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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Tormenta de Arena - por Diego Manresa Bilbao

Te veía dormir relajada y, al contrario que en otras mañanas de esta última época, en paz.

Llevábamos mucho tiempo sin hablar entre nosotros. Me refiero a hablar de verdad, no a eso que hacemos mientras desayunamos, yo leyendo el periódico y tú untando la mermelada en las tostadas. A hablar de nosotros.

El cartero acababa de dejar un paquete a tu nombre, con una única frase a modo de remitente. “Tormenta de Arena”. No tenía ni la más remota idea de que podía significar eso pero, pese a que la curiosidad me mataba, no quise abrirlo. La correspondencia de una persona es inviolable, es uno de los pocos rincones realmente propios que nos quedan.

El paquete en sí mismo era como cualquier otro. Una caja con todo el aspecto de contener un libro en su interior. No recordaba que me hubieras contado si habías encargado algo por Amazon, aunque la verdad es que no sabía muy bien que hacías ni en qué andabas metida. Te pasabas todo el día en la leonera que tenemos en el desván, y únicamente salías para comer o para ir al lecho conyugal para una de nuestras típicas sesiones de “no sexo” tan frecuentes en esas semanas.

Los primeros días me había esforzado en preguntarte sobre cómo te encontrabas, si el hecho de haber perdido el trabajo te hacía sentir mal, o triste de alguna manera. Sin embargo, tras un par de meses en los que tan sólo respondías con un “Bien, no te preocupes, todo se arreglará” que repetías cual loro, dejé de preguntar y asumí, en un error grave, que cuando estuvieras preparada para hablar de tus –nuestros- sentimientos vendrías a mí.

Pero el tiempo fue pasando, y lo que en su día fue una relación ardiente y cariñosa, llena de confianza, se había ido convirtiendo poco a poco en una reliquia, en una pieza de museo que tan sólo era un espejo deformado de los gloriosos días pasados.

Lo único que hacía que pensara en que había un poco de esperanza era verte dormir, tranquila y confiada, en mañanas de sábado como aquella. He de reconocer que había notado una cierta mejoría en tu ánimo y en tu trato hacia mí en los anteriores diez días o dos semanas, como si te hubieras quitado un peso de encima. Probablemente tuviera que ver con que ya no pasaras tanto tiempo en tu leonera, como signo de que empezabas a estar lista para salir de tu coraza y hablar de todo lo que ocurre. O que ya habías decidido que lo nuestro estaba muerto y te estuvieras planteando otros horizontes.

No te esperé para desayunar. Prefería que durmieras tranquila y, de paso, evitar nuestra silenciosa rutina diaria. Mientras el café se iba filtrando como la humedad de la casa en mis huesos, dejé el paquete encima de la cama, para que fuera lo primero que vieras al despertar y como prueba de mi respeto a tu intimidad, al menos hasta que tú no me dejaras entrar.

Justo en el momento que terminaba mi café, ya frío como la mañana, y releía en el periódico los resultados deportivos, llegaste a la cocina con libro en las manos y la sonrisa más franca que te había visto en el último año.

– Cariño, sé que llevo una temporada en la que no hay quien me aguante y no te he hecho ni caso, pero tenía un proyecto entre manos y quería que fuera una sorpresa- y me acercaste el libro.

Se llamaba “Tormenta de Arena” y, para mi sorpresa, tú eras la autora. Recordaba que cuando nos conocimos habías escrito algún relato para una comunidad de Internet, pero no creía que hubieras seguido con tu afición.

– Es un libro sobre una mujer que se queda en paro y sale adelante gracias a la ayuda de su marido. Esta es la primera prueba de impresión que me manda la editorial. Lee la dedicatoria, anda.
– “Para mi querido esposo Luis, el cual ha sido mi sostén y ha aguantado muchas cosas, como que no saliera de mi habitación en un año. Te quiero; gracias por tu respeto”

Cada uno tiene su forma de llevar los momentos duros, y tú nunca fuiste de las que hablaban de ello. Era un bonito detalle, pero un poco tardío. Habías tenido todo un año para decírmelo.

Te miré a los ojos, sorprendido de lo poco que te conocía después de tantos años. No había vuelta atrás.

