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La sustituta - por Alfonso Besada

Web: http://www.alfonsobesada.es

Don Braulio intentaba ocultar su nerviosismo. La hoja informativa que llevaba en la mano no era para menos. Venía a decir que la visita al museo de Historia Natural programada para el jueves, quedaba suspendida a causa de la tormenta. Y le tocaba repartirla nada menos que en la clase de sexto «B», justo donde la semana anterior habían cesado a don Saturnino, el cura, de su cargo como profesor de Religión. Podía haberse quedado en su despacho y mandar a otro a hacer el trabajo sucio, como al jefe de estudios o a la orientadora, que como psicóloga debía de estar preparada para manejar estas situaciones. Pero no iba solo, acompañaba a la sustituta de don Emilio, el tutor de sexto «B».

Don Emilio se encontraba dando clase cuando, debido a un dolor agudo, tuvo que ser hospitalizado de urgencia. Los médicos le diagnosticaron un cólico nefrítico. Tenía arena en los riñones y se había cogido la baja. No era la primera vez que lo hacía.

Apenas unos metros les separaban de la puerta del aula. «Tenía que haberme hecho cartero, como mi padre», pensó el director. Una gota de sudor resbaló por el centro de su espalda y el escalofrío le paralizó unos segundos.

—¿Pasa algo, don Braulio? —preguntó la profesora.

—No… no, todo bien —titubeó, y reanudó la marcha.

No se atrevió a mirar a la chica recién licenciada a la cara cuando respondió. Esperó a hacerlo mientras subían los últimos escalones. Se mordió el labio inferior cuando la vio de perfil. «Pobrecilla», se dijo. Tenía un pelo liso y negro precioso, recién lavado, que le caía por los hombros. Olía a manzana y a rosas. Su piel, tostada al sol, resaltaba unos ojos claros, rebosantes de ilusión, que escondían cierta ternura. Sin embargo, ni el pelo sedoso, ni la piel morena, ni tan siquiera los ojos claros restaban protagonismo a aquella nariz ganchuda que recordaba al pico de un loro. «¿Cómo puede la Naturaleza tener tanta mala leche y castigar de esa manera tan cruel a una criatura como esta muchacha? ¿Y qué es eso que lleva en el pelo?», se preguntaba don Braulio cuando llegaron a la clase. El director resopló y giró el pomo de la puerta.

Los alumnos estaban alborotados. Llevaban más de veinte minutos sin profesor y dieron por hecho que don Emilio, con quien tenían clase, no se iba a presentar. Algunos se habían reunido en pequeños grupos para hablar entre ellos, otros reían a carcajadas y otros corrían por entre las filas de mesas. El caos era total. Al abrirse la puerta, la figura del director hizo que todos dejaran lo que estaban haciendo y se apresuraran a ocupar sus asientos. Don Braulio avanzó a grandes zancadas y se colocó por delante de la pizarra.

—Jacobo, reparte estas hojas. Como ya habréis imaginado, vuestro tutor estará ausente unos días…

—¿Qué tiene ahora? —preguntó Agustín.

—Arena en los riñones —le contestó el director con sequedad.

—Ya le dije yo que tanta «yerba» no era buena, que eso es para las cabras, y al final tenía yo razón.

—Agustín, la dolencia de don Emilio no ha sido culpa de la verdura —le corrigió el director con el ceño fruncido—, y ésta no es una cuestión a tratar aquí. Lo que quería hacer antes de ser interrumpido, era presentaros a vuestra tutora suplente. Puedes pasar, Belén.

La profesora entró con timidez y se colocó al lado de don Braulio para presentarse ante sus alumnos.

—¡Vaya mierda! Nos quedamos sin excursión por culpa de la lluvia. ¿Y los paraguas para qué están?

—Simón —gruñó el director.

—Lo siento, don Braulio, pero es que he leído el papel y no he podido evitarlo. Le pido disculpas. Y a usted también, señorita. —Levantó la vista de la hoja informativa—. ¡Por Dios, qué horror!

La inocente profesora no sabía qué había pasado. Don Braulio miró a Simón con unos ojos con los que se podría encender una barbacoa. El resto de la clase contenía el aliento, como si esperasen a que pasara algo importante a continuación. El niño se vio obligado a resolver la situación, puesto que todos parecían culparle a él.

—Discúlpenme de nuevo, es que he olvidado el desayuno.

—No pasa nada —dijo la profesora sonriendo.

