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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Ni Chicha ni naranjada - por Melisa

El anciano encontró la llave en una de las tres cajas de cartón apiladas contra la puerta de su nueva casa, que, al parecer, contenían todas sus pertenencias. No fue capaz de entender por qué su hija se había tomado la molestia de guardarle todas sus cosas y de alcanzárselas hasta allí, siendo ella la misma que lo tuvo encerrado en un hospital para locos durante tantos años. «Qué raro que esa malparida no me haya tirado todo esto a la mierda», pensó.

Cada vez que la imagen de su hija se apoderaba de sus pensamientos comenzaba a murmurar frases inentendibles pero claramente cargadas de decepción. "¿Cómo es que no se da cuenta de que el malo de la película no fui yo sino esa gran puta que la parió?". Tal vez haya sido la incursión de la muchacha en las marchas contra la violencia de género lo que lo había ofendido tanto.

Pero volvamos a aquel día lluvioso, el día en el que, estrenando la libertad recientemente recuperada, tras recoger las cajas de cartón humedecidas, el hombre se enfrentó a la realidad de su nuevo hogar, un monoambiente ubicado en el mismo barrio que lo había visto partir. Sin intención alguna de exagerar, comparado con aquel cuarto frío y vacío del hospital psiquiátrico, aquella humilde casita debió de haberle parecido un palacio. Sin embargo, lejos de disfrutar de las comodidades habitacionales que la vida le ofrecía, aquel primer día el hombre anduvo aterrorizado, deambulando en círculos con la mirada perdida, con miedo de desempacar el pasado. Caída la noche, por fin, se dispuso a hurgar en aquellas cajas, buscando lo que no quería encontrar. Sus ilusiones se desvanecieron cuando el metal de la llave rozó sus dedos. Allí estaba, en el mismo lugar en el que la había escondido catorce años antes, entre las hojas de una revista pornográfica a color, único legado que su padre le había dejado.

Meditabundo y desvelado, aquella noche el viejo no durmió. No había amanecido todavía cuando tomó la decisión de recorrer los trescientos metros que lo separaban de los árboles frutales de su casa anterior, aquella que había compartido con la Chicha y que ahora su hija se negaba a abandonar. Llevando una carretilla destartalada con una pala robada y una soga dentro, caminó por las callecitas de tierra hasta el árbol de naranjas, pasando totalmente inadvertido por el barrio aún dormido. Una vez frente al naranjo, valiéndose de la pala, comenzó a cavar. La lluvia había ablandado la tierra y en sólo media hora la cavidad alcanzó la suficiente profundidad como para que el baúl comenzara a dejarse ver. En los sueños que lo habían hostigado durante su permanencia en el hospital, el hombre había hecho pozos a lo largo y a lo ancho del jardín y en ninguno de ellos había encontrada nada, sólo tierra y más tierra. Entonces, su mente, en estado de trance, lo había ilusionado con la idea de que quizás nada de aquello hubiera ocurrido.

Dejándose caer al césped de rodillas, como si no tuviera planes de volver a levantarse, el anciano lloró como un niño, blasfemando incontables veces contra su madre muerta por haberlo traído a este mundo irracional, en el que los justos son atados a una cama, mientras que los pecadores morales, con sus disfraces de corderito, andan sueltos por el mundo asegurando que las víctimas son ellos.

Bueno, basta de delirios. La verdad es que el viejo había llegado hasta allí con la llave en el bolsillo y con el único fin de abrir el baúl enterrado. Lo que realmente quería era corroborar que esa que alguna vez había sido su esposa se estuviera pudriendo, pagando por el adulterio cometido y por tantas veces haberle hecho sentir su hombría disminuida. Pero teniéndola tan cerca no tuvo el valor necesario para enfrentarla, para verle los cuencos de los ojos, para soportar el olor nauseabundo de su cuerpo descompuesto. Entonces, completamente perturbado, usando la soga y una rama del naranjo como polea, a duras penas desenterró el baúl y lo colocó sobre el césped, apoyándolo al tronco del árbol. En un último esfuerzo, con ayuda de sus manos endebles, víctimas de la batalla que la artritis le estaba ganando a sus tendones, consiguió hacerle un nudo de horca a la soga que colgaba de la rama.

Parado ya sobre el baúl, de espalda al sol naciente, antes de saltar, recitó:

“En las alturas sucumben las almas justas,
en el suelo se pudren los pecadores.”