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12 comentarios

  1. 1. Juana Medina dice:

    Diego,
    Otra vez aquí ante una de tus muy buenas historias. El suspenso que lleva saber qué le pasa a esta mujer es tan bueno, está tan bien medido que hasta dejé de preguntarme por qué tanta paciencia silenciosa de parte del marido y creo que la respuesta está en la frase final.
    Muy bien mostrada una realidad cotidiana que debe afectar a muchas parejas.
    Me ha encantado. Saludos

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 22:40
  2. 2. Luis Ponce dice:

    Bien Diego: absorvente, bien escrito.(Aparte de un guión corto corto después de “nuestro” y otro después de “sorpresa”).
    Es el misterio de las relaciones personales y el suponer lo que hace, cree o piensa la otra persona. Eso no es producto sino de la modernidad, de Jung, Freud y la comunicación. En la antigüedad las relaciones de pareja eran más duraderas porque eras o no eras y punto. Ahora hay demasiados tonos de gris entre el blanco y negro.
    muy bien planteado el problema de la comunicación de pareja.
    Nos leemos.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 22:46
  3. 3. Manoli VF dice:

    Hola Diego.

    Tu historia me ha parecido bien estructurada, con las palabras clave bien introducidas a medida que desarrollas la misma. Sobre el contenido creo que has marcado los tiempos y le has dado esa gradación que poco a poco va agotando los límites del protagonista, o sea que consigues involucrar al lector.

    Ahora, en cuánto a la forma, veo algunas repeticiones de verbos y pronombres, así como construcciones que restan agilidad al relato. Te cuento:

    -Cuando dices: “preguntarte sobre cómo te encontrabas.” Repites innecesariamente el “te” ya que al decir preguntar-te no hace falta incluir el “cómo TE encontrabas” tampoco el “sobre cómo” hace falta. Me parece más útil y directo decir: “me había esforzado en preguntarte cómo estabas.”

    -En la frase: “sentir mal, o triste” no hace falta la coma, a mi juicio: “sentir mal o triste”

    -“Lo único que hacía que pensara en que había un poco de confianza” ese “hacía que pensara en que había” se hace super liosa esta construcción; es preferible la forma directa: “Lo único que me transmitía un poco de confianza” y al mismo tiempo evitas repetir el “había”, que vuelves a poner en la siguiente línea “he de reconocer que había”

    -En el siguiente párrafo advierto un abuso del pronombre “tu”:

    “mejoría en TU ánimo y en TU trato hacia mí en los anteriores diez días o dos semanas, como si te hubieras quitado un peso de encima. Probablemente tuviera que ver con que ya no pasaras tanto tiempo en TU leonera.”

    -Por último hay un par de guiones cortos tras una apertura con guion largo que ya te han mencionado.

    Creo que, al margen de estos detalles, tienes una buena historia. Un abrazo.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 09:11
  4. 4. Victor Hugo Montenegro dice:

    ¡Hola Diego!

    Que gusto volver a leer uno de tus relatos. En las primeras líneas automáticamente sumerges al lector en ese duelo del protagonista carente de una realidad indivisible en el tejido de una relación. Una exquisita alegoría a las vicisitudes por las que atraviesa una relación en pareja y la pesadumbre de un amor que se va desgarrando. Yo realmente me sentí que me iba deslizando con facilidad y la misma lectura te llevando, no sé si es por ese carácter de romanticismo de las historias de amor, pero de verdad que sentí esa fatalidad del protagonista, en parte porque alguna vez viví algo parecido, entonces me identifique con el contenido de tu relato. Mis sinceras felicitaciones, porque más allá de la historia y de la forma en como está escrita, el texto realmente transmite sensaciones y eso es algo que valoro bastante.

    ¡Enhorabuena!

    ¡Un Abrazo!

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 17:09
  5. Hola Diego,
    ¡Qué maravilla leerte de nuevo! Momentos como este me hacen tirarme de los pelos por haber dejado tanto tiempo el taller abandonado…

    Que suavidad, que dulzura, que tristeza.
    Me ha gustado muchísimo. Me da hasta miedo lo que cuentas, a ver si me va a pasar a mí, que últimamente me paso mas tiempo entre libros y cuadernos que con la gente a la que quiero (ayyy, delicado equilibrio). Me has hecho reflexionar en 750 palabras.

    Enhorabuena.

    Espero seguir leyéndote.

    Un abrazo

    Aina Pons Triay
    ainaponstriay.wordpress.com
    Mi relato este mes: nº 23 – VAN A ENCONTRARTE https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-35/5655

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 18:13
  6. 6. Diego Manresa Bilbao dice:

    Joder, vuelvo de vacaciones y me encuentro esto lleno de elogios jejejeje… Muchas gracias tanto por las cosas buenas como por las malas, intentare pasarme por vuestros relatos en estos dias…
    Nos leemos!!!!

