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El Libro - por Leandro

Eran las diez de la noche. Llegue a mi casa después de un excelente día en el cual los muchachos de la oficina me habían festejado mi cumpleaños número cuarenta.
Estaba muy cansado. Como era costumbre me dejé caer en el sillón y reflexioné un buen tiempo, mientras mi cuerpo descansaba, sobre los buenos momentos vividos esa misma noche. Bromeamos toda la tarde con respecto a la muerte, sobre la vitalidad y habilidad que teníamos para evitarla y las ocasiones en las que, por suerte o destreza, habíamos podido burlarla. Algunos con una o dos copas de más llegamos a desafiarla, pidiendo que la parca apareciese en nuestro camino de regreso a casa para poder sortearla con una gambeta sobradora como lo habíamos hecho ya en ocasiones anteriores. Luego de cada desafío una explosión de risa en conjunto acompañaba mi alegría y una triste parte dentro mío la detenía, porque sabía que la venganza es la mejor herramienta de la muerte.
Inmóvil en el sillón se disipo ese último pensamiento y recordé que al otro día tenía que trabajar. Entonces pensé que lo mejor sería irme a dormir. Me levanté y uno de mis pies tiro del cable que sostenía una lámpara muy antigua, apoyada en una mesita al lado del mismo sillón. Tropecé, la lámpara cayó al suelo y se rompió en varios pedazos.
Cuando logré incorporarme pensé en la famosa frase “un tropezón no es caída”.
La luz seguía encendida, me agache para recogerla y me bajo la presión, perdí noción del espacio, se me nublo la vista por un instante y se produjo un profundo silencio durante un tiempo del cual no recuerdo nada. Un momento mas tarde recobre mis sentidos y decidí que al otro día iría al medico a consultarlo.
Levanté los pedazos de lámpara acomodándolos en la mesita con movimientos repetitivos y pausados, producto de mi descompensación. En uno de esos movimientos cayó una hoja dibujando líneas zigzagueantes en el aire de la habitación. Me sorprendió y la observe detenidamente. Al parecer pertenecía a uno de los viejos libros de recetas que había dejado mi abuelo antes de irse. Pero el texto no tenía sentido para mí. Hablaba de un bebé y como fue creciendo a lo largo de su primer año de vida. Entonces, con mi vista depositada sobre la hoja, me dirigí hacia la biblioteca y me dispuse a buscar el libro al que pertenecía. Correspondía a la primera página de un pequeño libro de hojas gruesas que nunca había leído.
Eran las doce en punto cuando encontré el libro. Estaba sucio, lleno de tierra. Lo sacudí, lo soplé y pude ver el titulo hasta ese momento oculto. Se llamaba “Libro de recetas…”. Justo por debajo del título y con letras más pequeñas se leía un subtítulo: “…del destino.”
Lo abrí, el índice indicaba que el libro tenia cincuenta páginas y se dividía en dos partes, “recetas de Vida” y “recetas de Muerte”. La intriga aumentaba, decidí leerlo. Eran las doce y media cuando iba por la página doce. Mi sensación era extraña, como si ya hubiese leído ese libro. Cuando llegue a la pagina veinte una fría puntada recorrió mi espalda. Me di cuenta de que los relatos que estaba leyendo dentro del libro, no eran más que los hechos más importantes de mi propia vida.
Leí y releí cada una de las hojas, verificando que las páginas correspondían a todos los años de mi vida. Iba por la página veintiocho cuando el libro termino de contar mi año del mismo número. Estaba perplejo, sin terminar de comprender, agotado y con los parpados pesados, pero seguí leyendo sin parar.
Todo el relato termino en la página y año numero treinta y nueve de mi vida. Eran las dos menos cinco de la madrugada cuando di vuelta la hoja y me encontré con la segunda sección del libro: “recetas de Muerte”. Había varias páginas en blanco. Con mayor intriga, curiosidad, y un tanto desesperado, pasé las hojas hasta llegar a la última y me encontré con unas líneas que decían:

¡Feliz cumpleaños!
Me adelante diez años.
Lástima que no apagaste la lámpara antes de tocarla.
Esta vez el tropezón fue caída!
Paso por ti a las dos en punto.

