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El anciano Matias - por Tilly

El anciano Matías

El anciano encontró la llave en la caja de las galletas. Se extrañó, la abría todas las mañanas y nunca la había visto. Con su presbicia era difícil distinguir los objetos sin las gafas correctoras.
Además procuraba dejar la capa del fondo siempre llena por no quedarse sin ellas en un día de frio.
La llave era pequeñita, la mitad de su dedo menique, dorada, descolorida.
La palpó como si quisiera que le hablara y le contara su secreto, igual no había ninguno. Estaba sola y olvidada en medio de las galletas que no le hacían caso.
Pensó en llamar a su hijo y preguntarle, le iba a contestar lo de siempre—Papá estoy trabajando, qué quieres que me importe de una llave en una caja de galletas, perdóname pero ahora no puedo atenderte-y colgaría enfadado. ¿Y su niña?
Hacía mucho que no veía a sus nietos y sería una buena excusa para llamarla y pedirle que se acercara con ellos.
Buscó el teléfono y las gafas que dejaba cada vez en un sitio distinto por distracción, y luego se veía obligado a dar vuelta a toda la casa para encontrarlas. Esta vez sí que estaba difícil. Recordó los últimos movimientos antes de ir a la cama, siempre bebía un vaso de leche frío. Abrió el frigorífico, allí estaban. Al ponérselas tuvo un escalofrío, a pequeños pasos se dirigió hacia el cuarto de estar para coger la libreta, no era capaz de mirar los números en el teléfono.
A su vecina Sofía,para que le fuera más fácil llamar, los hijos le habían preparado los números más frecuentes y ella solo tenía que tocar el uno o el dos y en seguida podía escuchar sus voces. Matías marcó lentamente el número de su hija, le respondió una voz extraña, pensó que se había equivocado de numero.
—Hola, despacho de la doctora Gálvez-repitió la voz
¿Cómo sabía esa señora su apellido? Igual se había equivocado.
-Hola, voy a colgar…
—No, no, ¿puedo hablar con mi hija?
-Ah, señor Gálvez, no le había reconocido, no lo siento, está en una reunión todo el día. ¿Es urgente?
-No, gracias, dígale solo que la he llamado.
Como gritaba la condenada, le obligaba a chillar a él también. Se tocó el oído, no se había puesto el Sonotone.
Lo cogió de la mesilla y se lo colocó, un pitido fuerte ¿Qué sería?
Era el timbre de puerta, no había soltado la llave, seguían llamando y él no podía correr.
Al abrir la puerta, los ojos vivarachos de su vecina Sofía le sonrieron.
—Cada día estás más sordo, te he traído un poco de bacalao al pil pil que a ti tanto te gusta.
—Pasa, pasa y cierra la puerta que en estos tiempos…
Llegaron a la cocina, Sofía apoyó el plato y le dijo —Dame un vaso de agua por favor.
El dejó la llave en la encimera, cogió un vaso y lo llenó de agua.
Sofía agarró la llave, la apretó en su mano con fuerza y le dijo— ¿Me la regalas?
— ¿Y eso? -Le respondió Matías intrigado. ¿Para qué la quieres?
Esta es la llave de la suerte que salía en una caja de galletas hace tiempo y tu mujer la llevaba siempre con ella en su bolso. ¿Dónde la has encontrado?
—En la caja de galletas—respondió él

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4 comentarios

  1. 1. Laura C. dice:

    Hola Tilly, éste es el primer relato que comento, y como es el siguiente al mío se supone que tengo que hacerlo más a fondo. Me ha gustado la historia, el anciano me ha caído bien y si no tuviera que valorarla lo dejaría aquí pero me temo que tengo que mojarme.
    Voy a centrarme en lo que me ha chirriado de tu cuento.
    – Las gafas: que recuerde que lo último que hizo fue tomar un vaso de leche frio y que las dejó dentro de la nevera suena un tanto raro.
    Dices «al ponérselas tuvo un escalofrío, a pequeños pasos se dirigió…» Yo habría acabado con un punto pues una cosa no tiene nada que ver con la otra.
    Con las gafas ya puestas no puede mirar los números en el teléfono, pero justo antes acaba de coger la libreta. Puede leer en la libreta? Por cierto el verbo correcto sería ver, no mirar.
    La explicación del teléfono que tiene la vecina no es necesaria en un cuento corto.
    – Sonotone: Si no lo lleva puesto no puede notar que la persona al otro lado del teléfono grita. De hecho cuando esa persona responde y dice «despacho de la doctora Gálvez» seguro que habla en un tono normal y él la oye perfectamente pues se sorprende que sepa su nombre.
    – La vecina le pide un vaso de agua. Acaba de entrar y viene de su casa, podrias haber encontrado algún otro modo de que el anciano deje la llave en la mesa para que ella pueda verla.
    – Y, finalmente, si su mujer siempre la llevaba en el bolso, porque era la llave de la buena suerte, ¿por qué la encuentra en la caja de las galletas? Puede que sea otra caja de galletas pero por lo que dice la vecina parece como si sólo hubiera una.
    Espero no haberte machacado mucho pero te he dado mi opinión sincera como espero que hagan con mi relato.
    A seguir escribiendo y a disfrutar que es por lo que lo hacemos… al menos yo.
    Un abrazo

    Escrito el 17 junio 2016 a las 18:49
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola Tilly:

    Tercer relato que leo y me encuentro a un anciano viudo (supongo que la premisa de que hubiese un solo personaje, nos llevó a muchos en esta dirección) además tu anciano se llama como el mío, jaja, coincidencia sobre coincidencia.