    Escrito el 21 mayo 2016 a las 12:41
  7. 7. Elisabet Jiménez - Sevilla dice:

    Hola Diego, madre mia me has dejado K.O.
    Que maravilla… de lo mejor que he leído (con respeto al resto) pero me ha llegado, pese al sentimiento agridulce del final.
    Gracias por un relato genial y muy real.
    Wala, otro más para mi lista de imperdibles.
    Nos leemos!!

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 08:43
  8. Hola Diego

    Encantada de leer tu relato. Enhorabuena cumpliste con el reto opcional.

    A pesar que es una historia cotidiana, gusta al lector por la manera en que escribes y se expresa el personaje.

    Gracias por tus consejos en el mío, saludos.

    Escrito el 23 mayo 2016 a las 19:01
  9. Hola, Diego:
    He leído tu relato y la conclusión rápida que he sacado es: “Esto es una aviso para navegantes”, me refiero al contenido, claro.
    Encerrarse en uno mismo y no hacer partícipe de tus decisiones, tus quimeras, tus emociones a quien tienes al lado es peligroso; tan peligroso como que el otro acabe por aburrirse y largarse. Me duele, no obstante, que Luis no haya tenido la capacidad de perdonar una conducta que a fin de cuentas se inició con el trauma producido por la pérdida de un trabajo. La mujer, al fin y al cabo, presuponía, ella misma lo dice, la colaboración moral del marido durante todo ese período de aislamiento que le sirvió para definir su vocación de escritora y lograr el triunfo con su novela publicada. Esta historia para mí encierra una moraleja, y es que el aislamiento que significa el trabajo de un escritor, o de una escritora, en ese caso, siempre conlleva un costo a nivel familiar, y depende de ese entorno familiar que no acabe en drama.
    De todas maneras me cuesta creer que un caso de esas características se de en la realidad. Ver como cada día tu mujer se aísla en la leonera y ni ella sienta necesidad de justificarse y tú no sientas curiosidad por investigar, durante un año, permitiendo que la relación se desvanezca, a no ser que haya otros motivos, que no se explican, no es creíble.
    La forma de tu relato es suave. Tan suave como la calidad matrimonial o de pareja que describes. Está escrito con elegancia y se vuelve atrayente en la medida en que te vas introduciendo en él.
    He detectado algunas faltas o errores y supongo que debe haber más de las que yo haya podido detectar, pero en conjunto me parece un relato muy bien escrito.
    A modo de ejemplo te señalo:
    «remota idea de que podía». El «que» lleva acento.
    «– Cariño, sé que llevo…» Las rayas van pegadas a la palabra que inicia el diálogo.
    Un buen relato.
    Saludos y nos leemos.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 14:34
  10. 10. Ratopin Johnson dice:

    Hola Diego,
    me ha gustado la historia, aunque el personaje de ella no acabo de entenderlo demasiado. Es parecido a esas situaciones en las que uno de los dos de la pareja desaparece,no dice nada durante un tiempo, y después vuelve tan contento dicendo que es que tenía que pensar, pero que ahora lo ve todo claro, etc. Solo que aquí la “persona ausente” es visible. Y me parece normal y coherente la conclusión de él de que “no hay vuelta atrás”. También es lógico cuando se da cuenta de que no la conoce de nada. En fin, esto daría para mucho.

    Una frase que se me ha atragantado: “Los primeros días me había esforzado en preguntarte sobre cómo te encontrabas”, creo que quedaría mejor simplemente: “Los primeros días me había esforzado en preguntarte cómo te encontrabas”

    Buen relato

    Escrito el 1 junio 2016 a las 20:16
  11. 11. Pato Menudencio dice:

    Súper bueno el jodido relato. Jugaste con las soledades de las personas aún estando juntas, el ritmo tenía las pausas justas para tratar de dilucidar qué era lo que ocurría en esa casa.

    De verdad te felicito, me ha gustado.

    pd: ¿Has leído a Murakami? tiene varios libros que dejan esa sensación de nostalgia.

    Saludos.

    Escrito el 10 junio 2016 a las 16:49
  12. 12. Diego Manresa Bilbao dice:

    Muchas gracias Pato!!!!
    Claro que he leido a Murakami, uno de mis referentes…
    Nos leemos!!!

    Escrito el 11 junio 2016 a las 11:33

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