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Encrucijada - por L. Mor Arcadia

El autor/a de este texto es menor de edad

Siempre cabeza abajo, siempre distraído era como caminaba Ricardo después de un accidente que casi le quita la vida hace tres años. La cercanía a la muerte le hizo ver que no vivía feliz.

A mitad de su carrera de contabilidad decidió dedicarse por entero a su pasión, pintar. Sus padres se molestaron tanto que optaron cortar toda comunicación con él y sus amigos no confiaban en su éxito. Pero la falta de apoyo no le desmotivó, al contrario, entusiasta decidió abandonar la ciudad y no volver hasta conseguir algo valioso por sus obras. Sin embargo las cosas no estaban yendo muy bien.

Hambriento y sólo con las monedas justas en el bolsillo para volver en metro, Ricardo esperaba encontrar un buen lugar en la plaza donde colocar el caballete y trabajar en alguna pintura para ofrecérsela a los peatones que indudablemente se acercarían a mirar. Pero su aspecto era descuidado; su ropa estaba sucia por manchas de mostaza del sándwich que desayunó la semana pasada, y su larga barba enmarañada, no por mero gusto, sino por la incapacidad de comprar un rastrillo, le daban un aspecto repugnante para respaldar los prejuicios de las personas e impedir el interés.

Completamente ensimismado colocó sus materiales; desdobló el banquillo y el caballete que cargaba en la espalda, sacó del morral los pinceles y pinturas, y con cansancio posó su mirada en el entorno. La plaza estaba casi desierta, un vagabundo dormía en una banca y un par de parejas miraban a sus niños jugar en los restos de arena de una construcción clausurada mientras el cielo nublado parecía anunciar un aguacero. Ese paisaje era tan miserable que un fuerte sentimiento de melancolía le movió por dibujar al pobre vagabundo, aun cuando sabía que eso no se vendería.

«Tal vez lo cuelgue en mi pared, sólo para recordar el infeliz destino que las personas trataron de advertirme… destino al que estoy condenado.»

Ante tal pensamiento sus ojos se llenaron de lágrimas al tiempo que grandes gotas caían del cielo. ¿Acaso había renunciado a la comodidad por una falsa felicidad? Llorando recogió sus materiales y se dirigió al museo de a un lado de la plaza para refugiarse. A pesar de chocar contra la puerta no llamó la atención de los visitantes y guardias del recinto, pues ya estaban aterrados por lo que acontecía dentro.

Un hombre de mediana edad estaba al centro del vestíbulo y con un abrecartas acariciaba el cuello de una joven que se retorcía en el brazo que la sometía.

— ¡Atrás, malditos!— sus gritos se unían con los de la chica

Con mucho sigilo Ricardo se escabulló entre las esculturas griegas, llegó a espaldas del agresor y le dio un fuerte golpe con el caballete dejándole inconsciente.

Siempre cabeza abajo, siempre distraída era como había caminado Claudia cada día después de salir del bachillerato hace dos años. Sus padres y amigos la presionaban constantemente para que decidiera que hacer con su vida, ella sólo quería ser feliz pero no sabía que le haría sentir así cada día de su existencia. Un día tuvo la corazonada de encontrar la respuesta dando un paseo por la plaza del museo. Esa tarde era lluviosa y no muchas personas iban por ahí. Con ojos esperanzados y sintiendo un fuerte presentimiento buscaba la respuesta a sus problemas.

«Estoy loca por hacer algo así…»

Estaba a punto de irse cuando se quedó perpleja al ver a un vagabundo colocar un caballete al centro de la plaza disponiéndose a retratar a otro vagabundo que dormía en una banca. Ese escenario era tan conmovedor que deseaba hablar con el pintor, pero era mejor no entrometerse pues el pobre parecía estar sollozando.

«Al parecer no soy la única en busca del camino de la felicidad…»

Todavía consternada alejó sus pasos y decidió entrar al museo. Dentro no tardó en salirse de control una discusión de un empleado con un señor que parecía sufrir algún ataque de esquizofrenia y que no dudó en someterla como rehén. Creía que estaría muerta al menos que llegara la policía, pero para su sorpresa alguien la rescató.

El hecho no tardó en hacerse noticia, "Joven artista salva a la hija del alcalde". Meses después Ricardo obtuvo su primera exhibición en una galería de arte y volvió a casa de sus padres para mostrarles lo más valioso que había conseguido, a Claudia. Ambos encontraron en el otro el origen de la felicidad, el amor. Y con eso se podía obtener todo lo demás.

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6 comentarios

  1. 1. Saldivia dice:

    Hola Arcadia, me ha gustado el tono esperanzador y positivo de tu historia. El hecho de la postura cabizbaja sirve para unir a Ricardo y a Claudia, aunque tal vez no hizo tanta falta, la coincidencia en el museo fue el factor más importante. Te felicito, has logrado una bonita historia.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 19:28
  2. 2. Beatriz dice:

    Es curioso como una historia tan triste puede dar un giro heróico casi al final..
    Muy interesante

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 22:35
  3. 3. Anastasio de la Torre dice:

    Hola Arcadia: Tu relato me ha gustado. Me gusta esa simetria con que empiezas a contar las dos historias y el modo, casi cubista, de narrar y vivir la misma realidad desde dos puntos de vista. Creo que deberías haber diferenciado más esas dos partes. En el aspecto formal echo en falta más comas en los párrafos largos de la primera parte. En definitiva un bonito y original canto al amor y a la vida.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 10:54
  4. 4. Noypia dice:

    Hola Arcadia!

    Faltan algunos signos de puntuación. Pero, por lo general, tu relato me ha encantado. Una historia muy bonita, que quiere decir que la felicidad proviene de los lugares más inesperados. Es muy positiva y, a la vez, dulce.

    Saludos!

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 13:33
  5. 5. Feli Eguizabal Fernandez dice:

    Hola Arcadia, llego un porco tarde, pero encantada de leer tu relato. Has conseguido entrelazar la vida de los dos personajes diferentes, pero con un mismo fin. Encontrar la felicidad. Me ha gustado el ritmo, y el tono del mismo. Así como su desarrollo llegando a un final, talvez algo previsible, pero bien dibujado. Coincido con los compañeros, en cuanto a los signos de puntuación, asi que no los voy a repetir. Encantada de leerte, y seguidmos haciendolo

    Escrito el 13 junio 2016 a las 09:13
  6. 6. L. Mor Arcadia dice:

    Muchas gracias por sus comentarios, continuaré escribiendo y mejorando los detalles que comentaron. 😉

    Escrito el 18 junio 2016 a las 21:03

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