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La venganza en un cuaderno de recetas - por MT Andrade

Las últimas tardes me habían parecido eternas. Una sucesión de monótonas y continuas discusiones.
Le había insinuado «voy a volver con mi mujer» A quien, en realidad, nunca había dejado. Terminaríamos y punto. Se lo confirmé entonces. No pareció importarle.
Antes de la cena me comentó «tomé del cuaderno de recetas una de las primeras. La escribimos juntos, tan solo porque nos resultó agradable hacerlo. No sé si lo recuerdas. Una composición muy simple, reunimos lo poco que teníamos. Palometa al horno con mucho aceite, desmenuzada, y luego de fría puesta sobre un colchón de ensalada. Lechuga, rúcula, cebolla, rabanitos; zanahoria y remolacha rallada. Cada preparación con distintos condimentos»
La miré, estaba bonita como siempre, elegante y sensual; pero extraña. Estaba sentado frente a una persona a quien no era capaz de descifrar. Por un tiempo comprendí sus deseos con solo mirarla. Sé que ese mágico momento existió, pude interpretar todo su ser con solo descubrir sus ojos negros. Esa noche fue diferente. Las personas somos así. Cambiamos. Solemos leer cosas distintas del mismo libro, del mismo párrafo.
Tal vez ella cambió. Quizá fui yo. Lo sé. Fuimos ambos.
Estuvimos muy silenciosos, cada uno, supongo, rememoró el pasado, el correr uno hacia el otro al encontrarnos.
Acaso no conversamos para no dañar ese último momento con otra disputa.
No tenía deseos de comer. El aspecto del plato me atrajo. Muy coloreado y prolijo, como solía serlo.
Antes de condimentar suelo pasar mi vista por los ingredientes naturales. La lechuga muy fresca, la cebolla colorada…
No me sucedió lo mismo con la rúcula. No tenía el aroma característico, tampoco el gusto. Retiré del plato cuanto pude y para no provocar una situación desagradable, lo coloqué en una bolsa pequeña de nylon y la escondí en uno de los bolsillos traseros de mi pantalón vaquero.
Abrí una cerveza de lata y bebí en un par de oportunidades del recipiente. Continué comiendo. Sentí una sensación extraña, me costó continuar masticando. Me dirigí al baño y reflejada en el espejo vi una mancha rojiza, alargada, espumosa, que cubría mi barba a un costado de la boca y se prolongaba por mi cuello.
La toqué con el dedo índice, olí y miré con recelo. Era remolacha. Muy extraño; esa materia inmiscible escapando de mi boca. Continué masticando de forma automática. No tenía sentido. No podía comer unos trozos de verdura fresca.
Estaba algo mareado, tal vez fue el creer, por un momento, que había brotado sangre de mi boca. No era así, pero la imagen me había dado esa sensación. Detrás del espejo fue así, allí hubo sangre.
Traté de calmarme, volví y continué como si nada sucediera.
Un rato después noté la garganta seca, áspera, como si algo me hubiera raspado. Fue una sensación similar a la que queda después de vomitar, pero no lo había hecho.
―Me voy dijo. ―Mirándome con detenimiento, con cierta curiosidad, me pareció― me llevo solo el bolso con mis libros.
―No me siento bien. Algo me cayó mal ―comenté.
―Deseas llamar a un médico, o te ayudo de alguna forma.
―No es necesario, es solo un pequeño malestar. Ya se me pasará ―me levanté de la mesa― Hasta pronto. Ya nos veremos ―le dije, para no pedirle nada, a pesar de que me estaba sintiendo cada vez peor.
―De acuerdo, chau. Sueña con los angelitos.
Permanecí sentado un rato, cada vez me sentía peor. Volví a pasar por el baño. Fui hacia la cama. Como pude, puse una almohada sobre la otra. Un pequeño papel cayó de una de ellas. Me recosté con la boca hacia arriba.
Una sensación fría subía por mi garganta lastimada, me dolía.
Pensé en la lata de cerveza, no había tomado la precaución de lavarla, quizá pudo tener una de esas bacterias. Las que aparecen en los depósitos de mercadería.
Me sentí sin fuerzas, paralizado, el dolor comenzó a tomar toda mi cabeza «Qué manera más tonta de morir» pensé y me dormí.
Llegó la mañana, desperté como siempre, me sentía maravillosamente bien, solo tenía un vago y extraño recuerdo de lo sucedido la noche anterior, de la desagradable lata.
Al incorporarme vi un papel caído sobre la cama aún tendida. Era una hoja, doblada como si fuera un sobre, en su interior una letra muy conocida decía « ¿No sé si llegarás a leer esto? Es mi pequeña venganza» Volví a leer la nota.
Casi tan rápido como la luz me escuché decir «ahora es mi turno»

