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Sosias - por Amadeo

SOSIAS

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. Eso fue escuchado repetidas veces en reuniones esotéricas a las que asistíamos. Por versiones y certezas que allí se menciona-ban, varios oscilábamos entre aceptar esa posible verdad o descartarla de plano. Necesitá-bamos corroboraciones.
Mi compañero Agustín llegó a perturbarse al pensar que en el otro lado del mundo, habría un sosia suyo y se preocupaba, hasta casi el delirio, por la posibilidad de un exacto parecido físico y mental. Se inquietaba al suponer que ese otro, pensaría, actuaría y sentiría igual que él. Sufría al deducir que aquel extraño podría amar con intensidad a su mujer y que sus hijos tendrían otro padre. No permitía que su mente descansare. Todo era confusión y malestar al sumar hipótesis en su propia selva especulativa.

Un día recibió un mensaje de su otro yo, de Nitsuga, en el que le informaba de su pron-ta visita y que tenía sumo interés en conocerlo. Agustín casi enloqueció al no conocer cómo supo de su existencia, ni quién le habría informado su dirección. No atinó a responderle. Sólo pudo esperarlo con ansiedad insoportable. Necesitaba confirmar o desechar que fueran igua-les, idénticos. “Gemelos imposible”, se repetía.
Antes de una semana llegó su doble. Eran dos gotas de agua. La misma voz, el rostro calco del suyo, altura y físico extremadamente semejantes. Los movimientos y gestos mutuos se duplicaban. Más tarde Agustín, con seguridad en su voz, le exigió que le mostrase sus tres lunares, en línea, similar a la Cruz del Sur, que debería tener en el pecho, tal como él los de-jaba a la vista. Un minuto después, los tres lunares ajenos, parecían un exacto reflejo de los suyos. Sintió una canción de crujidos internos y un feroz desconcierto lo invadió.
En la entrevista, Nitsuga dijo vivir en las antípodas, que trabajaba en una oficina inmobi-liaria desde hacía diez años, como gerente de ventas. Comentó que su mujer se llama Adde y sus dos hijos Revilo y Anavi, de once y siete años, eran bien educados y excelentes alumnos.
Confundido e indignado, Agustín, no soportó esas coincidencias: los cuatro nombres tenían exactamente las mismas letras, pero a la inversa y las edades se correspondían con exactitud matemática. Los cuatro extranjeros, cumplían años los mismos meses y días que su propia familia, con apenas unas horas de diferencia continental. En lo laboral, eran colegas al mismo nivel jerárquico. Estaba a punto de confirmar, con absoluta certeza, aquella verdad que a veces él reconocía en las reuniones de amigos, cuando por una infidencia del visitante com-probó que sus creencias religiosas no concordaban, que eran hasta cierto punto opuestas: él profesaba su fe en un Dios y Nitsuga y su grupo en dos.
Inquieto el dueño de casa e imperturbable el otro, continuaron por unas horas más el in-tercambio de información. Las convergencias fueron múltiples, sin que hubieran surgido nue-vas diferencias. Las igualdades y precisiones estuvieron siempre presentes. Mutuamente se asombraban por tantas coincidencias. Agustín forzaba la negación de ciertos resplandores de confianza que nacían entre ambos.
De pronto Nitsuga aceptó, amigablemente, desechar a uno de sus dioses, para equipa-rársele. Eso enervó a Agustín: no quería, se auto negaba a tener un doble riguroso, perfecto y total. De pronto se enojó y amenazó a Nitsuga. Sus ojos enrojecieron, los brazos se agitaron sin control. Gritos guturales nacieron de su boca, mientras el cuerpo generaba insólitos ester-tores al indicarle la puerta de salida. Cómo si hubiera esperado esa reacción casi animal, Nit-suga aceptó la orden y al retirarse, sonrió enigmáticamente.

En privado a mí y luego, en una reunión esotérica, Agustín contó su extraordinaria aventura. Sorprendidos y crédulos, lo felicitamos y aceptamos, con vacilaciones y recelos, que todos tenemos un doble en alguna parte del mundo. Más tarde y fuera de toda intencionalidad manifiesta, cambiamos el tema de conversación.
Sin confesarlo, sabíamos que cada uno de nosotros, de alguna manera, buscaría a su respectivo doble que suponíamos necesitar. Queríamos vernos en otros cuerpos, ser el doble de alguien. Conjeturábamos que algunos imaginaban fines inconfesables. Otros, yo entre ellos, lo hacíamos solo por curiosidad.

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6 comentarios

  1. 1. Alonso García-Risso dice:

    Saludos Amadeo: Tu escrito se adentra en la duda, que en general nos incomoda y nos llama a curiosidad: ¿En realidad tenemos un doble? ¿qué características tendrá ese doble, llegará a poner en cuestión nuestro ser? ¿será sólo un desdoblamiento de nuestra personalidad habitando cuerpos separados?
    Basta, no seguiré por esta ruta que nos llevará a resultados inciertos.
    El texto está bien estructurado y crea todo un cuadro de dudas y expectativas. Bien logrado e interesante.
    Me llama la atención el enojo del original (si es posible llamarlo de ese modo) y la curiosidad que lo lleva a recibir en su hogar al doble. También capta mi interés la soltura con que se desenvuelve el doble, como si supiera algo que desconoce el protagonista y nosotros.
    ¡Excelente!, me agradó.

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 23:25
  2. 2. beba dice:

    Hola,Amadeo:Me pareció interesante el tema,pero encuentro que la construcción no es bastante ágil; me parece que sobran y se reiteran detalles y explicaciones También presenta errores gramaticales:”sosías”termina en S,tanto en singular como en plural.
    Dale un repaso y tendrás una obra atrayente.

    Escrito el 20 noviembre 2016 a las 16:57
  3. 3. amadeo dice:

    Beba;
    Agradezco tu comentario y observaciones. No encuentro lo que me indicas al decir:”me parece que sobran y se reiteran detalles y explicaciones”. ¿Podrías indicarme algunas?
    Desde ya, agradecido
    Saludos cordiales
    Amadeo

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 01:30
  4. 4. Atlante dice:

    Hola Amadeo.

    Me gusta mucho Borges, por lo que me gusta tu texto…

    Es jugosa la idea del doble esotérico En un comic de Corto Maltes, en que se encuentra con su doble, dicen que es nefasto el conocerse los dos seres idénticos.

    Supongo que profundizando encontraríamos muchas lecturas del significado del doble.

    Por eso tu texto tiene también implícita la curiosidad que sentimos hacia nosotros mismos, vistos desde fuera…

    Felicidades. A mi me ha gustado mucho.

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 01:54
  5. 5. amadeo dice:

    Atlante:
    Agradecido por tus comentarios, pero… Nadie me ha comparado con Borges!!! Lo único que me acerca a él, es la B de su apellido!

    Un saludo
    Amadeo

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 11:31
  6. 6. beba dice:

    Hola, Amadeo: Como te dije, “me parece”. Hoy hice la re-lectura. Debe ser una cuestión de tu estilo, muy detallista y “explicador”(valga el neologismo, en este caso). Por ejemplo, en el primer párrafo parecen demasiadas las explicaciones del por qué del tema del “Doble”. insisto. Es sólo una opinión.

    Escrito el 23 noviembre 2016 a las 02:44

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