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El sueño de Rashidi. - por Lingüini

En el inclemente del desierto egipcio, aún colmado de interminables esclavos artífices de tan espléndidas y duraderas pirámides, uno de esos famélicos individuos que llevaban cubo por cubo de piedra, descansaba, a pesar de tan rigurosos regímenes, sobre una panela medio hecha en un atardecer de esos que enamoran al hombre con la naturaleza, sobre todo en el árido y caluroso mundo donde la noche podría ser ese cielo que intentaba alcanzar la punta de cualquier estratagema arquitectónica. Era ahí, entre la arena fresca metiéndose entre los dedos de los pies, en donde la pacificación se acrecentaba al pasar al plano ya vagamente auditivo todas las percepciones que se hacían de alrededor. Entonces el sueño de este ser llamado Rashidi (¨sabio¨, nombrado así más que por un deseo de sus progenitores que por su real condición) llegó como una amiga que le soltaba un poco la soga al cuello o más bien le aliviaba la espalda marcada por esos despiadados látigos que le abrían la piel, mas no el alma. Este último se mostraría, sí, pero expresándose en el fascinante mundo del subconsciente. Se preguntarán qué imaginaría un simple esclavo, pero este era soñador, y de esos no hay pequeños ni insignificantes, sumando además que entre dioses y monumentos magníficos, los pobladores de las arenas tenían ambiciones de admirar, y no solo eso, sino que las historias que precedían tales obras eran de una elaboración tan minuciosa como simbólica. Es por esto que Rashidi merecía cualquier confianza sobre la grandeza de su ensoñación, la cual era mensaje del cartero de sus deseos más profundos.
Al caer gloriosamente rendido en un instante del cual nunca se percató, Rashidi se vio inmerso en un mundo inmediato en el cual la arena desértica, que era la única superficie natural que conocía, se levantaba en una noche en la que incluso al mirar al cielo se veía la arenisca donde solo la Luna se percibía en el horizonte. Era tan increíble la claridad sensitiva de su cuerpo, que Rashidi sentía el frío producto en parte por sus harapos, y también la dificultad visual, consecuencia de la pequeña tormenta que se avecinaba.
Después de caminar en el tiempo indefinido de los sueños, tapándose los ojos con los brazos, al fin Rashidi pudo divisar algo, un animal que por su cultura conocía muy bien. Era un ave llamada ibis, pero no estaba sola, sino que se encontraba acompañada de un babuino. Este último se acercó al esclavo, y a pesar de su desconcierto, se dejó tomar la mano por el primate que lo empezó a guiar por un sendero invisible para Rashidi. En su mente se repetía como un loro a voces inquietantes que tenía un poco de lógica para su cultura que justamente estos dos animales lo manejaran al andar, ya que eran estos dos la representación del dios de la escritura, música y sabiduría de la mitología egipcia. No era de extrañar, pues, que después de cierto tiempo frente a Rashidi su intuición se confirmaría al ver la figura de un monumento del dios llamado Dyehuty (o Thot), cuya forma consistía en un cuerpo humano con cabeza del ibis, con su pico y cuello largos y delgados. Detrás de este se encontraba un museo o quizá castillo hecha de lo que parecía arena húmeda, con una modesta puerta a la que el esclavo se dirigió, donde los dos animales lo dejaron a su suerte, la cual estaba con Rashidi, ya que la curiosidad solo lo podría despertar, pero no lo mataría.
Al poner girar el manillar pasó algo desconcertante: se deshizo en su palma cual arena de playa. Su intriga pudo más que la barrera que conformaba la pared, por lo que la derrumbó con las manos, todo se desmoronaba. En el interior, iluminado por ventanales sin vidrio, se presentaba un mausoleo rodeado de maquetas arquitectónicas egipcias, pergaminos y paredes llenas de pinturas, pero todo hecho de arena. Rashidi, con el miedo a que el castillo se desplomara, en vez de salir intentó captar todo lo posible concerniente al interior del sitio. Notó que había un sarcófago en el centro y también, con escalofríos, se deslumbró al ver que las pinturas lo dibujaban a él viendo el contenido de éste. Entonces imitó las figuras, y en ese mismo momento todo se demolió, aplastándolo y despertándolo al instante. Lo único que recordó fue que su rostro no estaba a dentro, y así fue a seguir en la momificación de almas con arena.

