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Fundido a negro - por Mayca Nasan

Son las cinco y once de la tarde cuando Taran Galloway se sube a su Morris Van. Justo en ese momento, el sonido de un trueno al que pronto se une el fogonazo de un rayo aún lejano, llevan al hombre a pensar que al final siempre llueve sobre mojado, aunque eso no es raro, porque vive en Ballintoy, en el condado de Moyle, Irlanda del Norte, y ya se sabe que allí la lluvia no constituye en modo alguno novedad a destacar.

Por tanto, nuestro Taran, a primera vista un viejo, aunque apenas pasa de los sesenta, pero quizás su pelo y barba prematuramente blancos y los profundos surcos que recorren su tez nos pueden inducir a error, arranca el motor, desafiando las previsiones y un horizonte que se vislumbra muy negro, y pone rumbo a Portrush.

Apenas le separan de su destino trece millas, algo más de veinte minutos de trayecto siguiendo la línea del mar, aunque él presume de poder realizarlo en menos de quince si se emplea a fondo con el acelerador. Tiene que entregar esa misma tarde tres paquetes en la tienda de surf de un tal Zigor Galdanea, un joven vasco recién llegado a Irlanda, que según la opinión de los habitantes de Portrush, además es buena gente. Aún no lo hemos dicho y conviene aclararlo: Taran se dedica últimamente al transporte de mercancías, más o menos ilícitas, según el día y según sus ganas. Él se define como cartero de bultos subrepticios, y con lo que gana apenas saca para ir tirando, y las indispensables siempre, botellas de whisky Bushmills. En este momento, mientras conduce, no tiene reparo en echar un largo trago del preciado licor. Para él es un deleite llenarse la boca con ese sabor característico a madera, manzana y cierto regusto a humo.

Visto el panorama, podemos decir que durante toda su vida adulta, Taran Galloway ha sido borracho, pendenciero y vividor. Algunos lo tachan de loco. Lo que no ha sido siempre es transportista. Precisemos: apenas se recuerda y quizás cuesta creerlo, pero hace treinta años Galloway formó parte del afamado grupo de rock Amaethon. Tenían un rollo extraño entre oscuro y poético con unas letras en gaélico que a los oídos resultaban turbadoramente bellas, y durante años, triunfaron en todos los escenarios. Pero un día Taran decidió dejarlo todo. Se esfumó. Y finalmente el grupo murió de éxito.
De este modo terminó dando con sus huesos en Ballintoy, antaño un lugar tranquilo, ideal para desaparecer de la vida pública… hasta hace cuatro años, cuando hasta allí llegó el equipo al completo de Juego de Tronos, para convertir la encantadora población en las agrestes Islas de Hierro de la serie. Ahora, incluso están pensando en abrir un museo temático sobre la saga, y, sobre esto, piensa Taran con amargura, estaría bien que alguien decidiera homenajearle a él, ahora que los años han transcurrido y la fama ya no le duele, pero sí el olvido.
Él no lo sabe, pero en dos días Taran Galloway estará de nuevo instalado en la memoria colectiva de todo el país, gracias a los titulares en periódicos, televisiones y redes sociales.

Ha consumido unos diez minutos de los quince que piensa emplear en el trayecto y en ese punto la tormenta que pretendía ignorar es un hecho. Comienza a llover y el viento arrecia con fuerza. Rayos y truenos amenizan la fiesta. Tiene que sujetar fuerte el volante ya que la furgoneta se bambolea por la sinuosa carretera como una canica fuera de su trayectoria. Durante un instante desvía la mirada al lado izquierdo, justo donde está la costa. Puede ver a lo lejos algunos barcos pequeños meciéndose brutalmente sobre las olas, y le asombra que aún sigan en pie. Continúa avanzando, no hay tráfico, y se da cuenta de que está completamente solo, pero decide seguir su camino.

Así ha sido toda su vida.

La visibilidad a través del parabrisas es casi nula y ahora contempla sorprendido como no sólo es agua lo que cae, también puñados de arena se estrellan con furia contra el cristal, formando una capa de barro que todo lo cubre. Y de repente, pierde el control de la furgoneta y es inevitable que se despeñe por el acantilado.

Es el final.

Y no piensa en la hija que hace años abandonó. Ni ve su vida pasar. Ni desea haber sido mejor persona. Lo último que piensa Taran Galloway es que esta noche ya no podrá emborracharse más.

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8 comentarios

  1. 1. Luis Ponce dice:

    Bien, Mayca!
    Como siempre sacando originalidades de tu galera. La ambientación es perfecta y el personaje se funde con el escenario, tanto física como espiritualmente.
    Bien escrito, ya estamos acostumbrados, por eso es satisfactorio leerte todos los meses.
    Suerte.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 18:36
  2. 2. Silver dice:

    Buenas Mayca Nasan.

    Me ha gustado lo que cuenta el relato, y la forma de hacerlo. Me ha parecido fluido, ligero y entretenido.

    Si te pasas por el mío, el 62, me encantará saber tu opinión.

