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La Ultima Promesa - por Mabel Tineo

El anciano encontró la llave en un cajón del closet mientras recogía las cosas de su difunta esposa para donarlas a la caridad. Estaba guardada en un cofre de plata junto a las arras que le había entregado el día de la boda, la nostalgia le invadió, no pudo contener las lágrimas, ráfagas de recuerdos cruzaron por su mente en ese instante.
Esa llave, que su esposa siempre guardaba con gran recelo, abría la puerta de una hermosa cabaña a orillas de un lago que él le había obsequiado por su primer aniversario de bodas, y desde entonces había sido su refugio secreto, el lugar donde escapaban para disfrutar a plenitud de la magnificencia de su amor.
El anciano tomo su chaqueta, se subió al coche y condujo hasta aquel lugar. Al llegar su cuerpo se estremeció, con las manos temblorosas abrió la puerta, encendió el fuego de la chimenea, se sentó en el sofá y comenzó a recordar lo feliz que había sido junto a aquella gran mujer, con quien había compartido 45 años de su vida y que ahora había partido dejando en su alma un vacío enorme que no sabía cómo llenar. No tenía ni la más remota idea de cómo hacer para vivir con la ausencia de quien durante todo ese tiempo había sido su amiga, su amante, su confidente, su apoyo, su único y gran amor. Y aunque estar en ese lugar le hacía sentirse más cerca de ella; ya que en cada rincón, en cada detalle, en cada objeto podía sentir la presencia de su amada, eso no le daba consuelo a su alma.
Se levanto del sofá y se dirigió a la cocina por algo de beber. Grande fue su sorpresa al mirar en la puerta de la nevera sujeto con imanes un sobre que decía: “Amado Juan, sé que vendrás aquí”. El anciano arranco el sobre y lo abrió desesperadamente, encontrando una carta de puño y letra de su mujer donde le escribía:
“Amor de mi vida, hoy descubrí que me tocará partir de éste mundo antes que a ti; aunque siento una enorme tristeza porque sé que mi partida te ocasionara un gran dolor, debo confesarte que mi alma se siente aliviada, porque el mayor temor que tuve toda mi vida fue que llegara el día en que tuviera que aprender a vivir sin ti.
Espero que aceptes la decisión de Dios como yo lo he hecho, pues realmente me siento muy agradecida con él por haberme concedido la dicha de conocerte y ser feliz a tu lado durante todo este tiempo. No permitas que el dolor de perderme sea más grande que tu fe.
Mi corazón se queda contigo y te acompañará hasta el último día de tu vida, así que debes prometerme que encontraras la forma de volver a sonreír, que dejaras de lado la tristeza, te reconectaras con la alegría y disfrutaras a plenitud los años que te queden de vida. Este es mi último deseo y la última promesa que le harás a tu esposa.
Amado Juan sólo si me prometes cumplir con esto yo podre descansar en paz.
Eternamente tuya…
Helen”
El anciano apretó la carta fuertemente contra su pecho y entre lágrimas dijo: en nombre de nuestro inmenso amor, amada mía, te lo prometo.

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5 comentarios

  1. 1. gaia dice:

    Muy tierno relato. Revisa la acentuación, como 6 palabras sin acentos. Estoy en el 202

    Escrito el 19 junio 2016 a las 15:58
  2. 2. Leosinprisa dice:

    Hola Mabel.

    Habría de destacar en primer lugar la sensibilidad de tú historia. Están muy bien descritos los sentimientos y la perdida de su mujer y aunque no es la clase de historias que me gustan leer se hace entretenida en su lectura.

    Por ponerte algún pero pondría alguna coma en: «…su vida y que ahora había partido, dejando en su alma un vacío… ».
    Por hacer la frase menos corta.
    En esta otra frase: «…había sido su amiga, su amante, su confidente, su apoyo. Su único y gran amor». Le pondría un punto y seguido, tal vez porque me parece afianza más el verdadero valor de sus sentimientos.

    Ten en cuenta que esto son solo apreciaciones mías y que el texto podría funcionar bien tal como lo has escrito.

    Ha sido un placer leerte. Un saludo.

    Escrito el 21 junio 2016 a las 07:37
  3. 3. Stephany S. dice:

    Hola Mabel,

    Tu historia logró emocionarme mucho, pudiste transmitir la tristeza de anciano de una forma que casi salta de la pantalla y te llega al corazón.
    Le diste un ritmo a la historia que te permite sumergirte en ella el tiempo suficiente para asimilarla, sin quedarte estancada y luego nos llevas un paso más en el camino. Muy bella historia, triste, pero muy conmovedora.

    Escrito el 24 junio 2016 a las 05:08
  4. 4. Escritores Anónimos dice:

    Hola Mabel,
    Soy tu vecina de arriba (dos por encima) y por fin me he animado a leer tu relato. Como ya han destacado se ve cómo tratas el tema con gran sensibilidad, llegas al lector y le envuelves, a pesar de ser una historia sin tensión ni giro alguno.

    En cuanto a la forma estoy de acuerdo con gaia, ya que hay muchos futuros sin tildes. Otro consejillo sería separar más los párrafos, ya que no se aprecia bien el final de uno y principio de otro.
    Otra tilde que te faltaría sería en “clóset”.
    Yo habría puesto la carta en cursiva o con otro rasgo de diferenciación, debido a que a lo mejor solo con las comillas no se aprecia claramente que hay un “cambio”.

    Se me ha hecho una historia muy amena, consigues llegar al lector, conectar con él y eso es algo muy importante.

    Sigue trabajando, besos!!!

    Escrito el 25 junio 2016 a las 08:30
  5. 5. Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia) dice:

    Hola Mabel, tu texto tiene la palabra “Promesa” en el título y por eso he venido a leerte. Hay otra compañera que también la ha usado este mes al igual que yo. Las historias con esas “Promesas” parece que tienen algo en común. Tu relato despierta la sensibilidad con un acontecimiento inevitable. Me parece que es una buena narración a partir de la llave.
    Espero volver a leerte. Hasta pronto.

    Escrito el 1 julio 2016 a las 00:35

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