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17 comentarios

  1. 1. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    Me gustó el relato. La vuelta de tuerca del anciano con su culpa, aunque sin admitir finalmente que es un asesino sino una víctima del mundo irracional y de la crueldad ajena. Un psicópata.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 18:12
  2. 2. Naima dice:

    Buenísimo relato y la manera en que entras en la mente del personaje, una historia contundente y muy bien escrita.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 22:00
  3. 3. Marcelo Kisi dice:

    Hola Meli!
    De nuevo mil gracias por pasarte por mi relato, excelente comentario!
    Qué historia te mandaste! Me pareció fantástica. Muy bien el meterte en la mente del anciano desquiciado, una hazaña nada fácil.
    Algo no me cerraba en lo formal, tuve que exprimirme bastante para darme cuenta lo que no me cerraba, y al final lo descubrí: demasiadas frases empiezan con subordinadas. Como es un patrón de escritura del que a veces no nos damos cuenta, es importante advertirlo para ver si nos beneficia o no. En este caso, creo que le quita fuerza a tu narrativa. Cuando te pasa eso, sencillamente dividí las oraciones en dos, convertí los participios y gerundios en verbos activos, y así le darás a cada una su jerarquía y fuerza.
    Algunos ejemplos: “Sin intención alguna de exagerar, comparado con aquel cuarto frío y vacío del hospital psiquiátrico, aquella humilde casita debió de haberle parecido un palacio.” Una sola frase con esta estructura, o sea esta, no estaría mal, si no fuera por todas las que le siguen.
    “Sin embargo, lejos de disfrutar de las comodidades habitacionales que la vida le ofrecía, aquel primer día el hombre anduvo aterrorizado…”
    “Caída la noche, por fin, se dispuso a hurgar…”
    “Meditabundo y desvelado, aquella noche el viejo no durmió.”
    “No había amanecido todavía cuando tomó la decisión …”
    “Llevando una carretilla destartalada con una pala robada y una soga dentro, caminó por las callecitas…”
    “Una vez frente al naranjo, valiéndose de la pala, comenzó a cavar.”
    “Dejándose caer al césped de rodillas, como si no tuviera planes de volver a levantarse, el anciano lloró como un niño,…”
    “Entonces, completamente perturbado, usando la soga y una rama del naranjo como polea, a duras penas desenterró el baúl…”
    “Parado ya sobre el baúl, de espalda al sol naciente, antes de saltar, recitó:…”
    No sé si llegás a percibir el problemita. Es como si primero hablaras de la oración que estás por decir, la calificaras, la adornaras, la pusieras en contexto y la explicaras, antes de decirla. Fijate y me decís qué te parece.
    Otro tema es el lugar del relator. Tengo dudas con esto, pero usás un narrador que es relator, lo cual revela el acto de estar contando un cuento, creando dos realidades: el relato y el metarrelato. En mi opinión no necesitás decir: “Pero volvamos al día lluvioso…” porque el viejo está pensando todo eso mientras está en ese día lluvioso, un interludio que fue bastante corto como para que no nos perdamos. Directamente podés decir: “El hombre entró en el monoambiente…” Pero aparte, ¿volvamos quienes? Aparte del viejo no hay nadie allí. Después la autorreferencia vuelve cuando decís: “Basta de delirios”. ¿Quién estaba delirando? ¿El viejo? Pero si era una explicación del narrador sobre lo que el viejo pensaba. ‘Entonces el narrador está calificando el pensamiento del viejo de delirios? Y en: “Sin intención alguna de exagerar…”, ¿quién exagera? Quiero decir: o hay un relator claro, o es un narrador omnisciente que se guarda sus opiniones. En tu texto la respuesta para un lado o para el otro se queda a mitad de camino porque si es relator, tiene esas aparicioncitas leves y nada más, y queda como rengo. Un relator hecho y derecho empieza diciendo, por ejemplo: “Esta es la historia de un anciano…”, o: “La historia que les voy a contar es la más increíble…” o: “Imagínense a un anciano…”. Entonces será coherente, en el medio, meter cosas como “Volvamos al día…” Tiene que haber una autorreferencia más sólida, como en un narrador testigo, donde haya un acuerdo con el lector en que “alguien” está contándole la historia -y no es el lector quien accede a ella directamente- o no haberla del todo. Ojalá haya logrado explicarme.
    Y por último: cuidado con las rimas. Es el riesgo de escribir tanto en voz pasiva. Fijate aquí: “único legado que su padre le había dejado.” Legado con dejado. Y el siguiente párrafo empieza con: “Meditabundo y desvelado…” que también rima con lo anterior. También en: “en sólo media hora la cavidad alcanzó la suficiente profundidad”. Y en: “…pasando totalmente inadvertido por el barrio aún dormido.” (En esta última, otra subordinada con gerundio, se puede pasar a voz activa).
    Insisto y lo repito: me gusta tu estilo, y creo que ganaría más en naturalidad si trabajás en estos asuntitos. Y la historia está genial, así que espero que te sirva! 🙂

