Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La llave de la Vida - por Juan Francisco

El anciano encontró la llave en aquel ataúd. Por fin. Por fin la encontró. Después de recorrer un mundo entero. Después de investigar todo lo que caía en sus manos. Después de evitar mil y un peligros. Después de malgastar toda su vida. Justo cuando empezaba a dudar de su existencia la encuentra. En un ataúd de un abandonado cementario en un pueblo perdido. ¿Quién iba a decir que su más ansiado objetivo iba a estar junto al único objeto que le podría helar la sangre a aquel viejo alquimista: una tumba en la que se podía leer su propio nombre, Argiahm
En el ataúd no había ningún cuerpo, esto relajó al anciano. Si esto fuera una historia de terror, ahora aparecería la Muerte encapuchada y le metería dentro o algo así. Pero esto era real, más real que la vida misma. Tenía a su alcance aquella llave.
Repasó mentalmente cualquier posibilidad de que la llave estuviera protegida por un hechizo, pero no parecía pausible. Aún así, siguiendo un viejo refrán de los no mágicos, pensó que era mejor prevenir que curar. Metió la mano izquierda por debajo de su raída gabardina y saco un pequeño cuchillo ornamentado con rubíes y zafiros. Se arremangó la manga derecha dejando al descubierto un brazo lleno de cicatrices. Hundió la hoja de cuchillo en la carne, la sangre comenzó a brotar, pero no le dolía; ya estaba acostumbrada. La magia normalmente no requería nada a cambio, pero la magia más poderosa era también la más voraz; y un poco de sangre era un buen pago a cambio sus servicios.
Vociferó las palabras mentalmente. Aquello era lo que diferenciaba a los verdaderos alquimistas de los mediocres, y al anciano le gustaba presumir de ello; aunque no hubiera nadie para verlo.
Nada, había malgastado sangre para nada. Se guardo el cuchillo cuya hoja parecían resplandecer más estando manchada de sangre. Ahora sabía que todo sería tan fácil como alargar la mano y cerrar los dedos alrededor de aquella llave, y así lo hizo.
Ya la tenía. La llave de la Vida. Con ella podría… ¿Qué podría hacer con ella? Siempre que le pasaba esto se daba cuenta de que tener 286 años era malo para la memoria. Espera, ¿Tenía 286 años? Había perdido la noción del tiempo y tampoco le importaba mucho. Solo le preocupaba tener la llave.
Ya se acordaba, con ella abriría la Cerradura de la Vida, con la cerradura abierta el viejo alquimista podría acceder a todo lo relacionado con la vida. Su significado y su control están ahora en sus manos.
Levantó aquella dorada llave y pronunció las palabras que había atesorado en su mente esta vez en voz alta. Todo entró a su cabeza de una vez, el nacimiento; desarrollo y final de la vida de todas las criaturas del universo. Observó lo pequeña que era la suya en todo el conjunto. Vio la vida de dragones con miles de años y vio la vida de moscas con solo unos minutos de vida. Todos estaban delante de sus ojos. Entonces se dio cuenta de su error, aquel inmenso conocimiento requería un precio mayor a toda la sangre de su cuerpo: su vida.
Amarga ironía, el conocimiento sobre la vida requería perder tu vida. Mal pagada curiosidad que lleva al hombre al éxito más absoluto o a la derrota más aniquiladora. Una vida desperdiciada por descubrir sus secretos. Unos secretos inútiles en una memoria que pronto se desvanecerá. La grandeza de la vida de nuevo perdida por la desaparición de la mente que la conservaba. Quizá hay algunos secretos que es mejor no conocer, o quizá hay que estar dispuesto a pagar el horrible precio. Todo queda en la decisión de la humanidad. ¿Realmente se ha de debatir la humanidad entre sabiduría y seguridad, o puede conseguir y; por tanto; perder ambos?
El alquimista intentó soltar la llave, demasiado tarde ella estaba pegada absorbiendo su esencia. El nuevo mundo que acababa a conocer y el viejo mundo que ya conocía desaparecieron ante él, o, mejor dicho, quizá el desapareció entre aquellos mundos.
Al final aquella lápida que tenía su nombre escrito si era suya.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Fonta dice:

    Hola, gracias por comentar mi cuento (nro 125) es la primera vez q escribo un relato, y tambien la primera vez q participo aca
    Me gusto tu relato, me dejo la intriga de saber su historia pasada del mago, digamos lo `previo hasta llegar al cementerio (no se porq, por curioso quiza jaja), y me quede pensando en esta reflexión “Realmente se ha de debatir la humanidad entre sabiduría y seguridad, o puede conseguir y; por tanto; perder ambos” buen planteo, linda historia y atrapante

    Escrito el 17 junio 2016 a las 23:59
  2. 2. Majencio dice:

    Me ha gustado el planteamiento que haces por el que conocer todos los secretos de la vida implica dar la propia vida como pago. La escena está bien contada, con buen ritmo y realmente veo al alquimista junto a la que será su tumba.

    Reconozco que no se con exactitud todos los casos de uso correcto del punto y coma, pero creo que algunos no lo son. Al menos, a mi me interrumpen un poco la lectura y me suponen perder algo de agilidad al desarrollo:

    “la magia más poderosa era también la más voraz; y un poco de sangre era un buen pago a cambio sus servicios” por “la magia más poderosa era también la más voraz y un poco de sangre era un buen pago a cambio sus servicios”

    “entre sabiduría y seguridad, o puede conseguir y; por tanto; perder ambos” por “entre sabiduría y seguridad, o puede conseguir y, por tanto, perder ambos”

    Aunque igual me equivoco y el uso que haces es correcto y tan sólo me frenan la lectura a mí.

    En cualquier caso, me ha gustado el relato.

    Gracias por compartirlo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 12:13
  3. 3. Juan Francisco dice:

    Majencio, creo que llevas razón en lo de las comas y los puntos y coma. Siempre me pasa lo mismo, porque me da la impresión de que voy a ahogar al lector por escribir tan seguido 🙂

    Escrito el 18 junio 2016 a las 16:27
  4. 4. María Esther dice:

    Buen relato Juan Francisco y a la vez filosofando sobre la vida…y sus misterios.
    Tanto derroche de tiempo buscando esa llave para que al fin la encuentre el anciano en un ataúd y vea su brevedad y se de cuenta que ahora es tarde ya y no hay vuelta atrás.Me recuerda a Antonio Machado cuando dice…”y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.
    ¡Felicitaciones!
    Maritel 126

    Escrito el 24 junio 2016 a las 01:56

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.