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El libro de Abdel Qâder, comerciante - por Ales

Web: http://micuadernodeescritor.blogspot.com

La Escuela de Ladrones no aceptaba a cualquier alumno. De hecho, apenas aceptaba a nadie. Los Maestros estaban ya demasiado viejos como para perder su tiempo entrenando a aquellos que no estaban preparados. Actualmente los estudiantes se podían contar con los dedos de las manos. Y eso no ponía las cosas fáciles. Muchos pensarían que la cercanía del castillo real era el problema, pero eso no era verdad. La guardia temía aquellos barrios y se mantenía lo más lejos posible. No, el problema no era la autoridad de monarcas que no podían controlar ni a su propia corte. El problema era el mismo que parecía estar en mente tanto de poderosos como de pobres en aquella ciudad: el dinero.
La Escuela tenía que financiarse y, con tan pocos estudiantes cada año, apenas tenían para mantener las infraestructuras básicas. Por tanto, a los Maestros no les había quedado más remedio que reducir la exigencia a la hora de aceptar encargos. Pero, ¿eran ellos los que iban a hacer aquellos malditos trabajos? ¿Acaso eran ellos los que tenían que hablar con esos catetos avariciosos? No, ellos no tenían que mover un dedo fuera de sus clases. Todo recaía sobre los Guardianes.
Odiaba ese término tanto como en su día había llegado a adorarlo. Guardianes. Y un cuerno. Habían dedicado su vida a proteger la vida de los Maestros y la integridad de la Escuela y ahora se encargaban de hacer trabajos de pacotilla y de ayudar a los incompetentes de los nuevos admitidos. Una vergüenza.
Las arrugas gruñonas desaparecieron de la frente de Amir en cuanto escuchó pasos en la escalera. El hombre gordo no notó nada extraño cuando entró en la habitación.
Abdel Qâder. El comerciante portaba en ese momento el libro por el que tanto les pagarían. ¡Aquello era un trabajo común que se podría haber encargado a unos meros rateros! Y sin embargo, allí estaba él, observando en silencio cómo el gordo comerciante se rascaba el trasero mientras se dirigía al fondo de la habitación. Ese imbécil gordinflón que no sabía que había que poner candados también en las ventanas si tenías la casa llena de tesoros.
El gordo comerciante se paró en seco en medio de la habitación. Lo había notado.
La mesa sobre la que normalmente descansaban sus estatuillas de oro estaba completamente vacía. Amir observó casi divertido cómo el gordo comerciante se llevaba la mano a la espalda y sacaba lentamente un puñal con empuñadura de plata. Sin esperar un segundo más, saltó desde las sombras y le inmovilizó el brazo.
O al menos eso intentó. Otra sombra salió de la oscuridad y se interpuso en su camino. Las dos siluetas negras, vestidas con la suave tela de los ladrones profesionales, rodaron por el suelo entre quejidos y gruñidos ante la atónita mirada del comerciante. No tardó en dar un grito de socorro. Se escucharon pasos en la escalera y el comerciante corrió hacia la puerta. Amir se abalanzó sobre él justo cuando otra figura salió desde las sombras. Esta ver cayeron los tres al suelo. Amir se intentó levantar pero alguien le hizo una llave inmovilizándolo. Amir gritó de rabia al ver que el comerciante corría ya escaleras abajo.
Lo peor es que esa llave la había enseñado él.
La alumna retiró el agarre al escuchar los gritos de su profesor.
-¡A mí no, maldita sea! ¡A él!
La chica intentó justificarse, pero su maestro no la escuchó.
-¡Enano! Te dije que saltaras después de mí ¡pero cuando ya lo hubiese inmovilizado, imbécil!
Dos guardias armados con cimitarras irrumpieron en la habitación y observaron sorprendidos la reprimenda del maestro a los dos jóvenes ladrones. Amir gruñó todavía más al verlos y saltó sobre ellos. Antes de que éstos se diesen cuenta de lo que había pasado, yacían muertos en el suelo.
-¡Y ahora traedme ese maldito libro antes de que atraigáis a toda la guardia de la ciudad!
Sus alumnos intentaron decirle algo, pero otro grito de su maestro fue suficiente para que saliesen por piernas de la habitación.
Amir se quitó su máscara. Necesitaba respirar. Se dispuso a salir, pero un rayo de luna sobre el suelo de madera lo detuvo. Acababa de comprender lo que le habían querido decir sus alumnos antes de marcharse.
Iluminado por la luz del astro, el viejo libro de recetas yacía en el suelo donde el comerciante lo había dejado caer. El rojo de su rostro se intensificó, pero esta vez el enfado no era la causa.