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5 comentarios

  1. 1. Jose Luis dice:

    Hola MT
    Creo que habría que mejorar un poco la redacción del cuento, porque no me quedó todo más claro hasta que no hice una segunda lectura. Creo que has cumplido con el reto que se pedía en el taller de literatura de este mes, y que no te ha quedado mal relato, porque se disfruta más la segunda vez que lo lees y pillas todo el sentido de lo que has querido transmitir.
    Un saludo

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 19:38
  2. 2. David Rubio dice:

    Hola MT Andrade,
    Te paso estas observaciones, en paréntesis, a nivel formal:

    Las últimas tardes me habían parecido eternas. Una sucesión de monótonas y continuas discusiones.
    Le había insinuado(dos puntos) «voy a volver con mi mujer» A quien (Aunque), en realidad, nunca (la) había dejado. Terminaríamos y punto. Se lo confirmé entonces. No pareció importarle.

    Antes de la cena me comentó(dos puntos) «tomé del cuaderno de recetas una de las primeras (Falta la comilla de cierre). La escribimos juntos, tan solo porque nos resultó agradable hacerlo. No sé si lo recuerdas (¡OJO! El relato está escrito en primera persona; aquí se ha colado una segunda persona). Una composición muy simple, reunimos lo poco que teníamos. Palometa al horno con mucho aceite, desmenuzada, y luego de fría (no entiendo, ¿fría o caliente?) puesta sobre un colchón de ensalada. Lechuga, rúcula, cebolla, rabanitos; zanahoria y remolacha rallada. Cada preparación con distintos condimentos» (Vale, todo esto es la misma intervención. Te sugiero que lo reescribas, es muy larga mezcla la primera persona, con la segunda, con la primera del plural. Es indistinguible del narrador y no tiene significación)

    La miré, estaba bonita como siempre, elegante y sensual; pero extraña. Estaba sentado frente a una persona a quien no era capaz de descifrar. Por un tiempo comprendí sus deseos con solo mirarla. Sé que ese mágico momento existió, pude interpretar todo su ser con solo descubrir(¿mirar?) sus ojos negros. Esa noche fue diferente. Las personas somos así. Cambiamos. Solemos leer cosas distintas del mismo libro, del mismo párrafo.(Estas últimas frases son una digresión, no son recomendables)
    Tal vez ella cambió. Quizá fui yo. Lo sé. Fuimos ambos.
    Estuvimos muy silenciosos,(Aquí te sugiero un punto) cada uno, supongo, rememoró el pasado, el correr uno hacia el otro al encontrarnos.
    Acaso no conversamos para no dañar ese último momento con otra disputa.
    No tenía deseos de comer(pero) El aspecto del plato me atrajo. Muy coloreado y prolijo, como solía serlo.
    Antes de condimentar suelo pasar mi (la, en castellano es preferible utilizar el artículo no el posesivo: p.e puso las manos; no, puso sus manos)vista por los ingredientes naturales. La lechuga muy fresca, la cebolla colorada…
    No me sucedió lo mismo con la rúcula. No tenía el aroma característico, tampoco el gusto. Retiré del plato cuanto pude y para no provocar una situación desagradable, lo(la) coloqué en una bolsa pequeña de nylon y la escondí en uno de los bolsillos traseros de mi pantalón vaquero.
    Abrí una cerveza de lata y bebí en un par de (tragos, es más corto y claro) oportunidades del recipiente. Continué comiendo. Sentí una sensación extraña, me costó continuar masticando. Me dirigí al baño y(coma) reflejada en el espejo vi una mancha rojiza, alargada, espumosa, que cubría mi barba a un costado de la boca y se prolongaba por mi cuello.
    La toqué con el dedo índice, olí y miré con recelo. Era remolacha. Muy extraño; esa materia inmiscible (esta palabra no existe) escapando de mi boca. Continué masticando de forma automática. No tenía sentido. No podía comer unos trozos de verdura fresca.
    Estaba algo mareado, tal vez fue el creer, por un momento, que había brotado sangre de mi boca. No era así, pero la imagen me había dado esa sensación. Detrás del espejo fue así, allí hubo sangre. (No entiendo ni veo la imagen)
    Traté de calmarme, volví y continué como si nada sucediera.
    Un rato después noté la garganta seca, áspera, como si algo me hubiera raspado. Fue una sensación similar a la que queda después de vomitar, pero no lo había hecho.
    ―Me voy dijo. ―Mirándome ( Me voy -dijo mirándome…)con detenimiento, con cierta curiosidad, me pareció―(. Me) me llevo solo el bolso con mis libros.
    ―No me siento bien. Algo me cayó mal ―comenté.
    ―Deseas llamar a un médico, o te ayudo de alguna forma.
    ―No es necesario, es solo un pequeño malestar. Ya se me pasará(punto) ―(cuando la acotación se inicia con una acción va en mayúsculas: Me levanté…)me levanté de la mesa― Hasta pronto. Ya nos veremos ―le dije, para no pedirle nada, a pesar de que me estaba sintiendo cada vez peor.
    ―De acuerdo, chau. Sueña con los angelitos.
    Permanecí sentado un rato, cada vez me sentía peor. Volví a pasar por el baño. Fui hacia la cama. Como pude, puse una almohada sobre la otra. Un pequeño papel cayó de una de ellas. Me recosté con la boca hacia arriba.
    Una sensación fría subía por mi garganta lastimada, me dolía.
    Pensé en la lata de cerveza, no había tomado la precaución de lavarla, quizá pudo tener una de esas bacterias. Las que aparecen en los depósitos de mercadería.
    Me sentí sin fuerzas, paralizado, el dolor comenzó a tomar toda mi cabeza(punto) «Qué manera más tonta de morir» (coma) pensé y me dormí.
    Llegó la mañana, desperté como siempre, me sentía maravillosamente bien, solo tenía un vago y extraño recuerdo de lo sucedido la noche anterior, de la desagradable lata.
    Al incorporarme vi un papel caído sobre la cama aún tendida. Era una hoja, doblada como si fuera un sobre, en su interior una letra muy conocida decía(dos puntos) « ¿No sé si llegarás a leer esto? Es mi pequeña venganza»(punto) Volví a leer la nota.
    Casi tan rápido como la luz me escuché decir «ahora es mi turno»(punto)