    Escrito el 18 junio 2016 a las 07:22
  4. 4. Algocar dice:

    Buenos días:

    Un relato curioso, me ha gustado mucho el enfoque, una buena historia.

    Poco más puedo añadir como pegas, Marcelo Kisi te ha dicho más o menos todo.

    Quizás yo añadiría el tema de los latinismos, desconciertan tanto como las palabras malsonantes. Me explicaré, al no decir en ningún momento que fue encerrado en algún hospital de latinoamérica, los insultos suenan raros.

    Por lo demás, muy bueno. Sigue trabajando duro pero disfrutando, un saludo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 08:52
  5. 5. Alush dice:

    Hola Melisa.Soy nueva en este blog y nueva en el arte de escribir. Pero trataré de escribirte algo que te ayude. Me gustó tu cuento,la historia y la forma de escribir.
    Tal vez por mi profesión de psicóloga, me falto algo en la trama que conecte la razón por la cual después de tantos años de encierro en un loquero ,un hombre que recibe su libertad, decide matarse de esa forma.Entiendo que es la culpa y tal vez la insanidad. Pero no alcanza.
    De todas formas la historia es muy llevadera.
    Un abrazo y te sigo leyendo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 15:03
  6. 6. Edu SC dice:

    Hola Melisa,

    Muchas gracias por tu visita, te la devuelvo encantado.

    Felicidades por tu relato, en el que bien pronto consigues plantear una intriga, la del pasado oscuro que planea sobre el anciano, que se va desvelando poco a poco, hasta el soberbio final. Coincido con Marcelo en el tema del narrador, de las pequeñas incursiones que hace en la historia, que no es que queden mal, pero que no concuerdan con el resto del relato y se hacen un poco extrañas, se “ven” demasiado. Por lo demás el ritmo me parece adecuado, bien explicada la historia y con una buena estructura. Tan sólo me ha desconcertado un poco el inicio, no he acabado de verlo todo claro. En un principio pensé que la llave que encuentra le sirve para abrir la puerta de la casa a la que ha vuelto. No me preguntes porqué, pero fue así. Al continuar con la lectura , en el tercer párrafo descubrí que no, que la llave tenía otra historia. En fin, que quizás el inicio me resultó un pelín confuso, tal vez hay una digresión demasiado larga desde la primera frase que hace su entrada la llave hasta que volvemos a saber de ella. Bueno, es tan sólo una sensación, a ver qué opinas.

    Un placer leerte Melisa y de nuevo felicidades.

    Edu,

    Escrito el 18 junio 2016 a las 18:04
  7. 7. Melisa dice:

    A todos muchas gracias por la visita! Me divertí armando el relato y podando palabras hasta el último día, así que me alegro de que hayan disfrutado leyéndolo.

    Marcelo, qué bien me viene tu comentario! Muchas gracias!

    La verdad es que no estoy acostumbrada a las oraciones largas. Generalmente escribo fácil y corto. Este mes quise experimentar la complejidad, jaja. Es verdad que se me fue la mano! Veo claramente que abusé de la misma estructura en las oraciones durante todo el relato.

    En cuanto al narrador relator, entiendo lo que me decís. Mi intención era que el relator diera una visión parcial de los hechos al comienzo (seducido por el anciano) y que fuera adquiriendo una visión objetiva cerca del final. Sí, ya sé, una locura! Pero sinceramente no lo veo tan mal logrado. Me parece que lo que estuvo de más es un pensamiento del viejo en el primer párrafo: «Qué raro que esa malparida no me haya tirado todo esto a la mierda», pensó. Tal vez si lo eliminara quedaría más claro que la historia está relatada por alguien con voz y opinión propia.

    Voy a estar más atenta a las rimas. 😉

    Gracias de nuevo y feliz domingo!

