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Astúrica - por Santi Leonard

Carolina, la hija de mi prima, nos esperaba en la estación de autobuses.

—¡Anda, ahora lo llevas rojo!

—Sí, pero la peluquera de Astorga no tiene ni idea. Nunca hace lo que le pido— Mientras hablaba daba vueltas un mechón delante de sus ojos.

—¿Tus padres están en El Argentino?

—Sí. Como siempre.

Cogimos las mochilas y fuimos al bar. Por el camino Carmen se quedó rezagada hablando con su madre por teléfono. Yo interrogué a mi prima segunda. Está harta de Astorga, quiere irse a vivir a Oviedo, o a León, o a Madrid. Con tal de alejarse de la pequeña y aburrida capital de la maragatería, viviría en cualquier sitio.
Al entrar en el bar abrazamos cariñosamente a mi prima Juana. Tenemos una relación especial pese a que tiene 20 años más que yo.

—¿Qué queréis tomar? —Su marido apareció con una cerveza en la mano.

Carmen se pidió un vino blanco y yo preferí esperar a llegar a casa. El viaje me había dejado el estómago regular.
Cuando nos fuimos Juana me dio las llaves de su Wolskswagen Golf.

—Conduces tú, que ya llevo dos vinos—Dijo mientras se colocaba frente la puerta de atrás para dejar a Carmen el asiento de copiloto. Jacobo, su marido, se quedó un rato más en el bar.
Por el camino me contó que estaba recopilando las recetas de mi abuela Pilar en una libreta moleskine, y que iba a hacer varías copias. Una para cada uno de sus hijos, Carolina y Martín; y otras dos para las hijas gemelas de su hermano. Me pareció una idea estupenda. Mi abuela fue una gran cocinera.

—A mí me gustaría tener una copia también.

—Pues te la hago, pero te pones a la cola, huevón; que copiar todas las recetas lleva mucho tiempo.

—¿Pero las vas a hacer a mano?

—Claro, mola mucho más; ¿no? A mí me mola, es un recuerdo que van a tener para toda la vida.

—Ya, joder. Pero es un curro…

—Yo lo hago con gusto. Y te hago una si quieres. Pero tienes que esperar tu turno.

La verdad es que Juana es espléndida. Siempre nos trata estupendamente cuando vamos a verla. Por eso nos gusta tanto ir. Al llegar a casa metimos un lomo alto en el horno para hacer roast beef y abrimos una botella de López de Haro mientras esperábamos.

El tema del libro de recetas volvió a salir en los postres. Yo estaba exaltado, lleno de vino de rioja y de pacharán. Odio el pacharán, pero Juana me lo ofreció y no supe decir que no. Ni la primera, ni la segunda, ni la tercera vez. Tuve una idea. Me pareció una revelación.

—¡Joder! Tengo un amigo editor. Podemos hablar con él para lo de las recetas. La abuela tenía unos trucos de la hostia. Seguro que nos lo publican.

Mi prima torció el gesto.

—No te mola. Yo creo que puede funcionar. Además, le podemos poner el nombre de la abuela—Mi revelación no estaba teniendo la acogida que esperaba.

—A tu abuela no le molaba nada que la gente conociese sus recetas. Yo las conseguí a base de pasarme tardes y tardes delante de ella mientras cocinaba—Juana se había enrocado en el no, pero yo quería hacerle ver las posibilidades que teníamos.

—¿Tú crees? Yo creo que le daría igual. Incluso que le haría ilusión.

—Que va, cuando alguien le pedía una receta cambiaba las cantidades para que no le quedase igual. No le gustaba compartir sus recetas y yo tampoco pienso hacerlo. No la voy a traicionar.

-Juana, la abuela está muerta. Hace 5 años ya. No se puede traicionar a un muerto.

El gesto de mi prima, ya torcido, cambió de golpe. Se levantó y dio la discusión por finalizada. Recogimos la mesa en silencio, con la sensación de que algo había cambiado entre nosotros para siempre.

Pasamos el resto del fin de semana en tensión. Teníamos que estar allí, pero no pensábamos en otra cosa que en el autobús de vuelta. El domingo a las 6.
Nos despedimos fríamente en el andén. Hubo abrazos, pero no tenían nada que ver con los de dos días antes.

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4 comentarios

  1. 1. ortzaize dice:

    una reaccion triste para una relacion tan bonita con tu prima.
    jaja el libro de recetas de la abuela, es algo que me gusta, y siempre he querido conservar.
    bueno me parece un relato distendido, y a la vez con interes para el lector
    pero no me gusta las palabras soeces en una lectura , asi que creo que se puede escribir y dar enfasis al relato sin hacer daño a la vista con esas palabras,
    quizas es que me hacen daño al oido.
    bueno creo que en el relato eso sobra, saludos

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 07:45
  2. 2. DMe3 dice:

    Bonito relato de una escena familiar. Esos comentarios que hacemos ebrios y que pensamos que son geniales, pero la embarramos y luego no hayamos como recomponer lo dañado.

    Creo que no es necesario poner marcas de autos ni vinos. Para hacer más ágil la narración. Me gustó tu relato.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 12:56
  3. 3. Marisa dice:

    Hola Santi Leonard. Me gustó la idea de las recetas de la abuela y el corte de relaciones que produce el egoísmo de las personas con abuela incluida.
    Coincido en que no es necesario poner marcas de vinos o vehículos y es más interesante describir la variedad o el sabor del vino o ciertas características de un vehículo.
    Hay oraciones explicativas por parte del narrador que las cambiaría por acciones. Un ejemplo de lo que digo es la última oración del relato. Eliminaría esa oración y describiría más la despedida respecto de gestos, sensaciones y dudas. Cuando dices: “Nos despedimos fríamente en el andén” el lector ya sabe que no es el mismo tipo de saludo que al principio, así que más bien agregaría algún reproche o como dije describir sensaciones de los saludos finales.
    A seguir trabajando como todos los que aquí participamos. Si me quieres visitar, soy el #27.

    Escrito el 24 octubre 2016 a las 13:44
  4. 4. Carmen Corral dice:

    Me gusta mucho como cuentas las historia. Muy buenos los dialogos y a mi sí me gusta que utilices palabras coloquiales en ellos. Tampoco me molestan las marcas comerciales. Es una forma muy rápida y directa, ideal para captar a los lectores que nos nos gustan las descripciones largas.

    Tu relato transmite sensaciones y emociones. Me gustaría una trama más intensa. Pero la claridad con que describes las situaciones lo compensa. Al leerlo me sentí como si estuviese allí mismo en Astorga tomando un vino blanco.

    Enhorabuena.

    Escrito el 28 octubre 2016 a las 02:06

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