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Justicia culinaria: con el salero, no se juega - por Mariaje

La abuelita Cándida sabía que era buena cocinera: ¡si hasta el párroco lo decía! Desde que era jovenzuela, allá por los años cincuenta, cada certamen de paella de la comarca, era suyo: no había quien echara el azafrán como ella, nadie sabía mejor dejar reposar el arroz, ninguno colocaba con tanto mimo, los pedacitos de pollo y el pimiento. Por el secreto le preguntaban, año sí y año también, y Cándida siempre decía que era cuestión de cariño, que en sus platos, lo que más ponía, eran corazón y ganas de agradar.
Todas las tardes, con los pucheros ya recogidos tras el ajetreo del almuerzo, sacaba su labor a la puerta de la calle. Sentada en su sillita a la fresca, disfrutaba del desfile de convecinos que volvían de la labranza y otros menesteres. No había en el pueblo, quien no la conociera; la saludaban con respeto y cariño, y más de una vez oía orgullosa: «Menuda paella la del último año» o «aún nos acordamos en casa de tu potaje de Todos los Santos».
A decir verdad, debió de haber nacido ella con ese don, porque no recordaba más que éxitos y halagos cada vez que se ponía en faena.
Con excepción de aquello con la Adela.
Una minucia.
Una manchita pequeñita en la impoluta trayectoria cocinera de la abuelita.
Adela.
Aquel día de aquel año, para la fiesta de la Patrona, una gran comilona fue por la alcaldía organizada. A dar placer al paladar y al corazón de los ilustres comensales, las mejores cocineras estaban convocadas. Junto con Cándida, otras cinco mujeres de mérito, pero nivel inferior, prepararon postes, entrantes, ensaladas y otras viandas. Como no podía ser de otra manera, en las manos de la abuelita recayó el plato principal: el importante, el esperado, el que marca diferencias entre una comilona y un banquete de postín. Preparó la maestra para la ocasión, un guiso montañero de perdiz con cebollitas caramelizadas. De la alegría daban ganas de llorar, solo al contemplarlo.
Horas estuvo cocinado, en absoluto retiro. Llegado el guiso a su punto, tomó orgullosa el puchero, y presentó su creación ante la flor y nata de la comarca. La mesa lucía imponente: el alcalde, el párroco, Don Alfonso, la Duquesa viuda, la maestra, todos allí, con tenedor y cuchillo en mano, ávidos, casi codiciosos, a la espera. Sirvió la abuelita con mimo, una porción en cada plato. Coreada por «huele a gloria» y «qué manos de ángel tienes», fue recorriendo paciente la mesa. Estando todos servidos, las cucharas se levantaron al unísono, como en danza ensayada, y en el instante reservado a la culminación se oyó:
—¿Alguien tiene un salero?
Las miradas curiosas, se dirigieron unánimes hacia la cabecera de la mesa. La abuelita conocía esa voz:
—¿Para qué quieres tú un salero, Adelita querida? —dijo manteniendo la templanza, como era su costumbre.
—Ay, Cándida, no es nada: le falta un golpe de sal, para mi gusto.
Un golpe de sal.
—Está buenísimo, Cándida, hay que ver qué manos tienes –exclamó la maestra.
—A ver si nos das la receta —pidió la Duquesa viuda.
—Pásame la sal, Adela —soltó el alcalde.
Pásame la sal. Nunca había oído la abuelita, algo tan insultante en su mesa.
—La sal, alcalde —profirió el médico, obviando escandalosamente el efecto para la hipertensión.
Todo por Adela. Su conocido ardor de estómago era merecido.
Pero el perdón es de buen cristiano, y más cuando se trata de pobres ignorantes. No. La abuelita era alma piadosa. No dijo nada.
Para su desgracia, sin embargo, el sentido de la justicia que poseía era grande y retenía en sus pensamientos, una y otra vez, el infortunado incidente, la deshonra inmerecida.
Candida era además, en sumo generosa y enseñar al que no sabe está en las Escrituras. Así pues resolvió instruir a la Adela, en algo que no poseía y afectaba al bien común: buenas maneras y decoro.
El día del cumpleaños de esta, le hizo un regalo especial:
—¡Cándida, qué alegría! Si es un cuaderno de recetas tuyas.
—No cualquier receta, Adela: son especiales para ti. Pero debes prometerme hacerlas todas este año, ya que no sé cuanto tiempo me ha de quedar.
—¿Trecientas cincuenta? ¡Tendré que cocinar una cada día!
—Que así sea.
Mucho había tardado la abuelita, en hacer aquel cuaderno especial para Adela. Hay que ver cuantos condimentos, van mal al ardor de estómago: trescientos cincuenta sin ir más lejos.