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4 comentarios

  1. 1. Eduardo Tapia dice:

    Hola, me toca hacerte una critica lo más completa posible de tu texto, espero que te sea útil.
    Primero cosas positivas:
    -Noto que tienes un lenguaje florido, colmado de adjetivos y con algunas metáforas que adornan muy bien tus descripciones, con el cual nos haces viajar desde lo más amplio del escenario egipcio a lo más cercano de la arena entre los pies. En general lo veo positivo y muy literario.

    -El simbolismo onírico, aunque no he llegado a desentrañar todo su significado, me ha resultado singular y remarcable, solo le ha faltado alguna pista más que de a entender que tenia algún significado profético.

    Cosas que veo mejorables:
    -Lo primero: ya antes de empezar a leerlo, ver el bloque denso que forma el texto me intimidó. Tienes que “airear” un poco, dejar más espacios entre párrafos y también dividir en más párrafos, sino queda tan ladrillo que antes incluso de empezar a leer nada tienes la idea de que el autor no ha sabido ordenar las ideas y te vas a perder entre esa masa homogénea de palabras.
    Siguiendo en lo anterior, se nota mientras lo lees que faltan comas, puntos y seguido, puntos y aparte. Tienes que trabajar en eso. Un buen truco es leer el texto en voz alta o pedir a alguien que te lo lea, pídele o asegurate de que seáis fieles con la puntuación escrita, y verás rápidamente lo que suena extraño.

    -Si bien he dicho que me gusta tu lenguaje florido, a veces te pasas de enrevesado. El mejor ejemplo es la parte en la que simplemente quieres decir que se duerme y pasa a soñar, que dura 180 palabras (desde “ la pacificación se acrecentaba al pasar…” hasta “…en un instante del cual nunca se percató”) y 180 palabras es una cuarta parte de la historia. Tienes que buscar un equilibrio entre lo florido y lo enrevesado, especialmente cuando, como en este taller, tienes un espacio tan limitado como son 750 palabras.

    -Sobre las palabras que pedía el taller, la de museo en “museo o quizás un castillo” te ha quedado un poco forzada, primero porque no veo similitud externa para dudar si un lugar es un museo o un castillo (aunque un castillo pueda contener un museo). Después, porque los conceptos de museo y castillo son modernos (con egipcios antiguos sería más apropiado fuertes o palacios, no algo tan complejo como castillos, que suena muy medieval)
    Pero especialmente me parece redundante la forma en que incluiste cartero: “la cual era mensaje del cartero de sus deseos más profundos.” Me suena raro y forzado.
    La del loro es bastante aceptable y las otras dos están bien inmersas en tu relato.

    -No me suena que los antiguos egipcios tuvieran manillas en la puerta como las conocemos ahora (usaban tiradores y cerrojos) en cualquier caso, ojo con las letras que se cuelan, el “manillar” es lo de las bicis.
    -Me resulta incongruente que digas “con el miedo a que el castillo se desplomara, en vez de salir intentó captar todo lo posible concerniente al interior del sitio.” Igual tendrías que empezar diciendo “a pesar del miedo…” Incluso obviando eso, me pregunto si decidió ponerse a husmear porque estaba semiconsciente, en ese estado en que moldeas tu sueño a voluntad (en el cual ya no estás realmente dormido y no significará nada) o de verdad lo primero que el inconsciente de ese hombre haría en una situación de peligro es ponerse a observar maquetas. (Es digno de su nombre en ese caso)

