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El sabor de la venganza. - por Brian Medina-Soto

El autor/a de este texto es menor de edad

Hansel, el novio, se apresuró por detrás de los pilares de la catedral y entró al baño más cercano. Estaba furioso y le sudaban las manos. Se apoyó en el lavamanos e inhaló un par de veces, tratando de recobrar la tranquilidad. La ventana a su espalda era, sin duda alguna, su mayor tentación en aquellos momentos.
Desde afuera comenzó a llegarle el barbullo de la gente. Seguro se divertían a sus espaldas, comentando lo imbécil que había sido el promiscuo hijo de los Grimm al embarazar a una mojigata fea y pobre como Gretel. En el pueblo incluso decían que era bruja.
Oyó unos golpes en la puerta, y luego la voz furibunda de su madre, amenazándolo para que se apresurara a salir, porque la gente estaba empezando a decir que dejaría a la novia plantada, como si tan siquiera pudiera hacer eso.
Sin embargo, la amenaza solo sirvió para ponerlo más colérico. La boda debía de estar por comenzar. Abrió el grifo y comenzó a lavarse las manos sudadas. El sonido de la puerta abriéndose le indicó que alguien más había entrado, y a juzgar por el inconfundible repiquetear del calzado, era una mujer.
—¡Ya voy, madre! Solo estaba limpiándome un poco las manos —gritó, antes de que su progenitora empezara con su aborrecible cháchara.
Cuando se giró, se sorprendió. Encontró a una mujer alta, delgada y morena. Era hermosa y el ajustado vestido rojo sangre que llevaba solo acentuaba su belleza. A Hansel le gustó lo que veía. Por otro lado, le pareció que la mujer tenía una mirada extraña. Sus ojos lo observaban con avidez, con hambre…
—Disculpe, ¿nos conocemos? —preguntó Hansel, sin poder evitar la voz lasciva. No recordaba haberla visto antes, pero no estaba seguro. Tenía una barbilla cincelada que le recordaba vagamente a alguien. Ella sonrió, pero una vez más, su mirada no encajó. Seguía teniendo una mirada hambrienta…
La mujer, sin ofrecer respuesta, abrió su bolso de mano, y sacó un chocolate con una envoltura muy bonita. Se lo tendió a Hansel con una mirada hambrienta… Él pensó, ya menos enojado, que aquella mujer intentaba tirárselo, así que se aprovecharía de ella.
Sacó la envoltura con los movimientos más sensuales que pudo, mirando al bombón con lujuria mal contenida. Quería tentar a la mujer, porque después de todo, Gretel sí que era fea. Se llevó el dulce a la boca y cuando volvió su mirada a la mujer, lo que vio le desconcertó. No se inmutaba ante sus encantos. Solo estaba allí, mirándolo con hambre…
—¿No te agrada lo que ves? —preguntó.
Como única respuesta, la mujer comenzó a acercarse, aún con mirada hambrienta… Sonrió jactancioso. Ninguna se resistía. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca, la agarró por la cintura y la pegó a él de forma brusca. Le manoseó las nalgas de forma vulgar y cuando estaba a punto de besarla, lo sintió.
Era un dolor agudo y punzante en el costado. Extrañado, se alejó y vio que por su camisa blanca se extendía una mancha escarlata. Cuando levantó su cabeza, lo único que alcanzó a distinguir fue un brillo plateado que se dirigía a él. Luego, sintió otra punzada fuerte en el costado. Intentó gritar, pero no pudo. Sentía su lengua pesada y con regusto a chocolate. Todo él se sentía pesado y ya no podía sostenerse. Se dejó caer al suelo. El olor metálico de la sangre comenzó a llenar la estancia.
Ella sonreía y seguía mirándolo con hambre… De repente, la mujer se abalanzó sobre su bolso y de él sacó un volumen que Hansel logró identificar como un libro de recetas.
Ella leyó entre dientes un poco. Luego, se dirigió a él y comenzó a trabajar. Hansel solo sintió el dolor de aquel cuchillo enterrándose en él una y otra vez, y unas manos de uñas afiladas introduciéndose en su cuerpo, desgarrándole, destrozándole… Con horror, la vio inclinarse a lamer la sangre que de él emanaba y llevarse a la boca un gran trozo de carne que reconoció como su hígado. Finalmente, entendió aquella mirada con hambre…
Ella le abrió la mandíbula, le haló la lengua cual trapo, se la cortó de un solo movimiento certero y la guardó en un envase. El caliente líquido comenzó a llenar la garganta de Hansel, de hecho, le ahogaba, no podía respirar…
Para cuando Gretel y los señores Grimm encontraron a Hansel, lo que quedaba de él eran solo huesos en un gran charco de sangre. Ella sonrió…