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19 comentarios

  1. 1. SBMontero dice:

    Tengo ciertos sentimientos encontrados para hacer el comentario de este texto.

    Por un lado creo, con sinceridad, que la historia es como aquellas que uno puede encontrar en esos viejos libros de cuentos con moraleja, incluso el estilo y el tono es muy parecido y eso me ha permitido disfrutarla; pero por otro lado no dejo de darme cuenta de que hay problemas evidentes con la puntuación y un innecesario exceso de palabras para un texto que debería ser más sencillo y menos ampuloso.

    Vamos, que amor no quita conocimiento, eh.

    Un saludo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 11:35
  2. 2. Mariaje dice:

    Hola SBMontero,
    gracias por pasarte por mi relato. El texto me salió de carrerilla con esta extraña cadencia que ya sabía yo que era arriesgada, rayando la incorrección gramatical en algunos casos, al desordenar las palabras en su estructura natural en las frases y en definitiva, enrevesando la cosa. No obstante, decidí enviarlo, aunque no es mi estilo habitual, para ver la acogida y los comentarios de los compañeros. Un pequeño experimento. A ver qué dicen los demás. Gracias por tu aportación.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 13:12
  3. 3. Mariaje dice:

    He sido demasiado rápida y he enviado el comentario anterior olvidando algo que quería añadir, y es que he intentado usar un narrador equisciente identificado con el personaje de la abuelita, y la forma de expresión que usa pertenece al personaje.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 13:51
  4. 4. SBMontero dice:

    Gracias a ti por escribir.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 14:00
  5. 5. PerePaella dice:

    A mí me ha gustado el relato, me ha recordado a algunos cuentos que leía de pequeño, lo he disfrutado mucho. Lo del pimiento en la paella lo dejaré correr… jajaja
    Saludos.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 19:10
  6. 6. Marisa dice:

    Hola Mariaje. Primero agradezco tu lectura a mi relato. Siempre se aprende así que toda devolución es bienvenida y por eso gracias.
    Luego, quiero decirte que me ha gustado la historia de tu relato. Respecto de tu experimento debo decir que, a mi parecer, las oraciones cortas irían mejor. Y el final lo trabajaría para que tenga más impacto y no sea explicativo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 21:22
  7. 7. Leandro dice:

    Hola Mariaje,
    Muy lindo relato, interesante vocabulario y una particular forma de escribirlo. Me gustó el estilo diferente y un final, comparto,con tinte de moraleja.
    Bien logrado el personaje de Cándida y su indignación reprimida. Quizá una lectura complicada en primera instancia, sin embargo un excelente relato con sus puntos y comas como están.
    Buen trabajo!

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 22:04
  8. 8. Zelfus dice:

    Me gustó. No quiero hacer un aburrido y “sabio” comentario técnico. Simplemente disfruté el giro final. Aunque sospecho que la querida Adela, no va a hacer más de dos recetas.

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 17:39
  9. 9. Mariaje dice:

    PerePaella: humm, pimiento morrón, queda estupendo, mi madre siempre lo pone, jeje. Gracias por pasarte, me alegra que te gustara.
    Marisa: pienso que el final no es en absoluto explicativo, pero cada uno tiene su punto de vista. Gracias por darme el tuyo y por la visita.
    Leandro: qué bien que te hayan gustado el relato y la forma de expresarlo. Muchas gracias por tus palabras y por leer mi texto.
    Zelfus: no me hacen falta aportaciones técnicas; si me dices que lo disfrutaste, qué más puedo pedir! gracias por dejar tu comentario.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 09:18
  10. 10. LUCIANO SÍVORI dice:

    Interesante relato que se da el gusto de compartir una moraleja o enseñanza para el final. Tiene un estilo distinto, particular. La escritura es tomar riesgos, y disfruto los que en Literautas se animan a “salir del molde” (aprovechando las metáforas sobre cocina).
    Te saludo y felicito.
    Luciano.-
    http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 14:28
  11. 11. beba dice:

    Hola, Mariaje: Gracias por tu visita y bonito comentario. me alegra que te haya gustado.
    Tu cuento me pareció precioso; muy logrado el estilo pueblerino de los personajes: los orgullos secretos, la buena educación y la picardía para amonestar.¡Precioso!
    Sólo me chirriaron estas oraciones:”fue por la alcaldía organizada. A dar placer al paladar y al corazón de los ilustres comensales, las mejores cocineras estaban convocadas”. Aclaras que las dejaste así no entiendo bien si por prisa o por experimento; creo que no cuadran con el resto del relato tan organizado y pulcro como la paella.
    Un saludo.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 15:11
  12. 12. Anna dice:

    No tengo mucho que decir, me encantó el relato, pero en un principio la forma de escribir me aburrió, pero rápidamente tomo un buen curso el texto y me atrapó.

