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La última aventura de Toribio - por Jose Luis

El anciano encontró la llave en el suelo del pasillo, donde nunca imaginó que podía estar, puesto que siempre la conservaba cerca de él como si fuera el amuleto más valioso del mundo. El descuido le podía haber costado un disgusto. Con ojos cansados, la frente arrugada y llena de experiencias, tanto malas como buenas, Toribio sostuvo la pequeña llave en la mano artrítica y venosa, y pasó un buen rato mirándola, sopesando las posibilidades de un último viaje. El plan era ingenioso, pero apurado. Su viejo corazón de militar retirado corría el riesgo de no soportar una nueva aventura.

«¡Qué diablos!, de algo hay que morir», pensó Toribio, renovando su promesa de mantenerse firme.

El anciano, con su arrugada sonrisa en la boca torcida, recorrió el pasillo de la casa hasta llegar a su habitación. Allí estaba el armario ropero, solo que no contenía ropa. Toribio giró la llave en la cerradura de la puerta del armario, la abrió, y sacó a relucir la potente, pero ligera, pistola de color negro, completamente cargada y lista para hacer su trabajo. ¡Comenzaba la gesta!

Uno de sus enemigos se aproximó hacia él cuando Toribio, saliendo de nuevo de su habitación, se lo encontró por sorpresa en el pasillo. El anciano no lo dudó y usó contra él su pistola. El enemigo cayó al suelo, gritando. Toribio, sintiéndose poderoso, se puso muy contento mientras se alejaba de la escena del crimen, puesto que le encantaba el ruido de los gritos por la mañana, y aquella mañana el anciano estaba dispuesto a hacerles una buena escabechina a sus enemigos. ¡La venganza era suya!

La casa parecía un laberinto porque era muy grande. Tenía muchas estancias y pasillos. Toribio había vivido en aquel lugar durante la última década de su vida, pero le costaba recordar con precisión en dónde se hallaba en cada momento. Buscaba la salida con ahínco, pero era complicado porque los pasillos y los recodos parecían interminables.

Toribio, una persona de gatillo fácil, iba acabando con sus enemigos a medida que se los iba encontrando. Sin mostrar ninguna piedad, aunque a alguno de ellos le diera tiempo de suplicar, hacía oídos sordos.

Por fin llegó a la puerta principal. A Toribio le costaba respirar por el esfuerzo realizado. Estaba cansado, sudando a mares, y le dolía mucho la mano que sujetaba la pistola negra, de tanto usarla, sobre todo el dedo encargado de apretar el gatillo. Pero sus pobres piernas, llenas de varices, tampoco estaban mejor, y apenas lograban sostenerlo. Toribio intentó salir al exterior, en busca de aire fresco y de su libertad, pero fue en vano. La puerta estaba atrancada.

Pero ese obstáculo que se interponía entre Toribio y su libertad no era lo peor, porque sus enemigos se habían reagrupado y lo estaban rodeando en el recibidor. Le conminaron, al principio con palabras amables y relajantes, a que dejara lentamente la pistola en el suelo y se rindiera pacíficamente. Pero Toribio, aunque de cuerpo débil y marchito, era de espíritu fuerte y valiente, y se negó en redondo. No lo cogerían con vida. Como buen antiguo soldado, si fuera necesario, daría hasta la última gota de su sangre defendiendo su credo.

El líder de todos sus enemigos, simplemente otro inconsciente del peligro en que se había convertido Toribio, se atrevió a acercarse el primero, creyendo que podía llevarlo a razones. El cementerio está lleno de valientes… Toribio, sin dudarlo, le pegó un buen tiro en el pecho con todas las ganas.

Incrédula, aquella persona miró primero a Toribio, como si no pudiera digerir bien la traición que había sufrido, y luego la mancha, pequeña y estrellada, que se iba formando sobre la impoluta camisa blanca. Miró otra vez al anciano, con la boca abierta por la sorpresa y la incredulidad, y de nuevo la mancha de su camisa, cada vez más grande y negra… ¿Negra?

