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Zona X - por Pimpinella Escarlata

Zona X
El anciano encontró la llave en el estuche que estuvo cerrado por años. Hasta ahora vivió evadiendo el recuerdo que le perseguía desde aquella noche.
A las consultas les llegaban casos diversos.
“Póngase cómodo y cuénteme” les decía.
Su estilo de tratar estos padecimientos no era nuevo pero la mayoría lo había olvidado. Una habitación a media luz, sillón de piel negra, dos sillas y una grabadora eran suficientes para las terapias que les devolvían el sentido de existencia.
“Estoy cansado de esta vida” explicaba el paciente.
“¿No le gusta ser inmortal?”
“Ya no hay nada más a que aspirar”
%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%
Recordó esa noche. Después del anuncio, todos estaban felices porque alcanzarían la inmortalidad. El miraba la jeringa entre sus dedos mientras buscaba una posición cómoda en el sofá. La colocó en el estuche dentro de la mesita de noche hasta el otro día. Otros no esperaron.
Aún era de madrugada cuando los gritos le hicieron ponerse de pies. Llegaban con fuerza seguidos por un ruido como de cristales rotos. Se asomó por la ventana. Las personas eran sacadas de sus casas y montadas en camiones. La gente envejeció. Después de subirlos a todos, los soldados marcaban las puertas de las casas con una “X” roja, de ahí que a este lugar se le conoció después como la “Zona X”.
Los habitantes de los barrios fueron seleccionados. Se compensaba la cantidad de inmortales con el exterminio de unos cientos de miles. El estuche les llegó a sus buzones. Contenía una jeringa, algodón y una ampolla de una solución incolora, no perecedera. Según la promoción que hizo el gobierno, la inyección liberaba un nanobot en la sangre que eliminaba la basura genética acumulada en las células. Así los órganos se regeneraban y el envejecimiento se detenía.
“Abra la puerta” gritaron desde afuera. Le volaron la cerradura de una patada. Corrió hacia la casa marcada de los vecinos por la parte trasera. Los alcanzo a ver viejos y con la mirada perdida.
La emisora de la ciudad dio una última noticia: la inyección enviada al barrio no era la de inmortalidad sino la de obsolescencia. Ella aceleraba la vejez y robada a la memoria sus últimos recuerdos. La reacción de los habitantes al verse frente al espejo era de espanto. Su cerebro no podía distinguir entre lo que era hacia unos minutos y lo que veía reflejado en el espejo. Por eso los espejos fueron rotos por una reacción de espanto.
Estuvo escondido revisando las casas en busca de comida ¿Cuantos hombres quedaban como él? Podría ser el único hombre mortal. Cuando todo se calmó y la misión terminó, cruzó la ciudad fingiendo ser uno de ellos: un inmortal. Con sus estudios de psicología, abrió un consultorio.
Nadie moría. Los niños crecían. Los accidentes de tránsito, las enfermedades continuaron. Ahora el gobierno hablaba de aumentar la producción de alimentos y administrar mejor los recursos. Buscar un nuevo sentido a vivir. Las escuelas y las iglesias ya no eran un atractivo.
%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%
Abrió la puerta del consultorio. Un papel estaba en el piso. Lo recogió y leyó:
Debió morir hace años juntos a todos los de su zona. Ha ocultado muy bien sus arrugas y canas pero lo he observado durante muchos años y no me queda duda de que está envejeciendo. Es un verdadero milagro, una sorpresa, una esperanza. Usted debe estar también cansado de fingir. El gobierno pronto hará que envejecer sea una opción. Estamos cansados de este sin razón pero no sabemos cómo revertir el proceso. Somos una especie insatisfecha, impredecible. Sus pacientes añoran el ciclo original de la vida, ser como todo lo otro que existe a nuestro alrededor: nacer, crece, reproducirse y morir. Rompimos esta armonía, el equilibrio fundamental del universo. Esto es algo que transciende nuestro ADN. Para empezar necesitamos el suyo, el único que está intacto. %%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%
Regresó a aquella casa. Abrió el estuche y sacó la llave. Acarició el sofá; volvió a mirar por la misma ventana. Le parecía escuchar los gritos, los espejos rotos, las botas de los soldados acercarse, los camiones irse.
Tomó la jeringa con una mano. Golpeó la cefálica con su índice. Condenaría a todos a la inmortalidad. La aguja con su brillo metálico empezó abrir la piel. Un golpe en la puerta. Luego unos pasos apresurados subían los escalones hasta su habitación. Se paró frente al espejo. Miro atrás.
“¡Detente!” le gritaron.
Las mano temblorosa dejo caer la jeringa.

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5 comentarios

  1. 1. Anna Trejo M dice:

    Querida pimpinella:
    Tu manera de redactar ha sido -como siempre, cabe destacar- muy interesante.

    Tiene ese toque de buen gusto que se adquiere con mucha práctica.

    Continúa así,
    nos leemos.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 19:09
  2. 2. Dante Tenet dice:

    Pimpinella:
    Me gusto la idea, está muy bien desarrollada.

    No me agradaron esos frisos de separación, pero esto es estético, no literario.

    Nos seguimos leyendo, estoy en el 67.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 02:41
  3. 3. Yolanda Tovar dice:

    Hola Pimpinella:

    En general has escrito un buen relato de ciencia ficción, con una trama muy original. Personalmente me gustaría que fuera más largo para poder averiguar porqué envejecen y profundizar más en los conflictos que puede generar la situación.
    Lo único es que creo que al final le ha faltado algo de fuerza y hay algunas frases escritas en plural que me han confundido un poco, como “ponerse de pies” o “a las consultas les llegaban casos diversos” (cuando aquí estabas hablando del protagonista en singular).

    Nos leemos.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 18:23
  4. 4. Ophelie dice:

    Hola Pimpinella:
    Me ha gustado tu relato de ciencia ficción. Esta bien llevado y es interesante.De las faltas creo que ya te las ha corregido Yolanda. Un saludo. Si quieres comentar algo estoy en el 188

    Escrito el 18 junio 2016 a las 22:58
  5. 5. Robles dice:

    Pimpinela, esta historia la desarrollas, la colocas en buenas manos y en un año tienes la película. Te hablo enserio. Mi relato es el 27, por si te apetece. Un saludo y muy buen relato.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 00:41

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