    Gracias por haberte pasado por mi texto, en el respondí tu comentario.
    Un Saludo

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 20:00
  13. 13. Demetrio Vert dice:

    Hola Mariaje.
    Alguna preguntas y varias aprecciaciones.

    Por como describes las tardes a la puerta de la casa me ha precido estar en mi pueblo cuando era pequeño, en la comarca de la Ribera de Valencia. Por eso me ha extrañado (no literariamente, solo es personal) que en los concursos solo invitaran a mujeres. Si eres de por allí, sabes perfectamente que son los hombres los que hacen las paellas cuando se va de “paella”. A pesar de eso, he pensado que bueno, para el cuento poco importaba, es verosimil, que es lo que en realidad vale. Pero cuando lo del pimiento (y más si es morrón) he pensado que tal vez no fueras de la “terreta”. Se qué por ahí se pone, pero.. como dice Perepaella lo dejare pasar.

    Y ahora al grano.
    No veo acertada la elección del nombre de Adela. necesariamente va a conducir a cacofonía con “abuela”, o a contruir oraciones tratando de evitarlas.

    Hay una presentación un poco dilatada, en mi opinión, y tal vez el nudo también, y el desenlace demasiado largo. Yo suprimiría los tres párrafos que siguen a “Su conocido ardor de estómago era merecido”, y pasaría ya al regalo, a “El día del cumpleaños …”. Coincido con SBMontero. Hay que recortar, ser precisos y concisos. Los relatos ganan muchisimo. Porque la estructura esta bien. presentación, nudo y desenlace. Y conflicto. Hay historia. Eso está muy bien.

    Gracias por leerme y por tu amable comentario.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 13:14
  14. 14. Mariaje dice:

    Luciano: gracias por la visita y por apreciar positivamente el ánimo de experimentación que yo también considero necesario, aunque a veces se pueda tener resultados con menor aceptación.
    Beba: gracias por devolverme la visita, dejar tus valiosas aportaciones y tus comentarios positivos; me animan muchísimo. Respecto a las frases que comentas, me salieron así a bocajarro jeje y las dejé todas, aún a sabiendas de que muchas eran raras, unas más que otras (como el ejemplo que comentas) pero me pareció que de dejarlas, debía dejarlas todas, porque pegaban bien en el ritmo general del relato, como una cantinela. Quizás tenía que haber pulido algo más algunas de ellas. Gracias de nuevo y un saludo.
    Anna: gracias por la visita, me alegro de que te gustara el relato y de que te atrapara. Espero que vuelvas a escribir en la próxima escena y seguir tus avances.
    Demetro Vert: muchas gracias por la visita y por dejar tus aportaciones. Ay… como sois con la paella… Tengo un amigo valenciano que es un purista de la paella y empiezo a pensar que es un sentimiento generalizado. Mi madre, la del pimiento morrón, es de Madrid, y yo también me crié allí. Ella innova sin ninguna verguenza en la cocina y la paella no se libra. Para decirte la verdad, yo soy como ella, y ni me molesté en buscar cuales son los ingredientes “adeptados” para este plato tan típico. En cualquier caso, no me parece de relevancia (espero que me perdones jeje).
    No sé por qué supones que solo son invitadas mujeres al concurso de paella, pues no lo pone en el relato.
    El nombre de Adela, efectivamente, rima con abuela y con tachuela y con muchas otras cosas :-), pero si lees el relato, verás que la palabra «abuela» no aparece ni una sola vez.
    Gracias de nuevo por tu visita y por dejar tus opiniones, que aunque no esté de acuerdo, me sirven también para aprender y conocer otros puntos de vista.

    Escrito el 24 octubre 2016 a las 08:59
  15. 15. Cryssta dice:

    Hola Mariaje, con gusto te devuelvo la visita.

    Te voy a decir por qué ha sonado raro el lenguaje que has empleado. Al principio has escrito de una manera y a partir de “Aquel día de aquel año…” has hablado de otra. Eso es lo que ha despistado, es como cuando en un relato se cambia a la mitad el tiempo verbal, lo que se cuenta gusta pero el cerebro sabe que algo está mal aunque no se sepa qué.

    Te ha faltado una tilde en “Cándida era además…”, una en “…cuánto tiempo…” y otra en “…cuántos condimentos…”

    Hablas de trescientos cincuenta condimentos que van mal al ardor de estómago, son demasiados condimentos, ten en cuenta que en trescientas cincuenta recetas muchos condimentos se repetirán.

