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el anciano y la llave - por el chaval

EL ANCIANO Y LA LLAVE

El anciano encontró la llave en el sitio donde tenía por costumbre dejarla; detrás de la puerta de entrada al almacén colgada de un clavo herrumbroso.

Esta llave abre el almacén donde guarda las herramientas para el trabajo hortelano, como las azadas, el motocultor, rastrillos o, la carretilla para el traslado de abonos y tantos pequeños utensilios que fue acumulando por el trabajo de la tierra; como también grano, pan seco, hierba verde para la alimentación de gallinas y conejos.

Nació y morirá como él dice, en el mismo pueblo y hogar; un rincón maravilloso cercano a la Serra del Cadí con algunas de sus cumbres todavía nevadas al comienzo del verano. Se levanta muy temprano – sólo en la época estival cuando las cosechas y en otoño cuando algunas siembras lo requieren- y unos cuantos escalones le llevan de sus habitaciones al portalón del almacén para abrir, dejar la llave en su sitio y dar de comer a unos cuantos conejos (todos blancos) resguardados de los calores estivales y fríos exteriores.

El almacén es grande, rectangular y al fondo, hay una puerta cerrada simplemente con una aldaba y, que al atardecer de retirada para casa luego de haber trabajado duro en el huerto, se para a contemplar las puestas de sol de coloridos y formas inimaginables entre las montañas con alguna nube en lontananza.

Esta llave que hablamos y que guarda con esmero y cariño de conservación, es objeto de mala vista por parte de una vecina que desde hace un tiempo le viene presionando para que se la regale o la venda o, como le dijo en una ocasión intentaría hacerse con ella como fuera. para el disfrute de su vista en la repisa donde guarda artilugios propios de casas antiguas.

De ninguna manera nuestro querido labriego, hombre enjuto, estatura algo baja, mejillas hundidas, pero nervudo en sus brazos por el esfuerzo del trabajo camperol, ni en broma había consentido el tratar este tema del cambio de dueño para la llave.

La casa, construida por sus antepasados hacía más de doscientos años; con habitaciones en el piso superior y en los bajos unas cuantas vacas para abastecimiento de carne y leche para ellos y algunos vecinos, que también proporcionaban calor, porque el suelo era de madera con tablas algo separadas que servían para vigilancia de los animales, aunque insectos voladores y chinches también amenizaban el ambiente. Con los años este sistema se fue cambiando por el cemento

A mediodía, cuando el sol está en el cenit de su andadura y comprende que es hora de descansar, se prepara una ensalada de lechuga con trozos de cebolla, pimiento morrón y habitas recién cogidas, aderezado con aceite y un poco de vinagre y nula sal, recomendado para su tensión. Al porrón de vino fresco le saca unos tragos acompañado de butifarra o queso que siempre tiene en la despensa. Y como el vino y el calor tienen efectos tranquilizantes y disuasores de trabajar, baja de nuevo al almacén donde tiene costumbre de hacer un poco de siesta sentado en un banco de madera y recostado en el portón semiabierto y arrullarse con la corriente de aire fresco aunque también acompañado con los olores naturales de las jaulas de los conejos.

Es aquí donde da un respingo, y ve al clavo herrumbroso que no aguanta llave alguna
Sus cavilaciones no tienen sosiego; donde puede haber dejado la llave, piensa que como siempre en su sitio, pero no está y, empieza el recorrido de sus pasos desde que abre el portón y saluda y dar de comer a los conejos, rebuscando entre la paja y asustando a los mas pequeños.

Comprueba en los sacos de maíz, donde también ha estado cargando para dar de comer a las gallinas afuera en el cobertizo; mira al suelo constantemente y ya desesperado, desilusionado y frustrado, piensa que la edad le está recordando los años que tiene y, aunque la memoria gira hacia las ansias de su vecina por poseer la llave, su forma de ser no le permite seguir mas allá en que pueda haber incidido esta vecina en la desaparición de la llave.

Cariacontecido, pero con ganas de seguir buscando, regresa a la entrada del almacén y para su sorpresa y regocijo del alma, se le ilumina la cara al ver su querida llave colgada como siempre en el herrumbroso clavo.

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5 comentarios

  1. 1. Luis Ponce dice:

    Hola Chaval:
    Hermoso en su simpleza. De una ligereza para la lectura que lo convierte en invitación a continuar.
    Te felicito.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 00:42
  2. 2. Eduardo Tapia dice:

    Hola Chaval, tu texto es bastante bueno, por lo que me ha costado dejarte un comentario elaborado sin caer en lo que son opiniones muy subjetivas y discutibles acerca de qué está bien o mal. Recordando que mi intención es simplemente ayudarte, y disto mucho de conocer la verdad, te ofrezco mi punto de vista.