    Entrando ya en el desarrollo de tu historia concuerdo con Laura en lo de la coherencia en el contenido. A mí también me confundieron las mismas cosas, (salvo lo de las gafas en la nevera que sí lo veo bien, para indicar problemas de memoria) el aparato del oído después de hablar por teléfono, y la entrada de la vecina con lo del vaso de agua (mejor decir que vino a por alguna cosa, no?) y finalmente el asunto de la llave que “venía en una caja de galletas y después iba al bolso y regresaba -sin aclarar cómo- de nuevo a una caja de galletas, se hace un poco lioso.

    Por lo demás me ha gustado esa figura del anciano y como expresas sus limitaciones físicas.

    Un saludo.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 20:27
  3. 3. Nina Latte dice:

    Hola, Tilly

    Tu texto es uno de los tres siguientes al mío, así que me paso a comentarte.

    La historia del anciano viudo y cómo describes los achaques de la edad me han gustado mucho. Pero coincido con Laura C y Manoli VF en que hay algunas situaciones que causan extrañeza al lector.

    Espero no repetir lo que ya te han dicho:

    1) Me resulta extraño que necesite las gafas para casi todo y pueda distinguir una llave pequeña (la mitad de su dedo meñique) sin ellas. Podrá tocarla y sentir algo raro entre las galletas, pero distinguir que es una llave (¿?). Para eso creo que necesitaría las gafas.

    2) En esta frase, falta la “coma” después del “además”:

    “Además, procuraba dejar la capa del fondo siempre llena por no quedarse sin ellas en un día de frio.”

    Ojo, porque aquí dices que va rellenando la caja de galletas para que no se le vacíe. Parece que quieres hacer referencia a un “bote de galletas”. Choca un poco contra el final de la historia, que es una “llave de la suerte” de las que regalan con las cajas de galletas.

    3) En esta frase, faltan los “dos puntos”, alguna coma y creo que te sobra el guion del dialogo (yo pondría comillas):

    Pensó en llamar a su hijo y preguntarle, le iba a contestar lo de siempre: “Papá, estoy trabajando, qué quieres que me importe de una llave en una caja de galletas, perdóname pero ahora no puedo atenderte” y colgaría enfadado. ¿Y su niña?

    4) Demasiadas “explicaciones”. Que se olvide las gafas “por distracción” o “por la edad” no es relevante, el lector ya sabe que es una persona de cierta edad. Que luego tenga que buscarlas por la casa es lógico (no necesitas decírselo al lector):

    “Buscó el teléfono y las gafas que dejaba cada vez en un sitio distinto POR DISTRACCIÓN, Y LUEGO SE VEÍA OBLIGADO A DAR VUELTA A TODA LA CASA PARA ENCONTRARLAS.”

    5) En el diálogo por teléfono con la secretaria se han colado algunos “-“ en lugar de guiones. Si además están gritando, deberías utilizar signos de exclamación.

    6) Cuidado cuando haces referencia al “Sonotone”, porque es una marca comercial. Debería ser el “audífono”.

    Curioso que utilices ahí la marca comercial y no al referirte a la marca de galletas que regalaba la “llave de la suerte”.

    7) Rimas: a Laura C en su texto se lo he comentado igual, pero tú has hecho lo mismo y me sorprende.

    Al escribir en pasado se suelen repetir mucho los: había, abría, hacían, veía, sería… ¡y tu protagonista se llama Matías! (¡y la vecina Sofía!).

    Espero que mis comentarios te sean útiles.

    Gracias por compartir tu historia

    Escrito el 19 junio 2016 a las 10:52
  4. 4. Elvis Christie dice:

    Hola Tilly:

    Me gusta el relato, describiendo a través de la cotidianeidad la soledad del anciano, que ya sólo vive de recuerdos y pendiente de la vida de sus hijos. Te hace pensar y cais prometerte que tu vida, a esa edad, será más rica. No sé, deja un poso de desasosiego. Eso me gusta porque le da fuerza al relato.

    Desde el punto de vista formal no veo nada digno de mención, en el sentido de que es muy correcto y emplea los términos precisos para que el lector acompañe al protagonista en esa rutina mañanera.

    Lo único que me deja algo descolocado es el fondo. No termino de entenderlo. ¿Era la misma llave que llevaba su mujer? ¿Qué quieres sugerir con ello?

    Un saludo

    Escrito el 20 junio 2016 a las 08:55

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