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Maracaibo, 2027 - por Saldivia

Web: http://saldivia.blogspot.com

—- ¡La orgía de hoy estuvo mejor que nunca! – exclamó Alfredo exultante mientras su mujer le miraba con disimulado desdén y diríase que algo de asco -. El buen hombre, como suele ocurrir en estos casos, ni siquiera reparó en la gestualidad de su cónyuge y antes bien se explayó en detalladas y sensuales descripciones sobre los manjares prohibidos que él y sus compañeros de trabajo habían logrado degustar y las peripecias que habían enfrentado en tal aventura.

—- Aquel jamón ibérico, de vetas blancas y carmesí, cuyo sabor levemente acre hizo vibrar mi pituitaria… es que aún me pregunto como hizo Urruticoechea para traérselo desde España y que no lo detectaran en la aduana… Para mí que pagó vacuna, aunque lo niegue. ¡Y el negro Rivas llevó chocolate de Barlovento! del que venden solo a los jerarcas del partido ¿sabes? No ese mazacote incomible que ofrecen en los mercados comunales, sino ¡chocolate de verdad! Ese negro es muy bocón y dijo a los cuatro vientos que su hija se acuesta con un pesado y de ese modo lo consiguió. Y los más impresionante: ¡que ambientación, por Dios! Mientras paladeábamos esas maravillas, Chaconcito se las arregló para jaquear las pantallas del comedor de la oficina, y sustituir los discursos del comandante eterno por imágenes escaneadas de los libros de cocina que su suegra mantiene a escondidas. Alfonso López, Doña Petrona, Doménico Di Marzo… ¡pornografía dura de la mejor calidad! Y… lo mejor de todo fue el modo en que engañé al sapo de mier…

—- No lo llames así y no ofendas – acotó categóricamente la mujer – se llaman guardianes de la salud, y deberías respetar y agradecer…

Y aquí la mujer de Alfredo se extendió en un fogoso panegírico a los jerarcas de régimen, cuyo abnegado interés en la salud de todos los habitantes de la patria les había llevado a prohibir el consumo de los alimentos nocivos para la salud. En su lugar, se proporcionaban sabrosísimos y sanos sucedáneos, importados directamente desde Corea del Norte. Ello según su óptica, claro.

Obviamente debía penalizarse la oposición a tan loable medida, y para ellos los guardianes de marras realizaban revisiones aleatorias a las moléculas presentes en los intersticios dentales de los elegidos para tan dudoso honor. Si hallaban algo diferente a los alimentos sintéticos elaborados con levaduras que constituían la dieta única del habitante raso de esta caribeña nación, se imponía una fuerte multa, seguida de reeducación alimentaria, reclusión y lobotomía según fuesen acumulándose las transgresiones. También constituían delito la gula, el conservar o divulgar cuadernos, libros o recetas de cocina, y todo lo que fuese considerado conducta retrógrada por parte de los censores.

Alfredo ya había renunciado a que su mujer le acompañase a los festines secretos que – al igual que muchos de sus connacionales – organizaba en la medida de las posibilidades todo aquel que lograba conseguir comida real de contrabando. Su mujer era una revolucionaria firme y fiel, incapaz de contradecir las medidas y decretos del régimen, por muy incongruentes que fuesen, y Alfredo aprendió a vivir con ello, quizá porque seguía amándola, casi tanto como a la buena mesa, que recordaba vívidamente de su niñez.

—- … Y le dije que era amante de la jefa de control alimentario del comité del barrio, y que en nuestros encuentros ella me regalaba parte de los decomisos, lo que explicaba la presencia de moléculas de origen animal entre mis dientes ¿que tal? ¿verdad que estuvo genial esa invención? El sapo me dejó ir tranquilo, sobre todo después de regalarle un dinerillo… y ¡ya estoy aquí!
—- ¡Imbécil, escuálido, traidor, retrógrado! Espetó la mujer furiosa. ¿Es que no te has dado cuenta del lío en que me has metido? ¡Yo soy realmente la jefa de control alimentario del comité del barrio! Ahora se correrá el falso rumor de que tengo un amante, y mi moralidad será puesta en entredicho. ¡Esta me la pagas, asqueroso cerdo carnívoro!

En el momento en el que estaba copiando esto, se han llevado al prisionero C.I.V. 634-333308 Alfredo Paduani a la sala de lobotomía, de modo que no he podido copiar más nada. Y hago la última voluntad de susodicho, publicando el presente escrito.

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9 comentarios

  1. 1. Laura Blanco dice:

    Debo decir que, al ver el titulo de tu relato, no pude evitar leerlo. Yo, que no tengo amplios conocimientos en lo que a connotaciones literarias se refiere (a excepción de los que, el ser una lectora compulsiva y escritora amateur me dan), considero tu relato una sátira increíble que deja entrever la difícil situación de un país menguado por una hegemonía asfixiante que se niega a dejarnos vivir en paz.

