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El anciano - por El Sr. Pimienta

Web: http://www.misterpiperis.com

«El anciano encontró la llave en el primer cajón de la mesita de noche, en la habitación de su hijo. Estaba oculta, con disimulo, por un arsenal de papeles deliberadamente colocados encima: facturas varias, los pasaportes de él y su mujer, los carnés de vacunación de los niños y demás impresos, que quedaron desparramados por el cajón en la primera tentativa del viejo al escudriñar la mesita.

Ya de por sí, a los noventa y dos años, el pobre anciano carecía de motivaciones específicas que le produjeran cualquier tipo de entusiasmo. La mujer de su vida, nunca mejor dicho, había perecido unos meses atrás, después de que esa larga enfermedad que convierte los recuerdos en indiferencia les atormentara durante más de cinco años. Fueron los años más penosos y agotadores que el viejo alcanzaba a recordar. Con cada una de las reminiscencias conjuntas desaparecidas en la memoria de su mujer, otra arruga más crecía en el mustio rostro del anciano y, una lágrima menos era retenida por sus ojos.

Él se ocupó de Rosario como un padre cuida a su bebé. La vestía por la mañana con las ropas que él mismo había lavado y planchado, y la arropaba cada noche. La llevaba a pasear con la brisa de la tarde; la cogía de la mano por los campos de trigo que tanto le gustaron, hasta que la fuerza de sus piernas sucumbió. Aprendió a cocinar a los noventa años, y le preparaba, con toda la ternura del mundo, cada comida del día. Y luego, cuando dejó de apetecerle comer, le acercaba el tenedor a la boca con ademán decidido, comprendiendo, e incluso, temiendo su reacción.

Cuando sus hijos decretaron que la mujer requería de unos cuidados profesionales intensivos, el anciano no tuvo más remedio que aprobarlo. La enfermedad de su mujer, era un veneno que usurpaba también con lentitud la vida del anciano. Le estaba consumiendo, y cuanto más empeoraba ella, el aumento de la exigencia demandada superaba la capacidad del viejo en asistirla. Y aceptó alojarla en una residencia.

Al localizar la llave, evocaron del viejo los recuerdos de la época en que, por la mañana, recorría en su coche los cinco kilómetros que los separaban, y ayudaba a la enfermera a darle de comer, y luego, le hablaba hasta conseguir que Rosario se durmiera. A veces no volvía hasta el día siguiente, pero en muchas ocasiones se quedaba solo para contemplarla reposar, sin el temor a que una palabra hiriente saliendo por sus labios, provocara el incremento de la aflicción.

La vida del viejo era monótona. Ya nunca actuaba con vehemencia; las pasiones pretéritas habían sido olvidadas, y, destinaba todo su tiempo a cuidar las hortalizas y verduras del huerto, que tantos años atrás había creado con Rosario en el terreno anexo a la casa.

Desde la última revisión médica, el anciano era “no apto” para la conducción. El coche le aguardaba en el garaje, inmóvil, como sus pensamientos, resistiéndose a ser olvidado.

Si le preguntaran a alguien cómo describiría a Juan, les diría que veían a un viejo fatigado, conduciendo por las calles del pueblo con la boina colocada y la mirada concentrada.

Con el carné de conducir, le habían quitado el último pretexto de entusiasmo. Ahora, deambulaba por la casa con la vigorosidad perdida; como si fuera el agua de un río, que al haber descendido con el ímpetu de su juventud hasta el pie de la montaña, queda irremediablemente estancada en el lago que supone su final.

Cogió la llave sin pensarlo; fue a su habitación y descolgó la boina del perchero y se la colocó. Continuó hasta el garaje, y subió al coche mientras la puerta se iba elevando lentamente».

—Ahora una lágrima cae por mi mejilla, no lo he podido evitar. El vínculo de un nieto con su abuelo va más allá de la razón.
He tenido claro que mi abuelo necesitaba marcharse, lo sabía. Cuando mi padre me contó cómo había sucedido, no pude más que sonreír.
Espero que allí arriba encuentre a quien siempre ha necesitado, y deseo con todo mi corazón, hallar lo que él siempre tuvo.
Adiós, abuelo.

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14 comentarios

  1. 1. Anna Trejo M dice:

    Sr. Pimienta:
    No soy fanática del halago fácil, pero tu texto me ha ganado. Excelente por ti.

    En lo que a mi respecta, las bases están bien cimentadas y la historia, concreta.

