Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El día después - por Alfonso Besada

Web: http://www.alfonsobesada.es

El anciano encontró la llave en su bolsillo. La miró nostálgico, haciendo memoria de los años que había enseñado la asignatura de Religión en el colegio del cual le acaban de cesar. Aún no se lo explicaba, y eso que no dejaba de darle vueltas a la cabeza. ¿Cómo lo habían llevado esos tres niños al borde de la desesperación? Si bien Dios está en todas partes, ¿no lo estaría aún más cerca del pastor que intenta guiar a las ovejas descarriadas? Bueno, más bien a esos lobos disfrazados con piel de oveja.

Nunca en la vida había blasfemado, y no por falta de motivos, sino porque sabía que él llevaba razón, que las Escrituras no mentían; tenía la verdad en sus manos. La ciencia había avanzado mucho, cierto. Don Saturnino era de los que usaba el mando a distancia para cambiar de canal, y volvía a dejarlo frente al televisor, aunque tuviera que levantarse cada vez. Usaba un móvil anticuado, de botones grandes y pantalla minúscula cuya luz amarillenta se encendía ante cualquier llamada entrante o saliente, o pulsación de teclas. Hasta usaba su ordenador, que funcionaba con «Windows 95», para escribir los cantos del domingo. Era un negado para las nuevas tecnologías, lo tenía asumido, pero aún así las aceptaba. Pero lo que no iba a tolerar de ninguna manera era que un grupo de imberbes con bata blanca le convencieran de que el hombre procedía del mono. ¡De un mono, nada menos! ¿Acaso el hombre se rascaba con frecuencia? ¿Se eliminaba los parásitos en comunidad? De ser así, ¿por qué la gente seguía acudiendo a rezar a los templos, a las iglesias, en lugar de a la jaula de los simios en los zoológicos?

Era una pregunta retórica, pero imaginó que en un futuro, podría darse esta situación. ¿Por qué no? Ya había visto mucho. Los templos cambiarían sus bóvedas por barrotes al aire libre. La gente llenaría el cepillo de cacahuetes, a lo sumo, plátanos. Y esos locos de las batas blancas hasta enseñarían a los gorilas a consagrar el pan y el vino. Sustituirían la imagen del Crucificado por un orangután en peligro de extinción. ¡Qué horror! Nada más pensarlo, al viejo cura le dio un soponcio. Se recostó en el banco y se llenó la boca con un puñado de frutos secos. Los masticó con rapidez hasta que un garbanzo tostado confirmó la necesidad de erradicarlos de los paquetes de frutos secos. Al notar cómo le crujió la muela saltó del banco.

—¡Me cago en Dios y en el que ha tostado los garbanzos!

Se quedó paralizado, lo había vuelto hacer. Había blasfemado de nuevo. «Padre, ¿qué me está pasando? ¿Se me pasará esto?», preguntaba mirando al cielo, esperando una respuesta. Ésta tardó unos segundos en llegar. En forma de excremento de paloma en el hombro derecho.

—Señor mío, si ésta es tu voluntad, así sea. Sé que la he cagado y esto es lo que merezco.

Sacó un pañuelo de tela de su bolsillo. Lo desdobló, y manteniendo la cabeza lo más lejos que le fue posible del hombro, mirando de reojo, procedió a limpiarlo entre arcadas. «Qué respuesta más apestosa, señor», pensó.
—Tomad estos ricos garbanzos, pájaros del demonio. Así se os parta el pico igual que a mí —les dijo a las palomas, arrojándoles todos los garbanzos que le salían en el paquete.

Recordó la de veces que había aconsejado a los feligreses de su edad que no era vida la de pasarse las tardes en un banco del parque alimentando a las palomas, que debían hacer vida comunitaria. Entonces se levantó y echó a andar. Al día siguiente se pasaría por el colegio a devolver las llaves del que hasta el día anterior había sido su departamento.

—Y de paso, les echo un último vistazo al «traserete» de doña Sonia y a los de las nuevas, que fuera de la docencia, de la parroquia no me sacan ya, y allí sólo van viejas bañadas en colonia. Anda que no.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

10 comentarios

  1. 1. Guiomar de zahara dice:

    HOLA ALFONSO:
    He comenzado a leer tu relato, y no he parado hasta el final. Pero…hay un par de cosas que no me han quedado claras.
    ¿le cesaron a causo de “algo” que pasó con los tres chicos? ¿No blasfemaba solo por las escrituras? y alguna cosilla más.
    ¿Le jubilaron, se jubiló o sencillamente se marchó porque le gustaban más los traseretes, que en nada se parecían a las viejas bañadas en colonia?
    ¡Buen trabajo!