    En mi humilde opinión está muy bien narrado y ademas, logró engancharme desde el comienzo.

    Desde que comencé a leerlo, no podía dejar de pensar: ¡Pobre Alfredo! y es que esa esposa que se gasta me recuerda a ciertos personajes por ahí, que no viene a cuento mencionar, pero que en definitiva resultan molestos de escuchar.

    Por cierto, realmente espero que no lleguemos a ese extremo. Yo tengo esperanzas, pero sobre todo mucha fe, en que para el año 2027, no tendremos ni los recuerdos de lo que es vivir bajo este régimen absurdo, que amenaza con enloquecernos a todos.

    Bueno, como veras me ha gustado muchísimo y de verdad espero leer mas de ti, así que es seguro que prontito me estaré dando una vuelta por tu blog.

    Saludos.

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 21:04
  2. 2. Marta Peiro dice:

    Me ha parecido un relato muy interesante y original, que engancha desde el primer párrafo. El ritmo de las frases es muy bueno, combinando oraciones largas y cortas, con lo que en ningún momento resulta monótono.
    En el primer párrafo aparece un guión antes de “el buen hombre” que resulta algo confuso, puesto que parece que el diálogo vaya a continuar. Sin embargo, el tono es muy correcto y los personajes quedan bien definidos, por lo que gracias a ello se entiende bien que en este punto sigue siendo la voz del narrador y que el personaje habla más adelante.
    Por otra parte, opino que el léxico empleado es muy rico y en todo momento el adecuado. Hay también algún error a tener en cuenta. En la fase “¡que ambientación, por Dios! “, qué debería ir acentuado, puesto que es exclamativo. Además, al final, donde dice “no he podido copiar más nada” vería más correcto que fuera “nada más”.
    De todos modos, un relato muy bueno, ¡mis felicitaciones!

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 08:44
  3. 3. Juana Medina dice:

    Felicitaciones, Saldivia.
    Tremendo tu pesimismo. ¿Habrá que esperar que para el 2027 la humanidad siga tan estúpida y cruel? Claro que si pensamos que estamos sólo a 11 años de tu historia, no hay por qué tener muchas esperanzas.
    Como advertencia, me parece genial. Me gustó mucho el lenguaje y la manera de plantear el problema.
    Gracias por tu visita y tus comentarios.
    Nos seguimos leyendo

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 17:50
  4. 4. Robles dice:

    Una inteligente manera de describir ese futuro obsesivo por la alimentación saludable. Muy correcta la forma en la que te explayas y muy visual para el lector. Mi enhorabuena. Mi relato es el 7. Un saludo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 19:30
  5. 5. Earendil dice:

    Hola Saldivia.
    Ante todo, agradecerte tu paso por mi relato y tu amable comentario, siempre agradecido.
    Veo una distopía gastronómica que, ojalá, no llegue a suceder, ni en Maracaibo ni en Valencia. Aunque pintas un futuro indeseable (como cualquier distopía que se precie), has sabido darle a tu escrito cierto aire humorístico, dándole un giro muy original a la consigna del mes. De todos modos, aunque el reto de la venganza está claramente superado, he tenido que leer varias veces el texto para descubrir el recetario. Hablas de (y cito textualmente): “sustituir los discursos del comandante eterno por imágenes escaneadas de los libros de cocina que su suegra mantiene a escondidas.”. Quiero reconocer aquí esos recetarios. Luego mencionas. “Alfonso López, Doña Petrona, Doménico Di Marzo… ¡pornografía dura de la mejor calidad!”. Supongo que son restaurantes, y lo que se veía en las pantallas del comedor eran fotos de platos de comida ???
    * En la parte formal quiero destacar el uso de los guiones de diálogo, que me resultan extraños. Son como un guión largo y uno más pequeño al lado. Además, creo que debes revisar el tutorial de Literautas sobre cómo escribir diálogos, pues has dejado espacios entre los guiones y las palabras que no son los adecuados.
    * También te han comentado lo del primer párrafo. Detrás de “asco” debería ir un punto y aparte, sin guión para cerrar la acotación.
    * “Y los más impresionante: ¡que ambientación, por Dios!”____ “los” no, “los”, y “qué” acentuado.
    * “… de origen animal entre mis dientes ¿qué tal? ¿Verdad que estuvo genial esa invención?”___ “qué” y “Verdad”.
    * En cuanto al lenguaje del relato me ha parecido fantástico, muy rico y variado.
    Un trabajo realmente bueno. Mi enhorabuena.
    Nos leemos.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 21:51
  6. Hola Saldivia, un placer volver a leerte. Es la segunda historia que te leo y por segunda vez disfruto un montón la lectura vívida, musculosa, tragicómica y sarcástica que me brindas. Tu relato se sitúa entre los registros cómicos y orwellianos. Me reí a carcajada limpia ante los suculentos sucedáneos importados directamente de Corea del Norte. Tan ingenioso y cómico que “1984” se torna aquí en una comedia burlesca que permite reirse a mandíbula batiente de las peores parafernalias humanas. Un 10 por las referencias gastronómicas y también por los paralelos que estableces entre las secuelas de los diferentes tipos de represión. Sea lo que sea lo reprimido, se magnifica, busca satisfacerse por caminos indirectos y la ocultación en la que se refugia hace que la libre manifestación del apetito se amordace y se castigue. No me parece tan inverosímil, dentro de decenas de años, una sociedad en la que la Tierra no produzca ya para todos y se procese el alimento de manera sintética, quedando tabú el uso de determinados alimentos (por razones puramente sistémicas) como en ciertas culturas primitivas se volvió tabú el consumo del cerdo. Ahora mismo hay cosas muy ricas que comía en mi infancia a las que ya no tengo acceso ni yo ni nadie porque ya no existen o no se pueden comercializar (por ejemplo la leche recién ordeñada o la mantequilla de granja). Todo ha de estar pasterizado y pasar por loso controles estatales. ¡Compañeros, disidamos todo lo que podamos elaborando nuestros productos todavía! No sé si has leído a Aldous Huxley. Yo tengo claro que me meterán en la reserva con los renegados. Me lo pasé muy bien leyéndote. Hasta pronto.