    Nos leemos.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 19:17
  2. 2. Zelfus dice:

    El contenido me parece más denso y poderoso que un texto de 750 palabras… eso hace que su velocidad sea baja y su final no tan impactante. Me parece interesante.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 20:40
  3. 3. María Kersimon dice:

    Hola, Señor Pimienta, buenos días.
    Le estoy dando el tercer repaso a tu texto. Un relato muy bien construido. Enlazas el principio con el final y en medio nos cuentas la historia. Y es que el reto de este mes nos obligaba a prestar una especial atención al tiempo. Vuelves dos veces al momento en que encuentra la llave, en el centro del texto y al final, cerca del desenlace. El hecho de encontrar la llave en tu historia es un desencadenante (de recuerdos, revisión de vida y de la decisión final).
    La visión de la vejez que muestras es especial ya que describes a un hombre dependiente de su esposa, aquejada de alzheimer, por consiguiente, que está perdiendo su motivación para la vida. Por un lado tu visión de la vejez es como la de esta cascada que va a caer al lago y ahí se acaba todo. Por el otro describes a una vejez aquejada de mucho dolor. De modo que tenemos un lento descenso hacia la aniquilación del ser.
    Tu relato está escrito con una enorme sensibilidad, tiene detalles de ternura, amor y dedicación que conmueven. Es también enormemente triste: al anciano se le van quitando sus bienes más preciados uno a uno hasta dejarlo sin nada que le ilusione, ni siquiera ya el cultivo de las verduras.
    Su gesto de rebelión consiste en “robar” la llave prohibida y coger el coche para acabar con su vida, deducimos, y aparece el nieto para concluir la historia.
    El nieto quizás hubiese podido aparecer antes, al inicio, y reaparecer al final, hubiese podido ser el narrador, quizás… Su aparición ahí de la nada me choca un poco.
    En enternecedor el relato de los cuidados que el anciano dispensó a su esposa hasta el final, a pesar de que la enfermedad de ella le está robando a él también la vida. Los sentimientos están muy bien, muy bien descritos.
    En la forma abres la primera frase con un entrecomillado inútil.
    Me parece excesivamente pesimista la descripción del anciano. Esta frase a mi me parece victimista: “Ya de por sí, a los noventa y dos años, el pobre anciano carecía de motivaciones específicas que le produjeran cualquier tipo de entusiasmo”. de por sí, un anciano de 92 años no tiene porque sentirse así. Yo conozco una Sra. de 90 años que disfruta ayudando a su hija en los trabajos del campo y de la vida cotidiana. Esto depende mucho de la persona y de la estimulación que recibe. Es cierto que nuestras sociedades supuestamente “avanzadas” han relegado a los ancianos a un lugar indigno, cuando tendría que ser justamente lo contrario: que nos deleitaran y nos ayudaran con su experiencia.
    Bueno pero este anciano en concreto amaba demasiado a su mujer y no podía superar su pérdida.
    “Con cada una de las reminiscencias conjuntas desaparecidas en la memoria de su mujer, otra arruga más crecía en el mustio rostro del anciano y, una lágrima menos era retenida por sus ojos”.
    Esta frase, creo que se podría mejorar. La idea es buena opero resulta un poco enrevesada.
    El veneno no usurpa la vida del anciano sino que la disuelve, la deteriora… necesitas un verbo diferente a usurpar.
    “Al localizar la llave, evocaron del viejo los recuerdos de la época en…”. Aquí hay una incoherencia gramatical. Sería “Encontrar la llave evocó …los recuerdos…” o bien ” Al encontrar la llave, afloraron en la memoria del viejo los recuerdos…”
    Bueno, un gran trabajo y una bonita historia. Tu entrega del mes pasado ya me gustó enormemente. Tienes una gran capacidad para la prosa y te veo escribiendo una novela.
    Mi anciano es la antítesis del tuyo. No se da por vencido sino que lucha hasta el final por una vida digna con su “No pasarán”.
    Hasta la vuelta de vacaciones, que te volveré a leer.
    Un abrazo.

    Escrito el 19 junio 2016 a las 12:25
  4. 4. charola dice:

    Hola Sr. Pimienta! Un relato escrito con mucha nostalgia, pesimismo y ternura que hace pensar en la vejez y sus consecuencias. La soledad, la enfermedad, la baja de habilidades propia de la senectud. Me gustó, pero me puso muy triste, además el ritmo lento que le impusiste a tu relato va de con el tono pesimista. No encuentro pegas, solo las que te ha dicho María Kersimon, con las que estoy de acuerdo.
    Un abrazo.
    Si puedes pásate por el mío. Gracias por tu relato.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 02:57
  5. 5. Melisa dice:

    Hola, Sr. Pimienta 🙂

    Hermoso relato. Me gusta mucho la sensibilidad con la que escribís. Hiciste una gran construcción del personaje. Excelente trabajo!

