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Recetas fáciles - por Romina Eleonora Mc Cormack

No entendía cómo pero se encontró con la sangre corriéndole por el brazo y en el mango de la cuchilla una sustancia viscosa, amarillenta, grasa. Esto era demasiado difícil, era un caos.
En medio del caos, recordó aquella tarde mientras hurgaba en las bateas de la librería de saldos en busca de sus novelas preferidas. Le gustaban aquellas en las que la pasión permanecía encendida más allá de la última página. No se podía quitar de la mente el resabio del abrazo erótico con que todas finalizaban. Pero, en aquella búsqueda, encontró algo mucho más sabroso: un cuaderno de seiscientas recetas fáciles para conquistar el estómago y el corazón de tu marido. La cocinera aseguraba que sus recetas contenían los ingredientes necesarios para satisfacer la gula y la lujuria.
“Falta la pereza”, pensó en ese entonces Clara, recordando las largas siestas y la falta de cualquier esfuerzo por parte de su marido.
Ella tenía tanto fuego, tanta cadera, y se sentía amilanada por el desdén, por la apatía del que le hacía sentir tanta necesidad.
Amar, deseaba amar y complacía a su marido mientras ella se sentía envejecer, se secaba. Él permanecía impávido ante su belleza, su perseverancia, sus cuidados o ante todo lo que hacía con amor.
No podía quejarse. Era ese su lugar.
¿Era ese su lugar?
Pero, ¿qué era ese grito que le perforaba el tímpano? ¿De dónde salía ese fuego que le quemaba el vientre? ¿O ese vacío donde debía estar la boca del estómago? ¿O el corazón?
– ¿Estás aprendiendo a cocinarle bien?, le dijo con sorna la señora que la atendió.
Contestó que sí o solo sonrió, pero aquella vieja de mierda despertó en su intimidad un odio recalcitrante hacia su propio género y hacia su lugar en la cadena de sucesos. No, no sabía cocinar. No quería aprender. Quería caminar de la mano por un barranco verde, con su vestido floreado, bajo los destellos del sol, y revolcarse, finalmente, con su amante sin rostro debajo del árbol frondoso.
Dos o tres veces escuchó a su marido decir que había comprado el libro al pedo, como el curso de cerámica o la guitarra. Lo decía en broma, ella lo sabía. Pero era cierto.
El libro se transformó en una cadena, una reivindicación de todo lo que la sociedad esperaba de ella. Quedó en la estantería de la cocina observándola, juzgándola, reclamándole el debido buen comportamiento.
Así fue como concluyó por odiar aquel libro, pero, principalmente, a sí misma. Su realidad le parecía demasiado cruda.
En sus sueños, la receta perfecta incluía una pizca de odio; herviría las verduras en amoníaco o vertería lágrimas de cianuro. Soñaba con una venganza humana y femenina. Algo que la liberase del yugo. Aquello que le permitiese cabalgar desnuda junto a su hombre, alejándose de la sociedad tiránica, ya sin hambre, sin inquietudes.
El libro de recetas fáciles, deliciosas y, sobre todo, lujuriosas, permaneció en la cocina durante algunos meses. La receta perfecta no podía ser algo fácil ni cotidiano. Por otra parte, no quedaban ocasiones especiales entre ellos.
Sin embargo, después de que en su cabeza fermentaran miles de apetitos e ideas, tomó la decisión un viernes por la tarde, mucho antes de que su marido volviese del trabajo, exactamente para la cena. Cocinaría. El primer, y quizás único, plato especial.
La autora del libro de recetas agregaba componentes claves como originalidad, compromiso y pasión. Y, sobre todo, mucho amor.
Así fue como, después de pasar la mañana en el mercado, eligió del cajón la mejor cuchilla y preparó concienzudamente todos los ingredientes, los del libro, los soñados.
Finalmente, dominando el asco y la zozobra, había abierto un enorme agujero en aquella masa acéfala que no chistó pero chorreó entre sus manos algo de sangre. Al punto, la sangre se mezcló con manteca y mostaza. Con la mano llena de almidón de maíz, se restregó el mentón y la nariz maquillándose. La casa olía a vino blanco que, sin querer, había desparramado por la mesada y encima del vestido floreado.
La cocina era un caos.
Después de sudar y maldecir, por fin cocinó un pollo relleno con panceta y mozzarella.