Toribio sonrió malévolo. Aquella carísima prenda estaba para tirar a la basura, porque la mancha no se iba a quitar con la mejor marca de detergente, ni con lejía. De hecho, ¡ni siquiera con ácido sulfúrico! La tinta que había inventado era infalible…

El director del centro y los celadores, todos con la ropa manchada de la tinta negra especial, decomisaron la pistola de agua del guasón de Toribio (en cualquier caso ya estaba vacía) y, entre severas reprimendas, lo obligaron a regresar a su cuarto, aunque ningún castigo pudo empequeñecer la tremenda satisfacción del anciano por haber vivido esta gran aventura.

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12 comentarios

  1. 1. Manoli VF dice:

    Hola Jose Luis.

    Devolviéndote tu visita a mi texto me he pasado por el tuyo, y tengo que decirte que lo he disfrutado.

    Desde el inicio me imaginé una gesta similar (tipo anciano con problemas mentales que se imagina la gesta que vive) pero me ha gustado mucho cómo lo has resuelto -aunque lo de la pistola de tinta se usa mucho en esto de las pistolas metafóricas) se sostiene bien y es coherente en todo momento.

    Me ha gustado también la consciencia del anciano a la hora de evaluar si “otro viaje” merece o no la pena, y la permisibilidad de los que le rodean.

    Lo único que te remarco es la repetición del nombre, dices Toribio, un montón de veces en los primeros párrafos, tal vez podías omitir unos cuántos o cambiarlos, aludiendo al personaje de otro modo. Si hay otros fallos no me han llamado la atención, porque su lectura me ha resultado amena y muy ágil y te felicito por ello.

    Un saludo.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 20:35
  2. 2. beba dice:

    Hola, José Luis: Mil gracias por tu visita; perdón por el susto. Finalmente, no sé si te gustó o si tienes algo que señalar. Tu historia es muy amena y has logrado describir bien al personaje y su entorno.
    Además del exceso de “Toribio”, me pareció mejorable la descripción de la pistola, que me resulta untanto recargada o desordenad; por cierto, es una impresión muy mía. Por lo demás, muy bueno tu trabajo.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 23:19
  3. 3. charola dice:

    Hola José Luis! Me dibujó una sonrisa tu relato. Habría que hacer algo para reducir tantos “Toribio” y no creo acertado el ácido sulfúrico para limpiar la camisa, es muy corrosivo. Quizás el ácido bórico, el vinagre. Por lo demás me gustó tu relato. Felicitaciones.
    Si tienes tiempo te invito a leer el mío (176).

    Escrito el 18 junio 2016 a las 01:54
  4. 4. KMarce dice:

    Saludos Jose Luis:

    Agradecida de tu visita a mi relato.
    Como siempre, diré lo que he notado, es la frase:
    «Uno de sus enemigos se aproximó hacia él (,)cuando Toribio, saliendo de nuevo de su habitación, se lo encontró por sorpresa en el pasillo».
    Me parece que debe ir una puntuación en donde he marcado.
    Por lo demás, me ha parecido muy encantador. Al menos esa es la libertad que algunos ancianos tienen, sea voluntario o a veces por enfermedad, se olvidan de su condición y hacen cosas raras, atrevidas. Y soñar, es un don de todos.
    Al principio pensé que era una aventura abuelo-nietos (uff, me encantan los abuelos, no los gruñones), pero pese a estar ahí encerrado, creo que se divierte él y los otros, aunque nunca lo van a confesar.
    Muy disfrutable, ¡nos leemos!

    Escrito el 18 junio 2016 a las 09:27
  5. 5. L. M. Mateo dice:

    Hola, Jose Luis:

    El relato es muy ameno y entrañable.

    A parte de lo que ya te han comentado las compañeras sobre el exceso de repetición de “Toribio”, te voy a añadir que también encuentro muy repetitiva la palabra “pero”.

