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Las manos a la masa - por Elisabet Jiménez

Web: https://deloamargodelcafe.blogspot.com.es/

Volvió a situarse detrás de mí para probar la salsa. Al notar la rigidez de su miembro, no pude más que controlar las ganas de llorar y la ira cargada de impotencia. Demasiados momentos incómodos.

Era una gran oportunidad para la que me había estado preparando durante mucho tiempo y no podía desaprovecharla. “Has competido contra miles de aspirantes a este puesto, dándolo todo de ti. Te has enfrentado a jóvenes impetuosos con ideas revolucionarias; a maduros con experiencia de años a sus espaldas y másteres en escuelas impronunciables; has salido victoriosa con un plato que la abuela preparaba con los ojos cerrados y a ojo de buen cubero; ganaste tu plaza a pulso con ese admirado chef y te mereces estar aquí”, me repetía tratando de calmar los nervios y echarme a un lado para que probara la salsa sin tener que rozarme.
Uno de los mejores cocineros del mundo me había elegido a mí para impartir sus “master class” y escribir un nuevo libro de recetas. Soy buena y lo sé, pero su actitud me estaba haciendo dudar: ¿estaba allí por méritos propios o solo porque le fascinaba mi culo?
El curso consistía en una clase a la semana durante tres meses, impartido en su restaurante el día de cierre. El broche final, además del recetario que estábamos creando, era asistir a un servicio en su famoso restaurante, con mi plato como estrella del menú principal. Las reservas se agotaron el primer día. Me parecía impensable que algo que me resultaba tan apasionante como cocinar, se hubiera convertido, a lo largo de las diez sesiones que llevábamos, en una tortura: tratar de mantener sus manos lejos de mí, controlar mi cuerpo para que no reaccionara a sus provocaciones y no corresponderle ni en lo más mínimo. Trataba de contener mis ganas irrefrenables de meterle la cabeza en el horno, dejarle encerrado en el congelador e incluso amputar alguna parte de su cuerpo.
Aparecía con su aire de Casanova, su mandil impoluto y el cuaderno de notas en la mano, pavoneándose. Yo trataba de pasar desapercibida: vaqueros, camisa abotonada hasta el cuello, pelo recogido y sin maquillaje. Pero siempre se las ingeniaba para acorralarme a solas y pasear las manos por mi cuerpo, Intimidarme con miradas lascivas o hacer alguna broma de tipo sexual con los alimentos y alguna parte de mi anatomía. Yo aguantaba estoicamente porque era lo suficientemente madura y fría para manejarle; estaba allí para aprender y a eso iba. A esas alturas, que mi nombre apareciera junto al suyo era lo de menos.
Pese a esa actitud acosadora y descuidada, el cuaderno que llevábamos a medias lo guardaba con recelo. No se separaba ni un solo instante de él y a mí me exprimía para luego darle la vuelta a las ideas y que parecieran suyas. Pero él desconocía que tengo memoria fotográfica, y que cuando salía de allí, iba a casa inmediatamente para plasmar en mi cuaderno la clase: ingredientes, cantidades, rectificaciones. Mi cabeza era como un caleidoscopio, las imágenes transcurrían y yo anotaba lo más importante.
Por eso, cuando aquel último día apareció ante nosotros la ganadora del curso de cocina junior, —una preciosa y jovencita pelirroja, de mirada curiosa y aspecto dulce, que venía ilusionada a ocupar su plaza— observé cómo la miraba, como un tigre examina a su presa, al acecho, estudiándola. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Si a mí me había puesto contra las cuerdas y, aunque no había conseguido nada gracias a mi astucia y experiencia, me había llevado a los límites, no podía imaginar que haría con aquella chica.
Ni lo pensé, mientras se dirigía ávido hacia ella con ojos golosos, aproveché el descuido y cogí su adorado cuaderno de notas; lo hojeé, pasando las páginas rápido, para que lo oyera y lo lance a la olla de caldo humeante que serviría de aderezo a nuestros platos. Saqué a la chica de allí, bajo injurias e improperios.
Hoy mi libro de recetas sale a la venta con un nombre junto al mío: Sabrina, la cocinera junior. Del famoso chef no volvimos a saber y sus recetas quedaron en el olvido.