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5 comentarios

  1. 1. rubisco dice:

    Que relato tan… escabroso. Pero muy, muy bien relatado. Y sobre todo peculiar; me parece original aprovechar personajes tan inocentes como Hansel y someterlos a las más oscuras perversiones que puedan imaginarse.

    Además, está muy bien escrito. Hay algunas cositas menores que merecería la pena revisar. Por ejemplo, no sé si “mirando al bombón con lujuria mal contenida” es un leísmo o si es un juego de palabras. También hay algunos puntos suspensivos que habría omitido, pero eso va más en el gusto del escritor.

    De nuevo, te felicito. Creo que es una propuesta muy valiente 🙂

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 17:48
  2. Caramba Brian. Parece ser que la novela ¿negra? es lo tuyo. De estar a tu lado, vigilaría mis espaldas, jajajaja. Bien.

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 22:20
  3. 3. gaia dice:

    TE felicito, sigue por la línea de lo escabroso. Estoy en el #50

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 15:37
  4. Felicidades. un relato muy intenso y bien narrado.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 16:03
  5. 5. Laia Gabue dice:

    ¡Hola Brian!
    ¡Sorprendente! ¡Y atrevido! Yo acostumbro a ser muy negra en mis relatos y muchas veces he oído comentarios de mis lectores como: “que angustia”, “que mal rollo”, “demasiado gráfico”, lo cual me parece brutal y ¡me encanta! Si pretendías removernos el estómago ¡lo has conseguido! ¡Así que enhorabuena!
    Me parece genial la forma del relato hasta que llegas al primer guion de diálogo cuando él protagonista grita a su madre. Hasta ahí el ritmo es muy ágil, las frases tienen ritmo y generas una atmosfera que es fácil de imaginar, lo que hace que te metas en la historia. A partir de ahí, creo que pierdes un pelín el ritmo con cosas como repetir demasiado algunas frases. En mi opinión el tema de la mirada hambrienta, mirar con hambre… aparece en demasiadas ocasiones. Incluso me atrevería a decir que la última vez que lo dices en el relato: “Finalmente, entendió aquella mirada con hambre…” es totalmente innecesaria, en ese punto ya se presupone que la mirada era hambrienta porque se lo quería comer.
    O por ejemplo en la frase: “Sentía su lengua pesada y con regusto a chocolate. Todo él se sentía pesado y ya no podía sostenerse.” Repites pesada y pesado en dos frases consecutivas, quizás si utilizaras un sinónimo quedaría mejor.
    Aunque cómo ya he dicho, la parte en que lo mata y se lo como es muy gráfica. A mí me ha generado cierta repulsión por lo que me parece que está bien escrita.
    En referencia a la historia, es diferente y sorprendente y muy gore. A mi particularmente, me gustan este tipo de historias, así que no tengo nada que objetar en ese sentido. Ahora bien, entiendo que cuando se propone un objeto para que aparezca en una historia la gracia es que tenga relevancia en la misma, en mi opinión el tema del libro de recetas no aporta nada al relato, si no estuviera funcionaría exactamente igual. Es más, creo que no tiene demasiado sentido que saque un libro de recetas puesto que se lo come en crudo, aunque quizás explicando que lee en el libro lo solventarías. También es cierto que este es un apunte muy poco significativo y la historia no deja de estar bien por esto, pero en fin, siempre está bien algún apunte por pequeño que sea para intentar mejorar ¿no?
    En definitiva, un relato muy logrado. ¡Enhorabuena!
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 19:24

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