    Añado que las dos primeras frases no me terminan de convencer, siento que les falta algo, aunque soy incapaz de decir el qué. Creo que casi todos hemos tenido ese mismo problema este mes. La frase de inicio condicionaba muchísimo. Por suerte, la buena descripción que haces de Toribio en las siguiente frases, compensan las dos iniciales.

    Un abrazo

    Escrito el 18 junio 2016 a las 13:07
  6. 6. Isolina R dice:

    Hola, Jose Luis:

    La historia me ha parecido divertida, pero creo que la forma de la expresión necesita unos arreglitos.

    La palabra “Toribio” aparece, si no he contado mal, quince veces. Con tres debería bastar.
    El verbo “ser” se reitera diez veces (de las cuales siete corresponden a “era”). Convendría que las redujeras a cuatro como mucho.
    Te pongo un ejemplo. “La casa parecía un laberinto porque era muy grande. Tenía muchas estancias y pasillos” podría quedar así: “Aquella casa tan grande, con tantas estancias y pasillos, parecía un laberinto”.

    En: “recordar con precisión en dónde se hallaba en cada momento”, yo quitaría el primer “en”.

    El verbo “conminar” significar “amenazar”, “apremiar con potestad a alguien para que obedezca”. Si lo hacen “con palabras amables y relajantes”, no debería ser “conminar” sino “invitar”.

    En cuanto al adjetivo “infalible”, creo que quedaría mejor “indeleble”.

    Espero que mis sugerencias te sirvan.

    Saludos.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 19:31
  7. 7. Wiccan dice:

    Buenas Jose Luis,

    Me ha gustado mucho el relato. En un primer momento pensé que era un anciano jugando a un videojuego, hasta que empezaste a hablar de sus piernas cansadas y me asaltó la duda. Me gustó mucho eso, creo que como lector eres consciente de que el relato no trata de un enfrentamiento grave, y sin embargo vas dando pistas sin aclararlo con lo que consigues que el lector esté intrigado hasta el final (además de lo del videojuego también pensé en un ataque de moscas con un viejo matamoscas en mano, jejeje). Formalmente estoy de acuerdo con los compañeros aunque te reconozco que la lectura se me hizo tan amena que no fui consciente de los errores, y siempre que no los veo en una primera lectura generalmente no los considero importantes. Buen trabajo!!!
    Por cierto, muchas gracias por pasarte por mi relato y por tus correcciones, efectivamente este mes no tuve tiempo de repasar demasiado el texto y sabía que tendría algunos errores, muchas gracias por comentármelos.
    Nos leemos. Un saludo!!!

    Escrito el 19 junio 2016 a las 16:41
  8. 8. Arameo dice:

    Hola José Luis,

    Me gusta la idea de la pistola de tinta. Tu estilo se mantiene durante todo el relato por lo cual es muy consistente.

    El final es un poco predecible, pero no por eso menos.

    Creo que hubieses podido mejorar un poco ese final, pero me gusta.

    En hora buena. Saludos!

    Escrito el 21 junio 2016 a las 20:55
  9. 9. Cryssta (Madrid-España) dice:

    Hola José Luis, tu relato me ha gustado mucho, me ha resultado divertido imaginarme al anciano haciendo “de las suyas”.

    En cuanto a la forma te diré que creo que el principal fallo han sido las repeticiones. Te comento lo que he visto mejorable:

    – “anciano” lo dices seis veces

    – “Toribio” lo dices quince, título incluído. Puedes quitar muchas ya que una vez que lo has presentado y hasta que no aparecen otros personajes se sabe que se habla de él. El título creo que quedaría mejor como “La última aventura” y así ya quitas un “Toribio”

