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CODIGO QUIRIAM - por DIASPORA

CODIGO QUIRIAM
A varios kilómetros de El Cairo, en el Desierto del Sáhara, las gotas de sudor marcan el rostro de Valdo Milani. Su mirada se escabulle por la ventana de la tienda, siguiendo un paisaje de fuego, allá en el horizonte. Un confuso mundo de tristes recuerdos y alegres esperanzas controla su mente. De este trance, casi hipnótico, es sacado con dulce violencia por la voz de Andrea Da Silva, quien se asoma a la puerta modelando una túnica azul, y un turbante cargado de pedrería y lentejuelas.

—¿Puedo compartir el paisaje contigo? —pregunta en tono acaramelado.
—Por supuesto, respetable beduina y estimada colega —sonríe Valdo— y le cede el espacio de la ventana.

Estaban ahí, con dos antropólogos más, participando en una misión: encontrar el legendario Código Quiriam, cerca de las ruinas del Oasis Rajib, territorio de la mítica tribu Los Bitansi. Cuatro investigadores eran guiados por dos tuaregs, quienes apoyándose en la tradición oral, iban a olfatear entre las caprichosas dunas y las cuevas cercanas, las huellas de este documento.

Los descendientes de esta tribu, en sus tradiciones orales, homenajeaban a un pueblo noble que hizo de la paz un emblema. El arco y la flecha, el sable y la jabalina, eran desconocidos, y sin embargo, nunca fueron esclavos de otras tribus. Su conducta la regía un código sagrado, redactado por el sabio Quiriam.

Tal comportamiento rompía el paradigma de las tribus del desierto. Motivado por esta particularidad, el Museo de Antigüedades Egipcias asumió el reto, y empezó a reclutar personas para participar en la investigación. Valdo Milani, originario de Italia, recien graduado de la Universidad de Bolonia, escuchó la noticia. Se comunicó con la institución para ofrecer sus servicios, y esperó ilusionado.

Mientras transcurría el tiempo, compartió la expectativa con su novia, Colette Bellerose, de linaje francés. Ella había terminado una especialidad en arte renacentista, en Bolonia. Desde hacía unos seis meses, juntos le aplaudían a la vida, flotando en un arcoiris de sueños. Pero, a veces lo bueno es fugaz.

Una tarde, al observar la pasión de Valdo al hablar de la probable expedición al Sáhara, Colette sintió espinas en su corazón, y ya no pudo callar.

.
—Quisiera expresarlo sin sonar egoísta, —le dijo— pero en pocos días mi cielo ha cambiado de color. Quizá solo sea un asunto de perspectiva, pero mi corazón se niega a entenderlo.
—Colette —respondió él—, ¿estás sugiriendo que si me contratan debo rechazar la oferta?
Ella bajó la mirada.
—Sí… no… bueno. ¿Quién soy yo para cortarte las alas? Por ahora, dejemos el asunto en mutis.
—Entiéndeme, no se trata de cortar alas. Quiero que vueles conmigo, —suplicó él.

Ese día, el asunto quedó a la deriva, dominado por pausas de dolor. Una semana después, Valdo recibió un email. Era del Museo: «La solicitud fue aprobada. Requerimos su presencia.» Esa noche su grito de júbilo le robó el sueño.

La mañana siguiente texteó a Colette: «Buenas noticias. Me aceptaron.» No hubo respuesta, ni ese día, ni los venideros. Ella huyó con sus fantasmas refugiándose en casa de una amiga.

La próxima vez que Valdo atendió su corazón, fue en el desierto, cuando sus ojos fueron arrebatados por el primer atardecer. Horas después, antes de la salida del sol, cargaron las bestias y por varias jornadas siguieron las huellas de los baqueanos.

Estando ya a «tres días camello» del sitio buscado, uno de los tuaregs ordenó detenerse, mientras señalaba a la distancia un punto oscuro.
—Tormenta de arena, —dijo el guía— refugiarnos.
—Pero, ¿dónde? —gritó Andrea nerviosamente.
—Poner camellos agachados, rodeando todo, nosotros en medio y esperar…tal vez no morir.

Siguiendo el protocolo, el encargado de las comunicaciones, sacó su teléfono satelital y dio las coordenadas del lugar, por si era necesario un rescate. En minutos pareció que la noche adelantaba su horario y el vendabal arremetió con furia.

La suerte los asistió, no hubo muertos, sin embargo, la salud de algunos quedó afectada, sin que ello fuera impedimento para continuar el viaje. Ya en el sitio, dedicaron quince días a explorar las ruinas del Oasis Rajib, y no hubo éxito.

Con la carga extra de la decepción empezaron el camino de regreso. El tuareg mayor habló:

—Amigos, leyenda continuar viva.
—Querés callarte de una vez —le gritó Valdo.