    Algocar, entiendo que un insulto puesto en palabras poco comunes en tu país pueda resultarte desabrido, sin peso. Me pasa eso mismo con las declaraciones de amor. “Te echo de menos” no significa nada para mí, ya que acá en Argentina decimos “te extraño”. En fin, al ser Literautas una comunidad tan grande y el español un idioma con tantas variantes, a todos nos pasa eso de sentirnos un poco desconcertados ante palabras o expresiones poco habituales. 😉

    Edu, qué honor que te haya gustado mi historia! Gracias por tus aportes!

    En cuanto al narrador, lo mismo que le dije a Marcelo, me quedé a medias en el intento de crear un relator.

    Lo que me decís de la falta de conexión entre el primer párrafo y la finalidad de la llave, entiendo que pueda resultar confuso. El tema es que lo que sucede en el primer párrafo vendría a ser una continuación del tercero. Un enganche para cumplir con el reto del mes. 😉

    Gracias por pasar! Hasta la próxima!

    Escrito el 19 junio 2016 a las 00:23
  8. 8. merchylam dice:

    Hola Melisa,
    Me gusta el planteamiento y el punto de vista distinto del de la victima, en un tema que además requiere de distancia y delicadeza para no caer en patrones. En ese sentido lo has hecho muy bien.
    Coincido con Marcelo, en ese hacer de frases subordinadas. Restan fluidez pero hay buena madera. Solo se trata de recurrir a frases más sencillas y más cortas y cuando dominemos eso, subir otro escalón y enlazar cortas y largas, subordinadas y no. Solo es un truco de equilibrio.
    Quizás se deba a qué eres de otro país. Me han llamado la atención palabras como “inentendibles” “monoambiente” “habitacionales” y por supuesto “desempacar ” que me ha encantado porque me ha recordado a mi niñez, a cuando Merlin empacaba todas sus cosas en una maletita.
    Es cierto lo del narrador pero no descartes dejarle participar, como si se tratara de ver como ruedan una película de cine. Unas veces nos centramos en lo que ve la cámara que rueda la película y otras en lo que ve la que rueda el documental sobre el rodaje. Tiene que ser difícil pero me has dado una idea para intentarlo en algo que escriba.
    Nos leemos, un abrazo, y un placer leerte, como siempre.

    Escrito el 19 junio 2016 a las 00:29
  9. 9. Melisa dice:

    Alush, gracias por tu comentario, recién ahora actualizo la página y consigo verlo. Bienvenida al blog!

    El viejo no tenía planes de suicidarse… toma la decisión en un momento de lucidez más que de insania. De alguna manera también fue un castigo para su hija, que al día siguiente encontraría a sus dos padres muertos en el patio de la casa.

    Gracias de nuevo! Saludos!

    Merchy, qué alegría que te haya gustado el relato!

    Si bien la palabra monoambiente aún no figura en la RAE, acá en Argentina la utilizamos para referirnos a viviendas de un ambiente.

    Gracias por compartir tu punto de vista y tus propuestas. 😉

    Un abrazo y hasta la próxima!

    Escrito el 19 junio 2016 a las 19:53
  10. 10. John Doe dice:

    Buenos días Melisa, me ha gustado mucho tu relato, la forma como creaste la relación entre padre e hijo, la atmósfera de soledad y desgano. Felicitaciones.
    Mi texto es el 33 por si quieres pasarte. Nos seguiremos leyendo.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 15:43
  11. 11. El Sr. Pimienta dice:

    Hola Melisa, empiezo a escribir el comentario señalando la facilidad de lectura que he experimentado. Está bien escrito y el ritmo me ha parecido idóneo.

    No sabía que la palabra “malparido” existía en castellano, así que voy a empezar a usarla a partir de ahora :D.

    Me gustaría algún día, tener la capacidad de análisis de muchos de los compañeros de Literautas, la verdad es que me quedo anonadado con sus capacidades.
    En los relatos anteriores he pecado del mismo “error” de usar tantas oraciones subordinadas y participios, y aun así no he sido capaz ni de darme cuenta.

    Que tengas un buen día, y un saludo!