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5 comentarios

  1. 1. Roger/NHICAP dice:

    Hola Ales,
    Primero agradecerte el paso por mi relato y me alegro que te haya gustado.
    El tuyo me gustó. Me pareció buena idea utilizar el libro de recetas como “objeto valioso”, una pieza en disputa, necesaria para financiar la Escuela y a los monarcas.
    En el tercer párrafo, desde “Guardianes. Y un cuerno”, creo que deberías incluirlo como un pensamiento de Amir, así:<>.
    También, “Abdel Qâder. El comerciante portaba…”, mejor escribirlo: “Abdel Qâder, el comerciante, portaba…”.
    El final no es malo, pero deberías de imprimirlo de más fuerza, quizá explotando más el esbozo de humor sobre los atolondrados alumnos.
    Buen trabajo Ales. Hasta la próxima.
    Un abrazo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 16:15
  2. 2. Roger/NHICAP dice:

    Ales, algo hice mal. me refiero al pensamiento de Amir, incluirlo entre comillas latinas: Guardianes. Y un cuerno. Habían dedicado….Una vergüenza.
    Saludos.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 16:22
  3. 3. Menta dice:

    Buenos días Ales: He leido tu escrito muchas veces porque la ambientación me ha gustado y me ha parecido volar a un zoco de alguna ciudad árabe. El nombre de Abdel Qâder me parece muy adecuado y bonito para tu escrito. La escena de la pelea está muy bien narrada.
    Me toca corregir tu texto porque estoy en el número 106, así que empiezo,
    1. Hay muchas palabras que se repiten. Primer párrafo: aceptaba, estaban, aquellos, problemas. Segundo párrafo: tenían, ellos. Tercer párrafo: vida. Siguientes oárrafos: ocho veces la palabra comerciante. Tienes que fijarte más, puedes leer en alto el relato, grabar el escrito. Así te darás cuenta de estas repeticiones.
    2. Dice: Esta VER cayeron los tres al suelo. Error de teclado, es VEZ
    3. Empiezas: Odiaba ese término tanto… Pero los lectores no sabemos quien es el que odiaba porque no lo has presentado antes. Tampoco presentas al comerciante y esto desorienta mucho al lector.
    4. No tentiendo nada: ¿Quién es Amir?¿ Es el maestro ¿es el Guardian? Y ¿Quién es el hombre gordo? ¿El gordo es Abdel Qâder o Amir? ¿Quién es el comerciante? ¿Quién es el ladrón? . Esta confusión viene de cómo lo escribes. ¡FIJATE!: – Las arrugas gruñonas desaparecieron de la frente de Amir en cuanto escuchó pasos en la escalera. El hombre gordo no notó nada extraño cuando entró en la habitación.
    Abdel Qâder. El comerciante portaba en ese momento el libro por el que tanto les pagarían. ¡Aquello era un trabajo común que se podría haber encargado a unos meros rateros! Y sin embargo, allí estaba él, observando en silencio cómo el gordo comerciante se rascaba el trasero mientras se dirigía al fondo de la habitación.
    5. En relatos tan cortos como los que tenemos que hacer en este blog, recomiendan que haya pocos personajes, 3 como máximo. En el tuyo hay seis.
    Tengo la sensación de que tu historia es casi una novela y la has tenido que reducir a 750 palabras.
    Sinceramente me parece muy buena la trama, te empujo a que sigas escribiendo porque lo haces muy bien y tienes mucha imaginación. Muchas gracias por compartirlo con todos nosotros. Menta

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 12:26
  4. 4. David Rubio dice:

    Hola Ales,
    Creo que se te quedaron cortas las 750 palabras. Has ideado un contexto, castillo, ladrones, Maestros, esa sociedad basada por el dinero… Un buen ejercicio de imaginación para plantearte una novela, pero no para un relato corto como el del taller.
    Toda esa explicación del inicio, hasta que se presenta Amir, el protagonista, apenas tiene relevancia en el meollo del relato, que es esa escena de acción en la que Amir tiene que bregar con el comerciante y con sus discípulos. Hubiera bastado un simple diálogo, o un pensamiento de Amir, para mostrar que la calidad de los alumnos había bajado. De esa forma hubieras tenido más espacio para explotar la vis cómica de la escena, maestro y alumnos. Y dar algún detalle más de ese libro codiciado.
    Por otra parte, si el protagonista es Amir, dicho protagonista debe presentarse de inicio, mostrando cómo es, como actúa. En el relato, hasta su mitad, el lector no sabe quién lleva la historia.
    De todas formas, has creado una ambientación que puedes desarrollarla y puede darte para una novela.
    ¡Saludos!

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 01:03
  5. 5. Ales dice:

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Tendré muy en cuenta vuestras recomendaciones en futuras escrituras. ¡Nos leemos en próximos talleres! 😀

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 11:26

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