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Libro de recetas - por Laia Gabue

Web: http://www.milrinconesinfinitos.blogspot.com.es

Odio cocinar. No me gusta, lo siento. En ese sentido me postulo como una “feminazi” intransigente. Nos han relegado tantísimos años en esas dependencias del hogar que yo he decidido que me salga un sarpullido tan solo al pensar en entrar a la cocina. Por puro interés, lo reconozco. Pero es que no me gusta, no lo entiendo, y no me gusta. Y punto. Es que no sé qué encanto puede tener pasarse dos horas de tu vida encerrado en cuatro metros cuadrados, llorando todo el rato. Porque a ver, vosotros me diréis si es mentira, se llora al cortar la cebolla, se llora al cortarse un dedo mientras se corta la cebolla, se llora cuando te pica el corte del dedo al coger la sal y se remata el llanto cuando el aceite salpica hacia todos lados y te acaba quemando el corte del dedo escocido. Para que al final se te chamusque el guiso y todo haya resultado una enorme pérdida de tiempo. No. Me niego. No tengo paciencia, ni estilo, ni ganas. Lo odio, ya lo he dicho. Por lo que os podéis imaginar la cara que puse al descubrir que el regalo de mi madre para mi treinta cumpleaños era un libro de recetas hecho por ella.

― Llevo toda la vida recopilando recetas para poder regalártelas―. Me dijo con los ojos llenos de emoción.

En aquel momento lo vi claro. Llevaba unos larguísimos treinta años planificando una cruel y perversa venganza que culminaba con el servicio de un plato muy muy frío en forma libro. Fue como si me lanzaran un jarro de agua fría. Una hostia en toda la cara, con premeditación y alevosía. ¿Quién demonios quiere un libro de recetas como regalo para un treinta cumpleaños? Un coche, genial, una joya, no está mal, un viajecito a gastos pagados, perfecto, hasta me hubiera conformado con un bolso o unas botas nuevas pero ¿un libro de cocina? ¿En serio? Aquella mujer se estaba vengando de mí, no sé si por haberle arrebatado la juventud, destrozar su cuerpo, robarle el sueño, o elegir a mi padre para jugar al Dicciopinta durante la última nochebuena. Es muy mala dibujando, más le valdría aceptarlo.

―Gracias mami, me encanta― contesté yo conteniendo el, “te lo podrías haber metido por el culo”, que iba a salir de mi boca a continuación.

No volví a tocar el libro en al menos seis meses. Ni siquiera lo abrí. Llegué a casa, lo guardé en un cajón y allí se quedó. Intentaba mantenerlo en el olvido negando su existencia. Cada vez que abría el cajón y lo veía ahí riéndose de mí, me inundaba una rabia profunda que controlaba cerrando el cajón con un golpe seco. Un día, di tal golpe, que incluso se descolgó el pomo. Fue la cumbre de la exasperación que me provocaba aquel objeto.
Hasta que una tarde de viernes que me vi obligada a quedarme en casa sola y aburrida por falta de planes. Es triste decirlo, pero no tener novio, a veces te lleva a estas situaciones que pueden resultar algo patéticas. Después de tomarme media botella de vino y todavía con una copa llena en la mano decidí que era un buen momento para echarle un vistazo e intentar minimizar aquellos sentimientos primitivos que me generaba.

Esto es lo que decía la primera página:

“Solo uno puede andar el camino, pero no tiene por qué hacerlo solo. Te quiere, mamá.”

Los títulos de las siguientes páginas consiguieron helarme la sangre: “Receta para superar una ruptura”, “Receta para prosperar en el trabajo”, “Receta para disfrutar de una tarde con amigas”, “Receta para conservar una amistad”, “Receta para ligar en un bar”, “Receta para disfrutar del sexo”… si, si…!para disfrutar del sexo!, “Receta para saber si es tu gran amor”, “Receta para ser una buena mamá”….

Aquella mujer había recogido pacientemente cientos de experiencias a lo largo de un montón de años sólo para intentar hacerme la vida algo más fácil y feliz.

Secándome las lágrimas cogí el teléfono y llamé a mi madre.

― Mamá, arréglate que te paso a buscar y te invito a cenar.
― ¿Pero y eso?
― Quiero agradecerte todo.
― Esta bien. Te espero.
― Mamá.
― Dime cielo.
― Te quiero.

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4 comentarios

  1. 1. rubisco dice:

    Enhorabuena, Laia. Has conseguido un relato bien construido, que juega con la manía que tenemos las personas de nublarnos ante las apariencias sin pararnos a ver si la verdad es tal cual la imaginamos.