    Dices “prepararon postes” imagino que querrías decir “postres”. Yo creo que deberías enumerar las cosas tal y como se presentan en la mesa, el postre al final.

    Creo que deberías decir quién es la tal Adela, parece alguien importante si está en la cabecera de la mesa.

    Adela pide el salero pero no dices que nadie se lo dé. Luego el alcalde le pide a Adela que le pase el salero pero quien se lo pasa es el médico.

    Creo que con los retoques oportunos te quedará un buen relato.

    Un abrazo.

    Escrito el 24 octubre 2016 a las 11:54
  16. 16. iosu dice:

    Hola Mariaje:

    Por incordiar un poco, salgo en defensa de echarle a la paella cualquier complemento, preferentemente marisco. Está bien reivindicar lo propio, pero nadie ha dicho que la paella sea valenciana. Así que estamos hablando de una paella “de la comarca”, sin otro apellido.

    Bueno, al lío. Lo primero que me ha llamado la atención han sido esas frases tan rimadas y musicales. Como ya te lo han comentado profusamente, no insisto.

    En esta frase:” Sirvió la abuelita con mimo, una porción en cada plato.” No sé si sigue bailando el mismo ritmo pero creo que le sobra la coma que la pondría en la frase: “Cándida era además…” después de “era”.

    Quitaría la coma o pondría un punto en su lugar en la frase: “hay que ver cuántos condimentos, van mal al ardor de estómago”.

    En la frase: “una y otra vez, el infortunado incidente” quizás después mejor dos puntos en ligar de coma.

    Esta frase: “Así pues resolvió instruir a la Adela,” ese LA puede ser habla coloquial, pero no es una constante en el narrador, por lo que para mi gusto la eliminaría.

    Me ha gustado el ambiente que has descrito. La idea es muy buena y no hace falta que corra la sangre para deleitarnos con un buen relato de venganza. Venganza que es perfecta. Siendo conocido el ardor de estómago permanente de Adela, con esas recetas que le regala Cándida incrementaría un poco más su ardor sin sospechar realmente el motivo. Muy ingenioso.

    Al mandar mi relato cometí el error de no firmarlo como es costumbre, así que no soy nuevo comentándote ya que lo hago siempre.

    Un abrazo.

    Escrito el 24 octubre 2016 a las 17:33
  17. 17. Mariaje dice:

    Cryssta: muchas gracias por tu visita, por encontrar las faltas que debo corregir y por tus comentarios, creo que muy acertados. Me parece que tienes razón y hay un cambio de registro que resulta extraño. Lo revisaré y corregiré. Respecto a los 350 condimentos, seguramente tienes razón y son muchos, pero lo dejé así para que quedara bien claro que cada receta del libro era mala para el ardor de estómago de Adela. Sobre el salero y quién se lo pasa a quién :-), no escribí que nadie se lo diera a Adela porque me pareció que se sobreentendía, ya que luego el alcalde se lo pide a ella y el médico al alcalde, quedando así clara la “trayectoria” del salero aunque no estuviera explícitamente escrito. Pero supongo que es un ejemplo más, de que no todo lo que uno sobreentiende, queda tan claro para los demás, así que gracias por hacerlo notar.
    Iosu: ¿o debería decir Isan? jaja Me has dejado con la duda de tu identidad. Bueno, a lo importante: muchas gracias por leer y comentar mi relato y centrándote en la puntuación, porque justamente es el tema que me ha presentado más dudas; no sabía si estaba metiendo la pata. Miraré en detalle todas tus sugerencias. También tengo que darte la razón en ese “la Adela”; debería de haber sido más coherente en el uso (o no uso) del artículo ante el nombre propio. Gracias por tus acertadas sugerencias. Me alegra que te gustara el relato y me paso a comentar el tuyo. Un saludo.

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 09:14
  18. 18. Roger/NHICAP dice:

    Hola Mariaje,
    A mí me ha gustado la historia de la abuelita, y la exagerada escritura que empleaste me parece un atrevimiento simpático. Ingeniosa venganza para culminar un relato que muestra con gracia la típica celebración en las fiestas de un pueblo.
    Felicidades por ese toque de humor que rezuma el texto.
    Un abrazo

    Escrito el 31 octubre 2016 a las 18:58
  19. 19. Mariaje dice:

    Hola Roger/NHICAP, gracias por leer y comentar mi relato, me alegra mucho que te gustara y que encontraras el toque de humor :-). Un saludo

    Escrito el 2 noviembre 2016 a las 09:51

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