    Creo que una revisión de la redacción daría más claridad a la lectura y haría más fácil la comprensión.
    Saludos

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 00:18
  3. 3. Al Caparra dice:

    Hola MT Andrade,

    Coincido con los otros dos comentaristas en que la forma del texto es mejorable, sin embargo me gusta que esté narrado en primera persona y que las frases sean cortas como pensamientos que van apareciendo uno tras otro en la mente del personaje.

    Creo que el contenido está bien. Me pregunto que va a hacer el protagonista, sobre todo si la venganza será intensa, y si ha comenzado una guerra en la que ambos personajes irán en escalada.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 12:01
  4. 4. Baltasar dice:

    Hola, MT Andrade:
    Tu relato me ha sorprendido gratamente desde el punto de vista ortográfico. Aplicas la raya (─) perfectamente en diálogos e incisos, con alguna pequeña excepción; las comillas angulares, etc.
    Quiero decir que me parece que eres una persona preparada. Persona capaz de escribir magníficos relatos. Sin embargo, este lo encuentro un tanto embarullado; como escrito con prisa.
    Por ejemplo y desde el primer renglón:

    Las últimas tardes me habían parecido eternas. Una sucesión de monótonas y continuas discusiones.
    No sé, ¿pero no te parece que le falta continuidad a la última frase?
    El marido le dice que lo suyo ha terminado. Que vuelve con su mujer. No parece importarle. Es ella quien toma el cuaderno de recetas. Elje una, que escriben y les resulta «agradable hacerlo». Un poco raro dada la situación, pero bueno…Ahora bien, a continuación: «No sé si lo recuerdas». Perdona, pero no me encaja la frase. Pero ¿no estaban juntos escribiendo?
    Les resulta agradable, pero a renglón seguido describes la tensión entre ambos.
    Que cenaron juntos, aunque sin deccir ua sola palabra, parece claro, pero la rúcula, toda condimentada, sazonada ¿puede retirarse ante ella si que se entere? y, sobre todo, aun en un plástico, ¿puede guardarse en un bolsillo?
    Lo de la remolacha…
    «Qué manera más tonta de morir» pensé y me dormí. Raro, ¿no? Y se despertó tan fresco al día siguiente.
    Pero ¿cuál fue su venganza? ¿ Provocarle una indigestión? No lo veo claro. Lo siento.
    Por eso decía que me parecía que estaba escrito muy de prisa, y creo, sinceramente, que puedes hacerlo mucho mejor.
    Perdóname. Es mi sincera opinión, puede que equivocada, por si te sirve de algo. ¿Que no? Pues perdón.

    Escrito el 26 octubre 2016 a las 21:09
  5. 5. MT Andrade dice:

    Amigos agradezco sus detallados comentarios. Existe una planta parecida a la rúcula que es tóxica y crece en ambientes húmedos. Ha habido casos en los cuales fue ingerida por error, provocando la muerte de unos y situaciones muy complicadas para otros.
    Concuerdo totalmente con la poca claridad del texto.
    Saludos

    Escrito el 31 octubre 2016 a las 17:38

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