    Un saludo.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 01:04
  3. 3. Marcelo Kisi dice:

    Mayca hola!
    Millón de gracias por tu hermoso comentario a mi relato!
    En vos encuentro una escritora con un estilo suelto, fresco, divertido, desenfadado, ameno, divertido. Me gusta tu forma de escribir, tenés talento para construir personajes. Espectacular Taran!
    Hasta me simpatizó tu pequeño y nimio error: primero viene el rayo, y solo unos segundos después el trueno. En el primer párrafo te salió al revés, ese trueno seguido por el rayo 😉
    Lo único que te voy a sugerir para mejorar es porque estás en una liga alta: el final desmerece toda la construcción anterior. Trataré de explicarme: si al final se muere en un accidente provocado por una tormenta, ¿por qué es relevante contarnos que el tal Taran era un borracho pendenciero? Quizás es relevante como nota en Policiales: era borracho, ergo era imprudente. Pero lo mismo podía ser un estudiante unviersitario de hormonas alocadas, o una madre de niños pequeños que se distrajo con su celular. Imprudentes no faltan. Creo que aquí era una oportunidad para mucho más, una trama y un desenlace que tuviera que ver con el personaje tan bien trabajado. ¿Qué pasaría si en medio de la tormenta y del alud, a punto de llegar a destino, percibiera por su parabrisas a su archi enemigo que lo apunta con un rifle, y él decide que es su oportunidad para matarlo aprovechando la confusión de la tormenta, para quedarse con su zona comercial-delictiva, y lo atropella violentamente? Y quizás se termine muriendo él en ese encontronazo, o no. O algo así, qué sé yo. Pero quiero decir: la tormenta puede ser el escenario en el que el personaje actúe, más que lo que defina su suerte de un modo tan pasivo. ¿Qué opinás?
    De nuevo, me encanta tu prosa y tu inventiva, así que dale para arriba!

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 07:46
  4. 4. Mayca Nasan dice:

    Gracias Marcelo portu extensísimo comentarios. Todas lad apreciaciones sonbien recibidas, y las críticas también, eso es lo que nos permite mejorar.
    Lo del rayo y y el trueno, sí, ha sido un error, garrafal, según me ha hecho notar un querido lector… Qué puedo decir que me justifique: las prisas no son buenas. Y en cuanto al fallido final, estoy completamente de acuerdo, ni siquiera a mí me convenció. Te cuento lo que me sucedió: Las 750 palabras al final me limitaban, el personaje me daba para mucho más, pero tuve que idear ese final abrupto para poder cumplir con las condiciones del taller. Desde luego los finales que propones me atraen mucho más.

    Mil gracias por comentar.

    Un saludo!

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 11:20
  5. 5. Mayca Nasan dice:

    Disculpas por lo errores ortográficos… Escribir desde el teléfono no es lo mío!

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 11:23
  6. 6. L.M.Mateo dice:

    Hola, Mayca:

    La historia a modo de biografía me ha gustado. Recuerda un poco al estilo suelto de Austen en la presentación de algunos de sus personajes.
    Sí que tengo un “pero”. Las comas. En muchos casos están mal situadas (no hablo de las de estilo, si no de las propiamente ortográficas). Te pongo un ejemplo:

    “Justo en ese momento, el sonido de un trueno al que pronto se une el fogonazo de un rayo aún lejano, llevan al hombre a pensar que al final siempre llueve sobre mojado, aunque eso no es raro, porque vive en Ballintoy…”.

    Has querido abarcar tanto que has separado sujeto y predicado por una coma (ya sabes, pecado mortal, acabarás en el infierno, etc.).

    El sujeto de “llevan” es “el sonido de un trueno al que pronto se une el fogonazo de un rayo aún lejano”. Es uno de los problemas de subordinar tanto, que en ocasiones perdemos el objetivo de vista.

    A parte de las comas, no tengo nada más que decirte. Repásalas con paciencia porque son, en mi opinión, uno de los signos más complejos que hay.

    Un abrazo.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 18:58
  7. 7. María Esther dice:

    Mayca Nasan:
    Gracias nuevamente por tu comentario sobre mi pequeño relato.
    ¡Qué historia de vida tan bien narrada!Desde el comienzo atrapa por el lenguaje empleado,la fluidez,sus términos tan acertados en las descripciones.
    Taran es un personaje real,que te llega muy adentro, que te conmueve, por lo que sabemos de él y creo que más aún por lo que no sabemos;por ese halo misterioso que lo envuelve.
    Toda la historia está llena de ternura;hay un clima apacible, distendido;hasta que se anuncia el trágico final,con el parabrisas cubierto por la lluvia y la arena.
    Yo diría que todo sucede casi con naturalidad.
    Nos queda el deseo de saber más sobre su vida, sus luchas,sus amores, su sufrimiento…
    ¡Felicitaciones! ¡Mucho éxito!

    Escrito el 21 mayo 2016 a las 04:35
  8. 8. Mayca Nasan dice:

    L.M.Mateo: gracias por comentar y por las críticas al texto. Serán tenidas en cuenta. Es fantástico que te recuerde a Austen; confieso que nunca he leído nada de Jane Austen, aunque sé que debería (y espero no arder también en el infierno por ello…), así que el hecho de hacer un texto que recuerda por el motivo que sea a una grande de la literatura, me hace gracia. Quizás entonces no ha salido del todo mal.

    María Esther: igualmente, agradezco mucho tu comentario y las amables palabras. Me alegro si te ha gustado el relato.

    Nos leemos.

    Saludos!

    Escrito el 21 mayo 2016 a las 19:42

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