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Entreguerras - por Noemi

El anciano encontró la llave en el mismo lugar donde su madre la había escondido cincuenta años antes: debajo de una lápida en el viejo cementerio de Mariekerk. Recogió el pesado objeto corroído por los años y creyó (deseó) sentir el calor de la última mano que lo había tocado.
─Anton─le había susurrado ─ si tu hermano no regresa, deberás recuperarla cuando la guerra acabe.
En sus ojos húmedos se esbozaba un ruego. La familia pertenecía a un antiguo linaje clerical, el padre, reclutado junto a su hijo mayor, era párroco de Mariekerk. Ese hijo, licenciado en teología, le hubiese sucedido en el cargo. Quedaba él, demasiado jóven para el ejército y su hermano un año menor.
Juró que sería un pastor tan bondadoso como su padre. Ella arrancó el decrépito auto parroquial sobrecargado de trastos mientras trataba de conformar a su otro hijo, nervioso y lloriquante.
El frente había colapsado y la gente huía de los pueblos desesperada, campesinos con sus carros, familias enteras a pie arrastrando carretillas, empujando coches de bebé cargados con lo poco que podían llevarse. Polvo, humo, olor a estiércol y gasolina. Sabor a derrota, incertidumbre, gargantas resecas.Vehículos averiados, soldados harapientos. Alguna vaca tirada por una vieja solitaria
Después de andar al paso, deteniéndose cada cincuenta metros, el viejo motor reventó. Continuaron empanados en el lento flujo de animales y gente.
El sol caía a plomo Al principio la débil madre anduvo apoyada en los hijos, poco a poco su marcha se fue haciendo más lenta, por fin se desmoronó. El menor gritaba llamándola, él la cubrió con su cuerpo para que no fuese arrollada. Un campesino se detuvo y ayudó a subirla, desmayada, a su carro. Sobre la montaña de fardos, una mujer y una anciana la sostenían. Los chicos la seguían caminando.
Cuando llegaron a un pueblo, el rebaño humano se abrió precipitándose en busca de provisiones y agua. Agua principalmente.
La gente salía perpleja de sus casas.
─Un médico…un médico.
─ El viejo doctor Feibisch, es el único que queda.
Aún recordaba la placa: Doctor Araon Feibisch, el estrecho salón, el nicho con un candelabro de siete brazos, un cenicero con caracteres hebraicos… por la puerta entreabierta veía el cuerpo de su madre tendido en una camilla mientras el médico la revisaba con manos suaves, casi tiernas. Cuando se volvió hacia ellos murmuró apenado.
─Ha sufrido un síncope, no creo que se recupere.
Su hermano pegó un grito, le soltó el brazo y corrió a abrazar a la mujer enferma.
La madre murió unas horas más tarde. La enterraron en el pequeño cementerio del pueblo. ¿Cómo se llamaba? No lo recordaba, pero sí el cenicero con caracteres hebraicos estrellándose contra los cristales y a su hermano, histérico, acusando al médico de haber matado a su madre.

Al final de la guerra sus destinos se separaron. Había perdido la fe así que eligió medicina en lugar de teología y después de un tiempo emigró a Sudamérica. Su hermano, en cambio llegó a ocupar en Mariekerk el ministerio de su padre. No volvieron a verse. De vez en cuando intercambiaron alguna tarjeta. La segunda guerra interrumpió el correo y no lo retomaron
Unos meses atrás le había llegado una carta. Su hermano estaba muy enfermo, había dejado el servicio, no tenía otra familia y quería verle. Dudó, se decidió. Pero no llegó a tiempo.
Con la antigua, inútil llave en la mano, entró en la iglesia abierta. La habían restaurado pero seguía siendo el ámbito dulce y tranquilo de sus recuerdos. En la pared derecha rodeado de luciérnagas descubrió un panel con nombres, el de su padre y su hermano mayor entre ellos, eran los que no habían vuelto de la primera guerra. Junto a ellos otra larga lista recordaba a los muertos en la segunda. Enfrente, bajo un estrella de David, una lista de familias enteras, padres, madres, niños, abuelos…los deportados judíos que tampoco volvieron. Las antiguas caras volvían a su mente.
Entre los papeles de su hermano encontró una foto: lucía uniforme de la SS con insignia de párroco y una condecoración por servicios prestados.
Se volvió a Sudamérica llevándose la llave, más como una carga que como un recuerdo.

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7 comentarios

  1. 1. Dante Tenet dice:

    Noemi:
    El relato está muy bueno, te comento un par de cosas que retocaría.

    1)Diría en el primer párrafo que la llave era para abrir la parroquia, pues recién al final, eso queda claro.

    2)”Juró que sería un pastor tan bondadoso como su padre. Ella arrancó el decrépito auto parroquial” En esta linea se confunde el pensamiento de él, con el arrancar el auto de ella, haría punto y aparte.

    El resto fluye y tiene momentos muy logrados como el del cenicero contra los cristales.