La expedición había terminado. Valdo regresó a Italia acariciando la esperanza de reencontrarse con Colette. Cuando llegó al apartamento tropezó con una nota bajo la puerta: «El corazón tiene voces que el cerebro no escucha. Regresé a Francia. Pardonnez-moi.»

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14 comentarios

  1. 1. Oliver Sierra dice:

    Hola DIASPORA,

    un relato interesante por el tema que planteas. Esa expedición hacia lo desconocido alienta a querer conocer más de todo lo que la rodea.

    Se me hace difícil de ubicar a los tuaregs haciendo de guías en este extremo del Sáhara cuando ellos son una tribu de la parte Occidental, fundamentalmente de las regiones comprendidas entre Argelia, Libia, Níger y Malí.

    Me ha resultado curioso el que emplees la misma forma de hablar que me recuerda a la de los indios americanos en los westerns.

    Eso de sustituir la preposición durante en lugar de por me suena chocante. Supongo que es un anglicismo pero me resulta duro de oír en español.

    Cuando dices y no hubo éxito, yo lo hubiera dejado en sin éxito. Me parece más contundente para reflejar la decepción de la expedición.

    Otro apunte, en la aclaración, gritó Andrea nerviosamente, creo que con emplear el adjetivo es más que suficiente.

    Un relato interesante en el que me quedo con ganas de saber más de esa expedición, sobre todo al respecto de la estancia en el oasis.

    Espero sea de ayuda,
    un abrazo.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 21:54
  2. 2. Diáspora dice:

    Hola, Oliver
    Gracias por comentar mi relato. En cuanto a los tuaregs tienes razón en los datos que aportaste. Solo que los que yo usé eran dos guías turísticos modernos preocupados más por un salario que por su ubicación geográfica. Confieso que me dejé llevar por lo que una vez me dijo un amigo: “Los novelistas tienen licencia para alterar la verdad”. Ahora aprendí que en este oficio el relato debe ser verosímil.
    Te veras te agradezco, Oliver, tus consejos. Les prestare mucha atención.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 22:39
  3. No creo que sea necesario que sea estrictamente verosímil, todo tiene que ver con el tono que uno quiere imponer en el texto. A mi me pareció ingenioso, llevadero y entretenido. ¡Felicitaciones!

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 19:57
  4. 4. diáspora dice:

    Luciano
    Gracias por la retroalimentación. Esto es lo bueno de esta escuela, donde el objetivo no es la crítica sino el aprendizaje.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 20:12
  5. 5. R.R.Gómez dice:

    Hola Diáspora.

    Me ha gustado tu relato. Esta bien construido y te mantiene pegado a los acontecimientos que giran entorno a la expidición del Código Quiriam. Te aconsejo que trabajes más en corregir tu texto. Un error, por ejemplo, sería este dialogo:

    “—Por supuesto, respetable beduina y estimada colega —sonríe Valdo— y le cede el espacio de la ventana.

    El guion se te fue en el acto del habla.”

    Sigue así. Felicitaciones.

    Pasate por el mio. Es el número 11.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 01:18
  6. 6. Leosinprisa dice:

    Hola Diáspora,

    siempre me han gustado los relatos de viajes, sobre todo si incluyen algún misterio como ese código Quiriam que mencionas. Y si ya relatas sobre amorios y losaltibajos de sus personajes, entonces si que se complica la historia 🙂

    En cuanto a la corrección, además de cuanto te han comentado otros y no necesita más aclaraciones, te haría la puntualización de la palabra «vendabal» es con v, «vendaval».

    Un relato entretenido, en el que espero que tu personaje encuentre por fin su esquivo código.

    Agradecido por el comentario de mi texto, ha sido un placer leerte. Un saludo.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 07:25
  7. 7. Laura dice:

    Hola Diáspora. Por fin me hago del tiempo para leerte.
    Es un relato interesante donde se mezclan conjuntamente el presente de la expedición con ramalazos del pasado. Me gustó mucho.
    Me quedaron algunos puntos que no me cerraron: el turbante cargado de lentejuelas y pedrerías de una investigadora, a pesar de que va en un vehículo, que luego desapareció para quedar sólo los camellos en la tormenta de arena, el modo de hablar de los tuaregs(ya señalado), aunque no se me ocurre cómo yo los haría hablar.
    Sigue escribiendo.
    La historia no es mala, necesita algo de pulimiento.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 10:31
  8. 8. Frida dice:

    Hola Diaspora. Ciertamente un relato de lo más entretenido. Me ha sorprendido, no solo por lo viajero y la ubicación que le has dado, sino también porque en el primer relato que escribí para este taller, hablaba también del Sáhara. Qué coincidencia.