    Cosas positivas:
    Has creado un relato costumbrista muy sólido y detallado, como intuyo que ese era tu objetivo principal, no puedo menos que concluir que has hecho un buen trabajo, por lo que cualquier otra consideración en contra son detalles menores.

    Cosas que podrían mejorar:
    Para mi opinión personal, y sin ser precisamente un experto, he notado cierta ausencia de comas y puntos. Los que están, están en su sitio, pero muchas frases se me han hecho demasiado largas o he echado en falta alguna pausa.
    El primer tercio del relato me ha parecido realmente bueno, agradable y sencillo para entrar en ambiente, las descripciones detalladas me han sumergido en Serra de Cadí. Sin embargo, a partir de ahí he empezado a percibir un menor cuidado por que todo quedase armonioso, noté que los detalles se volvían liosos y cada vez más alargados e innecesarios.
    Por ejemplo en la parte: -De ninguna manera nuestro querido labriego, hombre enjuto, estatura algo baja, mejillas hundidas, pero nervudo en sus brazos por el esfuerzo del trabajo camperol, ni en broma había consentido el tratar este tema del cambio de dueño para la llave.- Te recreas tanto en la descripción del protagonista, así, de repente, simplemente para expresar que es muy fuerte y mejor no robarle, te esmeras tanto en la descripción que todos teníamos ya en la cabeza que al final tienes que reiterar lo de “ninguna manera” en el mismo punto y seguido.
    En el siguiente párrafo nos das una extensa explicación de como era la casa, con el curioso sistema de calefacción vía ganado, a parte de que por ahí faltan un par de puntos y seguidos, me llama la atención que al final, tras casi 70 palabras de descripción sin un solo punto, digas “pero ahora no es así” y cambies a otra cosa. Se supone que me estabas describiendo la vida actual del anciano, y eso es un mazazo a todo lo que me había esforzado en imaginar.
    El siguiente párrafo de lo que era hasta ahora una descripción de la granja, ya es entrar a desgranar cada ingrediente de una ensalada, empieza a ser demasiado agobio en detalles para mí.
    En la parte donde extravía la llave, me desconcertó que se parase a ¿dar de comer a los conejos? Mientras la buscaba.
    También creo que no debiste dejar tan para el final el tema de que perdiera la llave y luego darle tanta importancia, personalmente me hubiera gustado más que fuera a buscar agua al pozo (por ejemplo) y describieras el resto de la zona con el mismo tono tranquilo y agradable con el que empezaste, que ver al pobre anciano lleno de desasosiego y cariacontecido por la pérdida de la llave, total, para que luego estuviera donde debía estar (?).

    Escrito el 19 junio 2016 a las 19:38
  3. 3. el chaval dice:

    Eduardo Tapia un saludo. Mejoraré las puntuaciones, creo que me ha faltado tiempo para releer el texto.
    Tienes razón en lo “de ninguna manera” no hago mas que recalcar lo dicho.Me refería que era un gran trabajador.

    “pero ahora no es así” siento que te haya resultado como un jarro de agua fría. Ahora lo veo de otra manera.

    Dar de “comer a los conejos” mientras busca la llave. Fallo total por mi parte, no está bien descrito cuando digo “empieza el recorrido de sus pasos” … aquí,había de explicarlo como el pensamento de lo que hizo por la mañana, no que lo hacía de nuevo.

    El último párrafo queda para la duda, de quien puede haber cogido la llave, Podría ser la vecina, pero que, quizá por remordimiento la volvió a dejar en el mismo sitio.

    Te agradezco muy mucho tus observaciones que demuestran interés y ganas de ayudar a los demás. gracias de nuevo y ojalá tenga tan buena visión para dar mi opinión a los demás.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 23:27
  4. 4. el chaval dice:

    Hola Luis Ponce
    Gracias por tu felicitación, lo hubiera hecha antes, pero ha sido hoy cuando he visto los comentarios.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 23:30
  5. 5. Laura dice:

    Hola Chaval
    Realizas hermosas descripciones de la zona rural.
    Tal vez te toman la mayor parte del relato aunque es importante por la forma en que encaja la necesidad de la llave para el anciano en esa ambientación tan cuidada.
    Repentinamente la llave desaparece y luego de una intensa búsqueda y nuevas descripciones aparece para sosiego del anciano. ¿Fue un lapsus del anciano? ¿Fue la vecina que se arrepintió y la devolvió? ¿Alzheimer?
    Me gustó la forma en que un objeto totalmente cotidiano se convierte en algo tan importante, en que cada cosa tiene que estar en su lugar para que el mundo, al menos el del anciano, esté como debe estar.
    Sigue escribiendo

    Escrito el 26 junio 2016 a las 11:29

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