    Sólo dos cositas me hicieron ruido. La primera, las comillas latinas. No entendí el significado que buscaste darles. La segunda, la irrupción del nieto al final. Comparto la propuesta de María Kersimon de que el narrador sea el nieto. También creo que el relato podría terminar en “lentamente” sin problemas.

    Un gusto enorme leerte.

    Saludos y hasta la próxima!

    Escrito el 20 junio 2016 a las 02:58
  6. 6. El Sr. Pimienta dice:

    Gracias Anna Trejo M por pasarte y darme la opinión, un placer leerte.

    Hola Zelfus, anoto tu crítica de cara a cualquier cosa que escriba a partir de ahora. Intentar imprimir algo más de velocidad!.

    Gracias por pasarte, un saludo!

    María Kersimon, tu capacidad de análisis es sobresaliente. Aspiro algún día a analizar un texto con la misma sensibilidad y esmero que tú. Gracias.

    El personaje del nieto, estoy de acuerdo, está introducido con poco acierto. En realidad, es el narrador, pero soy consciente de que no lo he dejado muy claro en el relato.
    De ahí las comillas, pues todos excepto el último párrafo, salen por su boca en, digamos, el entierro del anciano.

    De los errores de forma, gracias por corregir la frase “Al localizar la llave, evocaron del viejo los recuerdos de la época en…”, pues, el verbo “evocar” no sabía muy bien como utilizarlo, y ahora me ha quedado más claro.

    Muchas gracias por todo, incluidas las bonitas palabras que me has dispensado.

    ¡Un saludo!

    Hola Charola, sí que es verdad que el relato está escrito con mucha nostalgia. La verdad es que hay un muy alto porcentaje biográfico, y de ahí que he conseguido, en cierta medida, transmitir este sentimiento un poco pesimista.

    Gracias por posarte y tus palabras, y, ¡claro que me pasaré por el tuyo!

    Un saludo

    Melisa, ¡bienvenida!

    Las comillas querían evidenciar que lo que se está narrando, es citado por una tercera persona, en este caso el nieto. Mi idea era que él fuera el narrador, sin embargo, no he conseguido que el lector tuviera esa sensación.

    En todo caso, me apunto tus sugerencias y te doy las gracias por haberte pasado por aquí.

    ¡Un placer!

    Escrito el 20 junio 2016 a las 21:09
  7. 7. earendil dice:

    Hola Sr. Pimienta.
    Curioso seudónimo te has escogido.
    Creo que es la primera vez que te leo y, la verdad, me alegro mucho de haberlo hecho.
    Una ortografía muy cuidada y una delicia de vocabulario.
    Opino como los demás en cuanto a las comillas, no acabo de encontrarles el sentido. Tal vez yo hubiese entrecomillado el final, por el cambio de narrador, etc., pero no es más que una opinión personal, tan buena o mala como otra cualquiera.
    Después del comentario de María Kersimon, poco más queda que añadir, no se ha dejado nada. No por repetir, si no más bien por hacer énfasis en los comentarios anteriores, el escrito tiene una cadencia acorde con la vida de tu protagonista, de cabeza hacia el final. Da la casualidad que vengo de comentar otro texto también de un suicidio, casualidades de la vida.
    Me alegro mucho de haber pasado por aquí y felicidades por tu trabajo.
    Estoy en el 171, por si te apetece echarle un vistazo.
    Saludos.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 19:18
  8. 8. Don Kendall dice:

    Hola Sr. Pimienta
    Es una anécdota atractiva y previsible. Está bien escrita con vocabulario rico y sugerente. Hay algunos matices que comentaristas anteriores pusieron de manifiesto, por lo que no repito.
    Con tu permiso, voy a hacer un par de comentarios a propósito de lo que me parece una carencia especial y que es la posiblemente origine el descuadre por un lado, y la falta de voz propia por el otro. Me estoy refiriendo al Narrador. A veces solemos perder de vista que “el autor” no es quien narra una historia.Según Alberto Paredes (*):

    La persona que cuenta la novela o el cuento no es propiamente el autor, sino aquel ser que dentro del texto personifica una proyección singular del autor como emisor del discurso literario.