    Qué me ha parecido en general:
    Si quitamos que puede ser un poco difícil de leer sin perderse, no puedo decir que no me haya gustado, las cosas egipcias e historias antiguas son algo que es muy de mi agrado y esta no es la excepción.
    Me llaman la atención algunos detalles, como que en realidad los trabajadores de las pirámides no eran esclavos, eran hombres libres fieles a su faraón, que construían estos monumentos para ganarse un lugar en el más allá (igual que los cristianos donan dinero o se ofrecen de mano de obra para construir catedrales) tampoco usaban cubos de piedra sino prismas rectangulares, aunque es mejor decir losas o bloques. De todas formas estas inexactitudes no lo considero como errores en el texto, como escritor tienes derecho a amoldar la historia a tu imaginación. Si alguien pudo decir que las pirámides eran naves espaciales y los dioses parásitos alienígenas (Stargate) tu puedes decir lo que mejor se te ocurra.

    Espero no haber sido muy duro y que te sea útil.

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 19:47
  2. 2. ortzaize dice:

    hola tu relato me ha parecido muy denso, quizas por que has querido relatar mucho y no dejas descansar con algun punto y aparte o algun descanso para la mente.
    mezclas un poco los tiempos, y habra algunos mas preparados que yo para comentarte el relato, yo te lo hago como lectora.
    saludos y gracias

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 13:20
  3. 3. Elvis Christie dice:

    Hola Lingüini:

    No repetiré lo que he leído en comentarios anteriores, pero sí debo dejar constancia de que me ha dejado esa impresión de espesura y falta de respiración. Me parece muy bune consejo el que te han dado de leerlo o hacértelo leer para escucharlo y apreciar la longitud de las frases. Yo pecaba -y aún lo hago- del mismo fallo. Uno se pone a escribir y en nuestra cabeza todo suena bien, pero hay que desplazarse a la cabeza del lector.

    La historia -el hilo del relato- me gusta, y mucho más el tono bucólico que le sabes dar. Pero esa virtud podrías explotarla más con frases un poco más cortas donde cada adjetivo cobre mayor protagonismo que perdido entre cientos de palabras. No hace falta que las recortes demasiado (Julio Cortázar tiene frases interminables), pero sí lo justo para no perder de vista el núcleo de cada una. Es decir, eso que sugieren en periodismo de sujeto-verbo-predicado, pero con sus adornos, que es lo que embellece el relato.

    Un saludo.

    P.D.: Estoy en el 119 con una peli de CF continuación de la del mes pasado.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 20:33
  4. 4. Jorge Luis Acosta Torres dice:

    Aunque me gusta la tematica egipcia, hay modernismos en ese relato que no cuadran para nada con el escenario, si tu relato esta situado en antiguo egipto debes saber que:

    1)El terminó mitología egipcia no se usaba en el pasado. Ese termino pertenece a la modernidad para hablar de un sistema de creencias hoy extinto.

    2) Aunque formaba parte del reto, ,i el museo ni el castillo existían en el antiguo egipto, por lo que en una futura escritura debes omitirlo a no ser que quieras situarlo en el presente.

    3) Los mausoleos son europeos, no egipcios. Por lo que puedes hablar o bien de tumbas, templos, necrópolis o piramides.

    Por otro lado, tambien hay ciertos parrafos oscuros (dificiles de entender) debido a la forma en que te expresabas, un ejemplo es:

    Era tan increíble la claridad sensitiva de su cuerpo, que Rashidi sentía el frío producto en parte por sus harapos, y también la dificultad visual, consecuencia de la pequeña tormenta que se avecinaba.

    Una mejor redacción de esta idea sería más o menos así:

    La tormenta de arena que se aproximaba no dejaba a Rashidi ver más allá de tres palmos. Éste se sentía sólo, tenía mucho frío, hambre y cansancio…

    Cambiando de tema, si te interesa, puedes pasarte por mi relato, es el 107.

    Escrito el 27 mayo 2016 a las 16:50

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