—¿Que no pasa nada? ¿Y esa nariz? Eso y llamar a un hijo «Simón Pedro» debería estar penado con la cárcel —murmuró el niño.

—Bueno, yo soy Belén, vuestra nueva tutora.

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7 comentarios

  1. 1. Seruji-Lerel dice:

    ¡Hola!

    Debo decir que tu relato ha sido un golpe de humor que no me esperaba encontrar una vez había empezado a leerlo.

    El principio no te da a pensar que finalmente todo gire entorno a la actitud que toma uno de los alumnos contra las… “exóticas” facciones de la profesora.

    Lo que Simón dice respecto su nombre me ha gustado especialmente, ha sido entretenido y gracioso 😀

    Muy buen relato, en definitiva. Nos leemos :L

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 16:07
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola Alfonso:

    Soy tu vecina de abajo (111) Después de leer tu cuento, me ha llamado la atención una cosa respecto al contenido. Te comento que tu redacción atrapa, y describes muy bien el ambiente del colegio así como las reacciones del profesor, pero son precisamente estas reacciones, su sudor a la hora de enfrentarse a los alumnos lo que no acabo de entender, ¿tiene que ver con las facciones de su profesora o con la negación de la excursión? ¿tal vez con las dos cosas?

    En cualquier caso las palabras clave están bien insertadas y se lee de un tirón.

    Nos seguimos leyendo, Alfonso. Un saludo.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 23:11
  3. 3. Thelma López Lara dice:

    Hola, Alfonso.

    Te felicito por cumplir con el reto. Me gustaron mucho las descripciones del ambiente y los personajes. La congoja que tenía el director, la descripción de la nueva profesora y la conducta de los alumnos en el salón de clases.

    Es un relato agradable, tiene humor, le saca sonrisas al lector.

    Saludes.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 07:34
  4. Gracias a los tres por vuestros comentarios.

    Te comento, Manoli. La historia formaría parte de una serie de relatos cortos que contaría las aventuras de Jacobo, Simón y Agustín en muy variadas situaciones. No son malos niños, pero cada uno es de su madre y de su padre, y es precisamente esta manera de ser y de actuar de cada uno el centro de toda experiencia que viven.

    En un principio, el texto que iba a escribir comprendía esta parte y la parte donde la clase y la sustituta del tutor se conocen, pero excedía los límites del relato, así que corté justo cuando la nueva tutora se presenta, y al principio añadí un poco de contexto a las reacciones del profesor. Ponte en la piel de un director que conoce a los alumnos de esa clase, cuyo profesor de religión ha sido cesado por un percance en dicha clase, y cuyo tutor se da de baja a menudo, a juzgar por la pregunta de Agustín: “¿Qué tiene ahora?”. Ya se puede intuir que esa clase tiene lo suyo. Y a eso, súmale una profesora fea y novata. Los tres protagonistas no son niños crueles, pero su forma de ver la vida, y las particularidades de cada uno, hacen que tengan el don de sacar de quicio a todos los que le rodean, incluso entre ellos mismos. De ahí los nervios y los sudores del director antes de llegar a clase. Teme que la nueva tutora sea el centro de burlas en la clase y termine dimitiendo, se coja una baja por depresión…, y pierda otro profesor más a manos de la clase de sexto “B”.

    También hay que decir, aunque en el texto presente no se lea, que entre los tres niños y el director, hay como una especie de competición de a ver quién cae por encima de quién, y por el momento, don Braulio va perdiendo. Esto hace que haya un pique continuo entre los cuatro, dando lugar a situaciones hilarantes.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 00:20
  5. 5. Manoli VF dice:

    Entiendo. Realmente en el texto apuntas a estas cosas pero sin profundizar demasiado -evidentemente por el límite de palabras- se intuye que es una frase conflictiva y que las facciones de la profe no ayudan, pero como hablabas de que tenía que darles la noticia de que se suspendía la excursión pues me confundí un poco. Estoy segura de que tal y como cuentas, en un formato más largo tipo “aventuras y desventuras” tendrás más tiempo de desarrollar los detalles. Te animo a seguir con el proyecto.

    Un saludo.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 08:53
  6. 6. Manoli VF dice:

    * Clase conflictiva (no “frase”)

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 08:55
  7. 7. Luis dice:

    Hola Alfonso Besada, soy Luis(90). Ágil tu historia, me gustó. Entretenida y agradable de leer. Saludos desde Barcelona.

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 20:39

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