    Escrito el 19 junio 2016 a las 09:02
  2. 2. Ciudadano de Mastia dice:

    Hola, Alfonso:
    Me lo he pasado bien con tu relato. Dejas margen a la imaginación del lector, con la nebulosa del despido y sus causas. Detalles buenos: un personaje que usa el mando de la tv y lo deja sobre ella; Windows 95 para sus cánticos (si cubre sus necesidades, por qué cambiar); la respuesta del altísimo en forma de cagada de paloma (cagada por cagada)…
    También he percibido un leve aroma de la película “El planeta de los simios”.
    Enhorabuena por tu narración. Me agradaría tu opinión del mío (183).
    Un saludo.

    Escrito el 19 junio 2016 a las 17:58
  3. 3. A. Neda dice:

    Hola Alfonso:
    Interesante tu relato, me hubiera gustado más que dieras un poco de contexto, ¿Que paso con lo jóvenes?, ¿Po eso lo despidieron?, ¿Se retiró?, no se darle más pasta al relato.
    Por lo demás todo muy bien, la imagen del anciano hecho asimismo y sin intenciones de cambiar es muy clara y agradable.
    Te invito a pasar al mío (185).
    Un saludo.

    Escrito el 19 junio 2016 a las 18:53
  4. 4. Soledad dice:

    Hola Alfonso, me sumo a lo que te dicen los compañeros, engancha nada mas empezar, pero quedan demasiadas cosas no muy claras, no te las voy a repetir por que son las mismas que ya te han indicado.

    Enhorabuena por tu relato
    Si te apetece seguir leyendo estoy en el 37
    Gracias, un abrazo

    Escrito el 22 junio 2016 a las 12:48
  5. 5. M T Andrade dice:

    Hola Alfonso
    La forma me parece adecuada, el relato es plenamente comprensible.
    El contenido del relato parece unir dos temas, el primero, que acontece a un anciano profesor que es cesado, en mi opinión por no saberse retirar a tiempo (cosa que sucede a menudo también con gente joven, típicamente deportistas) y que justifica su error en el comportamiento de unos chicos.
    El segundo es su reacción como religioso antes estos hechos y nos muestra una persona alejada de Dios, por un momento más cerca del mono que de otra cosa.
    Indudablemente el tema está bien planteado, aunque podría mejorarse mucho esta segunda parte.

    Escrito el 23 junio 2016 a las 00:16
  6. 6. Yolanda Tovar dice:

    Hola, Alfonso:

    Me he divertido mucho con tu relato, especialmente por como retratas al personaje. Su negación a evolucionar en los tiempos que corren provocan situaciones que ahora nos parecen graciosas pero que eran de lo más nlrmal hace unos años. Además, me encanta la interpretación que hace de la supuesta respuesta de dios.
    Por otro lado, ya en el aspecto más técnico, creo que has construido un relato bastante sólido y coherente, aunque como ya te han apuntado otros compañeros, le falta un poco de contexto.
    Gracias por comentar mi relato.

    Un saludo.

    Escrito el 23 junio 2016 a las 07:35
  7. Gracias por el dato, Ophelie. No tenía ni idea. De los demostrativos, sí, pero del adverbio “solo” no. Siempre lo he escrito con tilde para diferenciarlo de su uso como adjetivo. Ahora parece que ha cambiado la norma, y aunque puede escribirse “sólo”, no es obligatorio el uso de la tilde. Estas cosas deberían advertirlas o avisarlas de alguna manera, que muchos nos seguimos rigiendo por las reglas ortográficas antiguas.

    Escrito el 24 junio 2016 a las 02:56
  8. Leyendo ahora mismo los comentarios, acabo de darme cuenta que falta uno propio donde hacía referencia al contexto de este relato y os situaba un poco en la historia. Anoche estaba el comentario, ahora no. Espero que no lo haya escrito en el relato de alguno de vosotros. Vaya palo. En fin, son cosas que pasan cuando tienes varias pestañas iguales en el navegador.

    Nada, que no lo encuentro. Bueno, a groso modo, el anciano de este relato da clases de Religión en un colegio. Es un hombre mayor, de la vieja escuela, que reniega del evolucionismo. Tras leer un pasaje de la Biblia, abre un debate. El caso es que dos de los alumnos empiezan a cuestionar las bases del cristianismo y toda su fe, hasta que el cura explota cagándose en Dios. Esto llega a oídos del profesorado, de los padres, las altas esferas de la Iglesia… y terminan cesando al cura.

    Aprovechando esa trama, he querido hacer una especie de secuela, construyendo el personaje del anciano mezclando los estereotipos de ancianos que Robert W. Peterson comentó que podían salir en los distintos relatos: el anciano delirante, el huraño, el sabio, el que alimenta a las palomas, el viejo verde…, y esto es lo que ha salido.

    Escrito el 24 junio 2016 a las 03:19
  9. 10. beba dice:

    Hola, Alfonso:
    Tu relato me hizo reir muchísimo. Las notas del personaje, ocurrentes y precisas.
    Es un texto sin espacios para los “consejos para mejorar” ya que es pulcro, claro y sencillo.
    Felicitaciones.
    (203)

    Escrito el 27 junio 2016 a las 02:36

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.