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UNA PROMESA DE AMOR - por Lucrecia Gordillo

El autor/a de este texto es menor de edad

UNA PROMESA DE AMOR

El anciano encontró la llave en el único lugar donde nunca la buscó. A nadie, sólo a él, se le podía ocurrir dejarla ahí. Era la llave del féretro de María. Hacía diez años que la había enterrado. Hacía diez años que vivía en soledad. No necesitaba ni quería salir, ni hablar con otras personas. Afortunadamente para él, el vecino más próximo estaba a cinco kilómetros de distancia. Eso le daba paz, disfrutaba de su aislamiento y de la naturaleza a su alrededor. Los pájaros, desde muy temprano cantaban para él, entonces se levantaba e iba a sumergirse en la poza. De joven había sido un gran clavadista, pero hoy, ya solo gustaba de la tranquilidad del agua que relajaba sus músculos. Flotando, de cara al cielo, con los ojos cerrados, decía: ─Ven, María, ven a flotar conmigo. Al sentirla a su lado, sonreía y juntos jugueteaban de nuevo dejando que el agua, cómplice de sus deseos, les acariciara el cuerpo. Contento, satisfecho y limpio, volvía a casa a prepararse los huevos escalfados. ─Me gustan tanto los fritos, pensaba, pero la grasa ya no es buena para mis arterias.
Una vez por semana, luego de su jugueteo en el agua, se iba al pueblo más cercano a comprar los víveres. Estrictamente a eso. Seguía haciendo las compras como recordaba que las hacía María, Comprando poco de cada cosa, pues ella siempre decía que no es bueno que los alimentos pasen muchos días en la alacena o el refrigerador.
Me gusta comer todo fresco y acabado de cocinar, respondía cuando el tendero le aconsejaba que llevara más comestibles para más tiempo.
Sabía que su fin estaba cerca y por eso había estado buscando la llave. Le había prometido a María que el día que él muriera dejaría instrucciones para que pusieran su cuerpo junto al de ella. La vida no es de elástico, pensaba, así que mejor voy preparando todo. Uno nunca sabe a qué hora Nuestro Señor envía a su ángel a buscarnos. Además, ya es tiempo de volver a verte le decía cuando sentía su proximidad en el baño matutino.
Buscó en el armario su traje azul marino, sólo una vez se lo había puesto. Fue el día del sepelio y ese le serviría también para el propio. Registró los bolsillos y en uno del chaleco estaba la llave. Bueno, se dijo, hoy estoy de suerte, maté dos pájaros de un tiro. Ya tengo el traje y la llave. Ahora, a contratar el servicio para que, cuando eso suceda, vengan a buscarme,
Escribió su testamento, las indicaciones necesarias, puso todo en orden y pidió a Dios que le diera una señal para saber cuánto tiempo le quedaba.
A la mañana siguiente durante el baño, llamó varias veces a María pero ella no llegó. Primera vez, en diez años que no llegaba a flotar con él. Ella también tenía que prepararse ya que había llegado el gran día.
El anciano lo comprendió. Ésa era la señal. Llegó a la casa y se vistió con el traje azul.
Cuando lo encontraron creyeron que estaba dormido. Estaba sonriendo y con la mano extendida parecía decir. ¡Aquí está la llave!

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7 comentarios

  1. 1. lucrecia gordillo dice:

    hola amigos lectores

    soy lucrecia gordillo, sólo quisiera aclarar que no soy menor de edad, como aparece abajo de mi nombre en la parte superior. ¡Ojalá lo fuera otra vez! ¡Ojalá regresara la juventud llena de ilusiones y esperanzas! Es cierto que cada etapa de la vida trae un regalo de Dios, pero como escribió el gran Rubén Darío, “juventud, divino tesoro, que te vas para no volver, cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer…”

    Escrito el 17 junio 2016 a las 19:52
  2. 2. EndikaP dice:

    Hola Lucrecia:
    Sin entrar a valorar la forma (porque no me siento en posición de criticar algo así), te diré que tu relato me ha encantado.
    Me ha parecido muy evocador, el tono me ha resultado acertado y ya desde el principio has ido dejando ver un final precioso.
    Has conseguido que nada desentone y eso es un gran logro.
    Enhorabuena por este bonito pedazo de ti.
    Un saludo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 10:01
  3. 3. María Kersimon dice:

    Qué bonito cuento, Lucrecia, un encanto. Lleno de amor y de dulzura de principio a fin.
    «Me gusta comer todo fresco y acabado de cocinar». Quizás esta frase tendría que ir entrecomillada por ser discurso directo, y también «Ven, María, ven a flotar conmigo», mejor entrecomillado que con un guión largo ya que no es dialogo, no le contesta nadie.
    El relato habla de cosas sencillas de la vida cotidiana, los huevos escalfados, la compra, la comida,que dan vivacidad y realismo a la escena. Uno se siente flotar en la laguna con el anciano y es una sensación agradable.
    Todo el relato desprende paz, aceptación de la muerte y emoción. Independientemente de que deja traslucir un trasfondo de religiosidad y la creencia en la supervivencia del alma, que es una opción muy común en personas de generaciones anteriores más que en las jóvenes, y uno pueda empatizar o no, es una oda al amor y a la fidelidad entre un hombre y una mujer. Me recuerda a mi abuela que esperaba plácida, sentada al sol cada día, el reencuentro con mi abuelo. Muy bonito. Saludos.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 12:54
  4. 4. Laura dice:

    Hola Lucrecia
    Hermoso relato. Me ha conmovido. Ojalá todos tengamos la dicha de ese final.
    No voy a repetir lo de los diálogos, ya señalados anteriormente.
    Sigue escribiendo!

    Escrito el 19 junio 2016 a las 11:51
  5. 5. EndikaP dice:

    Hola Lucrecia:
    Un hermoso relato que desde el principio presagia lo que resulta ser un final redondo.
    En lo formal recomendaría un repaso de las comas. Por lo demás me ha encantado. Muchas gracias.

    Escrito el 19 junio 2016 a las 15:31
  6. 6. Albión dice:

    Hola, Lucrecia
    Opino de los diálogos lo mismo que María Kersimon. Los pensamientos del anciano deberían ir entre comillas, ya que cuesta entenderlos. Los diálogos dirigidos por parte de un personaje (en este caso el anciano) a otros personajes van entre guiones y en una línea aparte.
    El contenido de tu relato me ha parecido muy realista, y me ha evocado la vida cotidiana de una forma muy auténtica y un sentimiento de religiosidad muy profundo.
    La caracterización del personaje está muy bien lograda: un anciano que ha aceptado la muerte como parte de la vida y que espera reencontrarse con su esposa en el más allá debido a sus creencias religiosas. Además, el anciano vive su vida según cómo la viviría María, y está continuamente evocando recuerdos de ellos juntos, lo que refuerza aún más, el aprecio que siente el anciano hacia su difunta esposa y sus deseos de reencontrarse con ella.
    Has hecho muy buen trabajo en mostrarnos la historia a través de imágenes en nuestra mente, en vez de mostrarla.
    El lenguaje que empleas para contar la historia me ha gustado mucho, es muy evocador y conmovedor, te muestra la vida tal como es con tono realista.
    ¡Sigue escribiendo!
    Un saludo, Albión

    Escrito el 20 junio 2016 a las 08:57
  7. 7. Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia) dice:

    Hola Lucrecia, vine a leer tu texto porque me llamó la atención el titulo de tu escrito: coincide en parte con el mio que se llama “La promesa”.
    Tu historia es muy bonita, encierra un sentimiento de esperanza y mucha fidelidad. Espero tener la oportunidad de volverte a leer.
    Hasta pronto. Saludos.

    Escrito el 1 julio 2016 a las 00:23

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