    Nos estamos leyendo, estoy en el 67.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 00:26
  2. 2. Guiomar de zahara dice:

    Noemi: Un relato algo sobrecogedor. Si lo que pretendías era crear tensión, lo has logrado.
    Aparte de alguna cosilla -sin gran importancia- Se lee y se entiende sin gran dificultad.
    El lenguaje cuidado. El final muy bueno.
    ¡Enhorabuena!

    Escrito el 18 junio 2016 a las 09:36
  3. 3. Noemi dice:

    Dante y Guiomar muchas gracias por haber leído mi relato y por los comentarios también.
    Tendré muy en cuenta tus sugerencias Dante, que me parecen acertadas.
    Seguimos leyéndonos

    Escrito el 18 junio 2016 a las 15:51
  4. 4. Ales dice:

    Sinceramente, no llego a entender del todo el final. ¿El protagonista termina cogiendo el puesto de su difunto hermano o no?
    Pese a ello, el relato me ha parecido muy bueno. Una vida narrada en 750 palabras no es ninguna tontería. Definitivamente, es un texto que transmite.
    ¡Espero seguir leyéndote en siguientes escenas! 😀

    Escrito el 18 junio 2016 a las 21:34
  5. 5. Laura dice:

    Hola Noemi. Realmente un relato de todo una vida, muy vívido el inicio.
    Tienen algunos detalles sin importancia, tal vez por la abstracción que la historia impone. Te dejo algunos de ellos, pero no des mayor importancia:
    “Quedaba él, demasiado jóven para el ejército y su hermano un año menor”.Le agragaría el plural al verbo ya que eran dos los que quedaban: Quedaban él, demasiado jóven para el ejército y su hermano un año menor.

    “Ella arrancó el decrépito auto parroquial…”¿ La madre? En otro párrafo tal vez.Aquí presentó alguna dificultad ya que hasta el momento no habías nombrado a la madre.
    empanados por ¿”empantanados” tal vez?
    “Con la antigua, inútil llave en la mano,…”Le agregaría otra coma luego de inútil ya que parece una enumeración de adjetivos.Con la antigua, inútil,llave en la mano,
    De todos modos, detalles sin importancia.
    Muy buena la historia, con un final muy interesante.
    Sigue escribiendo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 21:54
  6. 6. Naima dice:

    Hola Noemi, coincido en lo bien que has transmitido la historia de prácticamente toda una vida.

    Hay descripciones que me han gustado especialmente, como “Polvo, humo, olor a estiércol y gasolina. Sabor a derrota, incertidumbre, gargantas resecas.Vehículos averiados, soldados harapientos. Alguna vaca tirada por una vieja solitaria”.

    Yo separaría quizás los párrafos para hacerlo más fácil de leer. Y “joven” no lleva tilde.

    El final me dio mucho que pensar… Estuve años viajando por Sudamérica y sé lo que es sentirse “atrapado” con la carga familiar que llevamos… Supongo que desde ese momento en que se va con la llave el personaje ya no se sentía tan libre de hacer su vida lejos?

    Escrito el 21 junio 2016 a las 21:36
  7. 7. Wiccan dice:

    Buenas Noemi,

    Me gustó mucho el relato, la verdad es que siento debilidad por las historias que van avanzando en la vida de una persona y es un mérito comprimirla en 750 palabras. Me gusta también ese transfondo de carga que le queda la protagonista al conocer lo que ha sido la vida de su hermano y el detalle de que decidiese hacerse médico, como si fuera un reconocimiento a ese médico que intentó ayudarlos o una forma de intentar compensar esa pérdida. Vamos, el texto me gusta porque tiene muchos matices.
    En cuanto a temas formales te comento algunas cosillas:
    – En “linaje clerical, el padre” separaría la frase o por un punto o por punto y coma
    – En “trataba de conformar a su otro hijo” creo que el verbo correcto sería “confortar”
    – La frase “Alguna vaca tirada por una vieja solitaria” la verdad es que no la entiendo, ¿se trata del animal dejado por una anciana? Entonces creo que sería mejor “Una vaca abandonada por una vieja solitaria”. El alguna me suena rarísimo en ese contexto.
    – Cuando se dice “más lenta, por fin se desmoronó” creo que lo separaría con un punto. En caso de no hacerlo así lo cambiaría por “más lenta hasta desmoronarse”.
    – En “en cambio llegó a ocupar” pondría coma después de cambio.
    – En las frases “Dudó, se decidió. Pero no llegó a tiempo.” como vienes de hacer una frase con muchas comas esa parece que molesta, lo cambiaría por “Dudó pero se decidió. No llegó a tiempo.” Creo que tiene la misma fuerza que le quieres dar pero suena mejor.
    – Al final cuando dices “inútil llave” aparte de que vuelves a usar una coma que yo evitaría creo que el adjetivo inútil no tiene mucho sentido, estás diciendo que abrió la puerta con ella con lo que tuvo su utilidad.
    Como siempre, son opiniones que puedes valorar. La historia que narras en el texto me gusta y la sensación que dejas de fondo en toda la vida del protagonista un gran logro. Gracias por compartirla!!!
    Un saludo!!!

    Escrito el 26 junio 2016 a las 21:01

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