    .
    Has elegido un narrador en tercera persona para la primera parte. Es la voz de un narrador omnisapiente, pero somete su perspectiva a uno de los personajes : el abuelo/anciano en este caso. Para algunos autores es lo que se conoce como narrador con.”Sólo se narra lo que el personaje puede saber, ver o conocer según las relaciones que establece con los demás y su funcionamiento en el texto”. Es interesante esa solución , pero como lectores quisiéramos saber desde qué lugar lo está narrando, porque si no entendemos que puede haber trampa al final. Y eso es lo que sucede. Si el punto de vista es el del nieto en presente, refiriéndose al pasado eso deberías exponerlo al principio de algún modo. Evidentemente no soy quién para decirte lo que deberías hacer ;-). Pero mi correspondencia como lector final con tu obra como autor, no puede estar sujeta a lo que puedas entender como un golpe o “sorpresa” (¿?) final. Tu escritura y estilo son lo suficientemente bellos sin que necesiten golpes de efecto que no son tales. No me extiendo mucho más , de momento, para no incordiar demasiado jeje..
    Sí recomiendo la lectura de “Las voces del relato” de Alberto Paredes. Aquí tienes un enlace al prólogo. Si necesitas el libro te lo podía dejar en préstamo para leer ;-)).
    (*) Prólogo del Libro “Las Voces del relato”
    Un abrazo

    Escrito el 23 junio 2016 a las 19:38
  9. 10. Manoli VF dice:

    Hola, Sr. Pimienta.

    Nos has presentado un texto cercano e intimista, en el que usas la descripción tanto de los hechos como de la vida del anciano para acercarnos al personaje. Esta misma descripción sin embargo consigue dos cosas contrarias a la vez: acercarnos al protagonista y alejarnos al mismo tiempo. Esto se hace patente porque abusas de la palabra “viejo” y añades opiniones del propio autor como “pobre viejo” con lo cual la figura entrañable que nos presentas se desdibuja. Con solo un retoque de estas dos cosas mejoraría inmensamente el texto.

    Fíjate que he contado al menos cinco veces la palabra “viejo” y otras cinco en las que aparece la palabra “anciano”. Veo que usas alternativamente una y otra para referirte al personaje: “El viejo” “El anciano”. Creo que si querías acercarnos el personaje quedaría muy bien que le pusieses un nombre o si no quieres no ponerle el apelativo de viejo o anciano cada vez que lo nombres que ya sabemos que lo es.

    Otra cosa que me ha chocado es la aparición al final del nieto en el texto, por ser una introducción algo brusca, quizás se podría hacer de forma más indirecta, por ej: “esta es la historia de mi abuelo…”

    Ignoro si el texto es autobiográfico, mis respetos totales en caso de que así sea, y alabarte tu buen hacer, más aún si este es el caso, por lo bien que has sabido retratar algo así.

    Consigues que llegue un mensaje: Libertad de elegir la vida como quieres que sea (en caso del anciano) y también esa lucha por cuidar y normalizar lo más posible la vida de las personas que has querido (la de su mujer. Nos has presentado a un héroe de lo más humano. Gracias por la historia.

    Un saludo.

    Escrito el 24 junio 2016 a las 11:50
  10. Hola Sr. Pimienta,

    Un relato muy bien construido y bien llevado.

    A mí me ha gustado el hecho de utilizar dos narradores y no lo veo para nada confuso. De hecho, la parte final ha hecho que el relato entero me llegara aun más. Es la despedida de un abuelo hecha por su nieto y me parece precioso.

    Enhorabuena, compañero.

    Un placer leerte.

    Aina Pons Triay – Menorca, España
    ainaponstriay.wordpress.com
    Mi relato este mes: nº 49 – DESTINO https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-36/5891

    Escrito el 24 junio 2016 a las 15:40
  11. 12. luis dice:

    Hola señor Pimienta, soy luis(127). Un relato muy enternecedor de principio a fin. Saludos.

    Escrito el 25 junio 2016 a las 17:33
  12. 13. Dante Tenet dice:

    Hola:

    Los temas de forma ya los han comentado quienes escribieron antes.

    A mi como lector me ha llegado y mucho, ese nieto dejando partir a su abuelo.

    Nos seguimos leyendo.

    Yo estoy en el 67

    Escrito el 26 junio 2016 a las 01:30
  13. 14. Cryssta dice:

    Hola Sr. Pimienta, disculpa que no lea esta vez tu relato para corregirlo pero he tenido muchas visitas y estoy algo cansada de hacer correcciones por lo que ahora solo leo por el placer de la lectura. Tengo que decirte que tu relato me ha gustado mucho. Felicidades.

    Escrito el 1 julio 2016 a las 11:31

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