  3. 3. Don Kendall dice:

    Hola Oliver
    Me ha gustado la lectura del relato.Creo que has acertado al proponer un narrador personaje tan distanciado por lo “gótico”. Eso permite que te puedas pasear por los tiempos verbales con relativa tranquilidad y puedas pasar de la primera a la segunda persona e incluso hacer guiños en tercera , psicóloga pelirroja incluída (acertada inclusión). En resumen, una carnicería elegante, nada “gore” por demás, con un narrador que se hace próximo y atractivo en tan deleznable espectáculo 😉
    Gracias por ofrecer tu trabajo y el toque experimental que se puede apreciar.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 16:58
  4. Hola Oliver!!
    Gracias por tu visita a mi relato. El tuyo no tiene fallo alguna está impecable, me gusta como retratas “la cara del despiadado asesino”. HAces muchos guiños (como ha dicho Don Kendall, a lo largo del texto. La historia es tétrica y cambias completamente la dinámica del principio. Comienzas con reflexiones y terminas con una acción impactante.

    Gran trabajo, ¡Continúa así, espero leerte el próximo taller y yo poder escribir algo más decentillo!

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 17:51
  5. 5. CARMELILLA dice:

    Hola Oliver:
    Gracias por tus comentarios a mi relato,siempre sirven, otra cosa es que consiga demostrar que me han servido.
    Sobre tu relato:muy bien redactado, buen uso del lenguaje. A mí los tiempos verbales que has usado no me han confundido ni me ha parecido que estuvieran mal usados. Me parece más bien una buena estrategia.
    ¡Vaya con el contenido compañero!, si a tí te hizo gracia el contenido de mi relato, según iba yo leyendo el tuyo se me iban formando arrugas en la frente y abriendo los ojos como platos. ¡Tu tortura ha funcionado! Eso sí, ¡espero que no nos veamos pronto! Relato muy visual.
    ¡Muy bien logrado! Me gusta mucho tu trabajo. Seguiremos leyéndonos.
    Saluditos.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 22:19
  6. 6. Caciba (Valladolid - España) dice:

    Hola, Oliver.

    Gracias por comentar mi relato.

    Vaya con tu aterradora historia… Te confieso que me ha costado leer la parte de la tortura, eso indica lo bien que la has has descrito.
    Leyendo los primeros párrafos no me imaginaba para nada esta historia. Me estaba dando pena el protagonista, ya me había yo puesto de su parte, así que ese giro de 180 grados me ha sorprendido totalmente. Mi pobre víctima se convirtió en un frío y despiadado verdugo.

    En el aspecto formal me parece perfecto; solo se te pasó la tilde en “cuál” (por mucho que revisemos siempre se nos pasa algo):

    “Lo aterrador llega cuando descubres cual es el que te ampara a ti.”

    Felicidades, un saludo

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 15:06
  7. 7. Oliver Sierra dice:

    Hola chavalada,

    gracias por invertir una parte de vuestro tiempo en leer y comentar mi relato. Tranquilos que no soy ningún torturador. Quería realizar una escena de terror, que para mi era todo un desafío, metiéndome en la mente del ‘malo’. Me parece una perspectiva mucho más interesante y poder plantear mayores dilemas y reflexiones, quizás más de una, incómoda. Supongo que ser un asiduo de Palahniuk tiene estas cosas.

    En cuanto a lo de la morfina, es totalmente contraproducente. Es un potente opiáceo y como tal deja al individuo bien grogui, por lo que choca de frente con el propósito del torturador que es regocijarse en el dolor que provoca.

    Tengo que revisar más a fondo y controlar mejor el baile de los tiempos verbales. Al escribir en primera persona, hay que tratar de fundir bien en la narración del personaje con los diálogos. Continúo trabajando en ello.

    Espero que os haya parecido una buena escena de terror con un enfoque algo diferente.

    PD: la última nevada de la temporada me inspiró a todo esto.

    Escrito el 20 mayo 2016 a las 16:45
  8. 8. Cryssta (Madrid-España) dice:

    Hola Oliver, disculpa mi retraso en devolverte la visita. Decididamente creo que nos gusta lo mismo al escribir y seguro que al leer. Me refiero no solo a la temática sino a los párrafos cortos que le dan tanta claridad al relato.

    – “Miró hacia la mesa y sus ojos transmitieron desconcierto”

    – “Recorrían la estancia y con cada elemento del collage que descubrían tras de mí, el pánico se apoderaba de ellos”

    Me ha encantado eso de “empaparse de caluroso rojo”

    Sería interesante que tu protagonista fuera el proveedor del mío, tiene que escribir sus próximas novelas. ¡Ay, Dios! empiezo a pensar como una psicópata, jajaja.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 08:42
  9. 9. Nuria GR dice:

    Hola Oliver, gracias por pasarte por mi relato. El tuyo me ha gustado mucho. Está bien escrito y estructurado y logras de manera adecuada el papel del narrador en primera persona. También me ha gustado el final. Buen trabajo.
    Saludos

    Escrito el 26 mayo 2016 a las 14:22
  10. 10. Marazul dice:

    Hola Oliver:
    Comienzas el relato con la “justificación” del comportamiento que vas a desarrollar y casi consigues dar pena del “angelito”. Hasta que llegamos a la frase:” Me fascinaba la tortura…”
    No puedo con la tortura, Oliver, de verdad. Soy demasiado sensible y he tenido que hacer un esfuerzo en terminar tu aterrador relato. Pero lo he leído dos veces aunque sin recrearme para no sentir repulsión por lo que cuentas. Me ha pasado un poco como a Emyl, y es que está tan bien escrito y te has metido tan en la piel del torturador que me ha dado miedo.
    Con eso te lo digo todo,Oliver
    ¡Genial!
    Un saludo

    Escrito el 29 mayo 2016 a las 20:58

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