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Recuerdos - por Sito García

El anciano encontró la llave en el suelo, junto a la puerta del apartamento de la playa, abandonado desde hacía tiempo. La última vez que había estado allí tuvo que salir corriendo por esa misma puerta, sin mirar atrás, el viento azotándole en la cara y la lluvia empapándole el pelo. De eso hacía ya más de 5 años. Ahora todo estaba tranquilo y no parecía haber ni un alma en varios kilómetros a la redonda. La oscuridad lo inundaba todo, consiguiendo que el silencio resultara más abrumador aun.
La llave estaba oxidada y cubierta por la hojarasca. Se agachó para recogerla e intentó introducirla en la cerradura, sin éxito. No encajaba. Giró la esquina y echó un vistazo por la ventana situada en un lateral de la casa. A través de las cortinas se intuía una habitación pequeña, sucia y a oscuras. Una mesa desvencijada de madera, un par de sillas y una estantería repleta de libros polvorientos componían todo el mobiliario.
Tanteó la ventana con las manos. Era vieja y no parecía demasiado resistente. Tras una rápida mirada alrededor, cogió una piedra y la lanzó contra el cristal. Los trozos de vidrio cayeron al suelo estrepitosamente, pero tras unos instantes volvió a reinar el silencio. Se encaramó sobre el alféizar para, cuidadosamente y con sumo esfuerzo, entrar resollando en la casa.
Todo estaba exactamente igual que hacía cinco años, sólo que cubierto por una gruesa película de polvo. Paseó la vista por aquellos libros que conocía tan bien, que tantos buenos momentos le habían proporcionado. Abrió su favorito, un volumen rojo con gruesas vetas horizontales en el lomo, hojeándolo con nostalgia. El anciano dejó de intentar retrasar el inevitable momento y entró en el dormitorio. La cama vacía seguía allí, en el mismo sitio, bajo la ventana. Absorviendo la escasa luz de la luna que se filtraba entre las rendijas de madera. Los recuerdos brotaron de su mente con una nitidez dolorosa, como si todo hubiera ocurrido el dia anterior.
En su memoria, la mujer reposaba sobre las impolutas sábanas blancas, los ojos cerrados y la sonrisa insinuada en sus labios, ajena a todo lo que no fuese su placentero descanso. El viejo sostenía la mano derecha entre las suyas, contemplando la silueta de su amada y preguntándose por qué el destino le gastaba una broma tan macabra. Todo lo que había tenido que soportar para llegar hasta esa cama no había servido de nada. Escapar de esa cárcel maldita, donde el sufrimiento aguardaba en cada rincón, burlando a la muerte tantas veces para encontrarse cara a cara con ella en esa habitación.
Porque su mujer estaba muerta. No volvería a verla nunca, no volvería a hablar con ella, ni a reir con ella, ni a bailar juntos en el porche al son de su canción favorita. No había podido despedirse de ella, ni recordarle cuánto la quería y cuánto ansiaba volver a verla. Atrás quedaban todo esos maravillos años vividos con ella en aquella casita junto a la playa. Recordó el olor del mar por las mañanas al despertar, el sonido de las olas muriendo lentamente en la orilla. Su sonrisa cuando la despertaba con el desayuno preparado sobre una bandeja de madera. Su risa cuando él le contaba alguno de sus típicos chistes malos. Ella era capaz de transformar un día horrible en un día maravilloso. Tenía el don de hacer desaparecer todas sus preocupaciones y de que todos sus problemas parecieran meras anécdotas sin importancia.
Un crujido casi imperceptible lo despertó de sus ensoñaciones. El viejo soltó la mano su esposa y se incorporó lentamente, acercándose con cautela a la ventana. Afuera, en la oscuridad, apenas se distinguía el contorno de los árboles bajo el cielo cubierto de estrellas. Un par de figuras surgieron de entre las sombras, dirigiéndose directamente hacia la casa con paso firme. Habían tardado poco en encontrarle, o tal vez él llevara demasiado tiempo recordando el pasado. Lo mismo daba.
El anciano volvió a la cama, besó por última vez a su esposa, dejando la huella húmeda de sus lágrimas en su frente y salió de la habitación. Cruzó la puerta principal de la casa a grandes zancadas y se precipitó hacia la playa, sin importarle la tempestad que azotaba las palmeras junto a la arena. Sin volver la vista atrás.

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7 comentarios

  1. 1. Yoli dice:

    Hola, Sito.
    Ha sido muy bonito tu relato, muy melancolica y triste. Me ha gustado el personaje, muy entrañable. Está bien escrito, con pequeños fallos sin importancia.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 09:58
  2. 2. Alush dice:

    Hola Cito soy nueva en este blog y en el arte de escribir, pero tal vez puedo darte alguna opinión que te ayude.
    Me gustó el cuento. Es muy sensible y fluye.
    Me pareció que confunde un poco los tiempos. El anciano, regresa a la casa y recuerda lo sucedido 5 años atrás. Tal vez podrías volver al final del cuento describiendo algo de lo que le pasa al anciano en el presente. Enmarcando así el regreso a la casa , en el medio, su recuerdo, y en el final nuevamente su regreso.

    Afuera, en la oscuridad, apenas se distinguía el contorno de los árboles bajo el cielo cubierto de estrellas.

    Por qué apenas se distinguía el contorno de los árboles, si afuera había un cielo lleno de estrellas?
    Bueno espero haberte dado una mano.
    Si tenes ganas yo estoy en el 102
    Nos leemos, un abrazo

    Escrito el 19 junio 2016 a las 20:57
  3. 3. カミロ・アンドレス dice:

    Hola Sito García

    Más allá de los expuesto por Alush, en lo que tiene razón, estoy bastante de acuerdo con Yoli, una historia melancólica, fluye muy bien el texto, en cuanto a forma me parece hay alguna que otra coma de más y uno que otro error, pero estos son de poca importancia, además, es muy ameno de leer.

    Probablemente te siga leyendo

    y pásate por mi escrito, es el 45

    Escrito el 21 junio 2016 a las 15:17
  4. 4. Arameo dice:

    Hola Sito,

    Buen relato. Creo que podrías utilizar espacios para hacer más amena la lectura, entre parrafos.

    Errores menores que pudes pulir ya comentados por Alush.

    Sigue adelante. Saludos!

    Escrito el 21 junio 2016 a las 21:11
  5. 5. Cecilia dice:

    Hola Sito, muy ameno el relato, creo que reduciría la descripción sobre la esposa porque enlentece el ritmo de la historia

    Escrito el 22 junio 2016 a las 13:39
  6. 6. Laura dice:

    Hola Sito.
    Relato triste,dulce, suave, melancólico, cuidado en las formas.
    Ya te han señalado algunos detalles, nada de vital importancia para el relato.
    Revisa la ortografía: Absorber.
    Sigue escribiendo

    Escrito el 26 junio 2016 a las 12:46
  7. 7. Garbo dice:

    Hola Sito. Me ha gustado. Como dice Laura, sigue escribiendo.

    Escrito el 31 julio 2016 a las 20:03

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