    La forma me recuerda bastante a la mía: párrafos descriptivos de extensión medio-larga y diálogos que aportan dinamismo. Aunque he de reconocer que a veces me gusta poner un salto de línea para dar más énfasis a alguna idea. Por ejemplo, en donde dice:

    “Para que al final se te chamusque el guiso y todo haya resultado una enorme pérdida de tiempo. No. Me niego. No tengo paciencia, ni estilo, ni ganas. Lo odio, ya lo he dicho. Por lo que os podéis imaginar la cara…”

    Podría dar más énfasis e incluso generar un doble juego drama-humor una estructura de este estilo:

    “Para que al final se te chamusque el guiso y todo haya resultado una enorme pérdida de tiempo.
    No.
    Me niego.
    No tengo paciencia, ni estilo, ni ganas. Lo odio, ya lo he dicho. Por lo que os podéis imaginar la cara …”

    Además, esa forma me recuerda más a nuestra forma de hablar natural, y como el relato está en primera persona, creo que puedes permitirte el lujo de parecer espontánea, incluso visceral 🙂

    Otra cosa que hubiera modificado sería el uso de comas (,) y puntos y comas (;) en este apartado:

    “¿Quién demonios quiere un libro de recetas como regalo para un treinta cumpleaños? Un coche, genial, una joya, no está mal, un viajecito a gastos pagados, perfecto, hasta me hubiera conformado con un bolso o unas botas nuevas pero ¿un libro de cocina?”

    Los puntos y comas darían un respiro al lector y marcaría claramente la separación entre conceptos. Fíjate:

    “¿Quién demonios quiere un libro de recetas como regalo para un treinta cumpleaños? Un coche, genial; una joya, no está mal; un viajecito a gastos pagados, perfecto; hasta me hubiera conformado con un bolso o unas botas nuevas pero ¿un libro de cocina?”

    Por supuesto, eso es una cuestión de estilo con la que uno debe sentirse identificado, pero en los intercambios de puntos de vista es donde aprendemos 🙂

    Sobre la historia en sí no tengo mucho que añadir. Me ha parecido muy bien hilvanada, y aunque la protagonista me exasperó por momentos con su odio a la cocina (y luego al regalo que le hizo su madre), entiendo que era tu intención hacerla así, y te felicito por ello, porque me ha parecido muy realista.

    Para concluir, te confieso que no sería capaz de leer una novela con un o una protagonista así. En un relato corto, como es éste, lo soporto; pero en una novela larga se me antojaría un martirio seguir la historia de alguien tan exasperante.

    Guau, menudo ladrillo me ha salido 😛

    ¡Saludos y a seguir escribiendo! 😀

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 18:52
  2. Hola, Laia.
    Un final genial. Totalmente inesperado, me desconcertaste un poco al principio, «una madre que no sepa que su hija no cocina», me sonaba un poco falso. Luego me agobié, en algunos momentos con tantas palabras, la protagonista habla demasiado. Al final se entiende, por qué querías causar ese efecto con la protagonista.
    Felicitaciones.
    Saludos Nos seguimos leyendo.
    Mi cuento es el 111.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 12:44
  3. 3. Ratopin Johnson dice:

    Hola Laia,

    Te ha salido muy bien, bien escrito, ágil. Muy fluido. Y además, muy divertido. Y uno se identifica con la protagonista. Incluso en el final.

    Algunas cosillas como:
    “…servicio de un plato muy muy frío en forma libro”, sería “en forma de libro”.
    En “Hasta que una tarde de viernes que me vi obligada a quedarme en casa y aburrida por falta de planes”, yo creo que sobra uno de los dos “que”.
    El párrafo de “…aquel objeto” y el de “Hasta que una tarde de viernes” están demasiado juntos. Se ve que es un lapsus, y aalta a la vista porque el resto lo has estructurado bien

    Y algunas frases que me han gustado mucho: Hasta que una tarde de viernes
    “…o elegir a mi padre para jugar al Dicciopinta durante la última nochebuena. Es muy mala dibujando, más le valdría aceptarlo.” (Con esta me he echado una buena carcajada)
    “―Gracias mami, me encanta― contesté yo conteniendo el, “te lo podrías haber metido por el culo”, que iba a salir de mi boca a continuación. ” También me ha hecho reír. Creo que hasta este párrafo es la parte que más me gusta del relato, la parte inicial ,el arranque del texto, y te ha salido con mucha fuerza.

    Saludos, he disfrutado leyéndolo

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 10:45
  4. 4. Ratopin Johnson dice:

    En mi anterior comentario, se me ha pegado por ahí un “Hasta una tarde de viernes” detrás de “Y algunas frases que me han gustado mucho” que no tiene sentido :).Un lapsus

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 10:48

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