<< Volver a la lista de textos
Un verano con la abuela - por Tamara
“Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte”. O al menos eso dice mi abuelita con tono misterioso cada vez que alguien cuenta una experiencia sobrenatural. En verdad, a veces mi mamá llega del supermercado diciendo que otra señora tenía su misma chaqueta y la abuelita sale como de las sombras susurrando casi sin dientes “Dicen que toooodos tenemos un dooooble en alguna paaaarte” y después se va despacito caminando hacia atrás.
¡A mí me parece que está un poco loca, y eso la hace súper!
El otro día se me salió un diente que tenía suelto hace tiempo. No alcancé a esconderlo de la abuelita porque estaba comiendo calugas con ella mientras veíamos la telenovela de la tarde. Puso su cara de chamán místico y entrecerrando los ojos me dijo: “Vamos al patio”. Cuando la abuelita entrecierra los ojos no hay nada que hacer. Tomé mi diente, y resignada a perder las monedas que me significaba la seguí por la puerta de la cocina. En verdad ella me siguió, partí detrás, pero avanza tan lento que terminé sirviéndole de bastón.
-Mi’hijiiiiita- aún conservaba su voz de Cuentos de la cripta y apenas ya se divisaban sus ojitos de tan entrecerrados que estaban – Ahíiiii…–. Yo creo que el temblor de su voz era más exagerado de lo normal me pareció que ya no era el de la vejez, estaba en modo misterio.
Con su dedo arrugado y tembloroso apuntaba el viejo quillay que sobrevive en medio del patio. Según ella, los dientes hay que enterrarlos al pie de un árbol, porque es la única manera en que lo encuentren las hadas. Mi mamá dice que perdió todos sus dientes de leche así y que nunca recibió ni una moneda de chocolate por ellos. Creo que la abuelita estaba loca antes de ponerse viejita.
El suelo del patio de su casa es impenetrable. Parece cemento de lo duro y seco que está. Pero el dedo de la abuelita seguía levantado y tiritando, y el doctor nos dijo que no teníamos que hacer que se cansara mucho. Así es que tomé el martillo de la caja de herramientas y con la parte de atrás, esa para sacar los clavos, me puse a hacer un hoyo.
Me retumbaba la cabeza cada vez que golpeaba la tierra, así es que me detuve pronto, a penas el agujero fue lo suficientemente profundo para llamarse como tal. -“Adiós monedas”- pensé y deposité mi diente en la tierra. La abuelita había bajado su dedo y sostenía una regadera temblorosa junto a mí. Regó tanto el diente como mis pies y entramos de vuelta en la casa. Por fin volvió a abrir bien los ojos. Luego le ayudé a acomodarse en el sillón, pusimos de nuevo la novela en la televisión y se quedó dormida al instante.
Así es mi abuelita. Las emociones intensas la agotan y esto, sin duda, era lo más intenso que hacía hace siglos.
Cuando despertó tomamos el té, hicimos sopaipillas y armamos juntas un rompecabezas. A la mañana siguiente me levanté a ver si había pasado algo bajo el quillay. El montón de tierra seguía húmedo, e intacto. La abuelita apareció por detrás de mí sonriendo – o al menos eso creo- con sus pantuflas y su bata de levantarse. Extendió su mano hacia mí y me dijo: -Mira mihijita, Esto estaba aquí, encimita de la tierra, esta mañana-. Abrió el puño y había 3 monedas de chocolate dentro.
Cuando estuve sola volví al árbol para revisar la tierra y ver si mi diente seguí allí. El montón seguía intacto, sin embargo, no había nada dentro. De repente me pareció que, pese a ser verano y con sequía, de pronto el quillay se volvió más verde y hasta brillaba. Fue mágico – ¿Así habrá empezado a volverse loca la abuelita?- me pregunté. Me pareció escuchar un batir de alas, pero en seguida la abuelita me llamó desde la puerta:- ¡A tomar desayuno mi niña! ¡Nos quedan sopaipillas y mermelada!-. Me encogí de hombros y entré sin mirar atrás. Después de todo, la abuelita es la única hada que necesito y pasar el verano con ella es lo más mágico que me puede pasar.
Comentarios (3):
gaia
18/11/2016 a las 02:09
Hola: soy tu vecina del 162. Tu historia me pareció muy tierna y bien lograda. Adelante!
Anna
20/11/2016 a las 18:39
Hola soy Anna del 123
Antes que nada quiero decir que tienes el mismo nombre que una amiga con la que ya no hablo casí, y al parecer tienen el mismo humor!
Ahora si empezando a reseñar tu relato tengo que decir que me ha encantado, y está muy genial como lo haz escrito. Solo hay dos errores que logro distinguir (que yo tambien los he cometido) el primero es el uso del guión (-) en vez de la raya larga (—) y, además la separacion entre ellas es incorrecta, el dialogo tiene que estar pegado a la raya de inicio (cuestión que hiciste), y el verbo con el que indicas que está hablando tiene que ir en minúscula y también pegado a la raya, no separado, de todas formas de muestro un ejemplo:
En principio escribiste: “-Mi’hijiiiiita- aún conservaba su voz de Cuentos de la cripta y apenas ya se divisaban sus ojitos de tan entrecerrados que estaban – Ahíiiii…–. Yo creo que el temblor de su voz era más exagerado de lo normal me pareció que ya no era el de la vejez, estaba en modo misterio.”
Pero lo correcto sería lo siguiente “—Mi’hijiiiiita -aún conservaba su voz de Cuentos de la cripta y apenas ya se divisaban sus ojitos de tan entrecerrados que estaban —Ahíiiii… —yo creo que el temblor de su voz era más exagerado de lo normal me pareció que ya no era el de la vejez, estaba en modo misterio.”
Eso es todo, la verdad te felicito, me he reido durante mucho rato gracias al relato.
Saludos
Atlante
22/11/2016 a las 01:34
Hola Tamara.
Tu historia,segun mi lectura, tiene todos los matices de un cuento. Me ha gustado mucho el poner a una abuela como protagonista y a un árbol. Y como no, a la nieta. Le da un punto tierno e infantil.
¡Hay abuelas que saben mucho!
“hailas… ”
Ya en referencia al texto,
como me dijeron a mi aquí hoy, sobre lo que escribí yo, necesitamos dejar algo de espacio, con puntos y aparte para que no se apelotonen las palabras y pueda fluir mejor la narración.
Un saludo y espero tu siguiente cuento.