Levanté la vista y me quedé estupefacto. Ahí tirado estaba mi cuerpo electrocutado con un pedazo de lámpara en la mano.
En ese momento tocaron a la puerta.

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7 comentarios

  1. 1. UrsusP dice:

    Hola Leandro!

    ¡Qué bueno! Un cuento redondo, qué buena tu pericia. Te felicito, mantienes la intriga y el desenlace, sorprendente. Quizás te pueda poner el pego de ir intentando mejorar un poco la expresión, a veces cometes pequeños errores utilizando frases de uso común en la narración, donde, si van en algún lugar, sería en el diálogo. Debes ir detectando cuándo las vas cometiendo poco a poco e intentar ser más preciso y correcto en lo que quieres decir. No se me ocurre que practiques de otra manera que continúes leyendo y escribiendo, tienes una imaginación portentosa y una manera de resolver originalísima. Te felicito.
    Un saludo y hasta la próxima,

    UrsusP

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 21:36
  2. 2. SBMontero dice:

    La idea es muy buena, pero tienes problemas de expresión lo que te lleva a alargar las frases de forma innecesaria. Eso no significa que la estructura del relato sea mala, no lo es, pero si aprendes a quitar las palabras que sobran conseguirás que el texto sea más fluido y menos rebuscado.

    Un saludo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 11:09
  3. 3. Gama dice:

    Salvo algunos errores de puntuación puedo decir que el texto es muy bueno. Ese paso de la vida a la muerte a través del libro me ha gustado, es una idea muy buena, algo que me ha hecho ruido es el hecho de que el personaje diga la hora cada determinado tiempo, me parece inecesario hasta cierto punto.
    Los relatos de este tipo siempre me han gustado y veo que lo has realizado bien, después de una revisada te aseguro que tu texto queda listo.
    Enhorabuena !

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 16:12
  4. 4. Mariaje dice:

    Hola Leandro,
    muchas gracias por tu visita a mi relato. El tuyo me ha parecido muy original. Has mantenido la intriga y quería seguir leyendo en todo momento.

    Respecto a la gramática, no me he puesto a corregir el texto, pero he visto que te han faltado unos acentillos en las palabras médico, número y terminó. Y yo creo que te faltan comas: algunas frases son muy largas y se hacen difíciles al leer.

    Me gustó especialmente que la muerte pueda tener sentimientos de venganza; muy buena idea. Felicidades por tu relato.

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 11:30
  5. 5. Marisa dice:

    Hola Leandro. Gracias por tu visita a mi relato y tu devolución! He leído el tuyo, me gustó la historia y la resolución. Habría que trabajar el texto un poco más. La palabra libro se repite muy seguido. Seguramente, si ordenas la redacción puedas eliminar las repeticiones de palabras. Eso se aprende, la misma idea escribirlas de diferentes formas y luego elegir la que mejor exprese.
    Marcas la hora pero luego no la usas como determinante de la muerte, cuidado porque linda con lo no verosímil. Y por último opino que tampoco me resulta verosímil que el número de la página coincida con el número de la edad de vida y todo lo que tarda en leerlas. Me gusta la idea de que coincidan los números, pero creo que habría que trabajarlo un poco más.
    Y por último: me encantó tu idea. A trabajar que para eso estamos!

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 13:22
  6. 6. Jimena Muriel dice:

    Hola, Leandro un relato de lo más original, la idea impresionante y por no hablar de la forma en la que escribes… De lo más bonito del relato ha sido las metaforas,poeticas pero a la vez muy reales y comprensibles, me ha encantado tu texto, espero verte más por aquí.
    Continua leyendo y escribiendo!

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 10:58
  7. 7. Nats dice:

    Hola Leandro, tu relato es interesante, la propuesta es atractiva. Sin embargo, considero que falta un poco más de orden y desarrollo en su ejecución para que el remate sea aún más impactante. Piensa en seguirlo puliendo porque promete mucho. Vas por buen camino.

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 02:41

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