    – “puesto que” lo dices dos veces; en la primera ocasión (tal vez así puedas convencer a L.M. Mateo) puedes poner: “El anciano encontró la llave en el suelo del pasillo; nunca imaginó que podía estar allí pues siempre la conservaba cerca, como si fuera el amuleto más valioso del mundo”.
    En la segunda ocasión puedes quitarlo y dejarlo así: “Sintiéndose poderoso, se puso muy contento mientras se alejaba de la escena del crimen, le encantaba el ruido de los gritos por la mañana, y aquella él estaba dispuesto a hacer una buena escabechina. ¡La venganza era suya!”. De esta forma eliminas una “mañana”, un “anciano” y un “enemigos” que repites cinco veces

    – puedes eliminar “tanto malas como buenas”, ya se entiende que en la vida se tienen experiencias de todo tipo

    – “De algo hay que morir”

    – la expresión “sacó a relucir” no me cuadra, creo que estaría mejor decir “la abrió y sacó la potente pero ligera pistola de color negro”

    – pienso que puedes prescindir del “completamente”, no está mal puesto pero se puede entender perfectamente que para “su aventura” la tenga cargada del todo si no se dice lo contrario y así te ahorras una palabra

    – dices “pero” ocho veces y “porque” cuatro

    – en “sujetaba la pistola negra” puedes prescindir del “negra” pues ya dijiste antes de qué color era, además, siendo rebuscados, podemos pensar que lleva pistolas de otros colores si lo dejas

    – “sobre todo le molestaba el dedo…” una cosa es una mano y otra es un dedo, por eso es conveniente decir algo más

    – “Como buen soldado” da lo mismo que sea antiguo o nuevo, en el ejército se mantienen los valores

    – “manchada por la tinta negra especial”

    Cuando quites las repeticiones y ajustes el texto seguro que te sobran palabras para hacer aún más emocionante la aventura de Toribio, espero haberte ayudado a conseguirlo.

    Te deseo un feliz verano y espero leerte a la vuelta.

    Un abrazo.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 08:36
  10. 10. Juana Medina dice:

    Hola José Luis,
    Como estuve de viaje, he llegado tarde a la mayoría de los relatos. Todo te lo han dicho en cuanto a las posibles mejoras. Solo quiero agregar que disfruté la aventura, que me encantó la inocente venganza de un abuelo encerrado en un geriático, que encontré una fresca vuelta de tuerca a una situación que me parece terrible en gneral. Gracias. Si te interesa ando por el 106
    Nos leemos

    Escrito el 23 junio 2016 a las 15:14
  11. 11. Laura dice:

    Hola José Luis.
    Por un momento pensé que realmente había salido a matar en un acceso de senilidad a enemigos reales o imaginarios, pero era tan sólo una pistola de tinta de la cual al final resulta consciente dado que reconoce que la blusa no podrá ser limpiada con nada.
    Ya el resto te ha señalado las repeticiones innecesarias, en especial al ser un único personaje la mayor parte del relato que realiza las acciones.
    Sigue escribiendo.

    Escrito el 27 junio 2016 a las 11:28
  12. 12. earendil dice:

    Hola José luis:
    Ya leí tu texto hace días, cuando te indiqué que era el que más me gustaba para la recopilación de este año, pero no había tenido tiempo para dejarte un comentario.
    He visto que también me has dejado unas recomendaciones en el mío de “El último beso”, que será, definitivamente, el que voy a enviar para la citada recopilación. Muchas gracias, pues con tantas veces que lo he leído, no me había dado cuenta de esos fallos tan tontos.
    El tuyo me encanta. Si te soy sincera, he disfrutado tanto leyéndolo que no me había percatado de las repeticiones hasta que los compañeros, con ojo avizor, te las han señalado.
    Eso sí, no he visto ni una sola falta de ortografía ni de puntuación. Los párrafos muy bien marcados, con la longitud adecuada y el lenguaje sencillo pero muy acorde con el texto.
    Te felicito sinceramente y espero ver tu trabajo editado en el libro. ¡Suerte!

    Escrito el 9 julio 2016 a las 18:50

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