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Museo de los horrores - por @jaiarus

Web: http://ladronesdeltiempo.tk

El se la llevó, la apartó de ella y no pudo hacer nada por impedirlo. Pero esta vez le atrapará y le quitará la vida con sus propias manos.
Se dirigió a la cocina para coger un enorme cuchillo que estaba en la mesa, y salió a la tormenta que en ese momento se desataba. Le había estado observando y sabía donde encontrarlo.

Parecía que la noche iba a empeorar, odiaba salir cuando llovía. Decidió que en cuanto acabara con el informe del caso en el que estaba trabajando se iba directo a casa.

Ya estaba frente a la puerta que llevaba semanas observando, sólo quedaba esperar a que ese mal nacido saliera, y entonces, por fin sería libre, esa historia acabaría con su venganza cumplida.

Se aseguró de haber apagado todo y se dirigió al ascensor, estaba agotado y deseando llegar a casa.

Por fin, ahí estaba, salió de su escondite y se abalanzó sobre el. No le dio tiempo de reaccionar, en un abrir y cerrar de ojos le clavó el cuchillo en un costado, con cuidado de no dañar ningún órgano vital. Con la rapidez del rayo y la precisión de un cirujano hizo una segunda incisión.

– Ahora se un buen chico, acompáñame sin tonterías y todo irá bien.

Cuando abrió los ojos sintió un pinchazo en el costado izquierdo, en cuanto sintió el dolor toda la escena ocurrida minutos antes se dibujó perfectamente en su memoria. Se levantó como pudo y miró a su alrededor, vio una puerta y se dirigió hacia allí con intención de escapar cuanto antes. Pero estaba en el maldito museo de los horrores, por el camino se encontró un loro desplumado disecado en una postura imposible, un reloj de arena roto en el suelo e incluso una grotesca careta hecha con lo que parecía piel humana. Ya casi rozaba la puerta cuando se fijó en un bulto encima de la mesa, le pareció un uniforme de cartero, pero estaba empapado en algo y a su lado había unos tarros de cristal con algo dentro. Un rayo de luna cayó directo sobre la mesa y horrorizado vio que las manchas eran de sangre y los tarros estaban llenos de restos humanos…

Le observó desde una esquina disfrutando de la escena. Saboreando cada segundo de pánico y desconcierto de ese indeseable que se llevó a su pequeña. En el infierno pagará sus pecados, decían, pues ella le había traído el infierno a la tierra.

Sentía como la sangre le recorría la piel, y un temblor, que poco tenía que ver con el frío, se adueñó de su cuerpo.

– ¿Preparado para pagar por tus pecados?

Una voz fría como el hielo le sobresaltó, miró en todas direcciones intentado localizarla, y como si de un fantasma se tratase una mujer armada con un hacha se materializó de la nada frente a el.

– Tú te la llevaste, la apartase de mi. Muchos han muerto para intentar aplacar el dolor que causaste. Pero tu hora ha llegado.- Le costó reconocerla, tan despeinada y sucia, con la ropa hecha jirones.
– ¿Eres tú? ¿La madre de Sofía?
– No te atrevas a pronunciar su nombre. ¡Tú te la llevaste!
– No, te confundes. Yo fui tu abogado en el juicio. ¿No recuerdas lo que le ocurrió a Sofía? No fui yo.

La desesperación empezó a adueñarse de el, esa mujer estaba desequilibrada, y el lo sabía de primera mano. Tenía que salir de ahí.

– ¡No mientas! Esta vez no vas a librarte.

No iba a alargar más el momento, ese sucio mentiroso intentaba liarla. Cuando volvió a centrar la atención en él vio que intentaba escapar, alzó el hacha y le acertó en una pierna casi cercenándosela. Vio el pánico en sus ojos, lo saboreó, notó como la adrenalina invadía su cuerpo.

– ¡Yo no la maté! Tu mataste a Sofía ¡Fuiste tú! Por favor déjame ir…


Pero ya no le escuchaba, no sabía quien era Sofía, sólo él ocupaba su mente. Su sufrimiento, su pánico. El hacha descendió a toda velocidad hacia su cabeza. Saboreo el momento preciso en que la vida abandonó los ojos de ese pobre diablo, y como se llenaba ella de esa alma que acababa de reclamar como suya.

Instantes después el silencio lo invadió todo, recordó a Sofía, el vacío que le había dejado.

– Él se la llevó. Pero esta vez no escapará, le atraparé y yo misma la arrebataré la vida. 


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3 comentarios

  1. 1. Alex dice:

    ¡Hola!

    Una historia un poquito macabra.

    Al leer, me pierdo un poco sobre que personaje estás hablando en cada momento. Podrías darles nombres, en lugar de referirte sólo a “él” y “ella”. Así quedaría más claro.

    Por lo demás, me ha gustado, aunque tuve que releer un par de párrafos, al no conseguir entenderlos a la primera.

    Un saludo y si quieres, pásate por el 105.

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 00:38
  2. 2. Elvis Christie dice:

    Me ha gustado mucho. Tiene un buen equilibrio entre el arranque, el desarrollo y el desenlace, creando un punto de tensión y suspense delicioso cuando él se defiende revelando que, en realidad, fue el abogado de ella y ésta había sido la asesina de su hija. Ahí es cuando vislumbras el terrible final que le espera (y como soy abogado se me ha puesto la piel de gallina).

    Por poner alguna pega, es cierto como han comentado antes que cuesta seguir el hilo de los personajes, sobre todo en los primeros párrafos del relato.

    Enhorabuen.

    Si te interesa, soy el siguiente (119).

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 05:24
  3. Hola @jaiarus! Un buen relato, me encanta el terror psicológico y creo que consigues transmitirlo desde las primeras líneas.

    Creo que el lector enseguida se mete en la piel de esa madre destrozada que quiere vengarse del asesino de su hija y en el punto álgido del relato descubrimos que en realidad la asesina es ella y que ha perdido por completo la cabeza. Me ha gustado mucho este giro.

    En cuanto a la forma, no hay faltas de ortografía y la puntuación me parece correcta, pero echo en falta acentos en muchas palabras. También coincido con los compañeros en que cambias continuamente de narrador y cuesta un poco saber quién está hablando en cada momento.

    Por lo demás, me ha encantado. A mi me has enganchado con tu “museo de los horrores”.

    Nos leemos. Saludos.

    Escrito el 21 mayo 2016 a las 09:22

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