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7 comentarios

  1. 1. Mario DG dice:

    Muy buen relato, has conseguido que odie bastante a ese cocinero “sobón”.
    Por lo demás, me parece que es un relato muy bien escrito y la historia atrapa desde el primer párrafo.

    No sabría que más decirte, pero me ha parecido una forma muy original de afrontar el reto de este mes.

    Buen trabajo. Saludos

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 21:28
  2. 2. José Torma dice:

    Hola Elisabet, gusto en leerte, eres la segunda después de mi relato.
    No creo haberte leído antes, me gusta como manejas las palabras y los tiempos, no te apresuras y nos vas llevando con buen ritmo por el tema. Sin exagerar has creado a un maldito que es fácilmente odiable, aunque nunca me gustan las historias de mujeres indefensas, aquí lo has manejado de buena manera.
    En el aspecto formal, poco tengo que agregar, no me detuve en nada (lo cual no quiere decir que no haya faltas eh?), se lee de corridito. Si algo te pudiera mencionar, es que re trabajaras tus párrafos, un punto y aparte da mucho respiro, más cuando el relato es corto.
    Buen relato, felicidades.
    José

    p.d. no sigo los comentarios, si tienes algún comentario que te gustaría platicar, te agradeceré lo hagas a mi correo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 18:31
  3. 3. Patricia Redondo dice:

    Muy buen relato , suscita el interés , empatizas con la protagonista y está muy bien narrado. Por ponerle un pero el final un poco precipitado (entendiendo que estamos limitados por el numero de palabras y no da para desarrollar mucho).

    Quede que me ha gustado

    El mio es el 35 por si te apetece pasarte

    Nos leemos!

    Saludos!

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 16:15
  4. 4. Kathleen dice:

    Hola Elisabet
    Me ha gustado tu relato, al igual que al resto has hecho que consiga odiar a ese chef despreciable. Me ha parecido que has hecho un buen trabajo en la construcción de los personajes, la historia se lee bastante bien, es llevadera y consigues captar la atención desde el principio.
    Un saludo y espero leerte próximamente

    Escrito el 27 octubre 2016 a las 13:08
  5. Buenos días compañeros/as,
    Ante todo mis disculpas por no contestaros, me roto un hueso de la muñeca y lo estoy pasado mal. Aunque sea brevemente, me cuesta escribir, tratare de comentar los relatos de vosotros y los que debo comentar por el ejercicio.

    Mil gracias por vuestras lecturas.
    Nos leemos!!!

    Escrito el 29 octubre 2016 a las 10:25
  6. 6. Cryssta dice:

    Elisabeth, me ha gustado mucho tu relato, la pena es que no echaras al cocinero a la olla también, que es lo que se merecía.

    Disculpa si esta vez no reviso a conciencia el texto pero es que he revisado muchos relatos y estoy cansada así que ya solo,estoy leyendo por placer, desde luego leer el tuyo lo ha sido.

    Espero que te recuperes pronto y puedas seguir escribiendo.

    Un beso, compañera.

    Escrito el 30 octubre 2016 a las 21:23
  7. 7. Julio Abengózar Oviedo dice:

    Elisabeth, un maravilloso relato que te introduce en la piel de la protagonista, que sufres con ella y que odias con ella al chef acosador.
    Tal vez la venganza debería haber sido mas “contundente”, pero es solo un deseo que me ha proporcionado la lectura de tu relato.
    Enhorabuena, nada que objetar.
    Será un placer seguirte.
    Te deseo una pronta recuperación.

    Escrito el 1 noviembre 2016 a las 13:20

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