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10 comentarios

  1. 1. Tavi Oyarce dice:

    Hola Romina
    Excelente tu relato. Me ha gustado y me ha entretenido. Además de ameno estuve siempre en la tensión de lo que venía.
    Te felicito.
    Solo un alcance: como el relato está escrito en tercera persona, la frase “ el corazón de tu marido”, debiera ser “ el corazón de su marido, salvo que estuvieras traspasando lo que decía textualmente el cuaderno de seiscientas recetas fáciles, en ese caso, dar un poco más de información.
    Esto último no empaña en nada la excelencia de tu cuento.
    Ojalá sigas participando en el taller
    Saludos

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 19:52
  2. 2. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    ¡¡Muchas gracias, Tavi!! Con comentarios de esta índole quien se va a negar a seguir participando 🙂 Anotado el consejo, lo hice a propósito pero faltó aclararlo. Gracias otra vez.
    Nos leeremos.

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 21:57
  3. 3. SBMontero dice:

    Verás, cuando leo este tipo de textos siempre me imagino a alguien con una motosierra atacando a un grupo de personas en una habitación cerrada mientras grita algo que nadie entiende porque todo el mundo chilla, la sangre vuela por todas partes y el ruido de la motosierra ahoga lo que dice.

    Tienes que aprender a apagar la motosierra antes de decir algo. No sé si me explico.

    Un saludo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 09:23
  4. 4. Feli Eguizabal Fernandez dice:

    Hla Romina,
    Me toca leer y comentar tu relato y estoy encantada, Lo he recorrido en un clima de tensión, en medio de un caos total que me ha llevado al final sin darme cuenta, llegando a un desenlace tan creible como inesperado. Debo decirte que he encontrado bastantes palabras repetidas en muy corto espacio, pero no dificultan para nada la lectura.
    Saludos

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 09:47
  5. 5. Juana Medina dice:

    Hola Romina,
    En algo concuerdo con SBMONTERO: poner sordina, no recargar los sentimientos, no machacar las intenciones o desgracias del personaje. Pero termina con mucha gracia y hasta justifica en parte la recarga anterior. Lo que te señaló Tavi con respecto al “su marido” creo que se subsana tal vez poniéndolo en mayúsculas como título.
    En resumen, me ha gustado mucho, lo he pasado bien.
    Nos leemos

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 16:05
  6. 6. Marazull dice:

    Hola Romina, te comento lo que me ha transmitido tu relato. Creo que lo que narras es una situación muy real y muy común. La mujer que desea el amor de su marido. Y no sólo respeto y compañía también que la quiera como mujer. Ella pide ser deseada. Se revela contra los convencionalismos y por eso odia la cocina y todo lo que le han inculcado para agradar al marido. Por lo tanto, en cuanto al tema te doy un diez, Romina (y que conste que soy feminista lo justo jeje….)
    Es verdad que le pones tanta pasión que puedes recargar los sentimientos, como dice Juana.
    A mi tu relato me ha llegado y si tu estilo es ese, pues adelante.
    Te seguiré leyendo
    un abrazo

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 16:17
  7. 7. Divasul Pereira dice:

    Sencillamente, me encantó. Texto ágil. Me despertó intriga motivadora para llegar al desenlace, inesperado. Qué lindo cuento.Es una realidad en la vida de las mujeres.

    Me encantó.Relato elegante, preciso que despierta interés en su desarrollo y desenlace.Felicitaciones.En esta oportunidad no me encontrarás, estoy pagando precio ante una Lenovo 10, pero adelante…

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 23:22
  8. 8. Divasul Pereira dice:

    Mi lucha con la Lenovo, por un error crei perdido el texto.Ahí, la reiteración.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 23:25
  9. 9. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    Gracias a todos por los consejos y las buenas intenciones. Tienen razón, me pongo un poco pretenciosa con el léxico y eso vuelve pesadita la redacción, como el loco de la motosierra que menciona SBMontero. Intentaré aflojar con la superabundancia! Gracias a todos. Los leo.

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 11:50
  10. 10. Nats dice:

    Hola Romina, definitivamente un texto bastante feminista, me gustó ese deseó intenso y candente de la mujer, aunque debo confesar que todo me apuntaba a que ese deseo la llevaría desbordadamente a matar a su marido (algo sádico yo se)
    Me gusta la forma en que mantienes al lector en la trama, sin embargo, sentí que el remate podría ser más alto que el propio climax. Mantén ese estilo, está muy cool. Felicitaciones!

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 02:56

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