    Coincido con los compañeros en el que los flashbacks le aportan frescura y originalidad a la narración, si bien se hacen cortos. Esta es una historia que requiere más palabras, a la que el límite de 750 la corta, dejándonos sabor a poco. Se merece más expansión, que el lector pueda transportarse al desierto y, con la cantidad de palabras actuales, no hacemos más que probar un pedacito quedándonos con ganas de más.

    En cuanto a la parte técnica, el único detallito que vi, puesto que la escena me cautivó de principio a fin, fue este:

    “—Querés callarte de una vez —”. Creo que la frase debería ir entre interrogación y exclamación, pues la veo como una frase dicha con irritación y frustración.

    Escrito el 21 mayo 2016 a las 16:53
  9. 9. Diáspora dice:

    Hola, Frida
    Aprecio en gran manera tus palabras, especialmente por venir de una persona versada en estos quehaceres.
    Muchas gracias. Nos leemos en la próxima

    Escrito el 22 mayo 2016 a las 06:38
  10. 10. Isan dice:

    Hola Diáspora:

    Parece que se está poniendo de moda textos con 750 palabras exactas como este. Yo lo vengo haciendo desde el principio.

    Cuando leo un texto, me gusta husmear por internet lo que desconozco, y para tu satisfacción poniendo en el buscador de Google “Código Quiriam”, me remite precisamente a la escena 35 de Literautas. No así el Oasis Rajib que lo ubica en India (no como oasis) y la tribu es inexistente. Simplemente lo digo como curiosidad. No importa que inventes, al contrario muestra imaginación.

    Es un texto que me ha gustado porque tiene una historia bien elaborada y está magníficamente escrito. De todo destacaría algunas cosas:

    “Un confuso mundo de tristes recuerdos y alegres esperanzas controla su mente.” Es una frase redonda. Me parece magnífica.

    “sacado con dulce violencia” me encanta esta figura retórica.

    “…estimada colega —sonríe Valdo— y le cede el espacio de la ventana.” Aquí creo que el “y le cede…” puede sonar mejor si lo metes directamente: —sonríe Valdo, cediéndole el espacio. Esto te obligaría a cambiar otras cosas para mantener las 750 palabras del texto.

    Los descendientes…homenajeaban. No me queda claro. Si son descendientes sería mejor homenajean, y si es homenajeaban sería mejor los ancestros o los pertenecientes a. No sé si explico bien la idea.

    Otra para sacarle punta. Me ha llamado la atención que un grito de júbilo le robe el sueño. Ya se sabe que no es el grito el causante, pero pone eso literalmente.

    “La mañana siguiente texteó…” Creo que falta una A al principio.
    Hay por ahí un recien, un arcoiris y un vendabal que habría que arreglar.

    Bueno he llegado a la conclusión de que era un amor inconsistente. Mejor le iría con Andrea Da Silva. No sé, en medio del relato aparece una novia. Como pasaje retrospectivo del relato está bien, pero echa a perder un romance apasionado que prometía más futuro y la gran aventura de su vida. Me hubiera gustado más que el final hubiera ido por ahí, pero se ha quedado en nada.

    Vuelvo a felicitarte porque es un relato estupendo.

    Hasta otro.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 17:23
  11. 11. Diáspora dice:

    Hola, Isan
    Muchas gracias por tomarte el tiempo para comentar mi relato. Aprecio que resaltaras algunos aspectos positivos de la narración.
    Por otro lado, admiro tu sana curiosidad para comprobar algunos detalles. Admito que los nombres del oasis y la tribu, solo existen en mi imaginación.
    En cuanto a los deslices señalados, les prestaré atención.
    Diáspora (Costa Rica)

    Escrito el 25 mayo 2016 a las 23:33
  12. 12. Cara dice:

    Hola:
    Un relato bonito y entretenido. Gracias.

    Escrito el 26 mayo 2016 a las 16:50
  13. 13. beba dice:

    Hola, Diáspora:
    Adhiero a las indicaciones que te han hecho los comentaristas anteriores. me ha gustado el ambiente creado; valoro tu fantasía, es una historia súper simple.Tu manejo del lenguaje, muy bueno.
    Estimo que doña Colette y el romance sobran en el relato, y parece que a Valdo le da igual su ausencia. Sin este “episodio”, la historia queda más equilibrada, hasta con el turbante de Andrea (a saber de dónde lo sacó; por algo se lo puso)

    Escrito el 30 mayo 2016 a las 22:52
  14. 14. diaspora dice:

    Hola, Beba

    Aprecio tus palabras.
    Dejé mi comentario en tu sección.

    Escrito el 31 mayo 2016 a las 15:14

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