    Escrito el 21 junio 2016 a las 12:40
  12. 12. beba dice:

    Hola,Melisa:
    Me gustó tu relato por la pulcritud del lenguaje y porque logras un giro excepcional; cuando todo pintaba para empatizar con el anciano descubrimos que es un psicópata que victimiza a los suyos.
    Respaldo las observaciones de Marcelo. Lograrás un relato más ágil si usas menos verboides.
    Saludos.
    203

    Escrito el 23 junio 2016 a las 20:45
  13. 13. Melisa dice:

    John Doe, Sr. Pimienta y Beba:

    Muchas gracias por sus comentarios y sugerencias. Tomo nota. Saludos!

    Escrito el 27 junio 2016 a las 21:42
  14. 14. Isan dice:

    Hola Melisa:

    Me ha llamado la atención el título y me he decidido a leerte por primera vez. Conocía el dicho “ni chicha ni limonada” pero no con naranjada que me resulta extraño y con poca conexión con el relato, a no ser que sea por lo del árbol donde se ahorca.

    La frase “pero volvamos a aquel día lluvioso” me ha despistado un poco ya que no nos habíamos ido de él desde el principio del relato.

    Al principio se habla de la nueva casa. En el párrafo tercero se vuelve a mencionar “su nuevo hogar” y se describe. Si se suprime lo que he entrecomillado, evitamos repetirlo de nuevo que ya lo sabemos y el relato no pierde coherencia.

    Me ha hecho gracia el detalle simpático de dónde guardaba la llave y, además es indicativo de su ambiente familiar.

    No me ha gustado la frase “Bueno, basta de delirios” ¿Quien la dice? ¿De quién son los delirios? Del narrador supongo que no, pero lo parece.

    El entrecomillado del primer párrafo lo haces con comillas latinas («») pero en el segundo y al final lo haces con comillas inglesas (“”), pero creo que deberías conservar las mismas ya que siempre se trata de sus pensamientos.

    Bueno, no quería comentar estas menudencias, pero, ya puestos, lo hago. Lo que me interesaba era comentar el fondo. La idea me ha gustado mucho y me ha parecido muy original. La veo muy potente. Cómo en el último momento tiene la suficiente lucidez para saber quién es alma justa y quién se pudre en el hoyo.

    Yo pensaba que después de sacar la caja y hacer el mudo, volvería a empujarla al hoyo para quedar él colgado, pero no tengo práctica en cuál sería la manera más eficaz, aunque, de haber sido así, no tendría sentido el pensamiento final.

    Reitero mis felicitaciones. Un saludo.

    Escrito el 7 agosto 2016 a las 22:19
  15. 15. Tatei Jautze dice:

    Hola Melisa:
    Me gustaría exponerte que en el primer párrafo escribes: “siendo ella la misma que lo tuvo encerrado…” y debería decir:”siendo ella la misma quien lo tuvo encerrado…” ya que te estás refiriendo a una persona y no a una cosa.

    Honestamente no me acaba de convencer que en una misma oración uses “estrenando” y “recientemente” ya que me parece redundante. “estrenando la libertad recientemente recuperada”

    Otra observación. Donde dices: “comparado con aquel cuarto frío y vacío…” siento que debería decir: “comparado con el cuarto frío y vacío…” ya que estás relacionando entre su nueva casa contra el cuarto del hospital psiquiátrico, no está muy claro a cuál te refieres.

    Yo aún no he podido participar con ustedes enviando algún texto porque apenas los conocí y no han regresado de vacaciones durante este tiempo. Deseo que pronto puedas comentar algún trabajo mio.

    Escrito el 11 agosto 2016 a las 01:01
  16. 16. Menta dice:

    Buenos días Melisa:
    Gracias por visitar mi relato. Repito el nombre del fraile porque me parece muy sonoro y me gusta. No queda mal del todo ¿verdad?
    Tu texto me ha gustado mucho porque tocas varios temas de psiquiatría. Tu personaje y todos los que le rodean tienen un comportamiento criminal que asusta.
    Te has manejado muy bien en este mundo dificil y lo has plasmado perfectamente.
    Muchas gracias por compartirlo, nos vemos muy pronto, Menta

    Escrito el 17 agosto 2016 a las 11:49
  17. 17. Melisa dice:

    Isan, muchas gracias por tus correcciones. Me alegra mucho que te haya gustado la idea. Nos leemos prontito. 🙂

    Tatei Jautze, muchas gracias por tus observaciones. A comienzos de octubre vuelve a funcionar el taller, así que pronto nos estaremos leyendo. Saludos! 🙂

    Menta, muchas gracias a vos por la visita y por el comentario. Nos leemos pronto, saludos!

    Escrito el 26 septiembre 2016 a las 00:08

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