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 20:12
  7. 7. Saldivia dice:

    Gracias a todos por los comentarios y sugerencias, siempre dejan aprendizajes valiosos.

    Laura: Gracias por leerme! yo también espero que en 2027 esto solo sea un recuerdo… pero los acontecimientos recientes no apuntan en esa dirección. Yo la verdad hace algunos días me marché, lo cual me ha traído algunos reproches. Desde mi ubicación actual seguiré haciendo fuerza por que las cosas mejoren.

    Marta: Gracias por tus comentarios, muy útiles! Yo siempre me hago un lío con los guiones, procuraré mejorar ese aspecto.

    Juana y Robles: Gracias por esas apreciaciones! aunque el relato parece burlesco, tiene algo de atadura a la realidad venezolana actual. Hay poca comida, toda importada, y el gobierno ha lanzadop algunos comentarios en la linea de que “gracias a la revolución, el pueblo come mas sano”, muy 1984, muy neolengua. Quise unir eso con la obsesión por el fitness que hay en el primer mundo, extremos que se tocan.

    Earendil, María: El libro de doña petrona es un recetario clásicp argentino que fue muy popular entre mi madre (que era italiana) y su grupo de amigas en venezuela, que incluía varias italianas, argentinas y españolas. A veces se reunian y organizaban autenticas bacanales de comida muy rica y muy calorica; que a los ojos de la obsesión actual por la comida sana, serían el camino directo a un ACV, diabetes o similares. Yo adoraba esas reuniones de señoras que hablaban en acentos disimiles y que competían amigablemente entre si con delicias culinarias. Entonces yo podía acceder a la pizza de doña Ines, a la paella de doña Loli, a los alfajores de doña Leda, a las caraotas negras de doña Gladys, a la pastafrola de mi madre…. eso inspiro el relato, junto a la paradoja de que al 80% de mis compatriotas le cuesta mucho conseguir comida, y buena parte del 20% restante es esclava del finess, por lo que tampoco puede degustar esos manjares.

    Los otros autores son chefs famosos por hacer comida muy dulce o muy calorica, nada que ver con el sushi o la cocina molecular. En ambos escenarios (escasez extrema y obsesión extrema por la delgadez) eso puede considerarse obsceno… y de allí nació la idea.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 18:53
  8. 8. Vespasiano dice:

    Hola Saldivia:
    Me ha parecido genial. Satírico (¿sería la palabra correcta?)
    He leído otros relatos tuyos y si no me falla la memoria haces uso de la crítica muy acertadamente contra esos mandamases de opereta bufona, con la banda de los colores de la bandera del país, cubriéndoles su opípara panza.
    La venganza sobre su querida y revolucionaria (¿bolivariana? adepta al régimen, se lo tiene bien merecido.
    Felicidades.

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 21:37
  9. 9. Feli Eguizabal Fernandez dice:

    Hola, Saldivia, por razones de tiempo, no puedo añadir nada más a los comentarios que ya te han hecho. Si puedo decirte que me ha gustado mucho tu estilo narrativo. Que tu historia está muy bien llevada y que su lectura es amena, agil y con alguna nota de humor que la hace mas entretenida. Nos leemos.

    Escrito el 26 octubre 2016 a las 10:48

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