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El Anciano y la Llave - por Espantapájaros

El anciano encontró la llave en un estante del quinto piso del viejo hotel Glamour, ubicado a las afueras del bosque de los espantapájaros. La llave oxidada por el paso de los años estaba atada con un listón azul un tanto sucio y rasgado, al tomar la llave una suave lágrima recorrió su arrugada mejilla.

— ¿Es para mí? —preguntó el pequeño André.
— Shh, no le vayas a contar a nadie que te di mi listón de cabello o él se enfadará.
— Pero Ana, es tu listón favorito.
— Yo me tengo que ir hoy, será mi regalo para ti, además no volveré a verte luego de esta noche. Por eso quiero que lo conserves y con él me recuerdes.
— Nunca te olvidaría —dijo entre sollozos, mientras la pequeña lo abrazaba fuertemente.
— Mi listón te ayudará a pensar en mí —dijo tras una sonrisa mientras se lo ataba a la muñeca— cuando el diablo venga a hacerte daño solo mira el listón y todo acabará pronto. En esos momentos solo recuerda cuando jugábamos en la habitación roja del quinto piso a las escondidas.

“Nada volvió a ser lo mismo sin Ana”.

El viejo André bajó las solitarias y oscuras escaleras hasta la desierta recepción donde bajo el mesón encontró su caja dorada con el nombre “Forget Me” tallado en la madera. El hotel Glamour había cerrado sus puertas hace ya más de setenta y cinco años tras un escándalo que tuvo lugar allí. Ahora el Glamour es visto como un lugar tenebroso que guarda memorias oscuras.

André abrió el cofre dorado y sentándose en el sofá del oscuro salón tan solo iluminado por viejos candeleros, observó las viejas fotografías que guardaba con tanto celo. Eran recuerdos de su infancia en el antiguo coro de niños del hotel, recordó a sus viejos amigos con los que pasó gran parte de sus doce años. Aquellos niños, incluido él, eran huérfanos que a menudo adoptaban algunos de los inquilinos.

Una de las fotografías junto al viejo bosque hizo estremecer sus cansados huesos.

El pequeño André siempre se adentraba a la arboleda en otoño para ver los árboles desnudos y sus hojas color marrón en el piso. Un día a lo lejos vio un pequeño cuerpo boca abajo tirado y cubierto en sudo, era Ana.

— ¡Ana! Contesta —un frío viento recorrió su cuerpo.
— Tranquilo pequeño amigo, ella solo duerme, no debes alterarte —dijo una dulce voz atrás de él.

André se volteó y quedó pasmado, era el diablo del cuál muchos de sus amigos hablaban, decían que vivía en el bosque pero él nunca pensó en encontrárselo. Llevaba una capucha negra que le cubría de pies a cabeza; donde tenía una especie de corona espinada, tenía una máscara blanca hasta la nariz con lágrimas de sangre dibujadas, lo único humano eran sus labios de un color rojizo. El diablo era alto y tenía uñas grandes y oscuras. A pesar de tener una voz masculina su figura era la de una mujer. André había oído que los niños que se encontraban con el diablo eran obligados a jugar con él.

El diablo tomó en brazos a la pequeña Ana.

— La llevaremos a mi casa para que descanse, acompáñame.

El diablo llevó a los niños a una pequeña choza escondida en lo profundo del bosque, sobre una cama de lana recostó a la pequeña.

— Ponte cómodo André.
— ¿Cómo sabe mi nombre? —preguntó alterado.
— Yo lo sé todo amiguito, tengo grandes poderes —dijo sonriendo.
— No existen los poderes.
— Oh, claro que sí. Si tan solo quisieras yo usaría mis poderes para curar a Ana.
— ¡Cúrala por favor!
— Antes hagamos un pacto —dijo el diablo— Cada noche debes dejar abierta tu ventana para que entre a jugar contigo.

El anciano guardó durante todos esos años en su memoria las visitas del demonio en la oscuridad de su habitación. Noches en las que lo poseía y le repetía al oído que él debía seguir con lo que había empezado.

André devolvió las fotografías y la llave con el listón al cofre y lo cerró para siempre, de modo que no se pudiera volver a abrir. Ya era la última noche y su cuerpo estaba cansado, la enfermedad que por años no se trató estaba culminando con él. Volvió a subir al quinto piso y recostado en su vieja habitación abrazando el cofre durmió.

…El diablo me ha visitado esta noche, pronto seré como él, es por eso que el sol y la luna han de llorar por mí…

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4 comentarios

  1. 1. gaia dice:

    Espantapájaros:

    Me gustó tu relato ya que lo encuentro muy original y hay diálogo envuelto.

    Te animo a seguir escribiendo

    Me puedes leer en el 202

    Escrito el 19 junio 2016 a las 14:43
  2. 2. John Doe dice:

    Es un muy buen relato, con buen ritmo y gran narración. Me ha gustado bastante el final, tiene imágenes poderosas. Me puedes leer en el #33. Nos seguiremos leyendo.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 16:08
  3. 3. Arameo dice:

    Hola Espantapájaros,

    Estupenda narración. El relato es original, ya lo han comentado otros Literautas. Lo que puedo aportar a menera de humilde sugerencia sería implificar un poco. Hay partes desarrolladas (y muy bien) que poco o nada tienen de relevancia en la hitoria y el final, que dicho sea de paso se siente abrupto y muy oscuro para el toque romantico con el que inicio.

    Al final, claro, es cuestion de perspectivas. Y esta es solo una vista personal de mi para con tu relato.

    Me gusta como escribes. Sigue adelante. Saludos cordiales!

    Escrito el 21 junio 2016 a las 20:45
  4. 4. Laura dice:

    Hola Espantapájaros.
    Has escrito un hermoso relato de terror, magníficamente ambientado que me recuerda una película cuyas imágenes encajan casi perfectamente en tu relato. Creo que es La Maldición, ambientada en un magnífico caserón abandonado.

    Pero vayamos a tu texto. Tiene algunos detalles a mi parecer relacionados con la puntuación.
    La llave oxidada por el paso de los años estaba atada con un listón azul un tanto sucio y rasgado, al tomar la llave una suave lágrima recorrió su arrugada mejilla.
    La llave oxidada por el paso de los años estaba atada con un listón azul un tanto sucio y rasgado. Al tomarla, una suave lágrima recorrió su arrugada mejilla.

    El hotel Glamour había cerrado sus puertas hace ya más de setenta y cinco años tras un escándalo que tuvo lugar allí. Ahora el Glamour es visto como un lugar tenebroso que guarda memorias oscuras. Repites el nombre del hotel. Puedes omitirlo directamente en la segunda oración.

    Eran recuerdos de su infancia en el antiguo coro de niños del hotel, recordó a sus viejos amigos con los que pasó gran parte de sus doce años. Agregaría un punto y omitiría el primer SUS: Eran recuerdos de su infancia en el antiguo coro de niños del hotel. Recordó viejos amigos con los que pasó gran parte de SUS doce años.
    André se volteó y quedó pasmado. Era el diablo del cual muchos de sus amigos hablaban. Decían que vivía en el bosque pero él nunca pensó en encontrárselo.
    Nuevo punto. La llevaremos a mi casa para que descanse. Acompáñame.

    Sigue escribiendo.

    Escrito el 27 junio 2016 a las 11:23

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