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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\ - por Jesús Almibre

Se comenta que cuando Luis XIV de Francia ordenó invadir el Eifel, sus tropas desolaron la región casi en su totalidad. La población, constituida en su mayoría por alemanes, huyó despavorida hacia el norte del país, dejando tras de sí sus pertenencias y una vida casi entera. Entonces, algunos campesinos franceses, que apoyaban logísticamente a las tropas del Rey Sol, fueron ubicándose en las viviendas abandonadas, apoderándose de enseres y animales. Uno de los invasores era ni más ni menos que el cocinero personal de Luis XIV, cuya jubilación había sido hecho efectiva. El hombre, un tipo regordete y con cara de bonachón, llegaba a la zona envuelto por su fama de gran conocedor culinario y por la amistad que aún mantenía con el monarca francés, a quién escribía periódicamente contándole sobre su vida en la tierra germana. Los cronistas de la época destacaban en mayor o menor medida la importancia que el rey le otorgaba a la influencia francesa sobre una población que él consideraba primitiva, carente de modales y estilos. Por esta razón, había escrito ciertos decretos respecto de las costumbres y la alimentación que debía primar entre los nuevos y antiguos franceses. El cocinero recibió un cuaderno forrado en cuero, con el timbre de Luis XIV, en el que el soberano había escrito de su puño y letra los alimentos que preferentemente se tenían que consumir y las posibles combinaciones de éstos. El cocinero tenía la obligación de anotar sus observaciones, el efecto en las personas y el resultado en el desarrollo biológico de la población, para posteriormente informar detalladamente al rey. Una vez fallecido el monarca, el cuaderno fue utilizado como un diario de vida, en el que además de recetas, habrían quedado estampadas vivencias personales y estados de ánimo, pasando de generación en generación a través del tiempo.

Mientras saboreaba un kuchen de quesillo, en el café Mozart de la ciudad de Bonn, Brita retomó contacto con Manuel, su amor adolescencial. Luego de invocar pasajes de juventud, le contó de su afición por pasteles y galletas y de las dificultades que había encontrado para publicar sus recetas. Manuel le contó que estaba dedicado al mundo de las comunicaciones y que mantenía contacto con editores importantes, muchos de los cuales le debían algunos favores. Brita frunció el ceño, pero su amigo le hizo ver que el mundo de las editoriales era muy complejo y que lo verdaderamente importante era el veredicto de la calle por sobre la opinión de un editor, ocupado más del lucro que en la calidad de un libro. Convencida por el argumento de Manuel, la chica recopiló recetas de pasteles y galletas, hasta reunir treinta cinco.

Descendiente de campesinos franceses, afincados en la región del Eifel, Brita había vivido gran parte de su infancia en la casona de la abuela materna entre condimentos, ollas, moldes y una gran cocina a leña, testigo de innumerables veladas familiares. Ahí había preparado con inocencia sus incipientes recetas, experimentando con esto y lo otro, observando siempre a la cocinera en su faena diaria. En ese lugar, pintado por la ceniza y cubierto por el olor de viandas y especies había visto a su abuela, que sentada en una silla, lloraba desconsoladamente la vez que el abuelo se había marchado con destino desconocido.

Has pensado en el título para tu obra? consultó Manuel."El cuaderno de recetas" respondió sin titubear. Recordó entonces que su abuela se refería en esos términos a un cuaderno muy viejo en el que acostumbraba a escribir recetas y sus experiencias más íntimas, notas que nunca leyó o dejó que alguien leyera. Reflexionó, entonces, el porqué nunca se había dado el tiempo suficiente para conversar con aquella mujer octogenaria que tanto amor le había dispensado. Pensaba en lo interesante que habría sido enterarse de hechos nunca contados, así como de recetas mágicas y que su abuela se había llevado consigo a la tumba. Recostada ahora sobre su cama,la mujer hace un viaje breve a través del tiempo, entonces recuerda el instante en el que su abuela lloraba desconsoladamente ante la partida del hombre de toda su vida y mientras incontables lágrimas de pena iban cayendo, las hojas amarillas de un viejo cuaderno se fundían en la hoguera formidable. Brita, aún niña, observa la escena desde su escondite; lo que cae finalmente al fuego, son dos tapas de cuero aparentemente muy antiguas con un escudo real.

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10 comentarios

  1. 1. Ocitore dice:

    Muy interesante y la ambientación fantástica. Me ha gustado mucho. Suerte.

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 21:52
  2. 2. gaia dice:

    Tengo dudas en cuanto al título. Qué significa? Me gustó mucho el estilo. Estoy en el #50

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 22:14
  3. 3. beba dice:

    Hola, Jesús Almibre:
    Has narrado un episodio histórico (o ua tradición a partir de él), muy interesante y pintoresco.La historia de Brita es muy breve en el contexto total, y sirve de desenlace a la historia de Eifel.
    Muy emotiva la descripción de cómo se destruye el Recetario Real en la hoguera.
    Tu gramática y estilo, muy pulcros y claros.
    beba- 141

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 01:48
  4. 4. Menta dice:

    Hola Jesús Almibre: Me ha gustado mucho tu relato. Todo lo que huele a historia me engancha. Estoy pensando que mis nietos no tendrán nada antiguo porque todo lo tiro. De ahora en adelante voy a dejar algo interesante para mis herederos;puedo empezar por un libro de recetas aunque no tenga las tapas de cuero con escudos reales. Muy bonito.Gracias por compartirlo, Menta

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 22:37
  5. 5. Jesús Almibre dice:

    Ocitore, agradezco tu comentario. La ambientación me gustó a mí también de sobremanera y es que me pilló de sorpresa. Fue un golpe inspirativo (quizás hasta conspirativo)de las locuras que van de un rincón a otro en mi cabeza. Saludos

    Escrito el 29 octubre 2016 a las 23:08
  6. 6. Jesús Almibre dice:

    Gaia…el título salió de esa forma por un error involuntario…y lo dejaré tal cual. Saludos y gracias por tu comentario.

    Escrito el 29 octubre 2016 a las 23:09
  7. 7. Jesús Almibre dice:

    beba….gracias por tu comentario…interesante tu punto de vista. Lo que acontece con el Recetario Real es lo que pasa a menudo con tesoros que tenemos entre nosotros sin percatarnos de lo que realmente son…tesoros. Saludos.

    Escrito el 29 octubre 2016 a las 23:12
  8. 8. Jesús Almibre dice:

    Menta…la historia ha sido siempre una fuente de inspiración para mis locuras escritas y te agradezco tu crítica constructiva. Saludos

    Escrito el 29 octubre 2016 a las 23:14
  9. 9. Tavi oyarce dice:

    Hola Jesús
    Muy bien estructurada tu historia. Manejas bien las oraciones y los tiempos. Uno comienza a leer y no se detiene por un error gramatical o un verbo fuera de tiempo. Además el tema es interesante y consigues retratarlo muy bien, eso de “ adolescencial”, es una palabra nueva o te refieres a “adolescencia”. Sea lo que sea no enturbia el relato: te felicito.

    Tu comentario me llegó fuera del mes y fuera del mes te contesto. Dices que eres nuevo acá,. Pero se nota que dominas la pluma. Agradezco tus expresiones y respecto a la lentitud de mi historia, debí escribirlo así, porque si tu recuerdas es la historia de dos viejos y uno de ellos en la etapa final de su vida; etapa hacia donde caminamos desde que lanzamos el primer llanto.
    Saludos

    Escrito el 3 noviembre 2016 a las 20:50
  10. 10. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Jesús, después de leer tu trabajo de seguidillo te puedo decir que la tuya es una locura muy inspirativa, especialmente la que guardas escondida en los recuerdos. Felicidades.

    Escrito el 11 noviembre 2016 a las 04:28

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